12 de septiembre de 2009

HOMENAJE A LAURA FELDMAN...

HOMENAJE A LAURA FELDMAN, ASESINADA DURANTE LA DICTADURA, EN EL CARLOS PELLEGRINI
Tres generaciones en una despedida
La joven fue identificada por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Durante la jornada se realizaron charlas, se proyectó una película y familiares y amigos recordaron a Laura.

Laura Feldman, secuestrada el 18 de febrero de 1978.
Treinta y un años más tarde, sus amigos y familiares se preguntan si Laura Feldman era Penny por la canción de los Beatles o por la de Piero, si, entonces, su apodo se escribe Penny, como finalmente decidieron, o Peni. Después de tres décadas de preocuparse por saber qué fue de ella, cómo terminó sus días luego de haber sido secuestrada por una patota de la dictadura, la certeza –insuficiente pero reparadora– de haber encontrado su cuerpo, de poder darle, al fin, sepultura, deja espacio para pensar en otras cosas, que forman parte de un duelo que se desarrolló durante toda una vida.

Penny, con “y griega” y doble ene, entonces, será sepultada hoy en el cementerio de Chacarita, luego de que su cuerpo fuese recuperado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en abril de este año. Gracias a eso, ahora se sabe que, tras ser secuestrada el 18 de febrero de 1978, pasó por el centro clandestino de detención El Vesubio, antes de ser fusilada y abandonada, junto a otras cuatro personas, el 14 de marzo de ese año, en Lomas de Zamora. Ese mismo día, los cinco cadáveres ingresaron como N.N. al cementerio de dicha localidad, donde fueron inhumados en una misma fosa. En agosto de 2004, el EAAF, exhumó los restos y, tras casi cinco años de trabajo, pudieron determinar la identidad de tres de ellos: la última, por ahora, fue Penny.Ayer comenzó el final de esta larga despedida, con una jornada de homenaje llevada a cabo en el Colegio Carlos Pellegrini, donde Laura comenzó sus estudios y su militancia política. A lo largo de toda la tarde, tres generaciones se reunieron alrededor del recuerdo de Penny, un recuerdo presente incluso en aquellos que no la conocieron, y de un reclamo unánime: que se haga justicia. Allí estaban, abanderadas de esta lucha, las madres de Plaza de Mayo. También, los “viejos” militantes, la generación de los padres de Penny, que la conocieron cuando era una niña. Estaban sus compañeros de escuela y de militancia, y su hermana Ana Nora, que se cargó sobre su espalda la organización de este acto. Los antropólogos del EAAF y el juez Daniel Rafecas, cada cual aportando su grano de arena en la búsqueda de justicia. Y allí, por supuesto, los chicos, alumnos del Colegio que nacieron diez años después del asesinato de Laura, ya en democracia, pero que lloraban ante su recuerdo, los ojos tan hinchados como los de aquellos que la habían conocido.La ceremonia fue inaugurada pasado el mediodía por el rector de la institución, Héctor Pastorino, y representantes del Centro de Estudiantes. Entre los concurrentes, muchos viejos compañeros de escuela que volvían a verse, en los mismos claustros, por primera vez desde aquella época, se mezclaban con chicos que salían de sus clases en el turno mañana y otros que esperaban para entrar al turno tarde. Cuando, cerca de las tres de la tarde, comenzaron a proyectar Flores de septiembre, la película que narra la historia de tres estudiantes del “Pelle” que militaron durante los ’70, el lugar ya estaba repleto. A partir de las cinco fue el turno de el juez Daniel Rafecas, que tiene a cargo la investigación por los crímenes del Primer Cuerpo de Ejército, y Maco Somigliana, del EAAF, que expusieron los avances de su trabajo y contestaron las preguntas de los asistentes. Rafecas sostuvo que “los juicios consolidan el sistema democrático” y que “hay que tener especial cuidado en no caer en prácticas propias del Estado autoritario, tenemos que respetar todas las garantías de los acusados, porque eso es lo que nos diferencia de ellos”. Somigliana, por su parte, aseguró que “la identificación de cuerpos permite volver a poner el tema en términos humanos. Desaparecido es un eufemismo y es profundamente inhumano”.


Sin embargo, la parte más emotiva de la tarde fue el cierre. Desplazados hacia el hall central, ya que el aula magna había quedado chica ante la magnitud de la convocatoria, el micrófono fue pasando de mano en mano y todos los que quisieron recordar a Penny con algunas palabras tuvieron la oportunidad de hacerlo. De este acto participaron desde Ana Nora, su hermana, hasta el ex rector del Pellegrini Abraham Gak, que no pudo terminar sus palabras, embargado por la emoción; el periodista Horacio Verbitsky y una docena de viejos conocidos de Laura. Hubo lágrimas y aplausos antes de que todos se dispersaran, no sin antes recordar que el 15 de diciembre, el Tribunal Oral Federal Nº 4 comenzará con el juicio a los responsables de El Vesubio, donde Penny fue vista con vida por última vez. Allí, quizás, los asesinos de Laura Feldman serán juzgados, y el duelo que comenzó hace 31 años podrá, al fin, completarse.
Informe: Nicolás Lantos


