15 de abril de 2011

"LO IMPOSIBLE SÓLO TARDA UN POCO MÁS".


PERPETUA EN CARCEL COMUN
Por Victoria Ginzberg

Luis Patti, el represor que se recicló como intendente de Escobar, recibió su primera condena por crímenes de lesa humanidad. Junto a Bignone y Riveros, fue sentenciado a prisión perpetua por secuestros, torturas y asesinatos


EL REPRESOR LUIS ABELARDO PATTI RECIBIO SU PRIMERA CONDENA POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD
La Argentina ahora es un país más seguro

El ex policía y ex intendente de Escobar recibió prisión perpetua a ser cumplida en un establecimiento del Servicio Penitenciario. Reynaldo Bignone, Santiago Omar Riveros y Martín Rodríguez fueron condenados a la misma pena. A un quinto acusado le dieron seis años.
Los brazos se unieron en los respaldos de las sillas. Los hermanos Gastón y Manuel Gonçalves, Juana, Diego y Antonio Muniz Barreto, Soledad D’Amico y sus abogados formaron un lazo que los contenía a todos. Cuando la jueza Lucía Larrandart terminó de leer el fallo, se miraron entre ellos, intentaron secarse las lágrimas que seguían apareciendo, se pararon y se abrazaron. La presidenta del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín acababa de anunciar la condena de Luis Abelardo Patti, Reynaldo Benito Bignone y otros tres represores por los secuestros, tormentos y asesinatos de sus padres.

Patti, Bignone, Santiago Omar Riveros y Martín Rodríguez recibieron prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua más accesorias legales y pago de costas. Al quinto acusado, Juan Fernando Meneghini, le tocaron seis años. Meneghini fue comisario de la 1a de Escobar durante la última dictadura, pero el tribunal consideró que no había tantas pruebas en su contra y no lo culpó por homicidios o tormentos. Más allá de este dato, que los querellantes evaluarán si apelarán o no después del 5 de mayo, cuando conozcan los fundamentos, los abogados, fiscales y familiares de las víctimas se retiraron satisfechos del auditorio Hugo del Carril, en José León Suárez, donde se realizó el juicio.

El dato clave de la decisión judicial de ayer, que fue aplaudido tanto o más que las condenas, lo aportó la jueza cuando comunicó que “el cumplimiento de la pena impuesta a todos los acusados se llevará a cabo en un establecimiento del Servicio Penitenciario Federal” y anuló en el acto la prisión domiciliaria de Meneghini. El policía era el único de los acusados que estaba en la sala cuando se leyó la sentencia. El resto habría optado por permanecer en una habitación contigua. No se informó si Patti llevaba puesto su disfraz de enfermo terminal –que incluye un cuello ortopédico y una camilla– que lució las pocas veces que se dejó ver durante el juicio. El ex intendente de Escobar está actualmente alojado en la clínica Fleni de esa localidad, donde, se supone, se repone de un accidente cerebrovascular. Según se desprende del fallo, el represor podría seguir internado, pero en prisión. Una opción podría ser Ezeiza, donde hay un centro de salud nuevo.

“Es un show para victimizarse. Tiene algo, pero no es un cuadro de la gravedad que quiere mostrar”, opinaron los fiscales Augusto de Luca y Marcelo García Berro, que junto con Juan Murray fueron los delegados de la Procuración en este juicio y se fueron con la satisfacción del deber cumplido.

“Es un cobarde, como lo demostró todo este tiempo y cuando aparece con la camilla me da vergüenza ajena”, dijo a Página/12 Manuel Gonçalves apenas bajó del estrado. Lo importante para él, en ese momento, era cosechar: “Esto es fruto de tanto esfuerzo y peleas, como nos enseñaron las Madres y las Abuelas, porque aunque hubo momentos de derrota, nuestro objetivo era llegar a este día, en el que un tribunal dicte sentencia. Siendo uno de los protagonistas del avasallamiento de la democracia, Patti usó las instituciones para sostener su impunidad. Tuvimos que trabajar el doble que en otros casos. Nos insultaba a todos queriendo ostentar cargos públicos. Y no hay que olvidarse que sus alianzas políticas, por ejemplo con el duhaldismo, llegan hasta hoy”.

Tanto los familiares de las víctimas como los abogados Ana Oberlin y Pablo Llonto destacaron el largo camino que tuvieron que atravesar para que Patti sea condenado. “Fue un caso muy difícil, más complejo que otros, tuvimos que pelear para que no sea diputado, ni candidato, tuvimos amenazados a un montón de testigos. Hasta la prueba, que parecía complicada, se demostró que era contundente”, manifestó Oberlin.

