17 de junio de 2009

MISIONES: TERCERA AUDIENCIA DEL JUICIO A REPRESORES.

Encuentran registros de la muerte de Julio Benítez, un sindicalista paraguayo
En el juicio a Cuenca y Gómez develan misterios del penal U17

En la causa que se sigue a dos ex integrantes del Servicio Penitenciario Federal también se conocieron detalles de las sesiones de vejámenes a los que se sometía a los menores

POSADAS. En las dos primeras jornadas del debate oral que se inició por 28 hechos de torturas agravadas, en las cuales se acusa a dos ex integrantes del Servicio Penitenciario Federal, se develaron misterios de la última dictadura militar.
Entre los que provocaron el mayor asombro de los presentes se destacó la muerte del dirigente sindical paraguayo Julio Benítez.
Se trató de un referente nacido el 31 de enero de 1918, que falleció en los brazos de Pedro Oreste Peczak el 11 de junio de 1977 en las dependencias de la Unidad Penal Federal de Candelaria (la conocida popularmente como U17).
Ese hecho fue producto de las sesiones de tormentos y de golpes reiterados en su humanidad, sin que recibiera atención médica. La referida muerte, tuvo su respectiva constancia formal en el Libro de ingresos y egresos de los presos políticos en el acta número 168.
Aunque un acontecimiento de tal magnitud dentro del perímetro carcelario no fue recordado por ninguno de los uniformados y profesionales que prestaron servicios en la Unidad Penal de Candelaria 17 durante 1977.


Lo que revelan las pericias psicológicas.
Según las pericias psicológicas realizadas a los imputados, José María Cuenca y Gómez, ambos presentan un carácter agresivo.En cuanto a Cuenca, los psicólogos explicaron que presenta una conducta psicopática, la cual le lleva a querer tener el control en todas las situaciones, “ocupar lugares importantes en las interrelaciones”.
En el informe reflejaron que durante las pericias, Cuenca quería invertir los roles, cuestionando a los profesionales en forma amenazante.
Por su parte, Gómez intentaba desviar las preguntas sobre los hechos que se le imputan, momentos en que presentaban “signos de ansiedad”.
Según los profesionales Gómez tiene una conducta “actuadora”, y que utiliza la represión para defenderse, “como mecanismo de defensa”.

En caso de ser condenado, Rubén “Lobo” Gómez, de 58 años, quien está procesado por 18 hechos de tormentos agravados que se cometieron en la Unidad Penal de Candelaria en los últimos meses de 1976 podría continuar en libertad si prospera una presentación que su defensora Susana Beatriz Criado Ayan realizó ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Misiones.

POSADAS
Delitos de lesa humanidad: duros testimonios de detenidos políticos
Tres de las víctimas de la última dictadura militar relataron los vejámenes que sufrieron durante su paso por la Unidad Penal 17 que el Servicio Penitenciario Federal tiene en Candelaria. Todos admitieron haber sufrido golpes pero también torturas psicológicas.
Además, negaron haber recibido asistencia médica o psicológica durante el tiempo que estuvieron encerrados. Uno de los imputados habló pero sólo para explicar el funcionamiento de la cárcel.
Tres detenidos “especiales” que estuvieron alojados en la Colonia Penal de Candelaria durante la última y sangrienta dictadura militar tuvieron que revivir ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Misiones los vejámenes y tormentos a los que fueron sometidos mientras estuvieron alojados ilegalmente en ese lugar.
Ocurrió este martes, durante la tercera jornada del juicio oral y público que se le sigue a los guardiacárceles Rubén “Lobo” Gómez y José María Cuenca, ambos acusados de aplicar tormentos a los detenidos.

Las expectativas que había sobre el pedido de declaración de Cuenca se diluyeron rápidamente cuando el imputado tomó el micrófono sólo para explicar el mecanismo interno de la cárcel y pidió que se incorporara al debate un escrito que fue utilizado en Corrientes en un juicio por delitos de lesa humanidad. Pese a la oposición de la Fiscalía y el abogado que representa a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, el Tribunal decidió incorporarlo y luego hacer la valoración correspondiente del documento.

Augusto Gilberto Speratti ahora tiene 51 años y trabaja en la Dirección Provincial de Vialidad, pero en 1976 era un ferviente militante de la Juventud Peronista e integraba la Unión de Estudiantes Secundarios. Tenía apenas 19 años cuando un grupo de tareas lo detuvo el 27 de octubre de 1976 y lo llevó inmediatamente a Informaciones de la Policía de Misiones, donde fue torturado con picana y golpes. Era el inicio del calvario que le tocaría vivir.
Al borde del llanto y atormentado aún por el recuerdo, contó que fue llevado a una casita cerca del Club Rowing, donde estuvo colgado durante 48 horas junto con Ricardo Escobar, además de ser picaneado sobre la estructura de una cama metálica.


