20 de abril de 2014

OPINIÓN.

20.04.2014
escenario 
El mal no puede tener la última palabra 
Esta semana, el Foro de la Convergencia Empresarial hará público un documento antikirchnerista. Su ideólogo y escriba, Santiago Kovadloff, respaldó a Vicente Massot. La lección de Bayer. 






Por: Roberto Caballero
A sus 87 años, el maestro Osvaldo Bayer mantiene la agudeza que buena parte del gremio periodístico, atrapado en una pampa de banalidades y el casi militante y cotidiano destrato al oficio, resignó ante el altar del "objetivismo", impreciso punto intermedio entre el ser y la nada. En diálogo radial con Mañana es hoy, el día que se conoció la muerte del autor de El coronel no tiene quien le escriba, dejó dicho algo muy bello para homenajearlo: "A América no la descubrió Colón, sino García Márquez." En sólo diez palabras, Bayer dijo todo. Módico, preciso y profundo. Como se pedía en las viejas redacciones.

Bayer no es el único en su estirpe. Hay otros, claro. Pero el periodista ácrata que investigó el asesinato en masa de los obreros sureños a principios del siglo XX, verdad que primero fue libro y luego llegó al cine masivo con La Patagonia rebelde, tiene una virtud manifiesta: enlaza los hechos del pasado con el presente, aporta perspectiva a los sucesos y protagonistas e hilvana así la memoria de varias generaciones de argentinos. Nos dice, en definitiva, que el mal no puede tener la última palabra.

Al aire, se le leyó una carta publicada por La Nación el jueves 17, firmada por Juan Carlos Álvarez Gelves, donde la "Comisión Permanente de Homenaje a la Conquista del Desierto" hizo pública su "solidaridad con el doctor Vicente Massot, persona por demás destacada por sus condiciones personales y profesionales, y defensor a ultranza de los principios republicanos, sujeto en este momento a denuncias, producto de una actitud persecutoria propia de la intolerancia con que se castiga a quien piensa diferente, sin tener en cuenta lo que se significa la libertad de expresión".

Bayer fue implacable en su respuesta: "Los que alaban a la Campaña del Desierto, hablan de un bestial genocidio contra los pueblos originarios, a cargo de Julio Argentino Roca (…) Nunca se nos ha dicho que la Sociedad Rural cofinanció la Campaña y una vez finalizada ésta, los estancieros de la SRA se repartieron 42 millones de hectáreas. Deben ser descendientes de aquellos que lograron toda esa riqueza (…) Felicito a los jueces por lo que están haciendo con el señor (Vicente) Massot, porque hay que ir a fondo con toda la investigación de cómo fue posible esa bestial dictadura de la desaparición de personas".

Entre los jueces que Bayer felicita por ir a fondo está Alvaro Coleffi, quien ordenó un allanamiento en La Nueva Provincia –solicitado por los fiscales Miguel Ángel Pallazani y José Nebbia–, citó a declaración indagatoria para el 24 de abril y le impidió la salida del país a Massot, director del diario, acusado de integrar "junto con los mandos militares (Ejército y Armada) una asociación ilícita con el objetivo criminal de eliminar un grupo nacional", para lo cual –siempre según la acusación fiscal– "habría contribuido desde el multimedios de Bahía Blanca actuando de acuerdo a las normativas y directivas castrenses y en cumplimiento de tales". En esta causa, fue imputado como "coautor del homicidio de los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, instigándolo, determinándolo, prestando aportes indispensables para su concreción material y encubriendo a sus autores inmediatos". También se lo acusa de haber efectuado "aportes esenciales" que "consistieron en el ocultamiento deliberado de la verdad" en los secuestros, torturas y homicidios de 35 personas. El martes 22, la Cámara Federal de Bahía Blanca decidirá, además, si Massot continúa el proceso en libertad o no, medida que, por ahora, Coleffi denegó a los fiscales.

La causa es la primera que logra sentar en el banquillo a un empresario de medios, integrante civil del aparato de propaganda y acción psicológica de la última dictadura. No a un cómplice supuesto, sino a un autor presunto. Su importancia es inversamente proporcional al espacio dedicado a la noticia en Clarín y La Nación, los diarios oficialistas del terrorismo de Estado, que miran con cautela lo que sucede por su responsabilidad en el despojo de Papel Prensa a la familia Graiver en alianza con las Tres Armas. Sólo se esmeraron en destacar el comunicado de ADEPA que censuró, no a Massot y su desempeño; sino, por el contrario –basándose en el remanido latiguillo del "ataque a la libertad de expresión"–, al magistrado que decidió el allanamiento del diario bahiense, la citación a su director-propietario y su prohibición a salir del país, todas medidas que Bayer rescató en su declaración.

También La Nación cedió sus páginas al comunicado en tono agraviado que hizo circular la "Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas" expresando su "profunda preocupación por la situación procesal en que se pretende involucrar al académico Vicente Massot sobre la base de instrucciones dogmáticas e ideológicas emitidas por el Ministerio Público (…) Manifestamos nuestra solidaridad con el doctor Massot, de indudable trayectoria personal, científica y moral, y esperamos de la justicia una resolución de acuerdo a derecho, consecuente con el precepto constitucional de libertad de expresión, no sujeta a presiones del poder ni resultante de propósitos persecutorios".

El presidente de la Academia en cuestión es Manuel Solanet, ex secretario de Hacienda de la dictadura, entre 1981 y 1982, cuando en la Argentina no había libertad de expresión, tampoco democracia y los propósitos persecutorios se devoraron a una generación completa de argentinos. El vicepresidente es Santiago Kovadloff, ensayista, escritor, ex protagonista de algún texto de Eduardo Galeano, ex intelectual vinculado con Ricardo López Murphy y ahora con el macrismo, redactor del documento "La hora de la convergencia", donde las 28 cámaras patronales del país (UIA, AEA, ACDE, ADEBA, IDEA, AMCHAN, Sociedad Rural, Mesa de Enlace y Coninagro, entre otras) suscribieron que "el problema de la Argentina es fundamentalmente político". Kovadloff lo dejó asentado en La Nación, el 5 de febrero, bajo el título "Una apuesta por el bien común", texto que luego circuló por la red y llegó como proclama a Agrositio.com, con un banner publicitario que alerta "Toda maleza tiene un límite": "Difícilmente se hubiera llegado a esta convergencia empresarial sin el trasfondo económico, social y político de la Argentina actual (NdR: gobernada por el kirchnerismo). Pocas veces se acumularon tantos y tamaños desaciertos en una gestión de gobierno (el kirchnerista) como para comprometer incluso los pocos logros alcanzados en estos últimos diez años. Vulnerando el valor de nuestra moneda; ensanchando el espectro de pobreza; cercenada la libertad de comercio; arraigados el autoritarismo y la intolerancia al disidente; mermado el poder adquisitivo de los desposeídos; desvirtuada la credibilidad externa; minada la paz interior; quebrantada la educación nacional y condicionada hasta el límite del escándalo la autonomía de la justicia, ¿qué cabe sino convocar a un esfuerzo general para reabrir el rumbo hacia la esperanza, rehabilitando el valor de la sensatez y el conocimiento?"
Marcelo Bonelli, con sintaxis rebuscada, publicó ayer en Clarín una nota, "Dura crítica al Gobierno de casi todas las cámaras empresarias", donde anticipa el documento que mañana podría hacer público el Foro: "El conjunto del empresariado argentino solicitará la instrumentación de una política antiinflacionaria y cuestionarán a (sic) alta presión impositiva que el gobierno aplica sobre la economía (…). Exigirán políticas para asegurar la transparencia de los funcionarios y castigar los sobornos (…) En su conjunto el documento es una dura crítica política del movimiento empresario al gobierno de Cristina Kirchner (…) Todo surgió de las reuniones que desde enero realiza el Foro de la Convergencia. La última se concretó en Expoagro (NdR: organizada por Clarín y La Nación) el 13 de marzo pasado."

