16 de marzo de 2009

ENTREVISTA A LAURA COSIDOY.

Por José Maggi

"Yo no tenía nada para pensar que Galtieri era capaz de ordenar la muerte de ninguna persona. Es difícil de explicar".
Laura Inés Cosidoy es camarista federal con más de 30 años de trabajo en ese fuero. Es conocida por el rol que adoptó en los últimos años enfrentando al narcotráfico.
Pero por estos días tuvo que tomar una decisión crucial al tener que sentarse en uno de los tres sillones de quienes enjuiciarán a los responsables del Terrorismo de Estado: Cosidoy pidió dar un paso al costado, por haber sido defensora oficial durante la dictadura.
Su excusación ya lleva meses y demora los juicios, y fue rechazada finalmente por la Corte en los últimos días.
Deberá sentarse entonces para ser recusada, como asegura, por ambas partes: Víctimas y querellantes.
En esta, la primera entrevista a fondo a la que accede, Cosidoy deja conceptos más que inquietantes: Asegura que el general Leopoldo Fortunato Galtieri le salvó la vida, que no podría juzgarlo por el afecto que siente por él, y que hay luchadores por los derechos humanos que "ponían bombas durante el Proceso" y que este año no se va a poder juzgar la causa de Pascual Guerrieri (Quinta Funes), el primero de los juicios que debe llevarse adelante en Rosario. Finalmente, aceptó hablar también sobre las sospechas de que sus dos hijos adoptivos puedan ser hijos de desaparecidos durante la dictadura.
-¿Se harán los juicios por delitos de lesa humanidad en Rosario?
-Lo veo complicado, porque son muchos mecanismos que se usan para demorarlos. Hoy no hay lugar físico donde hacer el juicio y problemas para conformar los tribunales.
-¿Qué piensa de los cómplices civiles que tuvo la dictadura en Rosario, muchos de los cuales aparecen reciclados en democracia, gente que como usted se reunía con Galtieri a pedirle cosas?
-Los puede haber querido señor, y pienso que reciclados hay de las dos partes. Si hay civiles que pueden haber sido cómplices, o no haber querido ver, que le han pedido a Galtieri; también creo que puede haber gente en este momento que esté luchando por los derechos humanos o que esté ocupando cargos públicos, y que se pueda dar el lujo de decir que puso bombas.
-¿Por qué se excusó en los juicios por Terrorismo de Estado?
-En los escritos que presenté cuento las cosas que he vivido como defensora oficial federal. Eso solo vale para que me recusen, y para que entiendan que emocionalmente es muy difícil generar en las partes esa seguridad de imparcialidad que las partes tienen que tener.
-Usted está segura de que la van a recusar de ambas partes, ¿qué es lo que va hacer?
-Aceptar esa recusación, y apartarme.
-¿Quién tendrá que decidir sobre esa recusación?
-Se tendrá que conforma otro tribunal nuevamente y empezar de nuevo el camino.
-Con esa dinámica, ¿cuánto podría demorar para empezar el primer juicio por Terrorismo de Estado en Rosario?
-No sé si se va a hacer Guerrieri, ni sé cuándo se pueda hacer.
-¿No iba a ser este año?
-Viéndolo de afuera, le digo que no. Después hay otra causa (Jordana Testoni), que tiene muchos de los mismos encartados. Creo que la división por centros clandestinos produce demoras.
-De los procesados en la causa Guerrieri, ¿quién podría recusarla y por qué?
-De los procesados el que he visto es el más famoso, es el que habla en los medios, y su defensores renuncian. Hágame acordar de los imputados en Guerrieri por favor...
-¿Costanzo?
-Sí, vio que era muy fácil. A Costanzo lo he visto, y lo he visto también acá en el Tribunal, de hecho me llamó una vez por teléfono a mi casa, para preguntarme algo del expediente, y le dije que no tenía la menor idea, porque no intervenía en ese expediente. Y él dijo a los medios que era mi amigo, lo que ya serviría para que me recusaran los del otro lado. A los otros incluidos en la causa Guerrieri, no los vi, sólo a Costanzo, pero a lo mejor usted me para frente a Guerrieri, o de Pagano o de los otros, y le puedo decir ahora 'si a este lo he visto', lo conozco, de vista, pero en este momento no asocio caras con nombres. De los querellantes, ha sido la testigo Adriana Arce con quien más he tenido relación, que es muy estrecha, y hubo un feeling muy especial, y me vino a ver cuando empezaron los reconocimientos de lugares de detención. También Rafael Bielsa me conoce, y les contó a los medios que yo le salvé la vida. Con ellos dos nomás me recusarían.
-¿Cómo tomó el reconocimiento público que hizo Rafael Bielsa por haberle salvado la vida?
