Testigo en el juicio a su apropiador
La vivisección de Alejandro.
El pasado 27 de febrero tuvo lugar en Buenos Aires la segunda audiencia del juicio contra Víctor Enrique Rei, comandante mayor de gendarmería argentina durante la dictadura en ese país.
Ese día declaró como testigo de la defensa el joven Alejandro, hijo de desaparecidos y apropiado por Rei desde su nacimiento en 1977.
Como un guión moderno del viejo Sófocles, las terribles escenas de ese día actualizaron crímenes cometidos hace treinta años.
Ivonne TríasVíctor Rei está acusado de varios delitos cometidos durante la dictadura argentina (1976-1983), entre los que figura la apropiación indebida del hijo de Liliana Clelia Fontana y de Pedro Sandoval, ambos secuestrados en julio de 1977 y desaparecidos desde entonces.
El niño, inscripto mediante partidas falsas con el nombre Alejandro Adrián, lleva los apellidos de la pareja apropiadora: Rei Arteach.
Su verdadera identidad fue revelada por estudios de adn realizados en objetos de su propiedad, ya que el joven se negó a las pruebas directas.
Víctor Rei asumió en su juicio una posición de defensa ideológica, atacando diversos aspectos del proceso penal: criticó al Poder Judicial, al gobierno; reivindicó su actuación en los lugares donde la represión fue más brutal (Tucumán, Formosa y Buenos Aires) y dijo que los militares y demás fuerzas del orden eran víctimas de un atropello.
fue más allá: dijo que ni en la Rusia de Stalin se juzgaría a alguien por haberse hecho cargo, hace más de treinta años, de un "niño huérfano". (En declaraciones anteriores Rei había sostenido que Alejandro era su hijo biológico.)
"Si se procesara a todos los oficiales que trajeron huérfanos de Corea, Irán e Irak deberían triplicar las cárceles norteamericanas", dijo.
*Sin embargo, no es la brutalidad de la argumentación de Rei lo que dio a esa audiencia un viso trágico, sino la intervención de dicho "niño huérfano",nacido de Sandoval y Fontana, hoy adulto y llamado Alejandro Rei Arteach.
A pedido de la defensa de Víctor Rei, Alejandro brindó testimonio. Hablóante familiares, amigos y otros hijos de desaparecidos a los que él conoce.Dijo que quería a su "papá" Rei y a su "mamá" Arteach, las personas que locriaron y le dieron instrucción, alimento, salud y cariño.
Cuestionó larealización de los exámenes de adn y toda la investigación para determinarsu origen, señalando que lo habían "victimizado".
Su testimonio fueentrecortado, angustiado y lleno de contradicciones.
Al terminar, dijo quesolo quería paz y anduvo el camino hacia la salida como Sísifo hacia elcalvario.
Víctor Rei le tendió la mano y se abrazaron.
Entonces el acusado ysu abogado defensor, Alejandro Macedo, encararon triunfantes a quienespresenciaban el juicio: "Aplaudan ahora, hijos de puta!", gritó Mancebo.
Hubo gritos en la sala, desalojo y cuarto intermedio.
Pero la salida encámara lenta de Alejandro no había terminado porque tras el abrazo con suapropiador se encontró con su abuela -madre de su madre desaparecida-, y sefundió en un abrazo con ella.
La familia de su padre desaparecido lemanifestó comprensión y los jóvenes optaron por acompañarlo a tomar algo.
Todos lloraban.
Todos parecían comprender que Alejandro era una víctima.
LOS LIMITES DE LA COMPRENSION.
Hay veces en que la identidad, divino tesoro,se va para no volver.
Otras veces vuelve dubitativa, rota.
Por haberlo experimentado en carne propia, estos jóvenes establecen sus vínculos conmenos juicios categóricos y con una solidaridad flexible, respetuosa de lostiempos de cada uno.
No todos tienen ganas de hablar de "esas cosas", perosí de estar juntos: lo que importa es el marco de pares.
Natalia y Joaquín Fontana son primos de Alejandro. D
ice Natalia que tras esajornada demoledora del viernes 27 estuvieron "maquinando" todo el fin desemana, hasta pergeñar una larga carta que lleva por título Trago amargo yestá firmada por Natalia Joaquín, Mario Santucho "y todos los que sientanmás o menos lo mismo y tengan ganas de acompañar...
"En ella se preguntan si podrán sacarse de la cabeza la imagen de ese abrazoentre Rei y Alejandro, "como una señal para todos los que estábamos allí deque el hijo finalmente accedía a sacrificarse ante su supuesto padre, que serevelaba más siniestro y cobarde de lo que podríamos imaginar".
Saben que va a ser muy costoso olvidar ese instante que simboliza tan bien el objetivo de"dar vuelta como una media los valores de quienes eligen rebelarse ytransgredir".
