18 de octubre de 2008

CARTA VECINO-NOTA DE REVISTA VEINTITRES.

Carta Vecino
Revista Veintitrés
Publicada en la edición del 10.4.2003
YO FUI TESTIGO
Qué paradojas presentan el destino o la historia - según desde uno inicie la reconstrucción o el olvido de los acontecimientos-. Recuerdo, una vez más, la portada del Gran Diario Argentino, según se subtitula el matutino Clarín del día 5/9/76 en la localidad bonaerense de San Isidro. ¡Qué paradojas presentan los diferentes sentidos, es decir, las direcciones que pueden tomar las significaciones de las noticias difundidas! El rumbo que eligió el diario Clarín cuando tomó la decisión de publicar la noticia, la historia y también su opinión, no hizo sino explotar públicamente 26 años después. Dice el tango que veinte años no es nada; sin embargo, de manera ambigua, poco clara, afirma que, a la vez, veinte años es mucho tiempo. De lo contrario, el autor de la canción hubiese optado por decir que veinte años es nada. La señora Noble estuvo presa; y la razón de ello podría hallarse en aquel titular, en aquel copete y en aquella nota de su diario, más de veinte años atrás. Recuerdo, y los archivos así me lo confirman, que el diario de Noble tituló en la portada de su gruesa tirada dominical, el 5/9/76: "Abatieron a extremistas en San Isidro y Tucumán". Recuerdo también el copete, afirmando que en la esquina de Asunción y Catamarca, "tras un prolongado tiroteo, las fuerzas de seguridad abatieron a cinco extremistas que se resistieron a desalojar una finca en San Isidro donde se realizaba una reunión..." Asimismo, recuerdo muy bien las voces de los militares que llevaron a cabo aquel operativo; afirmaban eso mismo. Pudo averiguarse que en una pequeña finca de 70 m2 estaban reunidos la pareja formada por Bárbara Miranda y Roberto Lanuscou, y sus tres hijos, Roberto, de cinco años, Bárbara de cuatro y Matilde de seis meses. La absoluta inexistencia de impactos de bala en las fachadas de las viviendas de enfrente (sobre sus techos se atrincheraron los soldados del Ejército) probaba la escasa posibilidad de que hubiese habido un enfrentamiento con los ocupantes de la casa atacada. No obstante, los cinco extremistas reunidos fueron abatidos y la noticia del gran diario argentino resulta ser retroactivamente sugestiva. Sin embargo, más macabro que todo lo acaecido aquella increíble y siniestra noche (¡Cómo si existiera el metaterror!) fue lo que ulteriormente llegó a descifrar un equipo de antropología forense. En enero de 1984 fueron halladas cinco tumbas NN en el cementerio de Boulogne, pertenecientes a la familia Lanouscou-Miranda; y tras la exhumación de los cadáveres se comprobaron perforaciones en todos los cráneos hallados -los francotiradores tenían tan buena puntería que parecía que hubiesen apuntado todas sus armas desde el borde del blanco. Tiempo después, el doctor Clyde Snow declaró que en el ataúd de Matilde, la bebé de seis meses abatida, no se hallaban restos óseos, se supo que en su interior sólo hubo un chupete, un osito y unas ropitas. También desmintió la versión oficial que justificaba una leyenda gauchesca; pasado un tiempo los huesitos de un bebé se desintegran. Esa vez el horror fue generoso; facilitó la reanudación de la búsqueda y la renovación de la esperanza mediante la certeza de la nueva verdad; los familiares que buscaban el destino de los abatidos, desde ese momento con una certeza, la bebé podría estar viva. La muerte de Matilde Lanuscou fue simulada. Y la eficacia de esa parodia ficcional imprimió con su liturgia una verdad simulada. Sin embargo, ¿quiere decir que no existen asesinos de Matilde? El certificado de defunción lo firmó el doctor Roberto Bettale (La Prensa 21.1.84) La muerte de Matilde Lanuscou fue simulada; empero la mataron. Y esa es la rúbrica de toda desaparición. Los militares la mataron civilmente, el médico jurídicamente, el diario socialmente; y sus adoptantes mataron su nombre, su historia, su identidad. En el hipotètico caso de que la hija adoptiva de la señora Ernestina Laura Herrera de Noble, a través de un análisis de ADN, resulte ser Matilde Lanuscou, habrá que decir que para adoptarla la dueña y directora de Clarín, por empezar, debió haber pasado como verdadera una simulación; por continuar, y como consecuencia de ello, debió afirmar y confirmar la muerte simulada de una bebé de seis meses. Qué paradoja: Noble es un atributo y una etiqueta transferidos de la estructura social que en el mundo de la moral está ligado al Bien y, sin embargo ¡qué indecente el titular de Clarín del 5.9.76: cinco extremistas abatidos! Y para finalizar, una última y noble paradoja. Si dijera que aún recuerdo nítidamente aquella noche de setiembre sería un eufemismo, como si el uso del lenguaje intentara borrar las huellas; como si el lenguaje tuviese sus herramientas para renegar los acontecimientos; en fin, como si estuviese leyendo nuevamente Clarín. ¿Cómo decir nítido, límpido o claro recuerdo de una noche que empezó a las 21.30 con una continua detonación que finalizaría sólo a las dos de la mañana, es decir, casi cinco horas después? Me pregunto: ¿cómo sería el nítido recuerdo de creerme a salvo del enfrentamiento contra mi vecina finca de San Isidro y los ocupantes de esa noche reunidos, escondido en el baño de mi casa mientras en el contiguo de estruendos de cinco balazos perforaban los vidriosos azulejos detrás de una aterida voz que le gritó "tomá, te agarré"? ¿Cómo puede ser nítido un recuerdo vivido por un niño a los once años de edad, mientras el barrio estaba custodiado a la redonda por 200 efectivos del ejército y de la policía equipados con una bazooka y hasta con un jeep con ametralladora antiaérea? ¿Cómo puede resultar nítida la memoria cuando las secuencias relatadas por los formadores de la opinión pública fueron simuladas y con sus esquirlas pulverizaron lo más real de la realidad? La última de las bombas que el Ejército Argentino detonó, cómo para rematar el enfrentamiento y que sus festejos se escucharan más allá de Boulogne, fue a las 7 de la mañana del 4 de setiembre en la finca donde ya no estaban reunidos los Lanuscou. La última de las explosiones, "para eliminar cazabobos", reverberó durante 26 años. La abuela de Plaza de Mayo Amelia Herrera de Miranda no podrá preguntarle a la señora Ernestina Herrera de Noble acerca de la confusa muerte y simulada adopción de Matilde Lanuscou. Ya no podrá oír el silencio. Es pertinente escribir sobre las diferentes responsabilidades que todas las instituciones y las personas tuvieron en el desenlace de esta triste historia argentina.
Marcelo Turdo
DNI 17.106.273

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