"Si doblamos la ley, vamos a generar venganza y yo no quiero venganza, yo quiero justicia"
La defensa ejercida ayer por Hernán Vidal, en favor de Víctor David Becerra y Carlos Estaban Pla fue, por momentos, irritante para los familiares de las víctimas, víctimas también -aunque él se niegue a reconocerlos como tal- de las atrocidades que estuvieron a cargo de los personeros locales de la dictadura militar.
"Si doblamos la ley, vamos a generar venganza y yo no quiero venganza, yo quiero justicia", dijo el abogado que pidió para sus pupilos "que se dicte sentencia y se absuelva libremente a mis defendidos Víctor David Becerra y Carlos Esteban Pla por los hechos que se le imputaron y fueron traídos a este juicio oral y público".
Pero, más allá de no reconocerlas e intentar destruir una a una las pruebas que se presentaron en las audiencias a través de nulidades y tecnicismos, Vidal también solicitó que "sin perjuicio de ello y en razón de lo normado en la ley 24.660 en los artículos 158 y 168 y los artículos 1,6, 7, 72 y 75 del decreto 303/1996 es que para el caso de condena y subsidiariamente solicito que se lo traslade a la unidad del servicio penitenciario sita en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires o en su defecto al penal de Marcos Paz, a fin de resguardar los derechos que le acuerdan las normas tendientes a facilitar y a estimular las relaciones con sus lazos familiares".
"Para el caso de Becerra, solicito, en razón de su estado de salud, que mantenga la prisión domiciliaria, porque llevarlo a un instituto carcelario, sería seguir sometiéndolo a un acto cruel e inhumano.
La defensa ejercida ayer por Hernán Vidal, en favor de Víctor David Becerra y Carlos Estaban Pla fue, por momentos, irritante para los familiares de las víctimas, víctimas también -aunque él se niegue a reconocerlos como tal- de las atrocidades que estuvieron a cargo de los personeros locales de la dictadura militar.
"Si doblamos la ley, vamos a generar venganza y yo no quiero venganza, yo quiero justicia", dijo el abogado que pidió para sus pupilos "que se dicte sentencia y se absuelva libremente a mis defendidos Víctor David Becerra y Carlos Esteban Pla por los hechos que se le imputaron y fueron traídos a este juicio oral y público".
Pero, más allá de no reconocerlas e intentar destruir una a una las pruebas que se presentaron en las audiencias a través de nulidades y tecnicismos, Vidal también solicitó que "sin perjuicio de ello y en razón de lo normado en la ley 24.660 en los artículos 158 y 168 y los artículos 1,6, 7, 72 y 75 del decreto 303/1996 es que para el caso de condena y subsidiariamente solicito que se lo traslade a la unidad del servicio penitenciario sita en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires o en su defecto al penal de Marcos Paz, a fin de resguardar los derechos que le acuerdan las normas tendientes a facilitar y a estimular las relaciones con sus lazos familiares".
"Para el caso de Becerra, solicito, en razón de su estado de salud, que mantenga la prisión domiciliaria, porque llevarlo a un instituto carcelario, sería seguir sometiéndolo a un acto cruel e inhumano.
Hizo reserva de casación y de caso federal previsto en los artículos 14 y 15 de la ley 48, como así también de recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos".
Pidió, que se consideraran nulos los testimonios de Juan Vergés, Mirta Rosales, Gladys Orellano, Catalina Garraza, Anibal Oliveras, Julio Lucero Belgrano, Jorge Salinas por ser "denunciantes, víctimas y testigos en otras causas en pleno trámite" y además, según su punto de vista, "no fueron propuestos en la etapa procesal oportuna".
También fustigó la incorporación del testimonio de Samper, que según Vidal fue "una celada preparada por la querella, que fue refrendada por el Tribunal" que "lo desembarcó a decir cosas que nos pararon los pelos de punta".
Casualmente Samper fue quien dijo que el actual camarista federal Carlos Martín Pereyra González le había contado que había presenciado la tortura de Graciela Fiochetti de manos de la Policía de la Provincia, en el edificio contiguo al que él trabajaba. Oliveras y Vergés también comprometieron al ahora "juez de la Nación", ya que en su testimonio señalaron que no había hecho como secretario lo que le correspondía cuando fueron torturados.
Mirta Rosales reconoció la bicicleta de Santana Alcaraz en la oficina de la Jefatura de Policía, cuando ya "Sandro" lo habían secuestrado de la Universidad. Catalina Garraza era la novia de Pedro Ledesma cuando lo secuestraron y también aportó algunos detalles en la causa.
No fueron casuales los pedidos de nulidad de esos testimonios. No eligió los testimonios a todas luces mendaces de los policías que esquivaron el bulto para no decir lo que habían hecho en aquella época, tan preocupado que se lo vio a Vidal por conocer "la verdad histórica" en este juicio.
Consideró que todavía no estaban probados los tormentos sufridos por Víctor Fernández, que eso debía corresponder cuando un tribunal lo determinara con sentencia firme, alejando la posibilidad de que la tortura hubiese comenzado en el mismo momento en que fue golpeado su cuerpo o cuando era sumergido en tambores de agua en un sufrimiento indecible que también relataron otros testigos.
Para el defensor, tampoco los familiares son víctimas, ya que no estuvieron sujetos a los tormentos materiales que se relataron en las audiencias, como si fuese poco haber perdido a un hijo y las esa materialización del tormento no se vivenciaria dia a día durante estos 32 años.
Vidal pretendía cuestionar el tratamiento de víctimas que les dio el tribunal cuando no permitió un careo con Carlos Pla, para, justamente, no someter a las víctimas a un nuevo tormento de enfrentarse cara a cara con sus torturadores.
Pero si el defensor consideró que Víctor Becerra había sido víctima, por permanecer en un proceso para el cual su salud no lo permitía. Por eso pidió compulsa para los médicos Jorge Giboín y Ricardo Torres, que autorizaron su permanencia en una de las audiencias.
También hizo lo propio con Segundo Valentín Ledesma y Víctor Fernández, para quienes pidió que se abrirera una instancia investigativa por sus dichos durante el juicio.
Con la impotencia en los rostros y los ojos brillantes por las lágrimas de volver a revivir este nuevo pedido de impunidad, la mayoría de los familiares siguieron atentamente desde la sala del entrepiso, las instancias de los alegatos de la defensa.
Hoy continúa la participación de los defensores y de finalizar, podría conocerse en esta jornada el veredicto.
Pidió, que se consideraran nulos los testimonios de Juan Vergés, Mirta Rosales, Gladys Orellano, Catalina Garraza, Anibal Oliveras, Julio Lucero Belgrano, Jorge Salinas por ser "denunciantes, víctimas y testigos en otras causas en pleno trámite" y además, según su punto de vista, "no fueron propuestos en la etapa procesal oportuna".
También fustigó la incorporación del testimonio de Samper, que según Vidal fue "una celada preparada por la querella, que fue refrendada por el Tribunal" que "lo desembarcó a decir cosas que nos pararon los pelos de punta".
Casualmente Samper fue quien dijo que el actual camarista federal Carlos Martín Pereyra González le había contado que había presenciado la tortura de Graciela Fiochetti de manos de la Policía de la Provincia, en el edificio contiguo al que él trabajaba. Oliveras y Vergés también comprometieron al ahora "juez de la Nación", ya que en su testimonio señalaron que no había hecho como secretario lo que le correspondía cuando fueron torturados.
Mirta Rosales reconoció la bicicleta de Santana Alcaraz en la oficina de la Jefatura de Policía, cuando ya "Sandro" lo habían secuestrado de la Universidad. Catalina Garraza era la novia de Pedro Ledesma cuando lo secuestraron y también aportó algunos detalles en la causa.
No fueron casuales los pedidos de nulidad de esos testimonios. No eligió los testimonios a todas luces mendaces de los policías que esquivaron el bulto para no decir lo que habían hecho en aquella época, tan preocupado que se lo vio a Vidal por conocer "la verdad histórica" en este juicio.
Consideró que todavía no estaban probados los tormentos sufridos por Víctor Fernández, que eso debía corresponder cuando un tribunal lo determinara con sentencia firme, alejando la posibilidad de que la tortura hubiese comenzado en el mismo momento en que fue golpeado su cuerpo o cuando era sumergido en tambores de agua en un sufrimiento indecible que también relataron otros testigos.
Para el defensor, tampoco los familiares son víctimas, ya que no estuvieron sujetos a los tormentos materiales que se relataron en las audiencias, como si fuese poco haber perdido a un hijo y las esa materialización del tormento no se vivenciaria dia a día durante estos 32 años.
Vidal pretendía cuestionar el tratamiento de víctimas que les dio el tribunal cuando no permitió un careo con Carlos Pla, para, justamente, no someter a las víctimas a un nuevo tormento de enfrentarse cara a cara con sus torturadores.
Pero si el defensor consideró que Víctor Becerra había sido víctima, por permanecer en un proceso para el cual su salud no lo permitía. Por eso pidió compulsa para los médicos Jorge Giboín y Ricardo Torres, que autorizaron su permanencia en una de las audiencias.
También hizo lo propio con Segundo Valentín Ledesma y Víctor Fernández, para quienes pidió que se abrirera una instancia investigativa por sus dichos durante el juicio.
Con la impotencia en los rostros y los ojos brillantes por las lágrimas de volver a revivir este nuevo pedido de impunidad, la mayoría de los familiares siguieron atentamente desde la sala del entrepiso, las instancias de los alegatos de la defensa.
Hoy continúa la participación de los defensores y de finalizar, podría conocerse en esta jornada el veredicto.
(Fuente:Rdendh-Informe:Gustavo Senn).
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