“Es un día histórico. Esto es un alivio y fortalece a la democracia. Patti es un emblema, es tan asesino como los demás, pero se sustrajo a la Justicia y engañó a la sociedad. Ahora se terminó de derribar esa patraña que alguna gente creía, ahora ya nadie le puede creer, salvo los que sean como él o les convenga”, dijo a Página/12 la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, mientras se sacaba una foto con dos muchachas que la abordaron con una cámara digital. Mientras intentaba salir del auditorio y antes de que se acercara otro grupo cámara en mano, agregó: “Cárcel común y cadena perpetua son dos frases para poner en bronce. Es un triunfo del pueblo”.

Víctimas, testimonios, pruebas
Patti, Bignone, Riveros y Rodríguez fueron condenados por los secuestros, aplicación de tormentos y asesinatos de Gastón Gonçalves y Diego Muniz Barreto; el secuestro, aplicación de tormentos y tentativa de homicidio de Juan Fernández, las desapariciones de Carlos Souto y Luis y Guillermo D’Amico y la detención ilegal de Osvaldo Arriosti.

El ex diputado Muniz Barreto y Fernández, que era su secretario, fueron secuestrados en Escobar en febrero de 1977. Los llevaron a la comisaría de la zona, a la Unidad Regional Tigre y finalmente a Campo de Mayo. De allí salieron el 5 de marzo en un Fiat 128 adormecidos con alguna sustancia. Fueron arrojados con el auto a un arroyo cercano a Raíces Oeste, en Entre Ríos. Muniz Barreto murió, pero Fernández sobrevivió y antes de irse al exilio dejó su testimonio ante un escribano público.

Patti está implicado en este caso desde el principio. La ex esposa de Muniz Barreto lo denunció en 1977. Así figura en una presentación hecha ante la Nunciatura por la mujer. Un amigo de la familia declaró en la causa que el 17 de febrero se entrevistó con un hombre que dijo venir de parte de Muniz Barreto (era familiar de un preso de la comisaría de Escobar) que le entregó una nota de puño y letra del diputado que decía: “Movete rápido, estamos en Escobar. Nos detuvo el suboficial inspector Luis A. Patti”. Muniz Barreto mandó dos mensajes más de este tipo que llegaron a la familia y a su empresa. Según el informe del personal de la comisaría de Escobar, Patti fue promovido el 7 de marzo de 1977, un día después del asesinato de Muniz Barreto.

Los secuestros de Souto, los hermanos D’Amico y Arriosti se produjeron en 1977 en la zona de Garín. Arriosti sobrevivió a su cautiverio e identificó a Patti como uno de los hombres que lo capturó.

Gonçalves fue secuestrado el 24 de marzo de 1976 en Zárate. Dos testigos narraron que estuvieron detenidos con él en un camión celular ubicado detrás de la comisaría de Escobar, donde Patti cumplía funciones de oficial subinspector. El 2 de abril de 1976 el cadáver de Gonçalves fue dejado en el paraje El Cazador, en la ruta 4. Lo habían fusilado y después incinerado. Veinte años más tarde, el cuerpo, que estaba enterrado en el cementerio de Escobar como NN, fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Unos meses antes de su secuestro, Gonçalves y su mujer habían discutido con Patti a raíz de la organización de un acto en Escobar. “Ya vas a ver lo que te va a pasar. Te voy a hacer matar”, lo amenazó el policía.

Patti, representado por Silvio Duarte y el ex juez Alfredo Bisordi, intentó mostrarse como un “perseguido político” pero testimonios y pruebas documentales desarmaron su estrategia. Durante el juicio, por ejemplo, se presentó un volante elaborado en 1975 por la Juventud Peronista –que terminó archivado en la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires– en el que se denunciaba que en la comisaría de Escobar “se atropellaba la dignidad humana” y se mencionaba al oficial “Patti” como uno de los “siniestros personajes que llevan a cabo estos bestiales hechos”.

Canciones
Los acusados tuvieron la posibilidad de decir sus “últimas palabras” por la mañana. Hicieron uso de su derecho Bignone y Rodríguez. El primero aprovechó para criticar a Carlotto, que había narrado, en la causa sobre el plan sistemático de apropiación de bebés, dos encuentros que tuvo con él. “Me arrepiento de haberle abierto mi casa y mi corazón”, dijo el represor. Carlotto contestó después: “No dijo que se arrepentía de los crímenes que cometió”. Rodríguez, que hasta febrero del año pasado fue profesor en la Universidad Católica de Salta, hizo un largo alegato político que hasta incluyó una queja porque no se había sancionado el 82 por ciento móvil para los jubilados, lo que provocó la risa del público.

La condena a Rodríguez fue ponderada por Llonto. “Hace mucho sabíamos que había un represor al que llamaban ‘Toro’, pero recién el año pasado pudimos identificarlo y ya está condenado. Debe ser el caso que más rápido se resolvió”, señaló.

