A 34 años del secuestro de jorge di pascuale
“No pregunten por mí, pregunten por todos”
Publicado el 2 de Enero de 2011
Por Daniel Enzetti
Fue uno de los cuadros más lúcidos de la resistencia peronista, fundador de la CGT de los Argentinos y secretario del sindicato farmacéutico. En 2010 sus restos fueron identificados por el equipo de antropología forense.
Así que acá está el famoso “Tano” Di Pascuale. ¿Vos sos el que dio el discursito ese en la Federación de Box?
–Sí, claro. Fue un acto público que salió en todos lados.
–Ah, entonces sos el mismo que habló en el Luna Park.
–También fue un acto público, está en los diarios.
–Y decime: ¿qué te pasa que siempre les das con todo a los milicos?
–Les di, les doy y les voy a seguir dando por el resto de mi vida.
El cruce fue en la madrugada del 29 de diciembre de 1976, cuando un comando del Ejército con diez efectivos irrumpió en la casa de Jorge Di Pascuale, secretario general de la Asociación de Empleados de Farmacia. No era fácil encontrarlo al “Tano”. Vivía a los sobresaltos, manejando un destartalado Renault 12 del sindicato. El pobre auto recorría más de lo que podía: asambleas, charlas con familiares de compañeros desaparecidos, reuniones para ver qué se hacía con la dictadura.
Esa noche del 28 –cumpleaños de Jorge, nacido en 1930–, el grupo esperó a 50 metros de Condarco 1724, un PH en el barrio porteño de Paternal, y a la 1 de la mañana del 29 decidió entrar sin permiso. Cuatro hombres se quedaron en la puerta, y seis se metieron por un terreno baldío y treparon al pasillo que daba al domicilio. Para los secuestradores, la figurita difícil justificaba el despliegue: Di Pascuale había fundado la CGT de los Argentinos junto a Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, era uno de los cuadros principales de la resistencia peronista, y la pieza clave con la que el sector trabajador convivía con el golpe y organizaba la recuperación del gobierno.
Ahora, el jefe de la patota lo tenía a Di Pascuale ahí, a un metro de distancia. El delegado de Juan Domingo Perón ante los países socialistas, el orador minucioso, el que se encontraba con el Che Guevara en la zafra cubana para hablar de Latinoamérica, el que con un notable sentido de la solidaridad y la militancia había dicho alguna vez que “si me llega a pasar algo no pidan por mí, pidan por todos”, estaba en pijama, medio dormido, pidiendo vestirse cuando los asesinos le ordenaron “acompañarlos”. Al entrar al dormitorio vio a Griselda, su segunda mujer, aterrada y sin saber qué hacer. “Avisale a Horacio”, le dijo bajito, y salió para que a ella no le hicieran nada. En la casa no había armas ni cosas de valor, así que la banda no pudo llevarse otra cosa que su aguinaldo, una radio portátil y un par de sidras calientes reservadas para fin de año. Horacio era Mujica, el tesorero de Farmacia, que en menos de una hora había llegado a la casa y junto a Alfredo Ferraresi, actual secretario general, empezaron una búsqueda que después retomó Fernando, el hijo de Jorge, y terminó con la identificación del cuerpo de Di Pascuale 33 años después, en diciembre de 2009.
El elegido. No era casualidad la ironía de haberle preguntado a Di Pascuale por los discursos en la Federación de Box y el Luna Park. Hacía dos años que la dictadura lo venía marcando, y si no se lo llevó antes fue porque convenía que Jorge siguiera militando y así conseguir la mayor cantidad de información posible sobre un gremio vital para la resistencia. Con Isabel Perón y José López Rega manejándole los hilos, en 1974 el Tano se plantó en la Federación como un boxeador frente al título del mundo, y dijo: “De estos 18 años de lucha vamos a recoger nuestra experiencia, para darnos nuestra propia alternativa independiente. En estos 18 años, mientras el peronismo de arriba entregaba, el peronismo obrero, la clase obrera toda, luchaba para tratar de lograr que nuestra patria se encaminara hacia la liberación. Y hoy ratificamos ese concepto, esté quien esté en el gobierno.” Palabras en la misma línea que las pronunciadas en el Luna, de inusitada perfección, que no leía, sino que armaba en el momento frente a miles de personas: “Es así entonces que la clase trabajadora es el peronismo mismo; es por eso que el peronista no necesita insertarse en la clase, es la clase misma, y le imprime por ello su signo revolucionario.”
