23 de septiembre de 2009

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.


EL TESTIMONIO CLAVE DE JAIME DRI SOBRE SU DETENCION EN LA QUINTA DE FUNES
"Yo viví porque era un trofeo de Massera"

En la jornada más contundente del juicio a represores en Rosario, Dri -trasladado de la Esma a la Quinta de Funes-, identificó a Amelong, Guerrieri, Pagano, Fariña y Costanzo, sentados en el banquillo de acusados.

Por José Maggi
Jaime Dri giró su cuerpo y mirando a cada uno de los imputados a los ojos, de izquierda a derecha, los identificó: "Ese es Daniel, él es Jorge, ese es Sergio II, el siguiente es Sebastián y el último es el Tucumano". Así identificó claramente a Juan Daniel Amelong, Oscar Pascual Guerrieri, Walter Pagano, Jorge Fariña y Eduardo Costanzo, uniendo por primera vez en más de 30 años los rostros con sus nombres de guerra. Fue la medida más contundente en la causa Guerrieri-Amelong.
Esta es una síntesis de su testimonio:
De la Esma a la Quinta de Funes. Dri fue detenido y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada, y desde allí trasladado a la Quinta de Funes. "Cuando llegué a Rosario entré a un lugar donde había un escritorio, y ahí aparece mi antiguo jefe, el Tío Retamar, y me dice 'Pelado qué miserable que sos, caíste con la misma camisa que usabas en Rosario... El Tío me sigue visitando en la celda, me llevaba los cigarrillos, y me decía que habíamos perdido, que él colaboraba con el Ejército. Después me enteré que salía con la Patota a operar y calzaba un 38. 'Fijate que esta gente es distinta' me decía, 'yo caí en la jefatura de policía, me tenían tirado, esta gente me rescató y me curó'. Y llega el 31 de diciembre de 1977: al atardecer me vienen a buscar, me sacan la esposa que me amarraba a la cama, me sacan la capucha y me llevan y ahí pude mirar por primera vez todo el espacio donde me encontraba. Y ahí fue recibir el abrazo de todos, algunos conocidos otros no. El Cabezón Toniolli, Juan Dussex, el Tío, Leticia o Lucy que era su compañera, el Foca y la Gringa, que tenía un brazo enyesado, lo veo a Leopoldo que no lo conocía y a su compañera la Flaca. Estaba una compañera de nombre María Soledad, una que le decían María, que después me enteré que era María Reyna Lloveras, el Ignacio al que conocía, el Pipa cordobés que no lo conocía, el Nacho y la Nacha"..
* "Días después los detienen en Mar del Plata a Tulio Valenzuela y Raquel Negro, y los traen a Funes. Tucho dice que acepta colaborar. En pocos días tiene acceso a la casa principal donde había muchos archivos, y empieza a preparar el informe que iba a llevar a la conducción de la columna Rosario. Ahí participa el Nacho fundamentalmente. En una oportunidad me incluyen, veo lista de gente que simpatizaba con nosotros, gente en libertad, como el cura Mac Guire. Se emitían panfletos de la secretaría política. Nacho le llevaba al cura los panfletos a efectos que si alguien tomaba contacto con el cura se lo podía agarrar. Finalmente se arma la propuesta del viaje a México para entregar la conducción del movimiento. Ahí creo que se hizo un asado, porque venía Galtieri para hablar con Tucho. Se instaló en una piecita de atrás de la casa, me hicieron pasar, y hablé con él. Con Tucho hablé largamente".
* "Una tarde, en un vehículo se va María con el Seba que era su hijo, era un bebé, y entiendo que lo llevaron a la casa de los padres de María. También recuerdo que tiene que haber sido en los primeros 10 días de enero que sale la comitiva a México. En esa comitiva fueron capitán Sebastián, el teniente Daniel, Bueno o el Barba y el Nacho. Hasta que una tarde una llamada de México, entró Jorge, y atendió, salió muy nervioso, y se fue de ese lugar, que a esta altura todos sabemos que se trata de la Quinta de Funes. El Foca muy calladito en un rincón me dice: 'Pelado, no abrás la boca que nos van a matar a todos, porque Tucho se fugó'".
El traslado a la Escuela Magnasco. "El que toma la batuta ahí es el Tordo, médico, es quien me cura las heridas. No se decía nada pero había mucho movimiento, me acuerdo cuando el Tordo saca un arma y le parte la cabeza a la perrita de la Nacha. Al atardecer estaban los autos para trasladarnos. La orden fue ante cualquier movimiento sospechoso se abre fuego. Pensamos que nos iban a matar pero no, llegamos a un lugar, tabicados, nos suben, todos tabicados todos contra la pared. Pero pasado el tiempo el tabique se afloja, fui viendo las ventanas tapadas con periódicos y como el baño estaba abajo, nos pusimos un tarro para orinar en una esquina. Se había caído un pedacito de una esquina de una ventana y vi que estaba en calle Zeballos y por el ruido de los autos intuí que la otra era Ovidio Lagos. Otra cosa que pude ver fue un cuadro de un motor por eso pensé que se trataba de una escuela industrial. Después Toniolli me dijo que era la (Escuela) Magnasco. Eran vacaciones, los días pasaron y había que irse y entonces vino la noticia que nos íbamos a La Intermedia. En una noche nos subieron a un camión y nos llevaron".
El final. "El Tío Retamar me tiraba chicanas, me decía 'decidite'. Pensé que a María la habían torturado, que había dicho que nos íbamos a fugar. Lo concreto es que me anuncian que al otro día me devuelven a la Esma. El Nacho me dice 'mirá que yo estoy entregando compañeros para salvarlos'. Y yo le dije 'eso no es salvarlos, estamos acá prisioneros'. A la mañana temprano el Teniente Daniel es uno de los que me llevó. Yo viví porque era un trofeo de Massera, tuve la suerte de caer en manos de él y no de esta gente, porque nunca más vi a los compañeros con los que estuve en los tres centros clandestinos de detención".
(Fuente:Rosario12).

