Las sombras del escuadrón perdido
Año 5. Edición número 235. Domingo 18 de noviembre de 2012
Por
Lesa humanidad
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En la Argentina hay 129 soldados que fueron secuestrados y desaparecidos mientras hacían el servicio militar durante la dictadura. Los vejámenes ocurridos en Malvinas.
El exmilitar José Luis D'Andrea Mohr escribió El escuadrón perdido, un libro que retrató las historias de los 129 soldados que fueron secuestrados y desaparecidos mientras prestaban el servicio militar durante la última dictadura.
Reconstruye cada uno de los casos: dónde prestaban el servicio, cuándo y cómo fueron secuestrados, dónde fueron vistos, quiénes estaban a cargo del comando en el momento de la desaparición.
D’Andrea Mohr visibilizó las desapariciones. Pero hubo también muchos abusos.
Los más evidentes sucedieron durante la Guerra de Malvinas. El ex procurador general de la Nación, Luis González Warcalde, dictaminó hace unos meses que las vejaciones que sufrieron los soldados durante la guerra de Malvinas son delitos de lesa humanidad.
“Durante años estuvimos trabajando para que esto se supiera y la política de memoria, verdad y justicia, así como la desclasificación del Informe Rattenbach, son elementos cruciales que posibilitaron llegar a estos objetivos tan esperados por los soldados que fueron víctimas de estos tratos inhumanos”, dijo Ernesto Alonso, titular de la Comisión Nacional de Ex Combatientes de Malvinas.
Una de las prácticas más habituales que los superiores aplicaban a los soldados fue el estaqueamiento.
La Procuración dijo: “Atar de pies y manos a un muchacho debilitado por el hambre y el frío, sujetando sus ataduras a estacas clavadas en el piso, dejarlo así acostado sobre el fango helado durante horas, inmovilizado y sin ninguna protección contra el clima inhóspito del Atlántico Sur, hasta que estuviera al borde de la muerte por enfriamiento, para así, con el pretexto de castigarlo, intimidar a él y al resto de la tropa, es en sí una forma de maltrato incuestionablemente cruel, brutalmente inhumano y degradante; una de las formas de maltrato, en fin, para las que reservamos el término ‘tortura’”.
De eso pudo dar testimonio Pablo Bertín, que volvió de la Guerra de Malvinas con 30 kilos menos. Era colimba y en 1982 tenía 19 años. “Un día pasé delante de un espejo y no me reconocí”, comentó hace un tiempo ante Miradas al Sur.
Bertín recordó: “Una vez, nos hicieron formar una fila cerca de una carpa adonde nos llamaban de a uno. Entré, me hicieron descalzar y me pusieron unos cables en el pie.
Del otro lado, había un teléfono viejo. Y me empezaron a preguntar cosas de las que sabían las respuestas y después de responderles, me apoyaban otro cable en el cuello que me daba una descarga eléctrica.
Lo hacían porque les resultaba placentero”.
Pero además de ser víctimas de quienes debían cuidarlos, muchos conscriptos argentinos fueron testigos involuntarios –o no– de muchos de los crímenes que perpetraban sus superiores.
Por ese motivo, la Secretaría de Derechos Humanos lanzó una convocatoria a quienes hicieron la colimba durante la dictadura para que puedan aportar datos.
“Si fuiste colimba entre 1975 y 1983, en cualquiera de las fuerzas armadas y de seguridad, tal vez viste cosas que hubieses preferido no ver”, dice la campaña.
Fuente:MiradasalSur
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