¿Cuál sería el "esfuerzo general" que pide la Convergencia y escribe Kovadloff? ¿Cómo se reabre el "rumbo hacia la esperanza"? ¿A qué recuerda esta prosa salvífica y depuradora que pide "sensatez" y "conocimiento" para salir del desmadre descripto, y habla de la "transparencia de los funcionarios" y el "castigo a los sobornos", según Bonelli? ¿Al grupo Perriaux, quizá, usina ideológica civil del golpe del '76? Tal vez. Parece demasiado. Es otra época. Ocurre que Bonelli es del Clarín de Héctor Magnetto, y Kovadloff vicepresidente de una academia que lo tiene a Massot como miembro y es solidaria con él ahora mismo, al tiempo que le señala a la justicia el camino de la impunidad para sus actos.

Con sede en un palacete de estilo parisino sobre la avenida Alvear al 1700, también integran la "Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas" José Claudio Escribano, ex jefe de redacción de La Nación, autor del ya antológico emplazamiento a Kirchner para que no profundizara las políticas de memoria, verdad y justicia si quería el apoyo del establishment; y Rosendo Fraga, ex funcionario de la dictadura reciclado en analista de temas militares, heredero del militar golpista de idéntico apellido que dejó para los diccionarios del lunfardo el término "fragote", sinónimo de rebelión o asonada militar. Según la nota del periodista de Tiempo Argentino, Franco Mizrahi –de quien Bayer podría sentirse muy orgulloso–, en la "Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas" de Solanet y Kovadloff también revistan o revistaron "Alberto Rodríguez Varela (ministro de Justicia de Videla y fiscal de Estado de Buenos Aires cuando el asesino Ramón Camps estuvo al frente de la policía); Juan Aguirre Lanari (ex canciller de Reynaldo Bignone); y Horacio Sanguinetti, quien se desempeñó como asesor de asuntos jurídicos en el Ministerio del Interior entre 1972 y 1973, y como asesor de Gabinete –en 1981– en la misma cartera durante la gestión de Horacio Liendo. También se destaca el ex titular del Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, actualmente procesado por delitos de lesa humanidad. Jorge Aja Espil, ya difunto, quien fue embajador en los EE UU entre 1976 y 1981; y su sucesor, el contraalmirante Carlos Alberto Sánchez Sañudo (RE), que se desempeñó como secretario general de la vicepresidencia de la Nación entre los años 1956 y 1958, durante la Revolución Fusiladora. En los anales de la institución pueden leerse los discursos de homenaje a Isaac Rojas y a Pedro Eugenio Aramburu. Su último presidente (2009 y 2012) fue Jorge Reinaldo Vanossi, ex ministro de Justicia de Eduardo Duhalde. Vanossi, actualmente es miembro de número de la academia, junto a otras figuras como Adalberto Rodríguez Giavarini, militar retirado, quien entre 1975 y 1983 se desempeñó en la Sindicatura General de Empresas Públicas y fue canciller de Fernando de la Rúa. A ellos se suma, entre otros, el abogado Horacio García Belsunce (padre). Y 'el académico' Massot, claro".
La solidaridad de sus amistades "morales y políticas" incluye, se supone, la comprensión cabal de toda su trayectoria: Massot fue un activo militante del nacionalismo católico, cuadro de la organización integrista Guardia de San Miguel, inspirador y financista de la revista de ultraderecha Cabildo y columnista de El Fortín, además de socio de La Nueva Provincia. En su libro Entre mitines y misas. La revista Cabildo y la red de sociabilidad nacionalista católica (1973-1976), la investigadora Patricia Orbe concluye que esas revistas (Cabildo, El Fortín y Restauración) apuntaron a "legitimar la destrucción del orden democrático y su remplazo por soluciones de corte autoritario". Fue más que eso, en realidad: se trató de un genocidio.
Los periodistas Diego Martínez, en Página/12; y Federico Randazzo, en Miradas al Sur, recordaron que el 25 de abril de 2013, durante la presentación en el CARI de su libro El cielo por asalto, rodeado de ex militares, Julio Bárbaro y Abel Posse, Massot dijo: "Yo no era un bebé de pecho. Y yo también tuve participación en los hechos." No mentía. Los obreros gráficos de La Nueva Provincia lo recuerdan, en reuniones del Ministerio de Trabajo, con armas para amedrentarlos en los pasillos de la empresa y provocándolos ("hagan paro ahora") el día del golpe de Estado. Su madre, Diana Julia de Massot, asentó ante escribano que le delegaba "el trato con el personal" en 1975. Dice Martínez en su nota del 25 de marzo pasado: "Poco antes, un editorial del diario había anunciado 'La Nueva Provincia se encuentra en guerra' y se había presentado como víctima de 'la infiltración más radicalizada'. Por esos meses, la sección Informaciones de Prefectura zona Atlántico Norte elaboró su informe sobre 'guerrilla sindical' en el diario, que concluyó con una lista de 'personal a ser realeado' (sic). La encabezaban Heinrich y Loyola, e incluía las direcciones de las casas donde los secuestraron para torturarlos y matarlos".