EL TESTIMONIO DE RAFAEL BIELSA
"Estuve en La Calamita"

El ex canciller Rafael Bielsa declaró ayer como sobreviviente del centro de detención La Calamita. Antes de comenzar pidió girar su escritorio y sentarse "mirando a los ojos a los imputados". "A finales de junio de 1977 venía a mi trabajo en este edificio en la esquina de calles Rioja y Oroño, a las 7, cuando a la altura del cantero central un Renault 12 color oscuro frenó y bajaron dos personas con armas de puño, una de ellas con marcado acento provinciano, me subieron al auto, me ataron con alambre las manos a la espalda, me pusieron venda y luego capucha. Después de unos 40 minutos, luego de traspasar un paso a nivel llegamos a un lugar en el que muy cerca pasaban aviones".
"En el lugar -agregó- me llevaron a un sótano donde me encadenaron a una baranda, luego de unas horas me llevaron a una habitación, me desnudaron y humedecieron, y me amarraron a una especie de cama elástica donde fui torturado, con algo que llamaban Martita Corrientes, que no era otra cosa que la picana".
"Se me interrogó ese día y los siguientes por mi vinculación con el asesinato de un policía, también por nombres de guerra, entre otras cosas. En una sesión de tortura una persona a mis espaldas dice 'se van a tener que esmerar un poco muchachos, porque ni siquiera está asustado, está loco', no puedo olvidarme de esa voz y del olor a carne quemada".
"A los 7 u 8 dias cesó la tortura y los golpes, había episodios esporádicos pero no sistemáticos. Una noche se produjeron movimientos en la casa, daba la sensación de que alguien iba a venir. Bajó al sótano alguien y me empezó a interrogar de porqué razón mi familia había donado la biblioteca de mi abuelo al Colegio de Abogados, si era para que los abogados subversivos defiendan a los subversivos. Luego reconocí esa voz, la persona que me hizo esa visita fue el general (Leopoldo) Galtieri".
Según recordó "mientras estuve detenido hasta promediar julio estaban Nacho, el Foca y el Tío, con absoluta seguridad. Los reconocí no solo por la voz sino porque usaban el mismo apodo que en libertad. Promediando julio, una madrugada una persona a la que le decían el capitán, a quien yo llamaba Parliament porque fumaba esos cigarrillos, y al que vi por debajo de la venda, me dijo que me iba a ir con vida. Habrán pasado 48 horas y me sacaron en un auto, me llevaron hasta Parque Field. Me ordenaron que fuera hasta la comisaría y que dijera que estuve secuestrado".
Bielsa recuerda que "no hice eso. Cuando me bajé del Peugeot 404 blanco me subí a un ómnibus, estaba en condición deplorable y le pedí que me llevara hasta el centro. Entonces tomé un taxi y desde allí llamé a quien entonces era la defensora oficial Laura Cosidoy que entonces vivía en un hotel. Me hizo presentar al Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, me hicieron un consejo de guerra, me hicieron las mismas preguntas que en la tortura, pero sin picana".
Bielsa reconoció que "visité dos lugares" (para tatar de reconocer su lugar de detención): al primero se lo denominaba El Castillo y el otro es La Calamita. Con los matices que hay que poner por las condiciones que estaba cuando estuve detenido, creo que estuve en La Calamita. El primero es que tiene una baranda de metal que es donde me encadenan. El segundo elemento es que tiene los azulejos a los que me referí antes. El tercero es que cuando me llevan al baño yo creí que orinaba sangre. Me bajó la presión y abrieron una ventana y entró frío. Y el baño de La Calamita tiene esas características".
(Fuente:Rosario12).


"ALDO"
El ex Personal Civil de Inteligencia Ariel Lopez, alias "Aldo", quedó detenido ayer por orden del juez federal Nº 4 Marcelo Bailaque, acusado de haber participado en el esquema represivo Quinta de Funes, Escuela Magnasco y La Intermedia. Con "Aldo" se cierra aún más el círculo sobre el grupo que actuó en la disposición final de los cuerpos que -según Eduardo "Tucu" Costanzo- fueron arrojados al mar en la bahía de San Borombón. "Lo bauticé Oreja, porque era el alcahuete de (Jorge) Fariña. Contaba cómo flameaban los cadáveres cuando los tiraban desde los aviones a tres mil metros de altura. Y repetía siempre que de noche lo soñaba y no podía dormir", contó Costanzo a Rosario/12.
(Fuente:Rosario12).


REMITEN A JUEZ RODRIGUEZ CONFESION DE PERIZZOTTI
Investigarán al mayor Jorge Diab

Por Juan Carlos Tizziani
El ex subjefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122 durante la dictadura, mayor Jorge Roberto Diab quedó bajo la lupa de la justicia. El Tribunal Oral Federal remitió ayer al juez Reinaldo Rodríguez, una copia de la indagatoria del ex jefe de la Oficina de Coordinación del Area 212, comisario Juan Calixto Perizzotti, quien acusó al militar de haberle entregado diez mujeres que estaban secuestradas en un centro clandestino de detención en Santo Tomé, a fines de marzo de 1977.
La resolución fue adoptada a pedido de los fiscales Martín Suárez Faisal y José Ignacio Candioti para que su colega de primera instancia Cintia Gómez abra una causa penal o incorpore la confesión de Perizzotti a las investigaciones en curso que ya tienen bajo la mira a Diab, quien era el segundo del ex jefe de Inteligencia Militar 122, coronel Domingo Manuel Marcellini, que estaba imputado en el juicio a los represores de Santa Fe, pero zafó por su estado de salud. Ya hace cuatro años, el 5 de abril de 2005, cuando fue detenido e indagado, Marcellini mencionó a sus subordinados.
Perizzotti dijo que el operativo que comandó Diab en marzo de 1977 cuando le entregó las diez mujeres secuestradas en el chupadero se cumplió por orden del ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando Rolón. Y recordó lo que Rolón le había dicho cuando se hizo cargo de la Oficina de Coordinación del Area 212, en enero de 1977: "Mis órdenes se cumplen, no se discuten ni se comentan".
"Yo voy a asumir mi responsabilidad, pero no la ajena", advirtió Perizzotti. "No voy a asumir la responsabilidad de gente que por beneficio propio o por beneficios personales hizo lo que no debía hacer. Esa responsabilidad no la voy a absorber".
Perizzotti mencionó varias veces a Diab en su indagatoria, no sólo cuando le entregó las diez mujeres encapuchadas y con las manos atadas en un descampado de Santo Tomé, sino que también entregó otros detenidos con capucha en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR).
"¿Usted supo que trajeron detenidos encapuchados a la GIR?", le preguntó el abogado querellante Guillermo Munné.
Sí contestó el policía.
¿Recuerda el nombre de las personas que los trajeron?
Una vez fue el mayor Diab y la otra no recuerdo. El nombre debe estar en el libro de guardia, que lamentablemente no está. Era una siesta cuando yo no estaba.
Pero usted supo que los traían encapuchados.
Sí, sí ratificó.
La confesión de Perizzotti quebró el pacto de silencio. "Es una declaración importante", dijo el abogado querellante Jorge Pedraza. "Porque es un eslabón más sobre la participación en actividades torturas de todo el grupo del Destacamento de Inteligencia Militar 122, que no sólo hacía tareas de inteligencia, sino que lo había dicho Roberto Fermín de los Santos ante la Conadep en 1984 sus miembros estaban en los chupaderos y participaban en los tormentos".
(Fuente:Rosario12).

Argentina, Santa Fe: Perizotti habló y escrachó a un militar que participaba del traslado ilegal de detenidos
Por Héctor M. Galiano (NOTIFE)