Juana Muniz Barreto apretaba dos pulseras de mostacillas de colores y pelo de elefante. Se las trajo su papá de Africa, cuando viajó para escapar de persecuciones de la Triple A y las levó al juicio también el día que declaró. Ante las cámaras de televisión que la abordaban después del fallo contaba que ahora le toca hacer de mamá. “Tengo dos hijos y no creo haber sido mala madre hasta ahora. Les dejo el legado de pelear por lo que uno cree justo, pero hasta ahora estuve muy dedicada a mi papá. Ahora es el momento de mis hijos.”

Cuando Larrandart leyó la decisión que ella y sus colegas Horacio Segretti y María Lucía Cassain habían tomado, en el auditorio se escucharon aplausos y gritos. Muchos “bravo” y algún “vamos Argentina”. Se alzaron decenas de fotos en blanco y negro de desaparecidos vistos en Campo de Mayo y se entonó el clásico “Como a los nazis, les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. Afuera se habían montado dos pantallas gigantes y un escenario al que luego subirían Los Auténticos Decadentes. Allí, mientras hablaba la jueza, se escuchó una canción compuesta especialmente para la ocasión: “Miren, miren que alegría/ miren, miren qué emoción/ Luis Abelardo Patti se pasea en tanga por el pabellón”.
Fuente:Pagina12


Otras voces
- Eduardo Luis Duhalde (secretario de Derechos Humanos): “Es un nuevo avance en el camino por la verdad, memoria y justicia. Con impunidad y olvido no se construye una sociedad democrática. La condena a Patti me llena de satisfacción porque se trata de un peligroso homicida aunque haya teatralizado su estado de salud”.

- Agustín Rossi (jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria): “Esto reivindica aquella decisión de la Cámara de Diputados que le impidió a Patti asumir. En el año 2005, ese fue el primer debate que me tocó protagonizar. Fueron esas políticas las que hicieron posible que estos juicios trajeran justicia. Esto tendría que haber sucedido en los primeros años de la democracia, pero lo impidieron las leyes de obediencia debida y punto final”.

- Martín Sabbatella (jefe del bloque Nuevo Encuentro): “Que Patti esté condenado a prisión perpetua y en cárcel común es una excelente noticia y una reivindicación de la democracia. La Argentina sigue dando pasos a favor de la Justicia para dejar definitivamente atrás la impunidad”.

- Victoria Donda (diputada de Libres del Sur): “Llegó la justicia para una parte de un proceso oscuro de nuestra historia. Estoy feliz, llena de emoción y con expectativas, como cuando lo desaforamos para que esta causa se inicie. Nos hace crecer como personas y sociedad y le da un fuerte impulso a nuestra democracia”.

- Jorge Rivas (diputado socialista): “Pone fin a la vergonzosa parábola de un asesino y torturador que consiguió, a pesar de su incalificable prontuario, ocupar cargos electivos en tiempos de plena vigencia de la Constitución. Semejante anomalía fue posible porque las leyes del perdón y la debilidad o la complicidad de sucesivos gobiernos garantizaron la impunidad a los represores”.

- Mesa Nacional de la Coalición Cívica-ARI: “La búsqueda de justicia y la condena para los crímenes de lesa humanidad, es uno de los pilares básicos sobre los que se sostiene una República con igualdad y que no olvida los crímenes de la dictadura. Toda decisión judicial que avance en este sentido debe ser apoyada por todos los que queremos un país con memoria, más justo e igualitario”.
Fuente:Pagina12


Los otros condenados
-Reynaldo Bignone. Fue comandante del Segundo Cuerpo de Ejército durante 1977. Fue condenado por el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín a 25 años de cárcel común por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo. En dicha ocasión Bignone se responsabilizó por todas las órdenes impartidas a sus subordinados.

- Santiago Riveros. Fue comandante del Comando de Institutos Militares entre 1976 y 1977. Al igual que Bignone, posee una condena del mismo tribunal a 25 años de prisión por las violaciones a los derechos humanos cometidas en Campo de Mayo.

- Juan Fernando Meneghini. Fue comisario de la Comisaría 1a de Escobar entre 1976 y 1977. Allí era el jefe directo de Luis Patti.

- Martín Rodríguez. Se desempeñó como oficial de Inteligencia del Primer Cuerpo del Ejército y fue jefe del Grupo Especial de Institutos Militares.
Fuente:Pagina12


OPINION
La cárcel, su lugar en el mundo
Por Mario Wainfeld
Imagen: Guadalupe Lombardo


Crucemos por un instante el charco, por ahí sirve para tener perspectiva. La nulidad de la ley de amnistía votada por el Senado uruguayo y el debate dentro del Frente Amplio (FA) pusieron en carne viva un potencial conflicto entre dos pilares del sistema democrático: la soberanía popular y la vigencia de los derechos humanos. Hablamos de un conflicto denso, de trabajosa elaboración.

