30 de enero de 2022

OPINION.

 A pesar de vocé

30/01/2022

El lunes pasado, los brasileños tuvieron un día de duelo nacional, con su bandera verde y amarilla flameando a media asta. La medida fue dispuesta por el presidente Jair Mesías Bolsonaro, quien declaró: "Uno de los más grandes pensadores de la historia de nuestro país nos ha dejado hoy". El homenajeado, Olavo de Carvalho, fue -en palabras de Bolsonaro- "un gigante en la lucha por la libertad, y un faro para millones de brasileños". Como habrá quien dude de la competencia de don Mesías para evaluar la estatura de un "pensador", o para comprender el significado de la palabra "libertad", incluso de la palabra "faro", pasamos a esbozar un retrato del personaje.

 

Gurú.

 

No hay mayor duda de que Olavo -como se lo conocía familiarmente en Brasil- fue el gran gurú del movimiento de extrema derecha que llevó al poder a Bolsonaro. Quizá el título de "filósofo" que se autoadjudicaba le quedara un poco grande, pero es un hecho que, en las redes sociales, contaba con miles de seguidores, a los que recompensaba alimentándolos con bizarras teorías conspirativas, y diatribas contra la izquierda, los medios de comunicación y la corrección política, muchas veces usando un lenguaje soez, mientras fumaba de su pipa.

 

Para ser un pensador, sus credenciales académicas eran flacas: había abandonado la escuela a los 14 años, y antes de dedicarse a la política, sólo se conocen sus incursiones en el periodismo y... la astrología.

 

Quizá quien mejor captó la importancia del personaje fue el ex ministro de Relaciones Exteriores de Bolsonaro, Ernesto Araújo, para quien su maestro Carvalho había "ayudado a crear una derecha conservadora basada en ideas, y no en la mera conveniencia inmediata". Cuando se ponen sentimentales a veces dicen verdades, como reconocer que la gente es de derecha exclusivamente por interés.

 

Dicen que en la "mesa de trabajo" de Bolsonaro (de algún modo hay que llamarla) sólo hay tres libros: La Biblia, la Constitución de Brasil, y el best seller de Olavo, titulado "Lo mínimo que debes saber para no ser un idiota". No se sabe cuál es el que consulta más seguido. Probablemente no sea la Constitución. En cualquier caso, está por verse si el texto de autoayuda de su gurú ha surtido el efecto deseado.

 

Marxismo.

 

Aparentemente la contribución ideológica de Carvalho ha sido detectar la existencia de un supuesto "marxismo cultural" que asolaría las universidades y otros ambientes científicos, y que promovería la difusión de valores socialistas.

 

Pero mayormente el aporte de Olavo eran sus pintorescas teorías conspirativas, como por ejemplo, aquella según la cual el sabor de la Pepsi-Cola estaría creado a partir de fetos abortados. Una campaña que, por su obvia toma de posición a favor de la Coca-Cola, difícilmente haya sido gratuita.

 

Otro constante motivo de su preocupación tuitera era la pandemia, en la cual, desde luego, veía una conspiración de alguna elite comunista, destinada a esclavizar a las vigorosas huestes fascistas que lo seguían. De hecho, nueve días antes de fallecer, había comunicado un test positivo de Covid, sin estar vacunado. El hecho de que su familia se haya negado a dar a conocer la causa de su fallecimiento es por demás sugestivo.

 

Casi podría especularse con que se trató de un caso de justicia poética, si no fuera porque cuesta imaginarse alguna conexión entre Carvalho y la poesía.

 

Legado.

 

Con lo importante que era para Brasil, llama la atención que el hombre viviera en Estados Unidos desde hacía tres lustros. Más concretamente en el estado de Virginia, rodeado de rifles, cuadros de héroes de la Confederación esclavista derrotada en la Guerra de Secesión, de los pocos miembros de su familia que aún le hablaban, y de un perro al que había bautizado, curiosamente, "Big Mac".

 

Es difícil evaluar tan rápido cuál será su legado. Para su familia, por cierto, deja una deuda considerable, producto de un juicio por difamación perdido.

 

Resulta que nuestro hombre no tuvo mejor idea que acusar al músico Caetano Veloso de "pedófilo". (Es interesante cómo los argumentos de la extrema derecha siempre giran alrededor de la pedofilia o de los fetos abortados: en cualquier momento van a acudir al Cuco para asustar a su electorado cautivo).

 

La sentencia, actualmente firme y consentida, lo obligaba a remover de sus redes sociales todos los posteos en los que difamaba a Caetano, bajo amenaza de pagar una multa diaria de diez mil reales por cada día que tardara en cumplir esa orden. Como Olavo -necio hasta el fin- nunca cumplió con esa orden judicial, se estima que la deuda a favor de Veloso que le legó a su familia asciende a casi tres millones de reales.

 

Como se ve, no hay mucho que lamentar con la partida de Olavo, que ya hizo suficiente daño. Lo único que da para lamentar, es que se haya ido antes de presenciar la paliza electoral que sufrirá su acólito Bolsonaro en las presidenciales de este año.

PETRONIO

Fuente:LaArena

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