¿El odio o la Justicia?
Cuando creíamos haber logrado cambiar el Terrorismo de Estado por la Justicia y el “por algo será” por el “Nunca más”, las voces de integrantes de la farándula pidiendo pena de muerte y diciendo ¡basta de derechos humanos! y las actitudes de profesores universitarios gritando ¡bien muertos están! refiriéndose a los desaparecidos (Maria Antonieta Guiñazú Mariani, UNLP), expresando estar en contra de los derechos humanos (María Zinko, UBA) o realizando manifestaciones de apología de la dictadura (Alfredo Solari, UBA), nos encontramos con que esas voces expresan un profundo odio.
Un odio que jamás estuvo presente en ninguna de nuestras innumerables actividades –documentos, marchas, manifestaciones, actos públicos, entrevistas– en las que a lo largo de 33 años exigimos verdad y justicia.
Un odio que jamás se manifestó ni siquiera en la pretensión de hacer justicia por mano propia.
Un odio que, a pesar de sobradas justificaciones, no tiñó una sola de las querellas que familiares y víctimas entablamos contra quienes detuvieron, torturaron, violaron, robaron niños y asesinaron, y que no nos impulsó a caer en lo mismo que ellos: en la ausencia de garantías de justicia para sus víctimas. Hoy los represores, criminales acusados de los peores crímenes de lesa humanidad, gozan de todas las garantías constitucionales de la defensa en juicio, muchos de ellos de las ventajas de prisión domiciliaria por su edad avanzada, y pueden ser visitados por familiares y amigos que saben dónde están y de qué se los acusa.
No es el odio sino el afán de justicia el que nos lleva hoy a exigir que se tomen las máximas medidas contempladas reglamentariamente a nivel universitario con estas personas para sancionarlas por su falta de valores éticos y democráticos.
Y es ese afán de justicia el que nos lleva a contemplar el respeto absoluto de sus derechos humanos.
Abuelas de Plaza de Mayo
Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora
(Fuente:Rdendh).
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