4 de julio de 2018

OPINIÓN.

03 de julio de 2018 
Opinión 
Tejiendo Memoria 
Por Luciana Soledad De Martis
Días atrás se realizó en Avellaneda una jornada de debate bajo la conducción del Colectivo Nacional de ex presas y presos políticos, a quienes se le sumaron docentes, jóvenes mujeres alfabetizadoras del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), referentes sociales, artesanas, periodistas, representantes gremiales y agrupaciones estudiantiles. 
La convocatoria giró en torno a la conmemoración de los 45 años del hecho histórico conocido popularmente como “El Devotazo”: día en el que tras la asunción de Héctor Cámpora –tal como prometió en campaña- miles de manifestantes acudieron al penal de Villa Devoto a esperar la liberación de  los presos políticos. 
Este, al igual que todo espacio en el que convergen la pasión por la construcción colectiva y la convicción por resignificar la realidad que nos atraviesa, fue un encuentro de reflexión abierta. El eje transversal de debate fue la violencia institucional como parte del ejercicio de seguir preguntándonos y repreguntándonos sobre ese pasado tan presente. Presente que tiene en los cargos más poderosos de la política, la economía y la comunicación a muchos de los cómplices fundamentales de la última dictadura cívico-militar-clerical. El contexto actual denota el avasallamiento de las instituciones, la impunidad de las fuerzas represivas del Estado, la indiferencia de parte del entramado social que mira pero no ve, el ocultamiento y la desinformación de los medios, pero  también, y al igual que aquel entonces, el grito de los que aún seguimos intentando un país con justicia social.
Quiero destacar algunas palabras de quienes participaron del encuentro. Compañeros y compañeras del Colectivo antes mencionado, y testigos de un pasado y un presente que nos interpela constantemente. Me inquieta pensar cuál sería el modo más digno y responsable de mantener activa la memoria. Si bien cada generación cuenta con distintos recursos para interpretar la historia, parte de transitar la política desde la militancia requiere una reflexión comprometida del pasado. 
Tal vez un primer paso sería nombrar correctamente lo que –nos- pasó. Laura, una compañera a quien quiero y admiro profundamente, y cuyo marido Carlos Enrique Hödl fue secuestrado por el terrorismo de Estado el 3 de febrero de 1977, me enseñó a repensar un término, que tantas veces expresamos a viva voz, escuchamos repetir y levantamos en nuestras banderas. Aquel que tomamos como propio en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. La denominación “desaparecido” no es más que la falsa designación pronunciada por Jorge Rafael Videla para ocultar discursiva, simbólica e ideológicamente la aberración que estaba cometiendo  en nombre de la “Patria”.
Sabemos lo que les hicieron, tenemos testigos y testimonios. No son desaparecidos pues no dejaron de estar; fueron detenidos, secuestrados, asesinados y sus cuerpos desaparecidos bajo un plan sistemático operado por un Estado militar con la complicidad directa y explícita de la Iglesia, el Vaticano, organismos internacionales, Grupo Clarín, Sociedad Rural Argentina, empresarios nacionales e internacionales, y civiles cómplices por acción u omisión del genocidio cometido.
Expresémonos. Hagámoslo con todas las letras. No hay lugar para medias tintas. Los 30.000 no fueron víctimas y llevaron a cabo un exterminio para intentar aplacarlos. Esa generación supo formarse con un nivel de conciencia social tan grande, con ideales políticamente radicales que tuvieron que llevar a cabo un genocidio para intentar aplacar tal peligrosidad. Pero ese fuego no pudo apagarse, pues ésta fue tan solo una derrota. La derrota fue militar y fue política. 
La destrucción fue masiva y las secuelas aún persisten, así como también los sobrevivientes. Pero fue un riesgo que se supo tomar. Como dice Juan: “Ese riesgo formó parte de la militancia. Nosotros pasamos por la cárcel pero eso no nos da ni más ni menos merito que cualquier otro militante”. Fue un camino que se eligió y se sostuvo, pues las convicciones son más grandes que los miedos y las decisiones son fáciles de tomar cuando se tiene la cabeza en sintonía con el corazón, y los pies junto al pueblo. Dalmiro reflexiona: “La lucha de una generación fue una postura ante la vida”.
Experiencias carcelarias. Son muchos los relatos, difíciles de escuchar, crudos, dolorosos pero también las anécdotas contadas a carcajadas. Debo confesar que esto último me sorprendió al principio, hasta que comencé a entender.  Esta militancia y las y los compañeros me enseñaron que la política es la herramienta que transforma lo humano para luego intentar cambiar la realidad opresora. Y eso sólo puede hacerse en conjunto. Dice María: “El colectivo fue imprescindible para juntar individualidades y poder resistir”. Liliana agrega: “En la cárcel se resistió porque hubo una construcción colectiva. El sujeto en construcción es un sujeto colectivo. A pesar de la derrota no pudieron con ese deseo”.
Néstor Rojas, expresó que la cárcel fue un frente de batalla y una “escuela de revolucionarios” a la que nadie quiso asistir. Estas palabras resonaron en mi cabeza durante algunos días hasta que pude dimensionarlo. Cuesta trabajo contemplar la idea de resignificar las vivencias positivamente al pensar a las Prisiones y Centros Clandestinos de Exterminio como espacios nodales de aquel horror organizado con la finalidad de anular cualquier tipo de organización, arrancando la identidad de los sujetos, desmoralizando y quebrándolos física, emocional y psíquicamente. 
Ejercicio de encuentro. A partir de este diálogo y escucha intergeneracional pude comprender que el compromiso verdadero alcanza estadios impensados, que la risa ilumina los lugares más oscuros, que la suma de voluntades son las redes más fuertes de sostén. Y ante todo logré tener la certeza de que las resistencias se construyen desde el abrazo a un compañero. Resistir desde el amor y desde las ideas es una decisión política, y sobre todo una manera de transitar esta vida.
A los 30000 compañeros. ¡Presentes!
* Docente. Militante. Feminista. 
Fuente:Pagina12

No hay comentarios:

Publicar un comentario