Ciudad Futura apuesta y se suma a la puja por el poder en el concejo
En una entrevista a fondo, los integrantes de la agrupación no se callan nada. Dicen que muchos jóvenes se unen al MNR para tener un puesto en la Municipalidad y afirman que el socialismo entró en un proceso de derechización y de neoliberalización

Juan Monteverde es el joven candidato del Frente Ciudad Futura. Territorialidad, empoderamiento, trabajo y militancia son más que palabras sueltas. Perteneciente a un movimiento relativamente nuevo, pero con un fuerte compromiso, Monteverde recibió a Política Plus y, en una extensa entrevista, se refirió a su candidatura, el trabajo militante en nuevo Alberdi, los cacerolazos y no dudó en criticar al gobierno de la ciudad.
Tarde calurosa, pero amena. Un cielo de un celeste apastelado y un clima primaveral, abren el espectro de posibilidades para hacer más gratos los encuentros. Juan nos recibe en el local del Movimiento Giros, ubicado en calle Avellaneda al 1200. Allí, todo deviene en militancia.
El Frente Ciudad Futura es una fuerza política joven, con un amplio despliegue de trabajo territorial en Nuevo Alberdi. ¿Como surge giros y en base a qué interrogantes? ¿Qué los llevó a asentarse en ese barrio y no en otro?
Giros nace en el 2005 como la negación a los espacios de participación política tradicional: de partidos políticos en general y de la izquierda en particular, alejado de la visión onegeísta o asistencialista.
Somos compañeros que veníamos muy marcados por la crisis del 2001. Al no sentirnos representados en ningún espacio de representación política concreta, fue que decidimos generar nosotros nuestro propio espacio de participación.
Lo que nos parecía fundamental, era no encerrarnos a teorizar esas críticas en cuatro paredes. Entonces, la solución era, ir al encuentro con esas prácticas políticas. Sabíamos que la respuesta a esa búsqueda, a esa negación a la militancia tradicional, estaba en territorio.
Nuevo Alberdi fue el primer territorio donde estuvimos, por un contacto que teníamos de uno de nuestros compañeros y empezamos a armar un centro cultural, a trabajar con los mas chicos sobre todo, y fue el mismo territorio, el que trajo a debate el tema de la tierra. Al ser Nuevo Alberdi un territorio en conflicto, la problemática de la tierra y la inminente privatización por parte de una empresa que quería levantar allí un barrio privado, empezamos a trabajar las asambleas con los vecinos y a construir espacios de participación, que luego se agudizaron con las inundaciones del año 2007, que fue una de las mas graves que tuvo la ciudad, particularmente Nuevo Alberdi.
La problemática de las inundaciones aceleraron un montón los procesos organizativos que se venían gestando, y a su vez, cuando bajó el agua, los grupos privados empezaron con los desalojos silenciosos. A partir de eso, nace la premisa de buscar esa nueva política en territorio y lo convertimos en una de nuestras principales banderas de reivindicaciones, siempre con algo que tuvimos bien en claro, que es la cuestión de la autonomía. Si bien podemos dialogar con un amplio espectro de fuerzas políticas, las luchas las emprendemos de manera autónoma. Si esa lucha, ninguna de esas luchas hubiese sido posible.
Y que fuese en Nuevo Alberdi, si, fue el azar. La madre de un compañero estaba realizando trabajos social, efectuando en ese entonces, un relevamiento exhaustivo en el barrio. De esa experiencia, nos damos cuenta de que en esa zona, de fuerte impronta rural, no había presencia del estado, ni organizaciones ni nada. Y teníamos una compañera, Luisa, que tenía una copa de leche. Y ahí arrancamos. En su casa, en la cual en este momento, se encuentra el primer bachillerato popular de la provincia.
De igual manera, nuestra fuerza también tiene experiencias en otros barrios de la ciudad, como en la zona rural de Empalme Granero o en barrio la Cerámica y tenemos a nuestros compañeros del Movimiento 26 de Junio, con los cuales conformamos el Frente, que por ejemplo, la semana pasada, inauguraron en Tablada otra experiencia educativa similar al de Nuevo Alberdi, es decir, un bachillerato popular.
¿Qué los diferencia de otros movimientos políticos?
Siempre trabajamos buscando mecanismos de empoderamiento de los compañeros, alejado de las prácticas políticas tradicionales, es decir, del asistencialismo, de los planes y de un montón de prácticas que están arraigadas en muchas organizaciones, pero que tienen patas muy cortas. Nosotros planteamos una ética política que para nosotros es fundamental a la hora de construir un proyecto político. Una relación que está mediada por la cuestión económica o material, es una relación muy endeble. En ese sentido, intentamos plantear otro tipo de relación con los compañeros.
Un ejemplo es Nuevo Alberdi, en donde estamos constantemente en disputa por el territorio y eso hace que sea distinto a otros lugares, mas allá de que en otros barrios se dan otro tipo de disputas. Y eso tiene que ver, consideramos que va a ser en el futuro de ese territorio; mejor dicho, para quién es ese territorio. Y eso implica otra dinámica y otro tipo de militancia de los compañeros. Nuestros compañeros están en una resistencia permanente por la tierra, por ende, las pujas son distintas. Los compañeros están construyendo otras formas de comprender y de emprender la militancia, y eso es todo un trabajo, es otro sistema productivo, que hace que la práctica hace que tenga sus particularidades.
No quiero plantearlo en términos antagónicos, de uno versus el otro, o si existe uno, el otro no puede existir, pero el planteo es que existe una diferencia en los modos de abordar las diferentes problemáticas. Por un lado, el asistencialismo y por el otro, la posibilidad de empoderar a los compañeros y vecinos. En ese contexto, ¿cómo es el trabajo en territorio y cómo es la relación con otras fuerzas políticas?
En ese sentido, hay que repensar como se construye poder popular en los barrios. Cuando nosotros llegamos a Nuevo Alberdi, no había nadie. Tampoco quiero decir, que el territorio sea nuestro, ni mucho menos, el territorio no es propiedad de nadie.
Lo que sí creo, y esa es la base de nuestro proyecto: visibilizar aquellas luchas que se juegan en el territorio.
Tenemos lógicas de construcción distinta. No nos encontramos con otras organizaciones. La nuestra es una construcción del día a día. De hecho, yo estoy viviendo junto con otros compañeros en el tambo. Y cuando digo, no nos encontramos, no hay una disputa, pero si hay márgenes.
Hay que pensar desde donde se producen y se sustentan los cambios. Si uno no genera en las bases, un grado de organización y de conciencia que sea capaz de promover y de sustentar los cambios que a veces vienen de arriba, corremos el riesgo de que cambie el gobierno y de que se retroceda automáticamente todo lo que se avanzó, y esa es una de nuestras críticas al kirchnerismo.
¿Cuánto de todo esto se puede sostener más allá de Cristina? Y eso lo vés en los distintos procesos de América Latina y hay claras diferencias. Venezuela es un ejemplo de eso. Hay una masa crítica, que no sólo banca los cambios, sino que propone caminos y desborda al propio proceso institucional que encabezaba Chávez.
Hacen falta fuerzas sociales que sustenten esas transformaciones. Hay que generar espacios alternativos, con otra lógica al del capitalismo.
¿Cómo se gestó la idea de presentarse a elecciones? ¿Cómo se eligieron a los candidatos?
Si bien, nunca fue una decisión de un día para el otro, nosotros siempre pensamos al movimiento como una alternativa política, nunca escindimos lo social de lo político, pero a fines de 2010 que conseguimos que se aprobara la ordenanza “Ya Basta”, que permite frenar el avance de los emprendimientos de viviendas ligados a los barrios cerrados, y con ella, dimos muerte a una forma de concebir la ciudad, que es la forma más brutal del neoliberalismo, que son los barrios privados; empezamos a discutir con los compañeros en asamblea la posibilidad de meter un concejal.
Ahora bien, decidimos no presentarnos en elecciones en 2010 y nos dedicamos un tiempo a construir un modelo que viene a reemplazar al neoliberal. Construyamos otro modelo posible para la ciudad y para la periferia de la ciudad y edificar un instrumento político sólido.
A partir de ahí, empezamos a pensar, ¿de que nos servía tener un tipo solo en el concejo? Porque sólo, no puede cambiar nada. Y hay miles de experiencias de partidos, sindicados y movimientos de izquierda, en la que se logra ese cometido, y después esa persona no cambia nada.
No pensamos al movimiento sólo como una herramienta electoral, generando una fuerza social, ampliando la participación a otros compañeros y fue así que nos encontramos con los chicos del Movimiento 26 de Junio, que por su experiencia en territorio y por la manera de abordarlo, nos dimos cuenta de que no habían diferencias sustanciales, y a partir de ahí empezamos a cimentar una fuerza social sustentable capaz de hacerle frente a las demandas de los barrios.
