También 14 ex policías, ex militares y un ex agente de la SIDE
Un juicio oral y público
sin Flores, pero con Leyes
Tristemente célebre en los `70 por haber sido “coautor de tormentos”, antes y durante la dictadura, el ex fiscal federal Carlos Flores Leyes vuelve a la primera plana por ser el segundo funcionario de la Justicia Federal argentina en ser llevado a juicio por crímenes de lesa humanidad.
Hace más de tres décadas era uno de los hombres más poderosos de la Justicia Federal chaqueña y uno de los más temidos por los presos políticos. Hoy, el ex fiscal Carlos Flores Leyes es el segundo funcionario judicial (el primero fue ex juez federal santafesino Víctor Brusa) llevado a juicio oral y público por delitos de lesa humanidad.
Cuando en el sanatorio le avisan de la existencia de una resolución judicial, Flores Leyes esperaba buenas noticias sobre su pedido de excarcelación, bajo la excusa de problemas de salud, argumento que lo sacó de la Unidad Penitenciaria 7 (prisión de presos políticos en los `70 desde donde habían trasladado una parte de los fusilados en la denominada Masacre de Margarita Belén).
Pero no fueron buenas noticias, no fueron las esperadas. Fue como si la picana eléctrica le recorriera la espina dorsal. El conjuez Juan Antonio Piñero elevó a juicio la causa criminal contra el ex secretario, después fiscal de primera instancia de la Justicia Federal chaqueña, acusándolo de “coautor penalmente responsable de los delitos de tormentos” en cuatro hechos.
La elevación a juicio llegó tras las acusaciones de la Fiscalía Federal, hoy a cargo de Gustavo Corregido, y del abogado querellante Mario Bosch, en el marco de la causa causa “Caballero Humberto Lucio y otros s/tormentos agravados”, Expediente 243, iniciado en 1984, más conocida como Causa Caballero y que involucra además a otros 14 genocidas, entre ex militares, ex policías (de la temida patota de la Brigada de Investigación de la Policía chaqueña) y un civil que trabajaba para la SIDE, dos de los que murieron recientemente (ver aparte).
Con todos los tiempos judiciales (que tiene baches tan grandes como ancho es el río Paraná), una vez radicada la causa y realizados los trámites judiciales de rigor, el Tribunal Oral Federal (integrado por los jueces Norberto Giménez, Ana Order y Gladys Yunes) estará en condiciones de avanzar hacia el juicio oral y público.
Así, ya son dos los juicios por crímenes de lesa humanidad en tierra chaqueña, porque solo falta conformar el tribunal para iniciar el juicio oral y público por la Masacre de Margarita Belén, como se conoce el fusilamiento de presos políticos ocurrido el 13 de diciembre de 1976, a 30 kilómetros de Resistencia, en un fraguado traslado de presos políticos desde Chaco hacia Formosa.
TODO UNA
HISTORIA
La Causa Caballero nació en 1984, casi junto con la reapertura democrática, pero pasó a dormir el sueño de los justos, aún antes de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los Indultos, que terminaron de sepultar toda esperanza.
Para “pescar” al ex fiscal, a los ex policías, militares y al ex agente de la SIDE, se buscaron hechos anteriores al golpe de estado de 1976, con lo que los genocidas quedaron expuestos sin el paraguas protector de las leyes de impunidad y de los indultos.
Debieron pasar 18 años, y Juicios por la Verdad y un atajo judicial mediante, en 2002, se reabrió la causa. Sin embargo, una interminable sucesión de conjueces, que se fueron inhibiendo o fueron recusados, demoraron cualquier intento de avance, hasta que en 2006 el conjuez Piñeiro avanzó decididamente en la investigación.
A la par que avanzaba la causa judicial por la Causa Caballero, Flores Leyes debió afrontar también un proceso administrativo que llegó de la mano de un Sumario iniciado por Félix Croux, de la Procuración General de la Nación. Cuando todo hacía prever que un jury de enjuiciamiento, renunció a su cargo de fiscal federal –no sin antes jubilarse- facilitándose aún más la instancia judicial.
En cambio, Roberto Mazzoni, el otro ex fiscal y también hombre de peso en la Justicia Federal durante la dictadura, renunció tras el Sumario, logró jubilarse y hasta ahora camine libre por la capital chaqueña.
Así se llega a septiembre de 2009, sin que aún comience el juicio por la Masacre de Margarita Belén, pero con la posibilidad de llevar al banquillo a los imputados por la Causa Caballero.