A 30 AÑOS DE LA HISTORICA VISITA DE LA CIDH
El comienzo del fin de la impunidad
Por Jorge Taiana *
OPINIONEntre el 6 y el 20 de septiembre de 1979 tuvo lugar una visita que trajo esperanza a amplios sectores de la sociedad y en especial a las víctimas del terrorismo de Estado. Gracias a la lucha incansable de los familiares de los detenidos, a la presión internacional y a las extenuantes negociaciones con la dictadura militar, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) logró ingresar en nuestro país y constatar la organización criminal que, desde el Estado, se había montado en la Argentina a partir del 24 de marzo de 1976. A través de entrevistas, denuncias e inspecciones en centros de tortura como la ESMA –que habían sido modificados estructuralmente para evitar que se verificaran las denuncias–, la violación sistemática a los derechos humanos adquirió mayor visibilidad mundial y las víctimas de la represión sintieron que no estaban solas en su lucha. Esta semana se conmemoran 30 años de esa histórica visita, un hito en la lucha por la recuperación del estado de derecho. A pesar del temor reinante, y en el marco de una campaña de desprestigio y hostigamiento hacia la CIDH y las organizaciones de derechos humanos, la presencia del organismo internacional permitió que un sinnúmero de personas se acercara a las oficinas que se instalaron en la sede de la OEA, en Avenida de Mayo, para dar su testimonio y formular denuncias acerca de la desaparición de familiares y amigos. El trabajo minucioso e independiente de la comisión dio legitimidad a las valientes declaraciones de estos argentinos que arriesgaron su vida para dar a conocer la verdad.El entusiasmo de los familiares tuvo su eco en la oscuridad de las cárceles, donde los presos políticos, entre los que me encontraba, recibimos con prudente alegría el apoyo de la comunidad internacional a nuestros parientes y amigos. Pese a la precariedad de nuestra situación, confiamos en que la visita de la comisión limitaría los secuestros y debilitaría a la dictadura genocida; que a partir de entonces sería menos probable que sacaran a los presos de sus calabozos para fusilarlos, como había ocurrido en la Unidad N 9 de La Plata, donde fui testigo de varios de esos crímenes.Durante su obstinada búsqueda en el país, la delegación de la CIDH se reunió con el dictador Jorge Rafael Videla; con los titulares de las fuerzas de seguridad a cargo de centros de detención y otras autoridades públicas; estableció contactos con la prensa, con organismos de derechos humanos, con representantes de la Iglesia y de organizaciones gremiales; visitó la Escuela de Mecánica de la Armada, la Superintendencia de Seguridad Federal, la Comisaría 9ª, las cárceles de Villa Devoto y Caseros en Buenos Aires; la Unidad N° 9 de La Plata y las N° 1 y N° 8 de Olmos; las de Córdoba, Rawson y Resistencia; y los centros militares de detención en Magdalena y La Ribera (en Córdoba), entre otras valiosas actividades.El 18 de abril de 1980, la comisión dio a conocer la situación de los derechos humanos en el “Informe sobre Argentina”. Este documento, por su reconocida objetividad y completo registro, desnudó los crímenes de la dictadura ante el mundo entero. Allí se describió un cuadro de violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos, entre las cuales se destacaba la desaparición de personas. El informe centró su eje en la suspensión de la vigencia de los derechos civiles y en las transgresiones en perjuicio de los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, víctimas del incumplimiento de las garantías judiciales y de la defensa en juicio. Como era previsible, la dictadura censuró el documento, negó las conclusiones e intentó sustituirlas con una versión apócrifa de los hechos que se intentó transmitir, tristemente, a través de la enseñanza escolar y los medios de comunicación. Pero, gracias a la valentía de las organizaciones de derechos humanos, el informe de la CIDH ingresó clandestinamente en el país y fue difundido pese al férreo control oficial.Luego, con los años llegué a desempeñarme como secretario ejecutivo de la CIDH y contribuir a su importante tarea de promoción y protección de los derechos humanos en el hemisferio. Hoy, como canciller argentino, me toca compartir los esfuerzos que se llevan a cabo en los países de la región para fortalecer el sistema interamericano de protección de los derechos humanos, al que tanto le deben las sociedades latinoamericanas que padecieron la crueldad de las dictaduras militares. Cabe resaltar que ha sido desde el seno del sistema interamericano donde primero se denunciaron en el mundo las atrocidades acontecidas en Argentina y que, también en este ámbito, se adoptó la primera Convención sobre Desaparición Forzada de Personas.Al cumplir 50 años de existencia y a 30 años de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, expresamos nuestro reconocimiento a la invalorable labor política y humanitaria de sus integrantes a través de un firme compromiso en pos de la consolidación de la democracia y de la plena vigencia de los derechos humanos. Así, el homenaje que rendiremos esta semana en la Cancillería, en el marco de una Sesión Extraordinaria de la CIDH, demuestra el deseo del gobierno argentino de destacar la solidaridad internacional que recibió en momentos importantes y que hoy representa uno de los ejes de nuestra política exterior.En la segunda jornada de la sesión extraordinaria de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el país, el canciller Jorge Taiana recordó las visitas que los miembros de la comisión realizaron en 1979 a cárceles y centros clandestinos de la dictadura. “El informe de la CIDH dejó en claro el carácter masivo y sistemático de las violaciones de derechos humanos y desvirtuó la teoría de los excesos”, consideró Taiana, que en esa época era un preso político. Hoy, los miembros de la comisión recorrerán el Museo de la Memoria en la ESMA.
(Fuente:Rdendh).

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