En esta carta los jóvenes analizan el discurso de Rei, su exigua conquistaal lograr el testimonio favorable de Alejandro pero también "algo distinto,un frágil y emotivo gesto que no pudo ser subsumido en el espectáculo cínicoque protagonizaron el padre extorsionador y el hijo sumiso y doblegado": el de la abuela de Alejandro, Chela, con su pañuelo blanco y su reclamo, con ladefensa orgullosa de su hija desaparecida
"Si no ha sido nada fácil escribir hasta aquí lo que sentimos, lo que restapor decir tal vez ni siquiera pueda ser esbozado.
Habrá que hacer a un lado entonces el acento indignado y las calificaciones tajantes, para ingresarcon el máximo de los cuidados a un terreno lleno de ambigüedades ysuposiciones.
Si lo hacemos es porque necesitamos elaborar con nuestropropio lenguaje algo que ni la sentencia judicial ni la crónica periodísticapodrán reseñar."No es el gendarme y su abogado sino el estado al que se vio reducido
Alejandro durante su declaración lo que los lleva a formularse tantos incómodos interrogantes."¿Qué excusas lo obligan a renegar de cuestiones tan esenciales para lapropia personalidad, como aquellas que se refieren a su origen (y nosimplemente a su procedencia)?¿Cómo interpretar la sentida y espectacular reposición de una figurapaternal que hace décadas ha entrado en desuso, por suerte y de manerairreversible, según la cual el hijo no puede cuestionar en lo más mínimo laautoridad del padre? (.)
¿Qué extraño poder es el de esa trama siniestra que se sostiene todavía,apoyada en la mentira, el miedo y el chantaje?
¿Y qué podemos hacer nosotros?¿Cómo acudir en su ayuda si no podemos compartir su decisión?¿Poner elhombro y el regazo para contener como sea la caída, haciendo un esfuerzopara dejar a un lado nuestra propia herida, a riesgo de ser hipócritas?
¿Buscar la manera de confiarle nuestro malestar, trasmitiéndole de ese modolos términos de una relación posible y pensable, pero renunciando así a unacompañamiento sin condiciones?
Saben que seguramente habrá que hacer todo a la vez, apoyarse en el grupopara no romperse en mil pedazos y seguir acompañando las idas y vueltas deesta historia sin fin."Es cierto que estamos ante una secuencia particularmente delicada, quizás excepcional , que se remonta treinta años atrás y persiste plagada detortuosos avances y retrocesos; sin embargo, cada quien podrá reconocer ensus propias situaciones, en la actualidad, diferentes encadenamientos demiedo y victimización, de bloqueos y complicidades perversas, que exigen unesfuerzo supremo de imaginación y sensibilidad, capaz de producir lostérminos de una nueva experiencia de felicidad, sea cuales sean sus puntosde partida y las condiciones en las que deberá imponerse".
UN GOCE SINIESTRO.
Mariana Eva Pérez es otra de las jóvenes presentes en laaudiencia del 27.
Ella sabe de lo que habla. Conoce el efecto que laapropiación ejerce sobre los niños apropiados porque ella buscó y encontró asu hermano en esa situación.
También Mariana hizo el esfuerzo de poner enpalabras la jornada del 27.
Ve con claridad el juego de Rei: quiere presentarse como un especialista antidroga o en conflictos con paísesvecinos pero jamás vinculado a la contrainsurgencia. Pero ve además, algo siniestro: "había algo más. Un goce".Y entiende que Alejandro no quiso negar a su familia ni a las Abuelas ni aRei "y quedó enredado en ese juego de lealtades cruzadas." Dice que nooyeron los gritos triunfantes de Rei y su abogado tras el abrazo conAlejandro porque "ya todos gritamos y lloramos y no podíamos más.
Porque Alejandro es nuestro hermano, nuestro hijo, nuestro nieto, y le hicierontodo eso. (.) no importa lo que Alejandro haya dicho o cuántos minutos hayadurado ese abrazo. Para que Rei pueda darse vuelta y gritarnos '¡Aplaudan ahora, hijos de puta'.
Ese se es su logro. Ésa es su victoria. Ese abrazo.
Ésa es su más alta condecoración.
Ese niño que les quitó a sus enemigos y que aún hoy, con la verdad a la luz, hace lo que él le dice que haga. Alejandrotiene que cargar un peso que ni el mismo Rei soporta. (.)
No, ni como un paquete ni como un perrito.
Víctor Rei recibió a ese niño como una medalla y ayer, en el juicio, la quiso exhibir delante de todos nosotros.
Pero Alejandro no es un pedazo de metal inanimado, y mientras Rei y su abogadonos enrostraban su triunfo en la audiencia, fuera de su mirada, en el lugar reservado a los testigos, Alejandro lloraba su confusión abrazado con Chela".
Enfrentado a los ojos del torturador mimetizado en padre celestial,Alejandro fue sometido a una especie de vivisección. Pero no está solo.Están, entre otros, esos jóvenes que conocen el drama y lo rodean conternura y dureza. Esta historia -como la de Mariana Zaffaroni- es lademostración, cruel e irrefutable, de la actualidad de estos crímenesantiguos.
(Fuente:Rdendh).
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