Plantearlo así rema contra la corriente, en el ágora mediática predominan los pavotes enfáticos que creen que el Derecho es algo sencillo, mecánico, que encastra como un lego. Pontifican que los “derechos de uno terminan donde empiezan los de los demás” y quedan satisfechos, imaginando que han resuelto todos los dilemas. En verdad, exponen un punto de vista individualista y no han dirimido ningún conflicto, apenas señalado parte de su complejidad.

En Uruguay hubo dos pronunciamientos populares, referendos, confirmando las leyes de la impunidad. Algunos dirigentes del Frente Amplio suponen que eso impide la intervención parlamentaria, no por afinidad o caridad hacia los represores, sino por respeto a la expresión ciudadana. Una mayoría estrecha pero suficiente eligió otra interpretación, más ajustada al Derecho internacional. Y, ya que estamos, más afín al camino seguido en la Argentina, que –¡repámpanos!– no es el Jaimito de la clase ni la oveja negra de la región. En materia de derechos ciudadanos o de expresión, más bien es pionera. Con los años se va corroborando que las líneas más avanzadas en derechos humanos son retomadas en países hermanos. Con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la limitación a los oligopolios informativos (el cronista acepta apuestas en contrario) sucederá lo mismo.

Retomando, el Congreso uruguayo estableció que ni siquiera el voto (que siempre enaltece y a veces disimula errores) puede derogar la Constitución, transmutando un crimen de lesa humanidad en una conducta legal.

Los tres poderes del Estado argentino fueron construyendo una doctrina similar, que se conjugó plenamente a partir de 2003, durante los gobiernos kirchneristas. En ese contexto, Luis Patti fue condenado por delitos de lesa humanidad, en buena hora y en buena ley.

Allá por el año 2005 también se había suscitado en su torno un conflicto entre derechos: fue cuando quiso jurar como diputado nacional.

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El pleno de la Cámara de Diputados se negó a incorporarlo al cuerpo, dada su condición de represor. Lo suspendió y comenzó un amplio debate sobre el punto, con amplitud para la defensa de Patti.

No siempre se sabe valorar cuánto se ha refinado y sofisticado la agenda democrática: una polémica de ese calibre y nivel hubiera sido impensable décadas atrás.

Patti, ése era su punto fuerte, había sido ungido en elecciones libres. Casi como digresión: para colmo no lo habían votado ignorando sus credenciales de represor, sino convalidándolas. El discurso público de Patti fue especialmente perverso en ese sentido: cuando se lo acusaba por un caso concreto, negaba su participación como un ladrón de gallinas cualunque. Pero, a la hora de hacer proselitismo, alardeaba de violar la ley, en aras de la seguridad de los buenos vecinos. Imposible interrogar exitosamente sin “un par de patadas en el trasero”, metaforizaba sabiendo cómo se decodificaría tan sutil imagen. A menudo era más directo y hablaba de que, con el código en la mano, era inviable cualquier investigación criminal exitosa.

El represor luchó con ahínco para mantener su banca y sus fueros. Un par de sentencias judiciales, incluyendo una muy lamentable de la Corte Suprema (medrosa, conservadora y huérfana de fundamentación), parecieron darle un poco de aire. La Cámara de Diputados se mantuvo en sus trece, fue perfeccionando sus fundamentos, le negó el derecho a su banca.

En paralelo (estimulados por la situación) se reactivaban expedientes penales contra Patti. Se acumularon pruebas, testimonios frizados por las leyes de la impunidad.

La condena cierra un círculo y valida políticamente el impedimento al genocida a ocupar una banca. Leída en retrospectiva, a la luz de los hechos la conducta de la Cámara fue adecuada y digna.

En jerga jurídica, como escribió años atrás el abogado Damián Zayat, Patti quería valerse de un “contexto de impunidad” que impedía investigar sus crímenes. Las leyes e indultos que lo habían protegido eran una anomalía, en trance de superación. Era una falacia pretender que era plenamente normal el orden legal en la etapa de restauración de derechos conculcados. Dicho en parla periodística: Patti cometió delitos graves y dolosos en el marco del Estado terrorista. Y quiso mantenerse sin castigo valiéndose de las nulas normas del Estado encubridor. El Estado terrorista cesó, el Estado encubridor cedió trabajoso paso al Estado de derecho.

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Patti se victimizó, retratándose como un perseguido político, una mentira entre tantos crímenes. Sus tácticas fracasaron, en medio de procesos parlamentarios y judiciales, legales y legítimos, abiertos a la controversia.