Juan Calixto Perizotti amplió ayer su indagatoria en el marco de la “Causa Brusa”, que juzga a seis santafesinos, cinco de ellos ex policías. El imputado dijo que el Ejército dictaba todas las órdenes represivas y puso al descubierto a un ex capitán del Destacamento de Inteligencia 122, Jorge Roberto Diab. “Una noche me entregó a diez detenidas en un camino de tierra al norte de Santo Tomé”, dijo.
El ex jefe de la Oficina de Coordinación del Área 212 del Ejército en los años de plomo, Juan Calixto Perizotti, quebró la estrategia del resto de los imputados de la causa Brusa que habían decidido no ampliar la indagatoria en el marco del juicio oral y reservarse el derecho para los alegatos finales.
La declaración de Perizotti se esperaba con ansiedad luego que su abogado Claudio Torres del Sel anunciara la semana pasada la intención de su defendido. El ex comisario, de 72 años, es sindicado como el jefe de una dependencia policial que fue un centro de detención clandestino de presos políticos en la última dictadura militar.
En tres horas de exposición Perizotii intentó despegarse de sus responsabilidades como responsable “del gobierno de la Guardia de Infantería Reforzada (GIR)”, según sus propios dichos. “Todas las órdenes la daba el Comandante del Ejército, el coronel Juan Orlando Rolón, órdenes que no se podían discutir ni comentar”, destacó. “Yo no quería ir a la GIR, pero tuve que hacerme cargo de la Oficina de Operaciones del Area 212 dentro de la GIR, que dependía exclusivamente del Ejército (…) yo estaba como jefe de la comisaría Octava en Santa Fe y después pasé a depender del Ejército, aunque administrativamente estaba a cargo de la Policía santafesina.
El imputado volvió a explayarse en los “beneficios” de los que gozaban los detenidos políticos en la GIR. “Comían la misma comida de los suboficiales, siempre estaba todo limpio, se encargaban los propios presos de limpiar. Yo había dicho que nunca detuve a nadie pero hoy escuchando la declaración de (Luciano José) Almirón (un ex militante de la UES detenido por el mismo Perizotti el 24 de mayo de 1977) recordé que efectivamente yo lo tuve que detener por pedido del Ejército que tenía sobre él un pedido de captura”. Unos minutos antes Almirón había contado conmovido cómo su hermana mayor (María de los Milagros) y su madre (María Rosa Sedrán) fueron víctimas del terrorismo de Estado entre 1976 y 1978, sufriendo todo tipo de tormentos y encierros en cárceles y dependencias policiales. Justamente, en una de las visitas del joven Almirón a su hermana en la GIR fue detenido por Perizotti. “Nos denigraba, decía que todos nosotros deberíamos estar muertos”, recordó.
Perizotti volvió a mencionar que, mientras estuvo al frente de la GIR autorizó el ingreso del sacerdote fallecido Edelmiro Gasparoto y del ex Arzobispo santafesino Vicente Zaspe. “También veía un cura de apellido Rucci, que supo estar en Laguna Paiva. Todos ellos entraban a pesar del peligro que significaba que el Ejército lo sepa. Se comentaba por ese entonces que algunos policías que había ayudado a detenidos enviando notas a sus familiares habían terminado presos en Coronda. Si a mí me descubrían me daban 10 años”, señaló .
