3 de enero de 2009

LOS SECUESTROS DEL BATALLON 601.

El juez federal Ariel Lijo investiga los secuestros llevados a cabo por el Batallón de Inteligencia 601.
Imagen: Rolando Andrade
Luego de tres décadas de impunidad plena y a menos de dos meses de su detención, el ex agente de Inteligencia Julio Alberto Cirino fue procesado con prisión preventiva por el juez federal Ariel Lijo por su participación en la privación ilegal de la libertad seguida de muerte de cinco militantes de Montoneros en 1980. El agente civil del Ejército que hasta hace dos meses dirigió el área de Relaciones Internacionales de la Fundación PensAR, que integran tres miembros del gabinete de Mauricio Macri y cinco diputados nacionales PRO, continuará detenido en el penal de Marcos Paz junto con Etchecolatz, Von Wernich y Cía.
Hace 29 años, consultado por miembros de la Embajada de los Estados Unidos sobre el centro clandestino Club Atlético, por entonces demolido, Cirino admitió que había existido y confesó “tener conocimiento personal de otros dos centros de detención e interrogación de la Capital Federal”. Durante el diálogo con dos funcionarios de la embajada, que consta en un memorándum desclasificado del Departamento de Estado norteamericano, el joven Jorge Contreras, tal su nombre de cobertura, se explayó sobre sus conocimientos de los engranajes del terrorismo de Estado y anticipó como quien domina el tema que los desaparecidos “no van a aparecer”.
A principios de noviembre, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación le informó al juez Lijo, que investiga al Batallón de Inteligencia 601, que el verborrágico Jorge Contreras era en realidad el “Gordo” Cirino, quien dirigió durante la dictadura el Grupo de Tareas 7 de la Central de Reunión de Información (CRI) del 601.
El magistrado verificó el dato y ordenó la detención, que se concretó el 7 de noviembre, cuando Cirino salía de un gimnasio en la Recoleta. Días después se negó a declarar pero anticipó su esperanza de ser defendido por Alfredo Bisordi, el ex presidente de la Cámara de Casación que tras renunciar blanqueó su militancia. El abogado asumió el patrocinio acompañado por Eduardo Sinforano San Emeterio, ex agente de la SIDE que al comienzo de la dictadura custodiaba al jefe de Automotores Orletti, que integró un grupo de tareas de la Fuerza Aérea y que aún ningún juez investigó.
Dos semanas más tarde, el represor pidió ampliar su indagatoria, aunque no aportó ningún dato verosímil. Admitió que el diálogo en la embajada existió y aseguró que fue sólo a transmitir un libreto armado por sus superiores, cuyo contenido desconocía.
La transcripción del diálogo desmentía esa información. A la primera pregunta aclaró que “todo lo que diga debe entenderse como basado en mi propia experiencia, limitada a mi organización y a mi sensibilidad”, y más de una vez advirtió “es mi opinión personal”. Ante Lijo también aseguró que no había pisado ningún centro de detención, lo contrario de lo que había dicho en 1980. Agregó que su trabajo en el 601 se limitaba al “análisis de información”, tarea que durante la dictadura significaba en el mejor de los casos procesar informes elaborados con datos arrancados en mesas de torturas y, en el peor, formular preguntas sin intermediarios, hipótesis que se condice con quien se ufanó de visitar centros clandestinos.
Lijo procesó a Cirino por los casos que mejor conoce: los secuestros de Julio César Genoud, Verónica María Cabilla, Angel Carbajal, Lía Mariana Ercilia Guangiroli y Ricardo Marcos Zuker. Los cinco fueron apresados entre el 21 y el 29 de febrero de 1980 y eran parte del grupo de exiliados que decidió regresar al país como parte de la llamada operación de Contraofensiva organizada por Montoneros.
En diciembre de 2007 el magistrado condenó por sus secuestros a penas de entre 20 y 25 años de prisión al general Cristino Nicolaides, a los coroneles Waldo Carmen Roldán, Pascual Guerrieri, Carlos Gustavo Fontana, Jorge Luis Arias Duval, Juan Carlos Gualco y Santiago Manuel Hoya (murió tres días después), y al policía Julio Simón, alias Turco Julián.