Patti es una figura notable, un emblema, aunque su caso, en sustancia, dista de ser excepcional. Se inscribe en una institucionalidad que se va reconstituyendo. Ahora hay leyes electorales que vetan las candidaturas de represores. Ahora, los represores pasan con mayor asiduidad por los tribunales.

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El veredicto se leyó en José León Suárez, símbolo de la represión ilegal desde 20 años antes de la última dictadura. Un Tribunal Federal, no uno especial. Las condenas se fundaron en las normas vigentes.

Su defensa fue trémula y su actitud personal (exagerando dolencias para suscitar piedad), cobarde por demás. Se escondió para no escuchar la sentencia. Un ejemplo más de la falta de coraje de quienes fueron dueños de la vida de los demás.

Según informa el Ministerio Fiscal, desde ayer son 204 los condenados por delitos de lesa humanidad. Hay quienes, como Reynaldo Bignone o Santiago Riveros, tienen más de una.

La sentencia fue la cuarta dictada durante el año 2011. Hay causas elevadas contra 370 represores, se irán abriendo otras. Los números son notables. Una primera mirada podría hacer suponer que son pocos, pensando en la cantidad de represores que siguen libres. Pero deben cotejarse con la experiencia de otros países y tomando en cuenta las restricciones impuestas por mala praxis democrática desde 1987 hasta 2003. La Argentina es vanguardia en esa materia, aunque falte mucho para hacer.

La apertura de procesos en casi todas las provincias es otro logro, porque cada juicio forma conciencia, aviva la memoria, repone la justicia en todas las latitudes del país.

Patti, con cadena perpetua en cárcel común. Un hecho histórico auspicioso, notable, pero no anómalo. Este cronista se alegra de escribir sobre una gran noticia. En estos años conoció hijos de sus víctimas, que lucharon tanto con armas nobles: los saluda y felicita.

Tamaños avances auguran otros. Hubieran sido imposibles sin la tenacidad de los organismos de derechos humanos en aquellas etapas, no tan remotas, en las que la mayoría del sistema político le dio la espalda a la búsqueda de verdad y justicia.
Fuente:Pagina12


LOS FAMILIARES DE LAS VICTIMAS DEBIERON LUCHAR DURANTE AÑOS PARA LLEVAR A PATTI AL BANQUILLO
Un largo camino hasta conseguir justicia
Hubo muchos momentos de frustración, pero también con varios logros, como cuando en mayo de 2006 el Congreso resolvió cortar su carrera política por “inhabilidad moral”. Hasta ayer, Patti se defendía diciendo que no tenía condena.
Por Adriana Meyer
Los hermanos Gonçalves y Tati Almeida, de Madres, festejaron ayer el fallo en la puerta del juzgado.Imagen: Guadalupe Lombardo

“Es que no tiene ninguna condena”, repetían diputados, políticos y juristas autodenominados progresistas y de derecha cuando el Congreso debatía sobre las condiciones que debía tener la impugnación a la banca con la que aspiraba a consolidar su impunidad. Pero fracasó por “inhabilidad moral”, y así llegó finalmente al banquillo que debió haber ocupado muchos años antes. Fue un larguísimo camino para los familiares de sus víctimas, que tuvo momentos de desazón y también de festejo, como aquel 23 de mayo de 2006, cuando el Parlamento truncó para siempre su carrera política. Candidato en campaña o impugnado, diputado electo o inhabilitado, libre o preso, en una cárcel o en una clínica, durante la última década cada uno de estos dilemas hacía fluctuar su estado de ánimo. No pudo ser por los asesinatos de Cambiaso y Pereyra Rossi, ni tampoco por las torturas a Bárzola y Guerrero, pero es probable que todos los parientes de sus víctimas hoy sientan que su dolor pesa un poco menos.

Durante aquel proceso en la Cámara de Diputados, el desfile de testimonios del horror generado por Patti evidenció su abultado historial delictivo y mostró que durante la dictadura tuvo predilección por el acoso a militantes justicialistas y delegados sindicales. Alias “el Loco”, era apenas un oficial de calle en 1975 cuando fue elogiado por sus superiores, que pertenecían al círculo íntimo de Ramón Camps, por su ferocidad. En su legajo policial hay trece sumarios por apremios ilegales, atentado, resistencia a la autoridad y cuádruple homicidio en riña, privación ilegal de la libertad, hurto, tentativa de robo, abuso de armas y tenencia de arma de guerra.

En 1976 estuvo imputado por la aplicación de tormentos al detenido Julio Di Battista, pero fue sobreseído. Al año siguiente fue acusado por fusilar a tres jóvenes que jugaban al metegol. El hecho fue revelado por el diario El Actual, que dirigía Tilo Wenner, quien permanece desaparecido. En 1983 estuvo detenido por el asesinato de los militantes Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi. Tras enormes presiones, el juez que lo había encarcelado cambió su posición y lo sobreseyó. La Cámara de San Nicolás confirmó aquel sobreseimiento, pero consignó que los testigos habían modificado “extrañamente” sus dichos.

