6 de mayo de 2017

LA ESCENA QUE VIENE CRIMINALES ATROCES EN LA CALLE.

La escena que viene: criminales atroces en la calle
6 de mayo de 2017

Por Alejandro Mareco 
Secuestros, torturas, asesinatos, robo de niñas y niños, desapariciones... andarán bajo el sol.

En las calles del próximo invierno argentino, entre las siluetas que se abrigan a la luz del día, se sumarán las sombras de señores mayores, ancianos, que llevan en sus manos la imborrable, eterna huella de crímenes que han ofendido a la humanidad toda y que han desgarrado las vísceras de nuestra historia.

Secuestros, torturas, asesinatos, robo de niñas y niños, desapariciones... andarán bajo el sol.

Las llevarán consigo en el rincón más tenebroso de sus memorias los responsables de tamañas aberraciones, sin que jamás se hayan arrepentido de sus actos, sin que hayan señalado el lugar donde escondieron a sus asesinados-desaparecidos, sin decir el destino que les dieron a los bebés arrebatados.

Sin siquiera dar su versión sobre las cifras del espanto, ya que tanta discusión se armó sobre el tema. ¿A cuántos miles mataron, señores represores? ¿Dónde están los cuerpos? ¿Con quiénes están aquellos niños?

Y se cruzarán frente a los ojos de sus viejos torturados o de los familiares de sus víctimas, a quienes nunca les dieron la paz de una tumba adonde ir a llorar o a rezar, o los de una abuela a la que se le escurren las últimas gotas de vida sin haber podido romper el cerco del silencio para poder llegar al abrazo de su nieto.

Esta escena será posible a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia que aplicará, por efecto dominó, la ley del “dos por uno” para los condenados por crímenes de lesa humanidad.

Los jueces son hombres que deciden a partir de leyes que también hacen los hombres, para organizar la vida entre los hombres. Y la escena será posible porque, de pronto, una polémica interpretación sobre la aplicación de una ley que rigió entre 1994 y 2001, cuando los represores ya habían cometido sus delitos y la mayoría ni siquiera había sido ni presa ni juzgada, abrirá las puertas de las celdas.

Ya no se trata de una humanitaria prisión domiciliaria, sino de plena libertad. Los represores, que quieren ser tratados como presos políticos, paradójicamente se acogerán a un beneficio pensado para presos por delitos comunes.

Peso histórico 
Los fallos de la Corte deben ser obedecidos, pero pueden ser cuestionados. Y que a esta decisión no la asisten todas las razones, lo demuestra el propio voto en disidencia de dos de los cinco magistrados supremos, que expusieron en otra dirección.

No sólo estalló la discusión sobre las razones de la determinación. También aparecen dudas: ¿por qué, en este momento, se forzó una votación tan dividida para imponer una interpretación de semejante peso histórico?

No hay dudas de la trascendencia histórica del fallo. El proceso de memoria, verdad y justicia fue el resultado de un consenso de la sociedad. Se concretó a través de juicios que juzgaron con todas las garantías a centenares de represores que habían estado sin pagar sus crímenes durante tres décadas. No hay modo posible de pacificación que no sea a través de la Justicia; sin revanchas ni violencias: sólo juicios justos.

Entonces, fuimos un ejemplo para el mundo por haber sido capaces de revolver entre la oscuridad de nuestro gran espanto hasta poder sacar cosas a la luz y condenar a los culpables.

Debíamos decir “Nunca más” las veces que fueran necesarias, hasta legarles a nuestros hijos 
un tiempo en el que el terrorismo de Estado fuera un terrible recuerdo lejano.

Sí, los autores fueron juzgados y condenados. Una parte de la lección ha sido dada.

La otra es la del correspondiente castigo por la entidad de los delitos cometidos; si no, no hay maneras de cerrarle el camino a la repetición.

Seremos otra vez asombro, pero ahora por el hecho de convivir en las calles con los autores de los crímenes más atroces que ha visto la humanidad, según la afirmación de la misma Justicia argentina.
Fuente:LaVoz

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