“He llevado detenidos a la comisaría Cuarta, siempre por órdenes del Comandante del Ejército y de esa dependencia los he llevado a la GIR. Muchas de esos trasladados eran por blanqueos. Por ejemplo, a Coronda había que trasladar a los presos en celulares del servicio penitenciario. Una sola vez lo hice en el coche de la dependencia policial que fue el caso de (Alberto) Maguid, quien me pidió hablar con su familia antes de ser trasladado (desde la Seccional Cuarta) y yo le di ese beneficio. Además me pidió que le saque las esposas para poder saludar desde el móvil a su mujer y su hijo, y también se lo concedí”, recordó el ex comisario así su experiencia en el traslado del secretario general de la UPCN. “En ese momento no se respetaban las instituciones ni la Constitución Nacional. ¿Qué podía hacer yo si un capitán del Ejército tenia más poder que un jefe de unidad regional”, se defendió Perizotti al recordar la orden de traslado de Maguid a la cárcel de Coronda, donde el gremialilsta estuvo detenido dos años.
El imputado recordó también que en su oficina trabajaba un grupo de sumariantes, dos de ellos de la policía santafesina que llegaron a comisario general: Esteban Donatti y Anoni. Por el Ejército estaba el Teniente Ale y también había un subinspector de la Policía Federal.
El capitán al descubierto
Entre divagues y auto reivindicaciones Perizotti echó afuera su confesión o, al menos, su deliberada intención. “Todas las órdenes venían del Comandante. Con respecto al asunto de las tres chicas, (Anatilde) Bugna, (Patricia) Traba y (Ana) Cámara (…) ellas dicen que fueron detenidas el 23 de marzo de 1977 y que en “la casita” les hicieron firmar declaraciones bajo apremios, y que a los tres días pasaron por la oficina donde estaba yo, pero quiero decir lo siguiente: 4 días antes, por decir una fecha cercana, me llama el coronel Rolón y me dice ‘Véalo al Mayor Roberto Diab que le va a entregar unos detenidos (…) y me dijo que lo espere esa noche a las 24 horas en el Comando de Artillería, que estaba en el mismo distrito. No me dijo nada más. Quince minutos antes voy con un ayudante y un chofer a buscarlo. Vimos un camión del servicio penitenciario en el Comando, me saludaron dos guardiacárceles y un chofer de apellido Leonardi que me reconoció y me dice ‘Juancito, vos también acá’. Llegó Diab y me dijo ‘vengan conmigo, primero yo, después el celular y después ustedes’. Y nos fuimos para Santo Tomé. Pasamos la avenida 7 de Marzo, después avenida Luján. Cuando finaliza esta última avenida, él –por Diab – sigue de largo (a la altura de la estación de servicios de Shell) por un camino de tierra, unos 200 metros y para. Y me dice ‘espéreme acá’, y se fue en dirección al este, tardó una hora, llegó con tres autos y los pone a la par del vehículo del servicio penitenciario. De los autos bajaron 10 detenidas, todas vendadas, no me acuerdo si venían esposadas (…) de ahí las trasladamos a la Guardia de Infantería Reforzada y él – por Diab - nos dijo que arrancáramos, que nos seguía detrás. Me pidió que entre (al lugar) el vehículo donde se trasladaba a las detenidas de ‘culata’, para que no vean los movimientos desde la calle. Entre las detenidas estaba Bugna, Traba, Cámara, Benavidez y creo que una chica Aguirre y otra Abdolatif. Eran 10, no recuerdo todo los nombres, pero eran 10”.