Elegido secretario general de la ADEF en 1958 a los 27 años, y encarcelado varias veces en la década de 1960, cada vez que Farmacia era intervenido Di Pascuale se las arreglaba como vendedor de champú y heladeras a crédito. Amigo de Sebastián Borro, Armando Cabo y Atilio López, en 1959 adhirió a la huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre (ocupado por 9000 trabajadores, en una de las grandes gestas del movimiento obrero argentino), y en 1962 fue designado secretario de Prensa de las 62 Organizaciones. El mismo año en que se convirtió en diputado nacional, pero no pudo asumir porque Arturo Frondizi anuló las elecciones. Participó activamente en los congresos de Huerta Grande y La Falda (escribió junto a Andrés Framini y Amado Olmos los documentos de esas jornadas), hasta que en 1975 la Triple A lo amenazó de muerte y se exilió en Venezuela, donde aguantó el desarraigo hasta que la desesperación por el país lo hizo volver poco tiempo después del golpe de Estado.
Pero sin duda, su aporte trascendente fue aquella creación de la CGTA en 1968. “Cuando impulsamos y tratamos de desarrollar los niveles de lucha de la CGT de los Argentinos –dijo en esa oportunidad–, es porque entendemos que ella expresa con autenticidad el desarrollo más alto del Sindicalismo de Liberación, siendo una política para la lucha sindical que tiende a estructurar las luchas reivindicativas de los trabajadores con las luchas políticas, de manera tal que la defensa de los derechos obreros no se margine de la defensa del patrimonio nacional; que la denuncia de la explotación capitalista se dé juntamente con la denuncia de la opresión colonialista; que las movilizaciones por aumentos salariales no estén aisladas de la conquista del poder político.”
Lo dicho: la Asociación de Farmacia era pieza fundamental en la resistencia, pero además una verdadera cuna de dirigentes. Era común que la sede de Rincón 1044 fuera visitada por gente como Ongaro. O el mayor Bernardo Alberte, ex edecán de Perón elegido como la primera víctima del genocidio, cuando en la madrugada del 24 de marzo de 1976 varios uniformados rompieron la puerta de su departamento y lo tiraron al vacío desde el balcón del sexto piso. O el “Manco” Franco, un histórico militante del Peronismo de Base al que un comando le voló una mano con el estallido de una bomba, y que se la pasaba haciendo bromas y cantando “qué difícil es vivir entero” por todos lados.
También pasaron por ahí Horacio Carballeda, de la agrupación Lealtad y Soberanía; Elías Castelnuovo, fundador del Grupo Boedo; Mateo Fosa, marxista, secretario general del gremio de la madera en 1917; Pedro Milesi, orador en el Grito de Alcorta y representante gremial de los Municipales en la década de 1930; y hasta Osvaldo “El Gordo” Soriano, afecto a darse una vuelta y escuchar un rato a los que consideraba sus maestros.
Un día en ese local, mientras afuera la gente festejaba el triunfo de Perón y la “primavera camporista” del ’73, Jorge se paró frente a todos y les cortó la alegría: “Muchachos, vayamos con cuidado, porque lo que se viene es trágico.”
La búsqueda. Di Pascuale estuvo secuestrado un mes en el centro clandestino de detención Vesubio 76, también conocido como Protobanco o Brigada Güemes, en Puente 12. Tenía 46 años, pero cuando lo mataron de tres disparos en un simulado “enfrentamiento” la primera semana de febrero de 1977, su cuerpo parecía de 60 por los golpes y la picana. El hallazgo de sus restos, identificados en el cementerio de Avellaneda en diciembre del año pasado, se debió a un detallado trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Pero en realidad, el verdadero motor de esa búsqueda fue su hijo Fernando.