Con las manos casi gangrenadas quedó en dependencias de la Policía y 27 interminables días después fue llevado en un Ford Taunus a Candelaria. Speratti juró que nunca recibió atención médica pese a que eran sus compañeros de encierro quienes lo ayudaban a alimentarse y mantenerse en pie.

El relato de Speratti coincidió en gran parte con el de Alberto Carlos Bajura (57) y Héctor Alfredo “Pelo” Escobar. Todos relataron que por las noches era “Lobo” Gómez quien los hacía sacar del pabellón, con los ojos vendados y las manos atadas atrás con una cadena y que una vez fuera del penal recibían golpes con cachiporras, puñetazos y patadas. Y que la asistencia médica no existía. “Un enfermero nos daba lo que nosotros llamábamos la pastillita milagrosa porque cualquiera sea el motivo nos daba ese calmante”, explicaron.

Pero los testigos fueron más allá y apuntaron contra los imputados. Speratti contó que “durante una de las guardias de Cuenca fui sacado y golpeado, pero él era de los que se acercaba al pabellón en forma burlona y a la vez desafiante. En la cárcel había tres turnos de guardia: nosotros sabíamos que cuando estaban Gómez y Cuenca no podíamos dormir porque en cualquier momento nos venían a buscar. Nos sentíamos desprotegidos”.

Speratti agregó que “Gómez entraba al pabellón y teníamos que hacer flexiones de brazos con los colchones encima” y aseguró que estaban aislados del resto de la población carcelaria.

Los tres ex presos políticos coincidieron al señalar que “no nos preguntaban sobre nada en particular, sólo nos castigaban durante las noches”. Para Speratti “era un plan de la dictadura y ellos eran integrantes de los cuadros especiales”, mientras que Bajura y Escobar consideraron que los imputados les aplicaban tormentos sólo por diversión.

Bajura militaba en el PJ y el Movimiento Agrario de Misiones cuando fue apresado por el Ejército y Gendarmería en inmediaciones de San Ignacio. Fue el 18 de octubre de 1976. Tras ser arrastrado por una camioneta para que contara dónde estaba Igor Peczak, lo llevaron por varias dependencias y fue torturado en la Delegación Posadas de la Policía Federal; hasta que a fines de noviembre fue llevado a la Unidad Penal de Candelaria. “Gómez nos sacaba encapuchado y nos golpeaba y había otro de Jardín América pero no recuerdo el nombre”. Se refería a Cuenca. Finalmente un Consejo de Guerra lo sentenció a 22 años de prisión y fue conducido a varias cárceles hasta que en diciembre de 1982 recuperó la libertad en Rawson. “Me dieron pasajes en tren y en colectivo para volver”, agregó.

Escobar, en tanto, fue el más locuaz de los testigos. Contó que fue detenido el 21 de octubre de 1976 en Posadas y llevado a la Jefatura de Policía, donde fue sometido a torturas luego que un inspector de apellido Glinka le pidiera que “entregue a los muchachos”.

Sobre el trato recibido en la cárcel de Candelaria, dijo que “había golpes sistemáticos por parte de Gómez y en ocasiones de Cuenca. Junto con Aníbal Velázquez y Carlos González, fui uno de los más torturados por ellos”.

Y recordó que fue este último quien lo sacó una noche. “Me hizo redactar una carta de despedida y me hizo un simulacro de fusilamiento pero al momento de decir fuego me arrojaron el contenido de un matafuegos”.

Escobar dijo que pese a que colocaban música a un volumen alto, se podía escuchar los gritos de los presos que eran golpeados. “Buscaban destruirnos física y psicológicamente y por las noches nos sacaban de a uno para golpearnos. Eran seis o siete los compañeros que eran llevados por los guardias todas las noches”, contó.

El ahora funcionario de Desarrollo Social de la Provincia, dijo que “a un sacerdote le contamos y mostramos lo que estaba pasando, pero no pudo o no quiso hacer nada”.

Escobar, que fue condenado a 24 años y once meses de prisión por un Consejo de Guerra, afirmó que las torturas duraron dos meses y luego cesaron. La pregunta sin respuesta hasta el momento es ¿quién o quiénes frenaron a Cuenca y Gómez y por qué?.
(Fuente:Rdendh).

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