Los que (también)
irán a juicio
Junto con el ex fiscal federal Carlos Flores Leyes, y en el marco de la Causa Caballero, también irán a juicio oral y público 14 ex militares, ex policías y un civil que trabajaba para la SIDE:
-José Tadeo Luis Bettoli: ex militar, también acusado de participar en la Masacre de Margarita Belén. Pasó por el Regimiento de Infantería 29, con asiento en Formosa. Participó de detenciones, torturas y desapariciones (según las denuncias judiciales). En 2000, se hizo un poco más tristemente célebre por una carta que publicó en el diario La Nación, apuntando contra “estos guerrilleros de la señora de Bonafini…” (por Hebe, titular de Madres de Plaza de Mayo).
-Luis Patetta: también acusado de participar en la Masacre de Margarita Belén, espera en prisión el juicio oral y público por esta causa, a lo que se agrega este nuevo “percance”. Según el Informe Final de la Legislatura chaqueña, este ex militar disparó a quemarropa contra la cabeza de Carlos Salas (esposo de Mirta Clara, quien fuera electa como una de las 100 mujeres candidatas al Premio Nobel de la Paz y reconocida militante por los Derechos Humanos), luego de colocar el cuerpo sin vida del Flaco en un Peugeot 404 blanco.
-Patota de la Brigada de Investigaciones: Gabino Manader, José María Cardozo (recientemente fallecido), José Francisco Rodríguez Valiente, José Marín, Francisco Orlando Álvarez, Rubén Héctor Roldán, Lucio H. Caballero, Ramón Esteban Meza, Ramón Andrés Gandola, Enzo Breard y Oscar Alberto Galarza. Todos, detenidos desde enero de 2008 y llevados a la Alcaidía de Resistencia.
-Alberto Horacio Valussi: civil que trabajó para la SIDE. Murió recientemente. Uno de los que lo había reconocido como su torturador fue Hugo Barúa. Justo en medio de una sesión de tormento, la víctima le pregunta a su verdugo: “¿Por qué me pega profesor?”. Valussi era profesor de Barúa en el Colegio Don Bosco (frente a esta institución educativa vivía Alberto).
Cuatro historias de sobrevivientes
Los cuatro hechos por los que se pide juzgar al ex fiscal Carlos Flores Leyes, de 60 años, están relacionadas a denuncias presentadas por ex presos políticos. Sus datos serán omitidos con el objetivo de facilitar la labor del Programa de Protección a Testigos. Sus nombres ya serán públicos o ellos mismos serán los que lo hagan, ahora, simplemente, se los identificará con una letra:
1) Testigo A: fue detenido el 9 de septiembre de 1975, en el departamento en el que vivía con otros jóvenes (todos estudiantes universitarios), ingresando a la vivienda de manera violenta, un grupo de veinte personas, al mando del comandante de gendarmería Sanchistella y del comisario Yedro. A pesar de no haber encontrado nada en el allanamiento, igual lo detuvieron y lo llevan a la Brigada de Investigaciones. En el lugar, lo careaban con Hugo Barua, quien era torturado por Gabino Manader, José Rodríguez Valiente, Nazareno Scordo, y dirigidos por Lucio Caballero. La Patota de Investigaciones buscaba a un chico de 16 años… Después, llegó “un señor de aproximadamente dos metros de alto y unos 140 kilos”, quien no se identifica y lo interroga. Valenzuela le comenta que le habían pegado y torturado y el grandote no le contestó nada, pero la respuesta la obtuvo tres años y medio después. De la Brigada lo llevan a la Alcaidía de Resistencia, donde estaba en los calabozos del primer piso, sin colchones, ni ropa. Después de varios días fue llevado con destino al Juzgado Federal, pero terminó en Gendarmería. Allí lo subieron al primer piso, donde se encontró con el secretario del Juzgado, Flores Leyes, a quien en ese momento identifica como la persona que lo interroga en Investigaciones, estando también presente el subcomandante Sartori y Resca (ex funcionario judicial). Es interrogado por Sartori y al finalizar éste, por Flores Leyes, quien le preguntó cómo fue su estadía en la Brigada de Investigaciones y le aconsejó que era oportuno, para su seguridad, volver a firmar lo que no le permitieron leer en la Brigada, ya que, de lo contrario, lo iban a mandar nuevamente allí y lo amenazaban que no se iba a salvar de los federicos. Flores Leyes le dijo que su libertad era cuestión de días, finalmente y ante estas amenazas, por temor a volver a la Brigada y revivir los tormentos, decidió firmar. Meses después, lo sacan de la Alcaidía y lo llevan al Juzgado Federal, donde se encuentra con Flores Leyes y el ex juez Córdoba. Y, a pesar de la promesa, el primero le manifiesta que tienen semiplena prueba para que quede detenido y lo llevan de nuevo a la Alcaidía. Para marzo de 1979, Valenzuela vuelve a cruzarse con Flores Leyes, esta vez para lograr la ansiada libertad. En este caso, el ex hombre fuerte pretendía que afirmara que la declaración que el preso político hizo en su contra obedecía a un pedido del ex diputado Carlos Kunkel, también detenido, a lo que le contestó a Flores Leyes que lo vio a él, que vio sus zapatos, traje azul o negro, que le impresionó lo grande y ancho de sus zapatos y de su contextura física, a lo que, sin ponerse colorado, Flores Leyes le contesta que estuvo en la Brigada para salvarle la vida. Algo así como que la tortura sirvió para salvarle la vida.
