Oviedo enterrado con honores que nunca tuvo
Por José Antonio Vera
Como siempre fue su vida desde que incursionó en política, y lo hizo uniformado desde su cargo de Coronel, pisoteando la Constitución Nacional en varias ocasiones, el ex General Julio César Oviedo, muerto en la noche del sábado 2 de febrero al estrellarse el helicóptero que lo transportaba, fue sepultado el jueves 7 del mismo mes cerca de Asunción, en un desfachatado programa de homenajes, confirmando la hipocresía institucional del país, reflejada en el desfile militar de la misma Caballería que por años mantuvo bajo una temible dictadura.
Además de los lustrosos caballos y sus jinetes vestidos de gala, también fueron protagonistas de la despedida decenas de atronadoras motos, cuyos conductores, fungiendo de propietarios, han estado pagados mensualmente por el Partido UNACE, propiedad de Oviedo, con la misión de recorrer ciudades enarbolando pancartas con la imagen del líder. El futuro de esas máquinas inquieta a sus actuales poseedores.
Desde el anuncio del accidente aéreo, se desató una serie de enfrentamientos entre sus más íntimos colaboradores que, en el curso de estos primeros días, están adquiriendo niveles de una guerra intestina que promete agravarse, de acuerdo con opinión de conocidos referentes políticos, activistas sociales y analistas de diversos orígenes, a diferencia de la pomposa ceremonia de despedida, que lo recuerdan como un aprendiz de tirano, operador eficaz de la política reaccionaria que sufre el pueblo paraguayo.
Los grupos oligárquicos, entre quienes era inocultable el miedo que les imponía Oviedo, propietario de una inmensa fortuna injustificable, pero que en su verborragia populista se permitía a diario amenazar a los corruptos con la pena de muerte si llegaba a ser Presidente, sumaron aportes para rendirle un velatorio y sepelio con grandes honores que el muerto nunca tuvo. La cosa era quien ponía la corona de flores más grande, entre centenas de unidades y quien lograba poner su nombre o el de su empresa o partido, en el lugar más destacado.
Los efectos contradictorios se multiplican con referencia a la persona y a la trayectoria pública de Oviedo, y se extienden por todos lados, partiendo del seno mismo del UNACE una suerte de empresa unipersonal, donde se está librando dura pelea por la huérfana chapa de candidato a la Presidencia de la República para las elecciones del 21 de abril próximo. El grueso de la ciudadanía consultada expresa su deseo de que su muerte también sepulte su peligroso proyecto político antidemocrático.
Primer escollo interno, y aunque diga lo contrario a la prensa, el primer puesto lo reivindica el postulado a la Vicepresidencia Alberto Soljancic, un fuerte hacendado de oscura conducta, explotador de la peonada en base al matonaje y apaleador de mujeres, como se corroboró poco tiempo atrás en plena misa católica, atacando a trompadas y puntas de pie a su esposa que lo denunciaba por incumplimiento del deber familiar. Años atrás, presidió la Asociación Rural del Paraguay, un cuerpo de inocultable conformación estronista, cuya matriz ideológica es nazi-fascista.
La disputa entre los herederos se ha expresado desde el primer momento de la muerte de Oviedo y, sin duda, saltará con más fuerza a la luz pública después de cumplirse el religioso novenario. En primer lugar está en juego una inmensa fortuna, de alrededor de mil 400 millones de dólares. En el 2005, informes estadounidenses, que lo acusaban de narcotraficante, sostenían que poseía más de mil millones, cantidad que nunca pudo reunir con el salario de Coronel y, desde 1989, de General.
Su caudal partidario, además, una masa semi cautiva que podría avecinar los 200 mil fieles (Lugo ganó en el 2008 con 800 mil), alimenta una guerra intestina que se origina en la propia intimidad familiar, entre una viuda que, en el velatorio, surgió oradora con pose de heredera política, frente a los hijos de Oviedo que no son de ella y también aspiran a encabezar el partido, en especial en esta coyuntura preelectoral, donde el ególatra militar, aún en caída, mantenía la tercera posición, detrás del candidato del Partido Colorado, el empresario Horacio Cartes, favorito hasta ahora, y el postulante liberal, Efraín Alegre, privatista confeso.
Oviedo, quien nunca llegó a Caudillo sino que fue un simple patrón de majada, tenía un currículo profesional inaceptable en cualquier sociedad cívicamente sana. Fue un conocido déspota con sus subordinados, utilizó su poder militar para extorsionar durante años a muchos juristas, ministros y parlamentarios, y abundan las denuncias sobre los abusos que cometió contra las más humildes comunidades campesinas e indígenas, a las que en varias ocasiones les ocupó territorios y robó sus bosques, escasos animales y alimentos, con personal, maquinaria y camiones del Ejército.
En permanencia se vanagloriaba de haber sido la cabeza pensante del grupo de generales y coroneles que derrocó a su jefe adorado y vilmente adulado y obedecido durante sus 35 años de fechorías, torturas y asesinatos de cientos de opositores y el saqueo de propiedades, el General Alfredo Strossner, cuyo mandato cortaron por orden de Estados Unidos, decidido entonces a poner caras nuevas en los gobiernos de Suramérica, durante la noche del 2 al 3 de febrero de 1989, justo 24 años exactos a la caída del helicóptero que transportaba a Oviedo, en una coincidencia que hilvana mucha especulación. Hay una sola certeza, nunca se conocerá la verdad.
Después que murió su jefe inmediato y líder del golpe, el General Andrés Rodríguez, igualmente acusado por organismos de Estados Unidos de narcotraficante, y donde misteriosamente habría muerto en una clínica, lo que algunas fuentes interpretaron como una quema de archivo, Oviedo entró en una fase de incontrolable egolatría, al punto que un día organizó un desfile militar imitando en su vestimenta al Emperador Julio César, vanidad que los empresarios más inescrupulosos de los medios de comunicación, han explotado pérfidamente hasta su muerte.
Las puertas de los diarios grandes, que jamás llegarán a ser grandes diarios, de la media docena de canales de TV y de las más potentes radioemisoras, han estado siempre abiertas a su discurso demagógico y oportunista, teatralizado con muy mal gusto que, en los últimos cinco años, fruto de la corrupción e impunidad que envuelve al mundo político del país, y de varias componendas con los partidos de derecha y sectores oligárquicos, logró colocar en puestos importantes a varios de sus más fieles servidores.
Conquistó la presidencia del Congreso, instaló a un escudero suyo de Contralor de la República, y tiene a varios incondicionales al frente de comisiones parlamentarias, como la de Defensa en Diputados, y en puestos claves del Poder Judicial, con lo cual se permitía presionar a diestra y siniestra, hasta integrar el combo golpista que, diseñado por la ultraderecha asentada en el Pentágono y financiado por la megaminera Río Tinto Alcan y las corporaciones transgénicas, tipo Monsanto, el 22 de junio pasado terminó con el primer gobierno democrático que ha tenido Paraguay en las últimas siete décadas, que encabezó Fernando Lugo al frente de una alianza política.
Es curioso, pero a nivel de la población, conforme en el primer momento su muerte generó un fuerte sacudón en la atención de la mayoría, y a pesar del espacio que los medios le han dedicado al hecho, el tema va perdiendo interés público, dejando la sensación de que la memoria de la gente prefiere imitar al pájaro de hierro que lo sepultó dos metros en la tierra roja. Una epidemia de dengue que afecta al país, la contaminación del Lago Azul de Ypacarai (ahora verde de algas), el fútbol y el intenso calor que se abate por todo el territorio, están desplazando el interés de los paraguayos.
Su muerte pierde espacio en los medios grandes de la prensa comercial, tan adictos al menor movimiento del controvertido personaje desaparecido en plena campaña electoral postulado por cuarta vez candidato a la Presidencia de la República por su partido UNACE, un desprendimiento del omnipresente Partido Colorado.
La atención mayor registra ya un devaneo de su electorado y es prematuro conocer el destino de esa masa, cuya adhesión al líder siempre ha sido una mezcla de grupos de búsqueda de cambios políticos, otros de resentimientos hacia las cúpulas colorada y liberal, otros de agradecimiento porque Oviedo integró el grupo que destronó al General Strossner, aunque continuaron cultivando sus satrapías, y otros que han sido conquistados por el mesianismo y la demagogia rampante del personaje.
El país necesita un dictador y aquí me tiene, “para maniatar a los delincuentes y para achicharrarlos ante la prensa nacional e internacional y enlatar sus cenizas que este Presidente tirará al Río Paraguay para evitar que rebroten”. Conforme en Estados Unidos existe la pena de muerte, “si hace falta también aquí utilizaremos la silla eléctrica”, declaró en 1996, año que encabezó un golpe de Estado, intento que repitió en el 2000 y en el 2009, hasta que triunfó contra Lugo el pasado 22 de junio, abrazado al Partido Liberal, instalando un gobierno ilegítimo por usurpador y antidemocrático.
No sólo al interior de UNACE Oviedo tiene seguidores confesos a favor de la pena de muerte, sino que hasta en el Partido Encuentro Nacional, cuyo origen hace unos 12 años fue progresista, dos jóvenes aspirantes a Diputados, ambos comunicadores y abogados, Rubén Mazier y Hugo Rubín, compiten para sobresalir como retoños nazis.
Los violadores, secuestradores y asesinos deber ser fusilados públicamente y tampoco me opongo a procesos químicos y a la silla eléctrica, dijo el primero.
El segundo, muy presente en Radio Ñanduti, propiedad de su familia, y en un canal de televisión, haciendo gala de su ideología sionista, cometió el pecado de ser “bruto para hablar”, según su padre, el inefable Humberto Rubín, quien nada dijo del contenido de su tierno producto: “Que se pudran en la cárcel esas basuras, lacras de la sociedad, vamos a crear penitenciarios de trabajos forzados, que anden con grilletes, haciendo rutas, eso van a tener que hacer o si no se van a morir dentro de la cárcel de hambre”.
Oviedo, bravucón, fue insuperable como agente de la desestabilización del Estado en el último cuarto siglo. Gozó de la impunidad que le facilitó el Poder Judicial ante las numerosas denuncias por delitos diversos, como el de autoría intelectual en el magnicidio de marzo de 1999, contra el Vicepresidente y enemigo personal Luis María Argaña, último caudillo colorado, y del asesinato de ocho jóvenes demócratas, por francotiradores apostados en edificios públicos que reconocieron su pertenencia al Partido UNACE.
Su letal caída, que pudo ser accidental, ha generado un sinfín de especulaciones, que van desde la creencia de que no viajaba en el helicóptero y que, por el contrario, planificó su caída en otro de sus burdos montajes buscando fuerte efecto mediático, hasta el supuesto de que habría sido eliminado por la CIA/DEA, esos monstruos del espionaje norteamericano, en una nueva operación de quema de archivos, dado que Oviedo ha sido acusado en varias ocasiones por voceros del Departamento de Estado, de narco-traficante y terrorista.
En vísperas de las elecciones del 2008, que ganó Fernando Lugo al frente de la Alianza Para el Cambio, contra la candidata del Partido Colorado y Oviedo, éste fue calificado por el Embajador James Cason, nada recomendable también, de megalómano, mesiánico, mentiroso, loco, antidemocrático, promiscuo, adulón, vanidoso y populista.
Se le negó la visa de entrada a Estados Unidos bajo la sospecha de vínculos con la ejecución años antes y en pleno centro de Asunción, del General Ramón Rosa Rodríguez, Director del Departamento Antinarcóticos, en momentos que se dirigía a entregar al entonces Presidente Juan Carlos Wasmosy, otro enemigo de Oviedo, un portafolio con documentación sobre los capos del narcotráfico en Paraguay y en la región.
La cartera negra desapareció tras el balazo en la cabeza. Varias hipótesis de autoría, aún sin aclarar, surgieron entonces pero dos quedaron más afirmadas: el hurto fue cometido por gente de la DEA o de Oviedo.
Ahora, tras su muerte, también se cuelgan en la larga lista de supuestos, entuertos entre mafiosos, y/o en un cobro de cuentas por su participación en la sustitución de Strossner y/o el asesinato de Argaña, como asimismo un ajuste interno en las filas de su Partido UNACE, que en el último año ha sufrido varias deserciones con escándalos públicos a causa de acusaciones y contraacusaciones de estafas múltiples.
Fuente:Argenpress
AUDIENCIA CLAVE PARA LA CAUSA
Curuguaty a juicio
El caso por los asesinatos de Curuguaty tuvo otra vuelta de página cuando el juez José Benítez y el fiscal Jalil Rachid fueron recusados por los procesados por la masacre. Según el diario ABC Color de Paraguay, los abogados Vicente Morales y Guillermo Ferreiro, representantes de las víctimas, presentaron la recusación contra el magistrado y el fiscal, y los acusaron de tener un interés manifiesto en la causa judicial. No obstante, cuando los letrados se hicieron presentes en el juzgado de Curuguaty, a las 14.30, se encontraron que el despacho estaba cerrado.
Esto impidió que los abogados entregaran el oficio judicial, cuyo mayor objetivo es intentar ponerle un freno a la audiencia que tendrá lugar hoy a las 8 para decidir si el juez eleva la causa a juicio oral.
Para fuentes del Ministerio Público Fiscal paraguayo, recogidas por el diario paraguayo, la denuncia contra el juez y el fiscal no supone la suspensión de la audiencia por la masacre de Curuguaty. La acusación elevada contra el fiscal tampoco afecta su continuidad como investigador de la causa. Quien llevará adelante la pesquisa por la recusación de Rachid será su colega Nancy Salomón. Rachid ha sido acusado de presunta simulación de un hecho punible, frustración de la ejecución y persecución penal de inocentes.
Fuente:Pagina12
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