Perizotti le recordó al jurado que, en relación a la inhumación de los NN del cementerio local, él recibió una orden escrita del Comandante del Ejército, es decir Juan Orlando Rolón. “Esas personas fallecidas estaban en el hospital Piloto (Cullen). Lo tengo todo declarado en la justicia federal. Le mandé todo la información que tenía de esos cuerpos al cementerio municipal. Todo lo dejé por escrito, documentado”. El imputado remarcó una y otra vez que dependía del Área 212 y que sólo tenía una relación administrativa con la policía santafesina. “El auge de detenidos se dio en 1976, por la GIR pasaron unos 300”, indicó.
El ex jefe de la Guardia de Infantería se preguntó en un momento “¿cuántos militares están presos?, nosotros fuimos usados como forros, parece que Perizotti mató, Colombini mató…que todos mataron. Pero loes cierto es que el Ejército no usó de forros, que se usan y luego se desechan. Yo no tengo miedo porque nunca me amenazaron pero, qué casualidad, hace 15 días me amenazaron. Nunca tuve custodia, nunca la pedí. Yo voy a asumir mi responsabilidad, pero no voy a asumir la ajena”, señaló ofuscado el imputado.
El equipo completo
Jorge Roberto Diab fue el subjefe del Destacamento de Inteligencia 122 en los años en que el egresado de la Escuela de las Américas, Domingo Marcellini (1975 y 1978) fue el mandamás. Operativamente el destacamento funcionaba en el distrito militar de calle Avenida Freyre y Juan de Garay, en la ciudad de Santa Fe. Allí reportaban también el Personal Civil de Inteligencia (PCI), la patota integrada por policías del departamento de Informaciones (D2) de la policía santafesina y también, en forma más inorgánica, la comunidad informativa, integrada por empleados del poder judicial, comerciantes y periodistas. Militarmente estaba dividido en las Secciones Política, Grupo de Calle, Operaciones Especiales y Logística. El propio Ministerio de Defensa de la Nación informó a la Secretaría de Derechos Humanos la nómina de los militares que ocuparon cargos en la inteligencia militar ente 1975y 1978. Además de Jorge Roberto Diab (cuyo último domicilio se ubica en la zona del Parque Sur en Santa Fe, aparecían otros nombres destacados – todo con rango militar-: Teniente Coronel Julio César Bellene (Jefe antes de Nov.75), Teniente Coronel Antonio Ramón Ricciardi (asume la jefatura después de Marcellini); Mayor Rubén Ignacio Gaitán (Investigado en la causa “Área Paraná), Capitán Carlos Gustavo Fontana, Capitán Alberto Maneiro, Capitán Jorge Alfredo López, Capitán Douglas Patrick Dowling, Capitán Domingo Morales (a quien podaban “el idiota”), Teniente Primero Raúl Carlos Mendez, Teniente Primero Alberto José Jaime, Teniente Primero Julio César Dominguez (alias “Potín"), Teniente Primero Héctor Melitón Martínez, Teniente Primero Paúl Alberto Navone (“suicidado” en Córdoba un día antes de declarar en la causa Area Paraná y la supresión de identidad de la hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, quien fuera identificada en diciembre del año pasado), Teniente Primero Jorge Luis Ismael Zamudio. En el Destacamento de Inteligencia 122 también reportaban los suobficiales Nicolás Correa (fallecido,alias “El Tío”, encargado de alquilar las casa operativas del Ejército en las afueras de la ciudad), y Eleodoro Jorge Hauque (alias Lolo).
(Fuente:Argenpress).