“Desde la vez en que me llamaron para decirme que a mi viejo lo habían secuestrado –cuenta–, tardé diez años en caer. Al otro día de habérselo llevado, un amigo me contó lo de la desaparición, y lo primero que hice fue llamar al sindicato. ‘Fernandito, venite para acá’, me dijeron por teléfono. Ahí me di cuenta que la cosa estaba mal. En esa época sólo tenía una punta: en 1977, una mujer apareció en Farmacia y dijo que su hija había estado con él en un centro clandestino, pero que no sabía dónde quedaba el lugar, y que tampoco quería hablar con nadie. Pero bueno, la ficha para saber qué había pasado llegó una década más tarde mientras leía una revista, al mismo tiempo en que empecé a militar en Hijos.”
Fernando se refiere a Entre Todos, y a una nota de julio de 1985 de Eduardo Luis Duhalde en la que el actual secretario de Derechos Humanos de la Nación escribía que “tiempo después, un liberado del ‘Banco’ –Puente 12, camino a Ezeiza– me contará: ‘Di Pascuale, junto a Juan Carlos Arrollo, pese a que sabían que iban a morir, nos mantenían el ánimo a todos, nos consolaban después de la tortura que ellos también padecían, y cuidaban que ninguno se quebrara ante tanto horror’.”
“Nadie había visto nada, nadie decía nada –continúa Fernando–, pero en el ’85 me volvió el impulso. Era algo inconsciente, en algún lugar de mi cabeza estaba la idea de que buscarlo era como aceptar que estaba muerto, y creo que por eso estuve tanto tiempo paralizado.”
Lo llamó a Duhalde, pero Eduardo no pudo encontrar a su fuente. En momentos en que el ADN no existía como método de identificación de restos, Fernando recurrió al EAAF, pero vio que el camino se cerraba al no tener un cabello o una pieza dentaria de Jorge que le sirviera al Equipo para un primer análisis, cruzándolos, por ejemplo, con cuerpos encontrados en fosas comunes. Ya con el menemismo en el poder, fue a verla a Alicia Pierini a la Subsecretaría de Derechos Humanos, y el camino se le aclaró por un comentario casual.
“Como al pasar –agrega–, Alicia me dijo que una prima suya había estado con él, pero que no aceptaría hablar por haber quedado muy mal psicológicamente. Finalmente la encontré, la llamábamos ‘Noni’, y era la famosa chica cuya madre se presentó aquel día de 1977 en el gremio.”
Noni ayudó a reconstruir los últimos días de Jorge. Según recordó, era el verdadero líder de un grupo de secuestrados al que todos los días los estimulaba para salir adelante. Una noche, mientras ella lloraba en un “buzón” donde entraba apenas parada, Di Pascuale se le acercó, le dijo que se quedara tranquila, y le preguntó quién era. “Soy Noni, a mi tío lo mataron de 60 balazos”, le dijo la chica de algo más de 20 años. “¿Noni?, entonces vos sos la sobrina del Tano Pierini. No llores, todo va a salir bien. Yo militaba con tu tío, y seguro que sos fuerte como él. Lo único que te pido es una cosa: cuando salgas, andá al sindicato de Farmacia y deciles que estuviste conmigo.”
El hallazgo. “Lo que vino después fue una mezcla de esfuerzo, casualidad, apoyo de amigos y no bajar nunca los brazos –explica Fernando–, porque desde ese momento se fueron abriendo puntas que desembocaron en diciembre del año pasado, cuando el Equipo me confirmó que los análisis coincidían con un cuerpo encontrado en 1989 en el cementerio de Avellaneda, la oportunidad en que fueron descubiertos en una fosa común los restos de más de 300 personas.”
Fernando pudo conocer, además, los testimonios de compañeros de cautiverio de Jorge. Un detenido de apellido Parsons, otro de apellido Ugeli, y sobre todo lo dicho por Ricardo Landriscini, un ex médico del Hospital Posadas actualmente en el exterior (ver recuadro) con el que consiguió vincularse en 2009. “Fijate cómo le debe haber pegado esta historia, que tardó más de 30 años en hablar”, aclara.