-En realidad no lo entendí, porque nunca hubo una charla privada entre él y yo, después de que se fue de Rosario hablando de eso. Me pregunto por qué la necesidad de decirlo públicamente en ese momento de su candidatura. Lo hizo público en ese momento cuando yo nunca había hablado de eso, porque entendí que por código era algo muy íntimo y particular de Rafael. Yo estoy hablando en este momento de esto y me veo en el Hotel Europeo donde vivía, lo veo a él sentado en el borde de mi cama, escucho sus palabras, y el terror de llevarlo al Comando, a su familia que decía que no lo hiciera, y yo que me jugaba que él era inocente, por eso yo iba a pelear y entraba y salía con él. No entendí, después de tantos año enterarme por los medios también que él dijo que puso bombas y que estuvo en hechos resaltados cometidos por los Montoneros. Esa no es la misma versión que tuve cuando lo llevé al Comando a presentarse.
-¿En qué fecha fue en este hecho?
-En 1977.
-Una de las interpretaciones que se hicieron cuando Bielsa reconoció su ayuda, es que si alguien podía salvar la vida de otro en una dictadura era porque del otro lado había alguien que escuchaba a esa persona. ¿Quien escuchaba sus pedidos del otro lado?
-Galtieri. Les guste o no les guste.
-¿Usted tenía diálogo con el general Leopoldo Fortunato Galtieri?
-Sí, creo además que le debo la vida a Galtieri, porque para el resto de los que eran las fuerzas de operaciones que integraban militares y policías, mi cabeza no valía dos pesos. Se han inventado muchísimas historias en relación a Galtieri y a mí, pero también se inventaron con jefes de policía y con ministros. Realmente no me importa, porque sé el respeto que yo tuve y la conducta mía, así que en ese sentido estoy absolutamente tranquila, y no tengo ningún derecho a negar que era escuchada al punto de que me salvó la vida.
-¿Cuándo le salvó la vida Galtieri?
-Cuando hubo un episodio raro, de movimiento de personas, que se llegó a saber, porque yo sabía cosas que mis defendidos me habían contado. Mi cabeza no valía nada.
-¿La quisieron matar?
-Sí, me quisieron matar. Fue antes el Mundial'78. En ese momento no supe, recién ahora estoy poniéndole cara a los relatos. Entonces eran apodos: El Chino, el Potro, el Burro.
-¿Fue el propio Galteri quien se lo comunicó?
-Sí, me llamó por teléfono una tarde para que fuera al Comando que quedaba en Córdoba y Moreno, y me estaba esperando en el escritorio. Por lo general nos sentábamos en los sillones, y creo que en ese momento él suponía que yo estaba más alertada del tema, que conocía algo, e intentó darme tranquilidad, pero finalmente me tuvo que contar lo que pasaba porque lo ignoraba totalmente.
-¿Qué hubiese pasado si le hubiese tocado juzgar a un hombre como Galtieri?. ¿Qué piensa de lo que hizo Galtieri en este país?
-Yo soy muy arbitraria en ese sentido, y cuando están involucrados mis sentimientos no puedo juzgar. Te quiero o no te quiero, y no te juzgo. No puedo juzgar la conducta de Galtieri.
-¿Qué piensa acerca de lo ocurrido durante la dictadura, en todo caso del resultado de las órdenes que dio Galtieri?
-De Galtieri y de los demás, estamos hablando del Proceso. Fue de terror, realmente de masacre, y ojo que hablo de época de terror, porque tengo en cuenta bombas de los dos lados. Pero en este caso estamos hablando de represión del Estado. La mía es una generación que pasó por muchas cosas, desde Isabelita con Lopez Rega y la Triple A, empezaron a salir facciones de todo tipo. Incluso en la época que estuve en la Corte, no sabíamos de dónde podían venir los balazos, y se desató una guerra donde realmente a partir de ahí era la fuerza del estado, impartiendo terror.
-Usted dice que para quienes reprimían era "la terro", pero hubo dos detenidas que la objetaron públicamente Liliana Gomez y Marta Bertolino en Rosario/12 el 27 de marzo de 2005, argumentando que la información que ellas le brindaban como su defensora, terminaba en manos del propio Ejército. Es más apuntaron que usted llegó más de una vez al penal de Devoto con el mayor Soria, el responsable de los detenidos en el ámbito del Segundo Cuerpo de Ejército.
-Yo no me tengo que defender, sino contarle cómo fueron las cosas. Y desmiento que Soria me llevara a la cárcel, eso no es cierto, tal vez en alguna oportunidad me pudo haber facilitado la entrada a Devoto, que algunas veces se me hacía muy complicado. Yo era defensora oficial federal, pero el Servicio Penitenciario me ponía trabas: más de una vez estuve en el subsuelo de Devoto inundado en un locutorio, con mis defendidas. Y hasta en ese lugar a escondidas podía fumarme un cigarrillo con ellas y a veces hasta podía contrabandear un pedacito de torta que les mandaban sus familias. En verdad tuve problemas con defendidas mías, al llevarles el mensaje de sus familias para que firmaran algo dentro de la cárcel, para sacarlas del grupo 1 al grupo 3, porque asi lograban dejar de estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Era un nexo con esas familias. Hubo quienes aceptaron y firmaron un reconocimiento y pasaron al grupo 3, y pasaron a estar más libres en sus movimientos, no recuerdo bien, y otras que tuvieron enfrentamientos conmigo diciéndome que le transmitiera a la familia que no iban a hacerlo. Esto pudo haber sido un punto de conflicto, pero que yo confiara lo que hablaba con mis defendidas, si alguna vez lo hice, y si de alguna cosa me sirvió esa relación que pueda ser punto de crítica, fue en favor de mis defendidas siempre. Nunca jamás en contra.