Además de enfrentar personalmente a los imputados para identificarlos y de ratificar el relato que hiciera en una conferencia de prensa en París y en el libro Recuerdo de la Muerte, Jaime Dri imprimió un fuerte contenido político al testimonio que brindara este martes en el juicio contra los represores de la Quinta de Funes.
“Nosotros crecimos en la legalidad del golpe contra Irigoyen, del bombardeo a Buenos Aires en 1955, de la proscripción y la persecución a los obreros peronistas ¿De esa legalidad es que hablan?”, planteó Dri. “Legalidad” se leía en la vincha que Juan Daniel Amelong, uno de los represores enjuiciados, exhibió el primer día de la instancia oral y pública que se desarrolla en la sede los tribunales federales rosarinos de bulevar Oroño al 900.“¿De qué legalidad hablan?”
En la jornada de este martes Dri volvió a compartir después de más de treinta años un mismo ámbito físico con Amelong y los también represores Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Walter Salvador Pagano y Eduardo Rodolfo Constanzo.
Claro que las circunstancias fueron muy distintas. En la dictadura Dri fue prisionero de los represores junto con otros 14 militantes peronistas y montoneros que permanecen desaparecidos.
Esta vez, prestó testimonio en su condición de hombre libre ante sus captores de entonces, ahora detenidos y juzgados.Para el Pelado –apodo que su fisonomía le hizo ganar ya desde sus tiempos de diputado provincial por la Juventud Peronista en el Chaco–, la dictadura que se inició en el 76 forma parte de la disputa entre dos proyectos de país que se da en la Argentina desde el comienzo de la historia nacional y que él vive desde su historia familiar.
“Mis abuelos fueron traídos de Italia a la Argentina durante la hambruna de la primera gran crisis del capitalismo y fueron tomados como esclavos para la construcción del granero del mundo, de un país agroexportador. Mi padre entendió el proceso argentino y fue primero irigoyenista y después peronista; y estuvo desaparecido ocho días porque fue por primera vez a Buenos Aires justo cuando bombardearon la plaza de Mayo y durante todo ese tiempo no tuvimos noticias de él”, recordó Dri, todavía un adolescente “cuando derrocaron a Perón y vinieron a perseguir a los obreros de las aceiteras que había en mi pueblo, Chajarí”.
En la misma línea que aquellos perseguidores del 55 ubicó luego a los militares y policías que lo mantuvieron cautivo y que “trabajaron para los Martínez de Hoz, los Krieger Vassena, los mismos sectores que hoy no pueden dar un golpe de Estado pero bloquearon las rutas y tiraron leche”.
El testimonio de Dri incluyó el relato de circunstancias de su detención en Uruguay, su traslado a la Esma y luego a la Quinta de Funes y su paso por la escuela Magnasco y La Intermedia.
Él es el único sobreviviente de los militantes que también estuvieron secuestrados en los últimos tres lugares y por ello es considerado por los querellantes el principal testigo en la causa en que la se busca llegar a una condena de los acusados, a quienes Dri reconoció en el recinto donde se desarrolla el juicio.
También les pidió que digan “dónde están nuestros compañeros”.
Tras su paso por la Quinta de Funes, la escuela Magnasco y La Intermedia Dri fue trasladado nuevamente a la Esma y luego se fugó a Paraguay desde la frontera, a la que había sido enviado por la Marina para "apuntar" a sus compañeros.Tras fugarse, denunció lo que vio y vivió mientras estuvo cautivo en una conferencia de prensa en París y también a través del libro Recuerdo de la Muerte, escrito por Miguel Bonasso. Ahora, Dri vive en Panamá, desde donde llegó a Rosario para brindar su testimonio.
(Fuente:Diriodeljuicio).


