Banco de semillas Ñanderoga
El mundo en una
semilla
Promover la
creación de bancos de semillas es una estrategia para el rescate y la
conservación de las semillas criollas. Una mínima y contundente acción desde la
cual pequeños productores, familias agrícolas y huerteros buscan garantizar el
proceso de la vida. El Banco de Semillas Ñanderoga, creado en Rosario en 1992,
hoy cuenta con 687 variedades de semillas, alimenticias, ornamentales,
medicinales, aromáticas, de árboles frutales y forestales. enREDando conversó
con Lucho Lemos, coordinador de este espacio que en lengua guaraní significa
“nuestra casa, lugar donde se desarrolla la vida”. Proteger la vida es cuidar a la humanidad. Mirar el mundo
integralmente y más allá de nuestro ombligo. Protegerla desde el proceso de
germinación hasta que los frutos maduran. Desde el arado de la tierra al tiempo
de la cosecha, para que pueda multiplicarse.
Implica cuidarnos como
seres vivos integrados a un planeta que no es un basural, a una Madre Tierra que
nos hospeda y permanentemente nos regala su infinita perfección, a pesar de
nuestro desprecio.
Promover la creación de bancos de semillas es una
estrategia para el rescate y la conservación de las semillas. A través de las
casas o bancos de semillas y del rol de los “guardianes” y “padrinos” se busca
la conservación, defensa, multiplicación e intercambio de las semillas nativas.
Ñanderoga comenzó a funcionar en 1992, el grupo fue aprendiendo con
errores y aciertos, haciendo camino al andar. “En lengua guaraní Ñanderoga
significa nuestra casa. Y no es cualquier casa, sino la casa donde se atesoran
cosas, donde se atesora la vida, para el guaraní no existe la casa del buen
vestir, de los peinados, nada de eso. Quiere decir la casa donde se desarrolla
la vida, por eso la queremos rescatar”, nos dice Lucho Lemos, coordinador de
este banco de semillas, en el marco de una feria realizada en plaza Suecia
(Weelrigh y el río Paraná).
Ñanderoga actualmente cuenta con 687
variedades de semillas, no todas son comestibles, hay ornamentales, medicinales,
aromáticas, árboles forestales, árboles y plantas que se usan para la cestería y
frutales, pero el eje fundamental es el alimento. Además de cuidar las semillas,
se las registra en una base de datos donde figura su procedencia y quienes son
sus productores. “Detrás de cada semilla hay gran cantidad de información, una
cantidad de saberes que siempre se vino reciclando, eso también es el banco, so
solamente la pieza, sino los conocimientos”, nos dice Lucho.
“El banco
de semillas es una estrategia para resguardar variedades que están en vías de
extinción por la falta de uso. Las empresas alimentarias que son generalmente
multinacionales, han ideado dos o tres variedades que las venden en todo el
mundo. Entonces hay peligro de perder muchas variedades que la humanidad ha
venido consumiendo, se va perdiendo el hábito de alimentarse con la variedad que
atesoraron los pueblos y se corre el peligro de que cada vez el alimento pase a
tener menos valor nutritivo, porque el valor nutritivo de los alimentos está en
la variedad. No en una sola semilla”, explica, mostrándonos distintas
variedades, colores, tamaños y texturas.
La agricultura tiene una
antigüedad de 12 mil años aproximadamente, “en este tiempo la humanidad utilizó
unas siete mil especies vegetales para proveerse de alimentos y miles de
especies animales. En la actualidad sólo 15 especies vegetales y ocho especies
de animales representan el 90% de los alimentos que consumimos”, según datos
ofrecidos por Armando Cassinera. Los números hablan por sí mismos.
La
expansión del monocultivo es una política del merado mundial y pone en peligro a
miles de especies que ya están condenadas a desaparecer. “La tendencia económica
es la de consolidar una estandarización de la dieta alimenticia o de los tipos
de alimentos a ser ofrecidos a los consumidores en la mayoría de los países del
mundo independientemente de su historia cultural y de sus hábitos alimenticios”,
señala Horacio Martins de Caravalho.
Como pequeños espacios de
resistencia y cuidado mutuo, tanto de las relaciones sociales como ambientales,
los bancos de semillas representan mínimas y contundentes acciones para
garantizar los procesos de la vida. “La biotecnología significa artificializar
la vida, estamos totalmente en desacuerdo con eso. Estos bancos tienen la gran
responsabilidad de conservar todo lo que se pueda y que estén circulando las
semillas, y no en un freezer. Porque cuando la vida deja de circular es la
muerte, no hay otra”, explica Lemos.
Ñanderoga es un espacio autónomo,
tiene la impronta de una ONG y coordina algunas actividades con Agricultura
Urbana de la Municipalidad de Rosario. Funciona en un terreno ubicado en Vera
Mujica y San Lorenzo, allí se levanta la colorida y tentadora huerta donde están
las plantas madres (el origen de las semillas). Allí llevan adelante las
capacitaciones, el intercambio de saberes en relación a como se guarda, como se
limpia, como se cosecha, de todos los procesos para llegar a tener estas piezas.
El banco además cuenta con 287 padrinos y madrinas, pueden serlo
personas particulares, huerteros, productores familiares, pequeños productores,
cualquier persona interesada en la hermosa aventura de proteger las semillas.
“Además estamos vinculados con instituciones y bancos de semillas
argentinos y de países vecinos, inclusive con las redes andaluzas. Estamos
haciendo redes. Tenemos piezas que provienen de ahí, y las estamos apadrinando.
Un banco puede apadrinar a otro, son la posta para distribuir a los productores.
La única estrategia para mantener la biodiversidad es este trabajo que hacemos.
La agricultura siempre procedió así, el que interrumpe estos procesos naturales
de la biodiversidad fueron las multinacionales. Se están apropiando de estas
piezas, allí desaparece el conocimiento y las comunidades. Necesitamos un
debate, hoy la alimentación está en crisis por los procesos extractivos de los
recursos”, analiza Lucho
Fortalecer las redes de semilleros y
visibilizarlos, para contrarrestar de alguna forma las políticas extractivistas,
es para Lemos un desafío importante. Así como participar e involucrarse
activamente en proyectos concretos en el marco de procesos políticos.
“Hablar de soberanía alimentaria es también pensar en la soberanía
política, en los gobiernos y en la conducción de los pueblos. La democracia se
expresa con la participación popular. Hay que meterse y hay que aprender. La
política es la única acción que puede modificar los pueblos, porque todo proceso
político tiene que estar orientado a defender los intereses de nuestros pueblos.
Hablar del banco implica hablar de todo esto. De manera que la agricultura no es
solamente verdura, es un montón de cosas. Es el proceso de la vida”, opina Lucho
en base a su práctica y experiencias en la promoción de la agricultura familiar
que lleva más de dos décadas.
Contactos:
semillasnianderoga@gmail.com
Publicado el: 30/11/2012
Por Vivi Benito.
Fuente:enREDando
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