-¿Alguna vez intentó que alguna de sus defendidas se declarara culpable para lograr alguna mejora en la detención o su libertad?
-En lo que dependía de un expediente judicial jamás pedí que alguien se declarara culpable. Lo que sí transmití en algunos casos, y a pedido de la familia, que firmara ese papel para pasar de un grupo al otro.
-¿Ese pase de grupo que significaba?
-Tener más tiempo de visita y otras condiciones de vida, por ahi pasaba.
-¿Cómo se lograba ese beneficio?
-No se necesitaba información de esa gente. Pero era admitir cosas, o renunciar a algo, para decirlo de alguna manera por ejemplo decir "no me gusta o no soy más montonero" una cosa así.
-¿Alguna vez pudo utilizar ese contacto que tenía con el general Galtieri para salvar alguna vida, tal como le reconoció Bielsa?
-Lo hice para saber si alguien estaba vivo o donde estaba determinada persona, pero nunca sentí que pudiera hacer algo para salvar una vida, o evitar algo. No estaba dentro de mi esfera, ni tenía acceso ni posibilidad de hacerlo. A Bielsa lo que hice es defender su inocencia para que no le abran una causa por la ley antisubersiva porque en su agenda había nombres que lo comprometían a quienes les prestaba su despartamento, nada más. Nunca pensé que le estaba salvando la vida. Pero mucho más profundo que eso: como le puedo decir a alguien ' no matés a fulano, si yo a ese alguien no lo creía capaz de matar'.
-¿Usted no creía que Galtieri era capaz de ordenar la muerte de alguien?
-No creía, así como lo estoy mirando a usted, se lo digo.
-¿Qué le llevaba a pensar eso?
-(Se le llenan los ojos de lágrimas). El no tener nada para pensar que era capaz de hacer una cosa así. No lo sé, es una de las cosas que es difícil de explicar, tan difícil como explicarle a la gente porqué no puedo juzgar a alguien que quiero. Si soy amigo de alguien del que dicen que es una basura y yo por algo le tengo algún afecto, bueno tengo afecto y punto, no puedo juzgarlo.
-Entre las cosas que se apuntaron hacia usted trascendió que la agrupación HIJOS estaba interesada en saber el origen de dos de sus hijos adoptados durante la dictadura. ¿Qué tiene para decir?
-Cuando estos jóvenes me preguntaron, les remití al descargo que hice ante la Conadep, a quienes les conteste con todos los papeles. Tengo dos hijos adoptados y un tercero que es hijo propio. El mayor tiene 32, la del medio 28 y el menor tiene 22 años.
-¿Cómo hizo esas adopciones?
-A Alejandro el mayor lo fui a buscar a Casa Cuna de Resistencia, Chaco, tenía entonces tres años y medio. Mi madre había sido la directora de Minoridad y Familia de Chaco de donde somos, y tenía mucha relación con los jueces, y las defensoras oficiales. Alejandro había sido abandonado por su papá y de su madre no recibía mucha atención. Como no había terminado la causa por pérdida de la patria potestad no sabía si me iban a dar la guarda. Asi me dijeron que en el hospital Perrando, estaba en una incubadora una nena, cuya mamá había cedido la patria potestad estando embarazada así que la defensoría siguió todo su embarazo. Y cuando nació desapareció su progenitora, pero tengo nombre apellidos y está ubicable. Maria Eugenia nació el 7 de juio de 1980, y me la entregaron el 12 de agosto. Días después me entregaron a Alejandro. -¿Usted está segura que sus hijos adoptivos no tiene padres desaparecidos por la dictadura?
-Totalmente y quédese tranquilo que lo investigó la Conadep con los expedientes de adopción.
-¿Siente culpa por no haber hecho algo durante la dictadura?
-Siempre puse lo mejor de mi, no siento culpa. Siento que me ocupé muy poco de mi misma. Es más creo que tengo una misión y que la he cumplido, y es lo que hice hasta ahora.
-¿Cómo le gustaría que la recuerden?
-Como la mujer que cumplió. Ingresé en el 76 en la justicia y juré por los Estatutos (del Proceso de Reorganización), pero en 1985 me confirmaron en mi cargo, y juré entonces por la Constitución Nacional.
Y vivo convencida de lo que digo y hago, porque si alguien tuviera algo para extorsionarme, para callarme ya lo hubieran hecho. Por eso creo que no existe nada de eso y por eso puedo seguir adelante.
(Fuente:Rdendh-Rosario12).

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