2) Testigo B: también detenido el 9 de septiembre de 1975. Cuando lo llevan a la Brigada de Investigaciones es recibido por el Comisario Thomas y el comisario Caballero. Lo colocaron en un patio interno esposado, parado y mirando a la pared y comenzaron a interrogarlo y torturarlo en forma individual. Las torturas consistían en patadas y golpes de toda naturaleza. Durante los interrogatorios, lo desnudaron, lo ataron de pies y mano a una silla, que era de madera, estaba vendado, comenzaron a aplicarle picana en la zona de los labios, el ano, el cuero cabelludo, en los genitales, en los párpados de los ojos, todo con la picana, agregando que esto era una tortura sicológica y física. Cuando cesaban las golpizas comenzaban a interrogarlo para que acuse a sus compañeros y firme las declaraciones sin leerlas. En ese momento, pudo observar la presencia de una persona que le llamó la atención por su tamaño físico que se limitaba a observar, y que recién volvió a ver en Gendarmería cuando lo conducen a prestar indagatoria y lo identificó y pudo saber que se trataba del secretario del Juzgado Federal Flores Leyes, quien insistía que firme las declaraciones recibidas mediante apremios.
3) Testigo C: detenido también el 9 de septiembre de 1975. Fue llevado la Brigada de Investigaciones, donde estaban esperando Thomas y Cardozo. Un policía lo lleva a la sala contigua al patio, donde lo sientan en una silla, continuaba vendado, y comenzaron a golpearlo con los puños cerrados y también le aplicaron picana; le hicieron bajar los pantalones y continuaron picaneándolo en las piernas y en los genitales. Le decían: “Cantá todo”, “no te hagas pegar inútilmente”, “vos sos joven, no te hagas maltratar”. Al igual que los otros casos, toma contacto con Flores Leyes en Gendarmería. “Pude identificar esa voz, porque me quedó grabada”, señaló. Justo con un escribiente le presentaron una declaración que decía ser copia de la declaración policial. Flores Leyes le sugería que firmara sin protestar para no volver a ser interrogado por la Policía. El mismo ex hombre fuerte de la Justicia Federal, entre otras cosas, le dijo a su madre, en una oportunidad en que ella fue al Juzgado, que su hijo era una persona peligrosa por ser líder natural, cosa que nunca entendió. En todo caso, lo tomó como una amenaza.
4) Testigo D: Otro detenido el 9 de septiembre de 1975 siendo menor de edad. Desde el momento de su detención fue sometido a torturas, maltrato físico y psicológico. Desde el 9 de septiembre de 1975 hasta el 18 de septiembre, lo tuvieron detenido en la Brigada de Investigaciones, donde también fue sometido a torturas, en particular rotura de tabique nasal. En el transcurso de su detención los apremios ilegales del que fue sujeto, siempre tuvo activa participación con su presencia en todos los lugares la figura del secretario del Juzgado Federal Flores Leyes, quien en forma intimidatoria y exhibiendo armas de fuego, procuraba de su parte una declaración forzosa, autoincriminándolo en supuestos delitos, no participaba directamente de la agresión pero estaba como coordinador de todo, en las sesiones estaba vendado e identificó la voz de Flores Leyes cuando estuvo más blando al lapso de algunos días. Dos días antes de la primavera, lo llevan a Gendarmería donde se encuentra nuvamente con Flores Leyes, quien exhibía armas de fuego. “Recuerdo que hacía comentarios respecto de la cara de perejiles que teníamos”, declaró. A Flores Leyes también lo vio en la Brigada de Investigaciones, donde supervisaba todo, estaba al tanto de todo, indicaba qué se debía preguntar, escuchaba la voz de él y luego lo identificó en el patio sin vendas.
(Fuente:Rdendh).
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