La herencia de los noventa y de los setenta dejó huellas culturales muy profundas, y una vez que la injusticia se territorializa, es muy difícil volver atrás.
¿Cómo se financia el movimiento y cómo es el financiamiento de la campaña?
Son dos cosas distintas: por un lado, el funcionamiento del Movimiento, funciona con el aporte de los afiliados, con lo que recaudamos de los distintos eventos que por ahí organizamos, de recitales. Y también, lógicamente, y como cualquier fuerza política, por luchas y acuerdos que se entablan con los tres niveles del estado, que se consiguen de distintas maneras: por un lado, participamos del voluntariado universitario, también desde el Ministerio de Desarrollo Social se nos hizo entrega de insumos para emprendimientos productivos que permitiesen autofinanciarnos, que si bien nos sirvieron de empuje, de arranque, lo demás, es decir, las ganancias que los proyectos producen hoy en día y la continuidad de los mismos, tiene que ver con una lógica de laburo que venimos intentando imponer desde hace años, muchas veces rompiéndonos la cabeza, intentando agudizar la creatividad al máximo, rompiendo con cuestiones culturales e intentando sembrar la lógica de empoderar a los compañeros: medios de producción propios y desde ahí, generar un montón de políticas. Y eso lo podemos hacer, porque hay un montón de compañeros, poniéndole el cuerpo las veinticuatro horas del día.
Por otro lado, la campaña es absolutamente autogestiva. Es decir, la bancamos de nuestros bolsillos. Es toda militancia. Cuando hay plata, podes contratar a alguien para que te diseñe, te haga los afiches, los pegue. Cuando hay un proyecto colectivo, es distinto. En un proyecto colectivo, los recursos se multiplican porque se multiplica la militancia.
Las malas lenguas dicen que los financiaba Chávez (risas)
¡Ojalá! (Risas).
En estos últimos tiempos, algunos de los sectores que antes apoyaban al ejecutivo local, han señalado que el gobierno de Mónica Fein es el peor desde que el Socialismo tomó el poder. ¿Vos que pensás al respecto de la gestión?
Yo en eso disiento. Nosotros pensamos que la peor fue la de Miguel Lifschitz. La intendencia de Mónica Fein es un colapso de ocho años de la intendencia de Lifschitz. Creo que es la más ineficiente desde la vuelta de la democracia y que no tiene rumbo. Desde que asumió, hasta el día de hoy cuál es la impronta que le da a la ciudad. ¿Cuál es el proyecto de Mónica Fein? Son medidas aisladas y la medida más osada hasta el momento fue la de los carriles exclusivos.
El socialismo tiende a llevar la política local a lo meramente administrativo, alumbrado, barrido y limpieza. Y eso creo, se da por el vaciamiento del partido Socialista en lo que respecta a cuadros políticos; y los que tiene son una manga de burócratas del primero al último.
Hoy el Socialismo está viviendo las consecuencias de no sólo la burocratización, si no que también se acostumbró a que la municipalidad es propiedad de ellos. Y eso, genera un proceso sobre los militantes, que empiezan a militar en el MNR para tener un puesto en la Municipalidad, y esa realidad, genera una camada de tecnócratas.
Hace veinte años, todos los cuadros políticos se encontraban en la ciudad, pensando la ciudad. Hoy los que ocupan los espacios de poder, son los tecnócratas, producto de todos estos años de concebir a la política como una profesión. “me anoto en el MNR y tengo salida laboral” y lo único que hicieron en su vida fue eso.
A esto, hay que sumarle al proceso de derechización y de neoliberalización de la gestión. El gobierno de Fein es el resultado del gobierno de Lifschitz. Porque él sabía el modelo de ciudad que quería. De Mónica Fein no se sabe, pero el ex intendente volvió a Rosario en una ciudad que no era. Se encargó de acostarse sobre los grupos de derecha, con la Fundación Libertad como bandera principal y desde ahí pensó todas las políticas desde un perfil completamente excluyente, donde generó una dependencia del estado municipal de esos poderes privados, que va a costar muchos años volver atrás.
Con el convenio público privado, el estado renuncio a su capacidad construir la ciudad, al tener que recurrir al sector privado, se genera una dependencia de esos sectores políticos que van a moldear la ciudad a su imagen y semejanza.
Hicieron desaparecer el carácter público del estado.
Fuente:PolíticaPlus
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