En la reciente Cumbre de MERCOSUR con sede en Asunción, el presiente boliviano, Evo Morales, volvía sobre un aspecto abordado más de una vez por estadistas del área, analistas internacionales y no pocos medios de prensa.
¿Cuál es el origen del golpe de estado en Honduras? se preguntaba el gobernante en su intervención ante el plenario. “A partir del punto de vista nuestro, afirmó a seguidas, es la intervención militar de Estados Unidos a través de su base militar (Soto Cano) instalada en ese país centroamericano.”
Y no están desatinados los que así piensan y se pronuncian. La página digital ESDELADEA, recordaba que luego de su obligada llegada a Costa Rica, secuestrado por los golpistas, el presidente Manuel Zelaya se refirió, al calificar a la asonada, como “una operación montada por el Grupo de Soto Cano", sin abundar en más detalles.
¿Qué relación existía entonces entre ese enclave militar compartido por ocupantes norteamericanos y las fuerzas armadas de Honduras, con los episodios del 28 de junio?
Palmerola, al parecer, fue otro de los entuertos que, a juicio de los sectores reaccionarios estadounidenses y la oligarquía hondureña, no podía ser pasado ser por alto en la gestión de Zelaya.
Aún cuando el sitio digital Joint Task Force-Bravo, Soto Cano Air Base, insista en que los casi 500 militares gringos radicados en el lugar son un factor de eficaz ayuda y colaboración para los pobladores locales, otra bien distinta es la historia.
Eva Golinger reseña que Estados Unidos mantiene operativa desde 1981 esa instalación castrense, ubicada a 97 kilómetros de la capital. Fue activada por el gobierno de Ronald Reagan, y en aquella época se convirtió en el escenario donde el coronel estadounidense Oliver North y contrarrevolucionarios de origen cubano, armaron y financiaron a los “contras” que agredían a la Nicaragua sandinista. Además, se operaba contra los movimientos rebeldes en toda Centroamérica.
“La base de Soto Cano, indica la analista, es la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (JTF-B) de Estados Unidos, compuesta por efectivos del ejército, las fuerzas aéreas, fuerzas de seguridad conjuntas y el primer batallón-regimiento número 228 de la aviación estadounidense. Son aproximadamente 600 personas y 18 aviones de combate, incluidos helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook. Soto Cano también es la sede de la Academia de la Aviación de Honduras.”
Golinger recuerda que la “Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país”, pero un “acuerdo” que data de 1954, ligado al apoyo bélico que Washington presta al ejército hondureño, hizo posible la existencia del enclave hasta estas fechas.
Zona de peligro
El sitio digital CentralAmericaData reseña que a fines de mayo de 2008, Zelaya anunció la instalación en Palmerola, para ese agosto, de un quinto aeropuerto internacional civil con financiamiento nacional, ante la falta de inversores foráneos. Los fondos para la transformación de Palmerola provendrían del ALBA y Petrocaribe.
Poco antes, en Toncontín, considerado uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo, una nave área de la línea TACA había enfrentado un accidente que dejó cinco muertos y 65 lesionados. Desde entonces Tegucigalpa había cerrado esa terminal a aviones de gran porte.
"Esa tragedia tan grave, dijo entonces el presidente, nos da una pésima imagen internacional y habla muy mal de un país que no toma decisiones... y esto tenemos que resolverlo lo más rápido posible", subrayó.
En diez años murieron en Toncontín 159 personas en accidentes aéreos, precisó el gobernante, quien insistió en “el deber de las autoridades de preservar la vida de los seres humanos como un fin supremo de la sociedad". Según Zelaya, un informe de la Aeronáutica Civil había recomendado trasladar Toncontín a Palmerola desde abril de 1994.
Palmerola está dotada con una pista de 2.700 metros de largo y 50 de ancho, mientras la de Tegucigalpa, construida en 1948, solo tiene 1.856 metros de largo, con obsoletos equipos de navegación.
Zelaya también fue claro al proclamar el derecho de Honduras de utilizar la pista de la base de Soto Cano, al tiempo que el entonces embajador norteamericano en aquella nación, Charles Ford, comentó públicamente que aunque "Honduras puede usar la base para la llegada de aviones comerciales cuando lo estime conveniente... hay que seguir ciertos acuerdos y protocolos"
Mientras, asegura el citado sitio digital CentralAmericaData, el alcalde de Tegucigalpa y presidente del opositor Partido Nacional, Ricardo Alvarez, reaccionó airadamente ante el anuncio del gobierno de construir el aeropuerto en la base aérea de Palmerola, en Comayagua.
"Una vez más demuestran el odio que le tienen a nuestro municipio", dijo el edil capitalino en un intento por sembrar el descontento público.
Por su parte, el presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, COHEP, Amílcar Bulnes, demandó del gobierno no asumir las obras. A tono con esa solicitud, medios de derecha no dudaron en poner sobre la mesa argumentos sumamente agresivos.
Así, al explicar la carencia de socios foráneos para la terminal aérea, se decía que el clima para la inversión no resulta favorable en un país donde “existe la amenaza de romper con el orden constitucional, dar un zarpazo a la carta magna y cambiar la forma de gobierno. Como si esto fuera poco- añadían- en la boca de los funcionarios oficiales las palabras nacionalización y confiscación están a la orden del día”.