En enero de 1990, una comisión policial encabezada por Patti mató al joven Luis Selaye en Garín. En las manos del muerto apareció un revólver calibre 38 que según el policía Isabelino Miño estaba “en el despacho de Patti con anterioridad, porque siempre hablaba de que debía ser utilizado para justificar su presunto enfrentamiento”, tal como publicó este diario en enero de ese año. El ex comisario tampoco fue procesado por este caso de gatillo fácil. El 4 de octubre de 1990, Patti se entregó luego de estar prófugo siete meses y quedó detenido por torturar a los presos comunes Miguel Guerrero y Mario Bárzola. La Corte Suprema bonaerense comprobó el paso de corriente eléctrica por el cuerpo de ambos. El ex comisario daba las órdenes durante una sesión que incluyó “submarino seco” sobre un elástico. “Traé la batería”, fue una de las indicaciones que dio. Patti recusó al juez que lo había procesado y cinco años más tarde fue absuelto por prescripción. Al poco tiempo sería electo intendente de Escobar, pero ya había hecho campaña como “investigador” del caso María Soledad en Catamarca, enviado en 1991 por el ex presidente Carlos Menem.

Pasaban los años y crecía su impunidad. Estuvo cerca del banquillo más de una vez de no haber mediado un juez que cambió su sentencia, una Cámara que declaró la prescripción y veinte años de parálisis por las leyes de impunidad. La mayoría de sus víctimas están muertas o desaparecidas, sus familiares y los sobrevivientes fueron amedrentados por el poder que acumuló el represor, que además persiguió a funcionarios judiciales con falsas denuncias. Por eso al momento de reclamar su banca, Patti podía invocar su presunción de inocencia, que jamás argumentó porque, al ser indagado, se quedaba callado. Sin embargo, luego de la impugnación en el Congreso y, sobre todo, luego de su detención en noviembre de 2007, se activaron los expedientes que lo llevaron a la primera condena, la de ayer.

Desde la cárcel se permitió proclamarse “preso político” y “proscripto”. También mentía Patti cuando vociferaba que no tenía causas abiertas, porque estaba procesado por encubrir a un represor que estaba prófugo en la causa de la Contraofensiva. Y estaba pendiente la reapertura del caso Cambiaso-Pereyra Rossi a pedido del fiscal Juan Murray, quien recordó que Patti confesó en 1983: “Yo los maté en un enfrentamiento”. Pero en la causa, reabierta recién el año pasado, hay una prueba que indica que los fusiló por la espalda. Su prédica de “mano dura” le valió 400 mil votos en 2005, cuando compartió boleta con Chiche Duhalde, aunque a esa altura ya había hecho apología del delito y se había confesado torturador.

Juana Muniz Barreto tomó coraje de denunciar al asesino de su padre cuando vio los carteles de la campaña del Paufe (Partido Unidad Federalista). Pero Patti no habría llegado siquiera a los afiches si alguna vez la voluntad política hubiera alcanzado para sancionar alguno de los tantos proyectos de ley que hay en Diputados para inhabilitar el acceso a cargos públicos de represores. Ese era el argumento favorito de los funcionarios judiciales, que pateaban la pelota al Poder Legislativo para sacarse la “Patti” caliente de encima.

La abogada Ana Oberlin hablaba de terquedad, y sí, fue esa obstinación, junto a la firmeza de su colega Pablo Llonto, la vehemencia de los Muniz Barreto y los Gonçalves, la valentía de los testigos más recientes. Ellos y todos quienes conocían los detalles del prontuario de Patti aguantaron durante años con impotencia cuando les decían “pero no tiene condena”. Ahora dirán que la histórica sentencia de ayer aún no está firme, porque falta la confirmación de las Cámaras y, eventualmente, de la Corte Suprema. Pero ya tiene condena, que no es poco.
Fuente:Pagina12


Por los delitos de lesa humanidad cometidos en Escobar durante la dictadura.
Patti fue condenado a cadena perpetua en una cárcel común
Publicado el 15 de Abril de 2011
Por Gerardo Aranguren

