Para Mario
¿Por qué no he podido, niño
mirarte mientras dormías
sin que una lágrima explote
de bronca y melancolía?
Mientras velaba tus sueños
estaba atenta a los ruidos,
que en las noches desplegaba
la máquina del terror.
Me sentía abandonada
de la mirada de Dios,
pensando que te perdía
en las garras del horror.
Tal vez es incomprensible
o te resulte impensable,
me apeno sólo al contarte
por eso quiero decirte:
- Tus ojos como dos soles
iluminaron mis noches,
mitigaron mi tristeza
y encendieron mi esperanza.
Haberte abrazado, niño
en ese tiempo de espanto,
fue como atarse a la vida.
fue como ver la muerte vencida.
Mamá
Elda Fabri de Papalardo.
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