17 de marzo de 2009

IRIS AVELLANEDA REVIVIO SU DETENCION JUNTO A SU CAPTOR.

Por Adriana Meyer
La semana pasada Iris Avellaneda volvió a recorrer el sitio donde vivió todo el horror de la tortura.
En el marco de las medidas previas al juicio oral por su secuestro y el asesinato de su hijo Floreal, de 15 años, visitó la comisaría de Villa Martelli, adonde había sido llevada luego de su detención, en abril de 1976.
Podría haber sido un trámite judicial más salvo porque la mujer tuvo que hacer la recorrida junto al represor que ordenó su tormento, que había pedido participar del procedimiento.
Además, cuando señaló la celda en la que había estado encerrada, querellantes y funcionarios judiciales vieron que había doce menores detenidos, por lo que su abogado, Jorge Brioso, presentó una denuncia por hacinamiento y condiciones inhumanas de detención.
Alberto Angel Aneto revistaba en la comisaría de Villa Martelli y le faltaba poco para convertirse en su jefe.
Era el que mandaba a torturar, fue como encontrarse como un mafioso, fue terrible volver a tenerlo al lado, encima le sacaron las esposas y se movía para todos lados como una mosca, sentí bronca e impotencia, no podés escupirlo, por respeto al juicio, le hubiera dado una buena trompada... pero estaba la hija”, dice Iris Avellaneda sobre el momento que vivió.
Si bien el imputado tiene derecho a participar de un procedimiento la presencia de Aneto causó sorpresa. “Aunque estaba encapuchada pude reconocer la escalera por donde me tiraron, el baño donde me tuvieron atada, hicieron reformas pero lo reconocí. En ese baño me torturaron”, cuenta.
Como el lugar fue modificado, el represor trató de mostrarse útil para reconstruir cómo estaba hace más de treinta años.
A juzgar por la mirada de su víctima, Aneto, detenido en la cárcel de Marcos Paz a la espera del juicio, “está bien mantenido, con buena ropa”.
El represor tuvo un altercado con la secretaria del tribunal oral de San Martín cuando su abogada le planteó que “siempre hacen diferencia”.
Al policía le molestó que el hijo de Avellaneda estuviera sacando fotos.
La funcionaria le respondió que la diferencia la hacían ellos, porque no habían pedido permiso para sacar sus propias fotos.
Cuando llegaron al calabozo, Aneto no quiso entrar. “Me hizo acordar al ’76, sigue siendo una pocilga, les cae agua por todos los lados, y ahí había 12 pibes jóvenes, fue la tristeza más grande ver eso. Así no se recuperan”, se lamentó Avellaneda.
(Fuente:Rdendh-Pagina12).

No hay comentarios: