Memoria prohibida: impidieron que la prensa ingrese a la U-6
El tribunal hizo una inspección ocular en el penal de Rawson pero los jefes de la cárcel negaron el acceso. Hoy declara el reconocido dirigente radical Marcelo Stubrin en la Causa Amaya.
Lejos. El periodismo debió conformarse con apostar una guardia más bien lejos del lugar de los hechos.
Por Rolando Tobarez
Pese a las sistemáticas apelaciones de “conservar la memoria”, las nuevas generaciones interesadas en la defensa de los derechos humanos deberán hacer un buen esfuerzo de imaginación para saber qué forma tenían las celdas de castigo de la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson, mejor conocidas como “Los Chanchos”, escenario de atroces golpizas a los presos políticos de los ´70. No habrá una descripción periodística de primera mano ni imágenes ni fotos.
Es que por una orden de la Jefatura de ese penal, la prensa no pudo acceder a la inspección ocular que se realizó en el marco del juicio por la muerte de Mario Abel Amaya y las torturas en perjuicio de Hipólito Solari Yrigoyen.
El argumento: se trata de una cárcel de máxima seguridad. Esto, pese a que se trata de audiencias orales y públicas que juzgan un presunto delito de lesa humanidad. Sólo un camarógrafo de Canal 7 de Rawson y el equipo periodístico de Jornada habían solicitado permiso para participar del recorrido. Aguardaron más de una hora para obtener algún testimonio.
Según le dijeron a este diario los empleados penitenciarios –que se limitan a cumplir órdenes-, la improbable opción era que el titular del presidio consultara a nivel nacional o bien haber pedido autorización diez días antes del operativo. Un imposible: hubo abogados que participan del juicio que recién se enteraron ayer mismo de la inspección y hasta llegaron una hora antes de lo debido, con evidente fastidio. El año pasado hubo total libertad para cubrir una inspección similar en la Base Aeronaval Almirante Zar en el juicio por la Masacre de Trelew.
Algunos detalles
La inspección duró una hora y fue una iniciativa del Ministerio Público Fiscal y según se pudo saber, el Tribunal Oral Federal revisó el mismo recorrido que hacían los detenidos en 1976 desde el pabellón 8 hasta las zonas de requisa y visitas, además de las celdas de castigo.
De “Los Chanchos” sólo quedan marcas de los calabozos en paredes y techos, suficiente para calcular que cada celda medía aproximadamente 1 metro por 1 metro. También se cambiaron las puertas. Los presos castigados pasaban hasta dos semanas en ese lugar. Y para llegar hasta allí o hasta los locutorios de visita pasaban varias rejas donde eran golpeados por los guardiacárceles, según los testimonios que se escucharon. Hubo mediciones para chequear los tamaños.
El exjefe de la U-6, Osvaldo Fano, y el exguardiacárcel Jorge Steding participaron de la inspección pero en silencio. El médico de Trelew, Luis García, fue el único de los tres imputados que no estuvo presente.
Antes de la visita, en el Cine Teatro "José Hernández" de Rawson, los acusadores pidieron al tribunal incorporar por lectura los testimonios de testigos que por diversas razones no podrán estar en Rawson.
Por ejemplo, el domicilio que se tenía de Germán Gutiérrez no existe; Ricardo Ipuche vive en Suiza y Santiago Carrara en Alemania, ambos sin residencia conocida; Luis Astolfo tiene 80 años y por su salud no podrá viajar a la capital, y Florencio Pacífico Herrera falleció.
Pese a las sistemáticas apelaciones de “conservar la memoria”, las nuevas generaciones interesadas en la defensa de los derechos humanos deberán hacer un buen esfuerzo de imaginación para saber qué forma tenían las celdas de castigo de la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson, mejor conocidas como “Los Chanchos”, escenario de atroces golpizas a los presos políticos de los ´70. No habrá una descripción periodística de primera mano ni imágenes ni fotos.
Es que por una orden de la Jefatura de ese penal, la prensa no pudo acceder a la inspección ocular que se realizó en el marco del juicio por la muerte de Mario Abel Amaya y las torturas en perjuicio de Hipólito Solari Yrigoyen.
El argumento: se trata de una cárcel de máxima seguridad. Esto, pese a que se trata de audiencias orales y públicas que juzgan un presunto delito de lesa humanidad. Sólo un camarógrafo de Canal 7 de Rawson y el equipo periodístico de Jornada habían solicitado permiso para participar del recorrido. Aguardaron más de una hora para obtener algún testimonio.
Según le dijeron a este diario los empleados penitenciarios –que se limitan a cumplir órdenes-, la improbable opción era que el titular del presidio consultara a nivel nacional o bien haber pedido autorización diez días antes del operativo. Un imposible: hubo abogados que participan del juicio que recién se enteraron ayer mismo de la inspección y hasta llegaron una hora antes de lo debido, con evidente fastidio. El año pasado hubo total libertad para cubrir una inspección similar en la Base Aeronaval Almirante Zar en el juicio por la Masacre de Trelew.
Algunos detalles
La inspección duró una hora y fue una iniciativa del Ministerio Público Fiscal y según se pudo saber, el Tribunal Oral Federal revisó el mismo recorrido que hacían los detenidos en 1976 desde el pabellón 8 hasta las zonas de requisa y visitas, además de las celdas de castigo.
De “Los Chanchos” sólo quedan marcas de los calabozos en paredes y techos, suficiente para calcular que cada celda medía aproximadamente 1 metro por 1 metro. También se cambiaron las puertas. Los presos castigados pasaban hasta dos semanas en ese lugar. Y para llegar hasta allí o hasta los locutorios de visita pasaban varias rejas donde eran golpeados por los guardiacárceles, según los testimonios que se escucharon. Hubo mediciones para chequear los tamaños.
El exjefe de la U-6, Osvaldo Fano, y el exguardiacárcel Jorge Steding participaron de la inspección pero en silencio. El médico de Trelew, Luis García, fue el único de los tres imputados que no estuvo presente.
Antes de la visita, en el Cine Teatro "José Hernández" de Rawson, los acusadores pidieron al tribunal incorporar por lectura los testimonios de testigos que por diversas razones no podrán estar en Rawson.
Por ejemplo, el domicilio que se tenía de Germán Gutiérrez no existe; Ricardo Ipuche vive en Suiza y Santiago Carrara en Alemania, ambos sin residencia conocida; Luis Astolfo tiene 80 años y por su salud no podrá viajar a la capital, y Florencio Pacífico Herrera falleció.
Fuente:LaJornada
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