(Fuente:Pagina12-Diego Martínez).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este Hombre este, ser condenado, lleno de avaricia, intolerancia, con las manos manchadas por la sangre de nuestros compañeros, es el Coronel de Inteligencia FERNANDO TORRES, jubilado del Ejército Argentino, fue la mano que sepulto tantos y tanto ideales de la juventud argentina, el que cegó después de torturar a tantos hermanos, este “destructor de vidas” realizó su inmunda tarea en el Regimiento 19 de Infantería, participó en operaciones de inteligencia, que sembraron de muerte millares de familias argentinas , durante el destructor Operativo Independencia ya que estuvo trabajando en Inteligencia de Comando de Brigada de Tucumán. Allí se creyó Dios jugando y decidiendo sobre la vida o muerte de las personas, enriqueciéndose con los bienes robados a detenidos y quedándose con las propiedades de los compañeros desaparecidos por su mano, cuando se le acabó la fiesta y vio que un pueblo no olvida a sus héroes, quemó los archivos del Operativo Independencia que estaban en esta unidad militar, no dejó rastros de las ordenes, listas de detenidos, ni nombres de oficiales participantes, ni los que integraron la Brigada esa en Tucumán durante el terrorismo de estado, esto lo convierte en principal arma del esa doctrina del terror perpetrada por caníbales urbanos , asesinos de ideas. El fue el encargado de armar los montajes para despistar nuestros esfuerzos por encontrar la verdad en la causa en la cual se investigan los hechos acaecidos en el CENTRO CLANDESTINO DE DETENCION EX ARCENAL MIGUEL DE AZCUENAGA. Diseñó y supervisó personalmente la construcción de un crematorio, en uno de los polvorines, para quemar los cuerpos de nuestros compañeros así como también papeles implicantes, hizo lo mismo en el Destacamento de Inteligencia Tucumán donde disfrazo la obra como una parrilla para comer asados. Este nazi recalcitrante destruyó todo tipo de huellas en el Poso de Vargas. Aun hoy orgulloso cuenta estas anécdotas a sus camaradas, entre risas de impunidad.
Por su “buen trabajo y disposición“ le dieron el cargo de jefe de temido Batallón de Inteligencia 601, con este tuvo activa participación en la destrucción de todo tipo de rastro en el Poso de Arana, del caso del soldado Carrasco, Automotores Orletti, Centro Clandestino de Detencion Campo de Mayo y nuevamente de la quema de todo documento comprometedor para el ejército represor, por lo cual está procesado en la causa del primer cuerpo de Ejército que elevó a juicio el Doctor Rafecas.
Este genocida vive tranquilamente en la calle Santa Fe 215 de San Miguel de Tucumán. Consciente de sus viles actos, preso de pavor porque lo reconozcan, se empeña en tener comportamientos erráticos, se cubre la cara con una gorrita con visera, suele concurrir a una casa que se encuentra en la localidad Banda de Tafi del Valle con dos amigos íntimos, compañeros de retreta en los 70, ellos torturaron, asesinaron y robaron pertenecías a nuestros jóvenes, que luchaban por una nación más justa, por la libertad y sus ideales. Estos tres energúmenos juntos con Luis De Candido (procesado, con arresto domiciliario, causa López) por apropiarse de la casa de un compañero nuestro, robaban las pertenencias de los que chupaban, así crearon un imperio. Por el lado de Torres una Playa de estacionamiento, en pleno centro tucumano, una casa en La banda del Rio Salí, a las afueras de la capital, y tierras en Córdoba, además de cuentas en Suiza y el paraíso Uruguayo.

Fueron ellos los ejecutores de los Bussis y los Menendez, ellos segaron a Dante Edgardo Campopiano, persona ejemplar, a Francisco Molina, un hijo adorado y a tantos y tantos luchadores de la libertad que ofrendaron sus vidas por los que menos tenían. Torres trabajó en el gobierno de Bussi, el de la dictadura y ese en el que lo eligieron. Pero te olvidas Torres que este país SI TIENE MEMORIA, no la pudiste destruir, la justicia tarda pero es inexorable y hoy toca tu puerta, la de la calle Santa Fe 215, muéstrale tus manos empapadas de sangre inocente!