17 de diciembre de 2014

OPINIÓN.


OPINIÖN
Por Martín Cicuttin

Martes 16 de Diciembre de 2014
Dos proyectos, dos países 
Todos vivimos, soportamos a veces, una campaña electoral anticipada.
Faltan ocho meses para las internas abiertas y diez para las elecciones presidenciales que llevarán a un nuevo jefe de Estado a la Casa Rosada. Falta mucho, pero desde hace meses que se instaló la disputa entre los distintos candidatos para posicionarse mejor cuando llegue la recta final. En este marco, los problemas de la economía y los hechos de inseguridad aparecían primeros en el listado de temas que plantearon los aspirantes. Casos de corrupción y la supuesta independencia judicial fueron temas que ganaron las tapas de los diarios y sobre los que hablaron los candidatos.
Contrastes - Castro Rubel, otro nieto que recuperó su identidad. Massa pidió "cerrar la etapa de los Derechos Humanos".
Todos vivimos, soportamos a veces, una campaña electoral anticipada. Faltan ocho meses para las internas abiertas y diez para las elecciones presidenciales que llevarán a un nuevo jefe de Estado a la Casa Rosada.

Falta mucho, pero desde hace meses que se instaló la disputa entre los distintos candidatos para posicionarse mejor cuando llegue la recta final. En este marco, los problemas de la economía y los hechos de inseguridad aparecían primeros en el listado de temas que plantearon los aspirantes.

Casos de corrupción y la supuesta independencia judicial fueron temas que ganaron las tapas de los diarios y sobre los que hablaron los candidatos. Pero de pronto surgió un tema que sorprendió. Algo que ya parecía saldado con más de tres décadas de democracia ininterrumpida encima.

Es así como la discusión sobre los Derechos Humanos se metió en la campaña electoral. Con las leyes de perdón –forzadas por las armas carapintadas– y las amnistías menemistas fuera de juego desde hace años, con represores enjuiciados y encarcelados y con Fuerzas Armadas que dejaron de reivindicar a los golpistas genocidas, parecía ser que ya nadie ponía en discusión que la democracia se ha ido fortaleciendo con cada torturador y asesino que entraba en un penal. Pero parece ser que para algunos no es así.

Y se animaron a decirlo. A anunciar qué es lo que harán si llegan a la Casa Rosada. Abrió el fuego Mauricio Macri asegurando que "conmigo se acabó el curro de los Derechos Humanos". Intentó aclarar su posición, justificándose con el caso de Sergio Schoklender y las irregularidades en Sueños Compartidos.

Pero la frase "el curro de los Derechos Humanos" es sin duda más profunda que un caso puntual de corrupción. Es una visión más general. Es pensar que las organizaciones que pelean desde los tiempos de la dictadura para buscar justicia aprovechan ese drama histórico para sacar un provecho económico.

Al hombre de los globos le siguió otro candidato –con el que se disputan la franja de electores de derecha y centroderecha–, el tigrense Sergio Massa. Este señaló sin medias tintas que "la Argentina tiene que cerrar la etapa de Derechos Humanos. Me parece que lo que el gobierno se olvidó es que hay nuevos Derechos Humanos".

También intentó aclarar y justificar lo dicho: "Las víctimas de la inseguridad tienen Derechos Humanos, los chicos que son víctimas de las adicciones tienen Derechos Humanos, las comunidades como Tartagal que no tienen agua tienen Derechos Humanos, los jóvenes que no tienen casa tienen Derechos Humanos.

El gobierno pone sobre la mesa algunos Derechos Humanos pero se olvida de los Derechos Humanos que no puede resolver". Un planteo absurdo. El luchar por uno de los Derechos Humanos no invalida que se luche por los demás. Nada impide. Es más, es lo que corresponde: continuar enjuiciando a los genocidas y luchar contra la inseguridad y ayudar a los jóvenes con adicciones.

El planteo de Massa, similar al de Macri, roza lo perverso. Es decir: como nos vamos a ocupar de los jóvenes que no tienen casa o de las comunidades que no tienen agua corriente, vamos a abandonar las políticas de juzgar a los genocidas y de buscar a quienes fueron apropiados durante la dictadura.

Massa se animó a más. Pidió "celeridad" en los juicios para terminar rápidamente con esta etapa. O sea una suerte de punto final. Terminemos rápido con los juicios así no seguimos más con el tema de los Derechos Humanos y nos ponemos a pensar en los otros temas. Insisto, es un razonamiento perverso y mentiroso.

La aparición de un nieto recuperado o la condena a un genocida no impide que al mismo tiempo se inaugure una escuela o se mejoren los centros de salud. Todo forma parte de un proyecto de país. No son reivindicaciones contradictorias. La semana que pasó se hicieron públicos dos casos que marcan justamente dos realidades distintas. Dos países. Dos veredas en las cuales elegir transitar.

Conoció su verdadera identidad el nieto número 116. Jorge Castro Rubel nació en 1977 en el campo de concentración de la ESMA y los represores lo dejaron en muy mal estado en la Casa Cuna, donde lo pudieron sacar adelante. Un médico se lo llevó a su casa y nunca le dijo la verdad. Hoy, a los 37 años recuperó su identidad –es hijo de los desaparecidos Hugo Castro y Ana Rubel–, y señaló: "Todo esto me viene a enriquecer la vida".

Al mismo tiempo, la otra cara. El represor Ernesto "Nabo" Barreiro, preso y en pleno juicio por las torturas y asesinatos en La Perla, anunció que estaba dispuesto a dar datos sobre la ubicación de los cuerpos de los desaparecidos. No se muestra arrepentido, sigue mintiendo –"en La Perla no torturamos", dijo–, acusa a sus víctimas, en un show perverso y con un cinismo que muestra su cara más terrible.

¿Se rompe el pacto de silencio entre los represores o busca dilatar su situación judicial para obtener algún beneficio con un próximo gobierno?

Esta pregunta queda flotando ante cada aparición pública de este personaje acusado de cientos de desapariciones y torturas. ¿Encaja la posición de este represor con el nuevo punto final que quieren aplicar Massa y Macri en caso de llegar al poder?

Otra interesante pregunta. Pero de las declaraciones de estos candidatos, de la propuesta de Barreiro, de la aparición del nieto 116 y de la rápida contestación de Cristina, quien llamó a los candidatos a que definan cuál va a ser su política de Derechos Humanos de llegar a la Presidencia, se desprenden no solo dos proyectos, sino dos países distintos. Un país que construye la democracia con justicia para las víctimas de la última dictadura, sin venganza pero con la búsqueda de la verdad como bandera.

Y otro país que después de tres décadas de democracia vuelve con la idea del olvido. Dar vuelta la página y a otra cosa.

Dos países que en unos meses más nos pondrán a elegir qué camino queremos seguir.
Fuente:Infonews

No hay comentarios: