Escudriñando el horizonte. Bush busca consenso pero se aferra a viejas recetas. AP
Los mandatarios de los países miembros del Grupo de los 20, que congrega a las principales economías del mundo, se reunirán hoy en Washington para analizar medidas destinadas a superar la crisis financiera internacional. Pronto a dejar su cargo, el presidente estadounidense, George W. Bush, espera poder hallar un consenso sobre cómo encarar la crisis durante la cumbre extraordinaria de dos días del Grupo de los 20 países más industrializados y de las naciones emergentes (G20), cuyas sesiones arrancan hoy tras un inicio protocolar anoche con una cena en la Casa Blanca.
Antes de la cumbre, Bush advirtió anteayer a sus pares que no se debe “aplastar la economía global bajo un exceso de intervencionismo estatal”, y dijo que cualquiera sean las iniciativas que se acuerden, se debe respetar los principios del libre mercado. “La historia demostró que la mayor amenaza a la prosperidad económica no es la falta de implicación gubernamental en el mercado, sino el exceso”, afirmó Bush.
El presidente estadounidense reiteró sus recetas, que incluyen una mayor regulación de los mercados y las compañías financieras y una mejor coordinación internacional, pero no las más amplias medidas de supervisión y reformas que impulsan otros gobernantes, como los de la Unión Europea (UE), Brasil o la Argentina. “Queremos cambiar las reglas de juego en el mundo financiero”, dijo anteayer el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en referencia a sus expectativas sobre la cumbre. Sarkozy, cuyo país ocupa la presidencia de la UE, y el presidente ruso, Dimitri Medvedev, dijeron ayer en Niza, Francia, que acordaron propuestas casi idénticas para la cumbre del G20, sin dar más detalles. Medvedev indicó el jueves que la crisis económica requerirá “la reforma del sistema financiero internacional y sus grandes instituciones, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial”. En esa línea, Sarkozy llamó a la creación de un “capitalismo regulado”.
“No podemos continuar en el siglo XXI con la organización del XX”, dijo el jueves pasado el jefe de Estado francés.
La UE –que el mes pasado acordó aumentar la garantía de los depósitos bancarios y rescatar a bancos al borde del colapso– quiere que Washington acepte una mayor vigilancia de las instituciones financieras, incluyendo las consultoras de riesgo.
“Se necesitan medidas urgentes”, dijo por su parte el primer ministro británico, Gordon Brown, quien promueve la creación de una nueva red regulatoria mundial, que supervise a las instituciones financieras más importantes del mundo. Los europeos también impulsan un sistema de alarma que advierta sobre burbujas financieras como la que envolvió al mercado inmobiliario de Estados Unidos. La burbuja explotó y creó el desastre que los líderes mundiales tratan ahora de solucionar. La UE quiere asimismo que el G20 se comprometa a adoptar reformas concretas en los próximos 100 días. Los críticos dicen que los controles poco estrictos y el fracaso de las instituciones de regulación en Estados Unidos y el mundo a la hora de detectar los problemas, fueron parte importante del estallido de la crisis financiera. La debacle, que se originó en Estados Unidos a mediados de agosto con el colapso de los créditos inmobiliarios, se extendió rápidamente a otros países, tanto que las 15 naciones europeas que usan el euro como moneda entraron ayer en recesión –un día antes del encuentro del G20– por primera vez desde la creación de la UE.
En la mayoría de los países, los bancos y otras instituciones de crédito sufrieron pérdidas multimillonarias, las ejecuciones hipotecarias se multiplicaron, las empresas suspendieron o echaron a millones de empleados y prácticamente se agotó el crédito, motor esencial del consumo y, por ende, de la economía en su conjunto. De todos modos, Bush ensayó el jueves pasado una cerrada defensa del libre mercado. “Es cierto que esta crisis incluyó fallas de prestamistas y prestatarios, de las compañías financieras, de los gobiernos y los reguladores independientes. Pero la crisis no fue un fracaso del sistema de libre mercado.
Y la respuesta no es tratar de reinventar el sistema”, dijo Bush.
Además de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y los otros países altamente industrializados, la cumbre incluirá a líderes de economías en desarrollo, como Rusia, China, Brasil, India y la Argentina. También participará el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a pedido de Francia. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, expresó su beneplácito por la mezcla de países que participarán del encuentro. “Sería un error de proporciones históricas si los países desarrollados pusieran en vigor políticas, estructuras y normas que minen o excluyan los intereses de los países en desarrollo”, dijo Zoellick.
Estas declaraciones coinciden con la visión del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, quien desde hace semanas insiste en que las naciones emergentes tengan un papel importante a la hora de diseñar las nuevas regulaciones para el mercado.
La presidenta Cristina Fernández, por su parte, promueve “cambios estructurales” en instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, y apoya los pedidos de Brasil de una mayor papel para las economías emergentes en el sistema financiero global. El presidente electo estadounidense, Barack Hussein Obama, no participará del encuentro, pero autorizó a la ex secretaria de Estado Madeleine Albright y al ex representante Jim Leach a representarlos en la cumbre.
Pero Bush termina su mandato el 20 de enero y no puede asumir compromisos firmes en nombre del presidente electo Barack Obama.
“No podemos esperar un milagro de esta cumbre”, estimó el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, en una entrevista con un diario alemán. Será “el comienzo de un proceso que creará un programa finalizado en 100 días”, pronosticó.
La Eurozona entró oficialmente en recesión
La Eurozona confirmó ayer la entrada en recesión de su economía por primera vez en la historia, aumentando así la presión sobre los líderes de 20 potencias industrializadas y emergentes que desde hoy buscarán en Washington dar respuestas a la crisis financiera mundial.
La Eurozona confirmó ayer la entrada en recesión de su economía por primera vez en la historia, aumentando así la presión sobre los líderes de 20 potencias industrializadas y emergentes que desde hoy buscarán en Washington dar respuestas a la crisis financiera mundial.
La Unión Europea anunció en la víspera que los 15 países de la Eurozona (que tienen al euro como moneda común) están en recesión por primera vez desde la creación de este espacio monetario en 1999, con una contracción de 0,2 por ciento en el tercer trimestre tras una desaceleración similar en el trimestre anterior.
La economía de los 27 países de la Unión Europea (UE, entre los que figuran los 15 de la Eurozona) se contrajo un 0,2 por ciento en el tercer trimestre, escapando a la recesión sólo porque el crecimiento del segundo trimestre fue cero y no negativo.
Una recesión se define como dos trimestres consecutivos de contracción del Producto Bruto Interno (PBI).
Por primera vez desde 1993, la economía española tuvo en el tercer trimestre un crecimiento negativo del PIB, del 0,2 por ciento, respecto al trimestre anterior, según cifras oficiales provisionales.
En este clima económico de rápida degradación, la ministra francesa de Economía dijo que era “increíble” que Francia hubiera escapado a la recesión en el tercer trimestre, como mostraron datos oficiales, con un crecimiento de 0,1 por ciento tras una contracción de 0,3 en el segundo trimestre.
Otra señal del duro clima económico llegó de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), que confirmó que se reunirá de emergencia en El Cairo el próximo 29 de noviembre para responder a la vertiginosa caída de los precios, que el jueves último se hundieron a casi 50 dólares el barril, después de haber llegado a casi 150 en julio. Miembros de la Opep como Irán quieren un nuevo recorte de la oferta para frenar el derrumbe de los precios, pese a que esta decisión podría agravar la desaceleración económica y por ende afectar la demanda de crudo.
Con casi toda Europa en recesión y el anuncio de una caída de 14,5 por ciento en las ventas de automóviles europeos en octubre último, la presión sobre los líderes mundiales crecía ayer antes de la cumbre del G20, que discutirá cómo evitar que la crisis financiera se convierta en una larga recesión.
(Fuente:Elciudadano).
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