CARPA DE LA PROTESTA, JUVENTUD Y
PECHERAS
Por Eduardo Di Cola*
El
problema de las pecheras no fueron las pecheras, sino, no tener quien se las
ponga.
Esto
quedó en evidencia en la oportunidad en que la oposición armó la carpa frente
al congreso en actitud de reclamo por el tratamiento de las leyes vinculadas a
la democratización de la justicia.
La
solitaria carpa además de la falta de voluntad de los propios dirigentes,
demostró la carencia de jóvenes organizados y comprometidos con sus ideas.
Mientras
hace unos días criticaron duramente la participación juvenil por que se
identificaban con pecheras, en esta oportunidad disimularon la desértica carpa
de la protesta.
Corresponde
preguntarse qué es mejor: ¿la participación de jóvenes que se identifiquen como
parte de un colectivo con sustento ideológico, o que directamente no
participen?
La
respuesta políticamente correcta es obvia. Nadie cometería el “sincericidio” de
admitir que prefiere el inmovilismo y la apatía juvenil.
De
todas formas una breve reflexión nos ratificará que la respuesta es obvia, pero
nos demostrará que puede ser positiva o negativa conforme desde el lugar que se
lo haga.
Para
el que está realmente convencido que la participación juvenil y la organización social son fundamentales en
la vertebración de una comunidad, la respuesta obvia será: POSITIVA.
En
tanto para el que se respalda en las corporaciones, para el que ocupa un lugar
respecto del cual rechaza toda posibilidad de sana competencia, al que le
resulta suficiente un partido político meramente administrativo a fin de seguir
siendo diputado a senador, para el que su máxima aspiración es continuar
ocupando un lugar que le reporta algún beneficio, la respuesta también es obvia:
NEGATIVA
Esto
explica la razón por la cual fueron tan despiadados en la crítica contra los
jóvenes que usaron pecheras y nada dijeron de la soledad de la carpa ubicada
frente al congreso.
Esta
circunstancia no significa que no haya jóvenes que piensen y sientan distinto
al oficialismo. Esto evidencia que a los dirigentes no les interesa ni les
conviene darle un marco de organización y participación que le abra a esa
juventud un camino de protagonismo y participación.
Es
de lamentar que la oposición no tome consciencia que ayer, tan solo ayer, la fuerza que estuvo
puesta en el “que se vayan todos” hoy está canalizada en generar masa crítica de
respaldo a las transformaciones que se llevan adelante. Que no interprete adecuadamente
la realidad y continúe enfrascada en hacer política desde la anti-política. Que
la vocación participativa de los jóvenes de esta nueva etapa es una fuerza que
como pocas veces vimos en nuestra historia, nace del entusiasmo que le provocan
las políticas de un gobierno democrático, y no como reacción a la ilegalidad
institucional o directamente en contra de una dictadura. Que la discusión, la
participación y el debate político ya no son mala palabra entre los jóvenes.
Esta
oposición le da la espalda a un ciclo de movilización y protagonismo juvenil que
le permitiría incorporar nuevos cuadros de
recambio en sus filas, a la vez que al momento que la sociedad le otorgue la
responsabilidad de gobernar, le posibilitaría contar con una importante herramienta
de poder de decisión desde la política, en contraposición a los mezquinos
intereses corporativos.
El
sistema político se fortalecería si la oposición, al menos la que tiene un
origen popular y nacional, entendiera que en el pasado la movilización de la
juventud era por el reclamo de democracia, en tanto hoy esa movilización legitima
a la democracia.
*Ex Diputado Nacional
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