En el fondo prevalecían intereses muy fuertes como para desatar la histeria de los oligarcas y los poderes norteamericanos: el traspaso de los grandes vuelos internacionales a Palmerola implicaría pérdidas de 220 mil dólares por día para la cúpula económica radicada en la capital; se trataba de una obra oficial con financiamiento de entidades integracionistas indeseables; y a la vez, el ejercer amplias actividades civiles en pleno corazón de la base Soto Cano implicaba una traba para su uso desmedido y sin control por los militares gringos. De manera Zelaya sumaba otro punto en contra entre los poderosos.
Los malos caminos
“Hugo Llorens presentó sus cartas credenciales como Embajador de los Estados Unidos de América en Honduras al Presidente Manuel Zelaya Rosales el 19 de septiembre de 2008. El señor Llorens fue confirmado como Embajador designado ante Honduras en abril de 2008.”, reza la página WEB de la representación diplomática norteamericana en Tegucigalpa.
Llorens, sacado de niño de Cuba mediante la operación CIA Peter Pan, que tajó a numerosas familias de la Isla con la historia de que el socialismo anularía la patria potestad, ha llegado a ser un eficiente funcionario de los sectores ultraderechistas de su país adoptivo.
Entre sus méritos académicos obra una Maestría en Ciencias de Seguridad Nacional en el National War College, y como parte de sus múltiples funciones en América Latina, entre 2002 y 2003 desempeñó el cargo de Director de Asuntos Andinos del Consejo Nacional de Seguridad en Washington, “siendo el principal asesor del Presidente (George W. Bush) y del Director del Consejo sobre asuntos relacionados con Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador” justo cuando se produjo la asonada golpista contra el gobierno de Hugo Chávez.
Muy Ligado al tenebroso Otto Reich, no parece que haya resultado casual su llegada a Tegucigalpa nueve meses antes del golpe contra Zelaya para sustituir a Charles Ford, el personaje que tuvo la tarea poco grata de proponerle al jefe de estado, a sugerencia de W. Bush, que el terrorista Luis Posada Carriles fuese autorizado a vivir en Honduras, solicitud denegada de cuajo por el presidente.
Hugo Llorens, el embajador de Estados Unidos en Honduras admitió haber participado en reuniones donde se discutieron los planes de golpe antes del secuestro del presidente Zelaya el 28 de junio último, y ha estado al tanto de las maquinaciones de ciertos sectores norteamericanos para legitimar el cuartelazo bajo el disfraz de la mediación conducida, a pedido de Washington, por Oscar Arias, todo un experto en desmovilizar la resistencia popular en Centroamérica.
Y el tal personaje sabe lo que hace y lo que pasa, por encima de la mascarada en torno a que la problemática hondureña es el hipotético producto de “un conflicto de poderes”. El y quienes le mandan no son ajenos a la violencia militar, a la vuelta de los grupos paramilitares, a los manifestantes baleados, a las golpizas a quienes protestan y reclaman, y a los desaparecidos, que a un mes de dictadura ya suman casi 190, según denuncias de organizaciones populares.
¿A que viene entonces la imperturbable permanencia, desde el pasado 6 de julio, en la portada del sitio WEB de la embajada norteamericana en Tegucigalpa, de una nota que insta a los ciudadanos estadounidenses a no viajar a Honduras, y si la hacen por pura necesidad, a abstenerse de andar por las calles y a asumir con celeridad todas las órdenes de los militares? ¿Hay o no hay un clima de violencia y represión oficial?
Lo máximo
Gladis Lanza, Directora del Movimiento de Mujeres hondureñas por la Paz, no pensó volver a vivir en el temor. Sin embargo, ya recibió una advertencia personal de Billy Joya, el asesor de seguridad del presidente de facto, Roberto Micheletti, para que “permanezca tranquila”.
La veterana luchadora asegura haberse encontrado más de una vez con este personaje, signado como torturador y asesino en sus tiempos de oficial del siniestro Batallón 316, formado a instancias de la CIA para “eliminar opositores” en décadas pasadas, y creador del comando represivo “Cobras” junto a sus asesores norteamericanos, un cuerpo elite de verdaderos matarifes.
Hace unos días se conoció que un grupo de encapuchados asaltó en plena noche la casa del cuñado del ministro legítimo de la presidencia, Enrique Flores Lanz. Bajo amenaza de muerte, los esbirros de Billy Joya exigían el material de la consulta popular organizada por Zelaya, y que no pudo completarse por el golpe de Estado.
Por su parte, el presidente del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras, Eulogio Chávez, denunció que está sujeto de seguimiento por paramilitares de Billy Joya, como también ocurre a otros dirigentes del movimiento social hondureño que condenan el golpe de estado.
Mientras, entre los manifestantes contrarios a la asonada, han sido detectados más de una vez paramilitares entrenados en identificar “cabecillas subversivos” o listos para desencadenar provocaciones que estimulen una mayor violencia policial y militar.
Es la obra de este “exponente de la nueva democracia hondureña”, que se refugió en España porque en Honduras se le buscaba desde octubre de 1995 por el arresto y desaparición de seis estudiantes universitarios; que residió tranquilamente en uno de los edificios más emblemáticos y costosos del barrio sevillano de Los Remedios; y que vivó durante sus 28 meses de prófugo a cuenta de las remesas de su cuñado, con quien compartía una empresa de seguridad en Honduras.
El hoy flamante jefe de la seguridad golpista indica por si mismo la catadura de Micheletti y su equipo, a la que Washington y sus aparatos mediáticos insisten en llamar “nuevas autoridades hondureñas”, “gobierno en funciones” y las mil y una alegorías con las que suelen tapiar las incómodas verdades ajenas a sus propósitos.
(Fuente:Argenpress).
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