El ex policía fue hallado culpable del secuestro de un ex diputado nacional y del asesinato de un militante peronista. Recibieron la misma pena el ex dictador Bignone, Santiago Rivero y el ex agente de Inteligencia, Martín Rodríguez.
Los bombos de las personas que se movilizaron para la última audiencia del juicio contra Luis Abelardo Patti retumbaban ayer en el salón del Auditorio Hugo del Carril de José León Suarez, cuando la jueza Lucila Larrandart comenzó con la lectura de la sentencia a cadena perpetua contra el ex policía, quien deberá cumplir la pena en cárcel común.
Adentro y afuera, a través de una pantalla gigante, todos los presentes hicieron silencio para seguir el dictamen con atención. La primera condena fue contra Santiago Omar Rivero, el ex comandante de Institutos Militares de Campo de Mayo, quien fue sentenciado a prisión perpetua. El auditorio estalló en aplausos. Luego reinó el silencio, hasta que la jueza, titular del Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín, lo nombró a Patti, a quien sentenció a perpetua por haber secuestrado y torturado al ex diputado Diego Muniz Barreto y su secretario Juan José Fernández, y por el secuestro, torturas y homicidio del militante peronista Gastón Gonçalves. Siguieron los anuncios de las perpetuas para el ex dictador Reynaldo Bignone y el ex agente de Inteligencia del Ejército Martín Rodríguez. También dictó seis años de cárcel contra el ex comisario de Escobar, Juan Fernando Meneghini, el único de los acusados que eligió permanecer en el recinto durante el veredicto.
La máxima pena para Patti llevó alivio al público, pero sobre todo llevó tranquilidad a los rostros de los familiares de las víctimas, que permanecieron tensos en los asientos de las querellas: Manuel y Gastón Gonçalves, junto a Juana, Diego y Antonio Muniz Barreto y María Isabel D'Amico, hermana de Guillermo y Luis D'Amico, ambos desaparecidos. Todos se habían sentado en fila en el lugar de las querellas y rompieron en llanto y abrazos al conocer la sentencia que durante tantos años habían buscado.
“Al escuchar las condenas a perpetua sentí que ya estaba. Ya cumplí con mi papá, me gradué de hija y ahora me voy a dedicar a mis dos hijos, a quienes creo que les dejo un buen legado”, dijo Juana entre lágrimas. Manuel, a su lado, remarcó su alivio: “Siento que todos estos años en los que nunca claudicamos valieron la pena y de que por fin logramos algo que es para todos. Así como toda la sociedad tuvo que atravesar la impunidad y convivir con los genocidas, esto es una condena que nos excede a nosotros, es algo para toda la sociedad.” También recordó los largos siete años que mantuvieron viva la causa y aseguró que todo ese tiempo, en el que dejaron de lado sus vidas cotidianas para trabajar en el caso, “valió la pena”.
Además de las perpetuas, el Tribunal encuadró todos esos delitos como de “lesa humanidad” y ordenó que todas las penas sean de cumplimiento efectivo en establecimientos del Servicio Penitenciario, revocando la prisión domiciliaria de la que hasta ayer gozaba Meneghini.
Patti, el único de los acusados que permanecía internado en un centro de salud, seguirá en el Instituto Fleni de Escobar hasta que se pueda hacer efectiva la prisión perpetua.
Ante la ausencia de los acusados, el auditorio estuvo repleto de familiares y miembros de organismos de Derechos Humanos. En la sala estuvieron la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, acompañando a Manuel Gonçalves, uno de los nietos recuperados.
También estuvo una de las sobrevivientes de la Noche de los Lápices, Emilce Moler, quien identificó al nieto en 1995 junto al Equipo Argentino de Antropología Forense.
Además, presenciaron la audiencia Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, quien fue amigo del ex diputado de la Tendencia Peronista, Muniz Barreto. “La condena me llena de satisfacción porque se trata de un peligroso homicida, aunque haya teatralizado su estado de salud”, dijo el funcionario.
Durante años, la figura de Patti fue un ícono de la impunidad. Cuando todavía no llegaba a los 25 años ya se había convertido en un represor temible, como lo comprobaron en carne propia Muniz Barreto y Gonçalves. “Que digan que participé en la lucha contra la subversión, que digan que soy un torturador; yo no lo niego. Pero no me acusen de chorro y de corrupto”, decía Patti durante los ’90.
En el juicio de ayer, el cuarto que termina en el año, según informó la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las Causas por violaciones a los Derechos Humanos, finalizó con esa impunidad y el ex comisario e intendente de Escobar se convirtió en uno más de los 204 condenados en el país por esos delitos.
“Patti fue uno de los íconos de la impunidad, trató de zafar con la inmunidad que le daba el cargo de diputado, pero no lo logró. Todavía falta otro ícono, Ernestina, pero con la misma fuerza de hoy vamos a llegar a ese caso”, sostuvo el abogado querellante Pablo Llonto, minutos después de la sentencia desde el escenario montado frente al auditorio.
Fuente:TiempoArgentino


Entrevista a la jueza lucía larrandart
“Este juicio debería haber ocurrido hace 30 años”
Publicado el 15 de Abril de 2011
Por G.A

Minutos después de leer el fallo que condenó a Patti, Bignone y Rivero, la presidenta del tribunal afirmó que se dictaron penas porque en el proceso se reunieron pruebas sólidas.
Este juicio debería haber ocurrido hace 30 años”, aseguró la jueza Lucila Larrandart en diálogo con Tiempo Argentino, apenas unos minutos después de haber condenado a Luis Patti, Reynaldo Bignone y Santiago Omar Rivero a prisión perpetua en una cárcel común. La presidenta del Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín agregó: “La justicia debe ser para todos igual, hayan formado parte del aparato del Estado o no. Desgraciadamente, las leyes de Obediencia Debida y Punto final impidieron que se llevara a cabo.”
Luego de pronunciar el fallo condenatorio, la magistrada dialogó con este diario.