¿Qué "moral" y qué "política" reúne a los académicos solidarios con Massot? No se trata del pasado. Esto es de ahora. El comunicado es de Semana Santa. Massot está citado a indagatoria para este jueves. Kovadloff es vicepresidente de la Academia en cuyos anales pueden leerse loas a Rojas, a Aramburu, y el mentor intelectual del Foro de la Convergencia Empresarial, que sesiona en la sede palermitana de la Sociedad Rural, entidad que según Bayer "cofinanció la Campaña al Desierto" (cuya Comisión Permanente de Homenaje también se alineó con Massot) y según las solicitadas de época y las actas secretas de la Junta Militar apoyó el "Proceso de Reorganización Nacional" de los '70.

Hugo Moyano, con descarnada ironía, sentado al lado de Dante Camaño, cuñado de Luis Barronuevo, hermano de Graciela, una de las espadas de Sergio Massa, mientras se codeaba con los representantes del Foro de la Convergencia, el 5 de febrero pasado, señaló: "Estoy seguro que van a titular 'los nuevos nombres de la derecha' cuando vean esta foto (…) 'O la CGT se pasó a la derecha o la Sociedad Rural se corrió a la izquierda', dijo Moyano esa tarde, en plan de broma. Nadie le contestó. Solo hubo palmadas y atenciones para él por parte de Luis Miguel Etchevehere, presidente de la SRA", según reflejan las crónicas.
Dos meses después, junto a Barrionuevo, le asestó un paro general al gobierno que mete presos a los asesinos de Norberto Centeno, padre de la Ley de Contrato de Trabajo, secuestrado en Las Noche de las Corbatas, por los mismos grupos de tareas de la misma dictadura genocida que torturó y mató a los obreros gráficos Heinrich y Loyola.

"De algún modo coincidimos con los reclamos", dijo sobre la huelga Etchevehere, de la Sociedad Rural, anfitrión del fragote antikichnerista patronal, contratante del macrista Kovadloff, el vicepresidente de la "Academia de Ciencias Morales y Políticas" que pide por la libertad de Massot desde las páginas indignadas de La Nación.

Barrionuevo habló ayer, precisamente, con La Nación. El psicólogo Diego Sehinkman le preguntó si se había puesto de novio con Moyano. El empresario-sindicalista gastronómico contestó: "No. Moyano no es mi novio, es mi hermano. Estamos en la misma vereda. Alguno por ahí es más apresurado… Yo quiero que Cristina se vaya, lo más pronto posible. Que apure el calendario. Que se apuren los días, que se acorten."

Por suerte está Osvaldo Bayer, lúcido y consecuente, maestro de periodistas, para recordarnos dos cosas esenciales: que la historia no empezó hoy y que el mal no tendrá la última palabra.

No puede tenerla.  
 
 
El vía crucis de fontevecchia
La Iglesia Católica argentina, y no el gobierno, salió a criticar con dureza la tapa de la revista Noticias que muestra a Cristina Kirchner crucificada, como pretenden Luis Barrionuevo y el Foro de la Convergencia Empresarial. Sobre cuestiones de gusto estético y ofensas religiosas es mucho lo que puede decirse. Lo que Fontevecchia no puede sostener más, en ninguno de los foros donde posa como empresario de medios independiente, es que en nuestro país hay ataques a la libertad de expresión que impiden hacer tapas como las que hace, reveladoras de una sola cosa: su obsesión, casi infantil, por una erótica tanática que tiene a la presidenta como víctima predilecta, parte de una campaña que comenzó hace rato desde sus publicaciones. Eso no habla de los problemas que tendría Cristina Kirchner, sino de los suyos.
Fuente:TiempoArgentino

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