Para Ferraresi, su compañero de toda la vida, Di Pascuale “fue el mejor de todos los dirigentes que tuvimos”, salido de una época de muy buenos dirigentes. “Es verdad, lo que pasa es que yo lo digo porque soy el hijo”, sonríe Fernando. Y finaliza: “Lo cierto es que el viejo tuvo una conducta intachable, y jamás me presionó para que pensara como él. El tipo tenía una ética impresionante, y lo que aprendí de lo que hizo fue por sus actos, y no porque tratara de convencerme de algo. Estoy seguro de que en el Vesubio, mientras lo torturaban, se acordaba de su famosa frase de que debíamos reclamar por todos los compañeros, y no por él en particular. Eso lo pintó de cuerpo entero hasta el final.”
Fuente:TiempoArgentino
El único testimonio
Publicado el 2 de Enero de 2011
Casi no se conocen datos del paso de Di Pascuale por el centro clandestino Vesubio 76, y más allá del trabajo de reconstrucción de su historia que realizó su hijo Fernando (contada en una película que se estrena en estas horas), tampoco se conservan sus discursos. Esta es la síntesis del único testimonio de un compañero de cautiverio, Ricardo Landriscini:
“Estando en el lugar común puede conocer a Jorge Di Pascuale, que ya estaba en el lugar cuando el dicente llega. También estaba Arroyo, que venía de Salta. También una noche llevaron a dos muchachos de Quilmes, cree que uno de ellos también era médico, ese chico muere esa misma noche por la tortura. Del lado de las mujeres había alguna embarazada. A Di Pascuale y a Arroyo los sacan día por medio para interrogarlos y torturarlos.”
“El segundo interrogatorio llega después de varios días, en esa ocasión lo interrogan por gente específicamente del Hospital Posadas. En ese momento le dicen que van a proponer su libertad pero sujeto a controles, y que si otra vez lo detuvieran, que dijera que su caso lo lleva el mayor Peña.”
“En la última semana daba la idea de que el pozo iba a ser vaciado porque empezaron a quedar muy pocos detenidos, serían siete personas, escuchaba decir a los guardias que lo iban a cerrar, y efectivamente en los últimos días no llevaban más gente detenida. Cinco o seis días antes de que liberen al dicente, son sacados Di Pascuale y Arroyo”.
Fuente:TiempoArgentino
Lo que decía
Publicado el 2 de Enero de 2011
“El peronismo de arriba que defiende el Pacto Social, que aplica leyes represivas contra los trabajadores y contra los militantes y activistas populares, que vota una ley de asociaciones profesionales para proteger a los traidores, no tiene nada que ver con nuestro peronismo, no tiene nada que ver con el peronismo de abajo, con el peronismo de Eva Perón.”
“No aceptamos otro tipo de verticalidad que no sea la lucha a favor de la clase trabajadora, no aceptamos otro tipo de verticalidad que no sea la clase trabajadora misma. No aceptamos otro tipo de verticalidad que no sea lo que los trabajadores nos digan.”
“También hay dirigentes ocasionales, que se dan con frecuencia y que cuentan con el aval de Perón, pero que como no representan a la clase trabajadora, los vamos enfrentando de mil formas y van cayendo.”
“Es entonces que la juventud –esa juventud hija de obreros y peronistas– no puede ser encasillada en el término de pequeño burguesa ni estúpidos porque sí, si tienen una práctica social que devenga en aportes revolucionarios, y cuando se incorpora lo hace con la claridad que da la realidad que vivieron en sus hogares peronistas, y lo hacen al peronismo revolucionario, al peronismo de sus padres que no transaron y que conocieron la persecución y la pobreza por no pactar, por no traicionar a su líder y a la bandera de lucha y de victoria que es Eva Perón.”
“Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no sólo en la producción, sino en la administración de las empresas y la distribución de los bienes.”
Fuente:TiempoArgentino
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