–¿Cuál fue su vivencia de estos meses de audiencia?
–Este tipo de juicios es bastante diferente a los otros, porque hay víctimas de hechos muy dolorosos y hay procesados con penas muy altas. Además, en estos casos la valoración de la prueba es distinta porque son delitos cometidos con todo el aparato del Estado, y con destrucción a propósito de toda la prueba. Esto ya lo han dicho la Corte Interamericana, la Corte Suprema y el Tribunal de Nuremberg: el modo de apreciar la prueba tiene que tener otra perspectiva. De todos modos, hay pruebas. Más allá de la destrucción y todo, hay pruebas.
–Muchas de esas pruebas quisieron ser impugnadas por las defensas...
–La objeción de que no están probadas porque no se hicieron pericias sobre las torturas sufridas por Gonçalves, por ejemplo, cuyo cadáver fue incinerado, es plantear un absurdo. Las pruebas hay que completarlas, y acá ha habido muchas. Nosotros conservamos el principio de inocencia, en esto no vamos a diferir con los juicios comunes. Para condenar tenemos que tener pruebas, y en este juicio las ha habido realmente.
–La situación de Patti, internado en el FLENI, ¿cambiará en algo luego de esta sentencia?
–Patti está detenido. Está en el FLENI para un tratamiento de rehabilitación, pero forma parte del Servicio Penitenciario Federal.
–¿O sea que seguirá en el sanatorio hasta que se recupere completamente?
–El otro día leímos un informe muy positivo del mes de febrero, donde decían que ya tenía bipedestación, que su movilidad se daba en silla de ruedas perfectamente. En rehabilitación, 127 es lo máximo; había entrado con 68 y ya estaba en 107, o sea que estos meses de tratamiento lo han hecho adelantar. De modo que cuando termine el tratamiento, volverá a la cárcel.
–¿Por qué el tribunal absolvió a todos los imputados por el secuestro de los padres y la tía de Luis y Guillermo D’Amico?
–Pensamos que eso no es una privación ilegítima de la libertad independiente, porque se produjo en el momento en que los estaban secuestrando a ellos (Luis y Guillermo). Es el modo de actuar cuando alguien entra en un allanamiento ilegal para privar de la libertad a dos, e inmoviliza a los que están. En esos tres casos, se absolvió a todos los procesados. No tenía como fin privarlos de su libertad.
Fuente:TiempoArgentino


Opinión
Nostalgias
Publicado el 15 de Abril de 2011
Por Hernán Dearriba Secretario de Redacción.
La condena al represor Luis Patti es otra muestra del extraordinario momento de riqueza política por el que atraviesa el país. Mientras algunos sectores denuncian que la democracia pasa por su punto más bajo, otros celebraron ayer la condena a perpetua por secuestros, torturas y asesinato. Quienes tienen nostalgias añoran esa época de “fortaleza democrática” en la que Patti se paseaba por los medios masivos predicando su código de moral forjado a golpe de picana. Esos años en los que la democracia se construía sobre los huesos de la exclusión social y la destrucción del Estado. Erigido en ejemplo de rectitud, este convicto a reclusión perpetua no sólo fue elegido intendente, sino que llegó con el sufragio hasta el umbral del Congreso de la Nación. Y se desató entonces otro riquísimo debate entre el derecho que da el respaldo del voto popular y la violación de las más elementales garantías de los Derechos Humanos. Ese círculo se cerró ayer con la sentencia para Patti, ícono del intento de un grupo de represores por mimetizarse en las instituciones democráticas para infectarlas con el virus más autoritario. No pudieron, y esta democracia se construye sobre la Memoria, Verdad y Justicia, pero también sobre la base del debate que parió a la nueva Ley de Medios y la del matrimonio igualitario. Unos creen que es el momento de mayor fragilidad institucional y, sin ningún prurito, lo ponen por escrito en documentos políticos y notas periodísticas. Otros se emocionan hasta las lágrimas por la reparación que implica un fallo judicial luego de 35 años de espera. Y lo más maravilloso de todo, es la libertad que impera para que cada uno haga lo que le dicta su conciencia sin que en ello le vaya la vida.
Fuente:TiempoArgentino                                             

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