Octava jornada del juicio Guerrieri - Amelong
La octava audiencia por el juicio oral y público de la denominada causa Guerrieri - Amelong, comenzó con la declaración del ex mayor Jorge Fariña, que había sido suspendida este lunes. Además, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de Rosario, le tomó declaración a los testigos Jaime Dri y Rafael Bielsa.
Otra de las noticias de la jornada fueron las detenciones de los represores Alberto Vitantonio (imputado en la causa Labrador) y Ariel López (imputado en la causa Fábrica de Armas).
Temprano a la mañana se presentó al TOF1, para prestar su declaración indagatoria el ex mayor Fariña –el lunes no se había presentado por el fallecimiento de su padre–.
El represor se declaró inocente y negó las acusaciones en su contra leídas durante la instancia de las requisitorias.
A continuación declaró uno de los testigos claves de este juicio, Jaime Dri, el único sobreviviente del centro clandestino Quinta de Funes.Dri identificó a los cinco represores imputados, los miró a la cara y los señaló y nombró con su apodo de “guerra” uno por uno.
El testigo, que viajó especialmente desde Panamá para dar su testimonio, relató con lujo de detalles el funcionamiento del aquel campo de concentración dependiente del II Cuerpo del Ejército, realizó una exposición con un profundo contenido político.
Además, Dri hizo un reconocimiento, a través de maquetas fabricadas por estudiantes de Arquitectura, del sitio donde estuvo secuestrado.Posteriormente el que presentó su testimonio fue ex canciller Rafael Bielsa, quien pidió sentarse de frente a los imputados para “mirarlos a los ojos”.Bielsa relató su secuestro y cautiverio en el centro de detención La Calamita – ubicada Granadero Baigorria–, otro de los centros que formó parte del circuito represivo en los que actuaron los cinco imputados de este juicio.Represores ex prófugos.
Otra de las noticias reveladas durante la jornada de este martes fueron las detenciones de los represores Alberto Vitantonio y Ariel López, quienes hasta la fecha se encontraban prófugos de la justicia.
Vitantonio, detenido en las inmediaciones de su domicilio por la policía federal, está imputado en la causa Labrador, en la que se investiga la privación ilegítima de la libertad y amenazas cometidas en perjuicio de Esperanza Labrador, María Manuela Labrador, (querellantes de la causa) Edith Graciela Koatz y Oscar Rivero; y los homicidios de Víctor Labrador, Palmiro Labrador y Edith Graciela Koatz.Ariel López, apresado la noche de este lunes, está imputado en la causa Fabrica Militar de Armas –denominada Amelong–, que fue unificada a la de Quinta de Funes y que justamente está atravesando la instancia de juicio oral en el Tribunal Oral Federal Nº1 de Rosario.
En su declaración indagatoria de este lunes, el represor Eduardo Costanzo, señaló a Ariel López, entre otros hechos, como "integrante de los vuelos de la muerte. Contaba cómo iban los cadáveres flameando en el aire y se despezaban al tocar el mar”. Además, Costanzo imputó a López ser “quien mató a patadas y quien trasladó a Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi –dos militantes peronistas secuestrados, torturados y fusilados en mayo de 1983–".
Nuevas testimoniales.Este miércoles continuarán las declaraciones de los testigos –están previstas alrededor de 90–. Primero será el turno del periodista Daniel Santoro, quien publicó los documentos desclasificados del operativo México, en el que los represores de la Quinta de Funes entraron clandestinos al país azteca para asesinar a la exiliada cúpula de la Montoneros.
También darán testimonio el director de Rosario 12, Pablo Feldman; el militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), Horacio Ballester; el antropólogo Juan Carlos Nóvile; y el ex preso político y sobreviviente Eduardo Ferreyra.
(Fuente:Diariodeljuicio).

MADRES DE PLAZA 25 DE MAYO.

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