24 de septiembre de 2009

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.

DECLARARON DOS PERIODISTAS Y EL CORONEL BALLESTER
Otras voces, otros testimonios


El Tribunal Federal Oral Nº 1 de Rosario escuchó ayer nuevos testimonios

Por Sonia Tessa
"Eduardo Costanzo llegó a la redacción del diario en el invierno de 1992 y le pidió a la secretaria entrevistarse con un periodista. Lo atendió Reynaldo Sietecase, quien publicó por primera vez cuál había sido el destino final de los 14 prisioneros asesinados en La Intermedia", indicó el editor de Rosario/12, Pablo Feldman, en el juicio oral y público contra algunos de los responsables de la Quinta de Funes. En el público, dos familiares de esos prisioneros se tomaban la mano, afectados por el relato. Feldman se refirió en primer lugar a la entrevista que realizó el periodista José Maggi a Costanzo, en enero de 2008. Allí, el integrante de la Patota identificó el circuito de centros clandestinos de detención, así como sus responsables.

A Feldman le hizo dos preguntas el defensor oficial de Juan Daniel Amelong, Héctor Silvio Galarza, quien recibió continuos apuntes en voz baja de su defendido durante toda la mañana. La primera pregunta se refirió al pedido de contraprestación económica que, según había entendido el defensor de la declaración de Feldman, habría pedido Costanzo en 1992. Pero el editor de Rosario/12 aclaró que no hubo solicitud de dinero. La otra pregunta de Galarza fue cómo se concertó la entrevista entre Maggi y Costanzo.


En la mañana de ayer declaró también el presidente del CEMIDA, coronel Horacio Ballester, quien dio el marco general de las acciones que describió como "represión ilegal" de parte de las Fuerzas Armadas. Ballester se refirió a la doctrina de seguridad nacional, a la persecución ideológica y a las acciones tanto represivas como intimidatorias que quedaban a cargo de los "servicios de inteligencia". El militar, a quien le dieron la baja en 1971 por sublevarse contra la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, puntualizó que las órdenes militares podían no cumplirse, como lo hicieron los integrantes del CEMIDA. Los abogados defensores plantearon algunas preguntas a Ballester. Galarza lo inquirió sobre su conocimiento de órdenes secretas posteriores a 1976, ante lo cual Ballester indicó que después de ser dado de baja no accedió a documentos clasificados. En ese sentido, el abogado querellante Alvaro Baella, del equipo jurídico de Hijos, dejó constancia de que el documento mencionado por Galarza no figuraba en la prueba del juicio, y por lo tanto la pregunta no tenía valor en el desarrollo de la audiencia. Antes, la fiscal Mabel Colalongo le había preguntado a Ballester si conocía el documento identificado con la sigla RC 9.1, que sí forma parte de la causa. "Sé de su existencia pero no lo conozco personalmente", indicó el testigo.


Además, el presidente de CEMIDA consideró que el 24 de marzo de 1976 no existía una "situación extrema" que justificara el accionar represivo, y advirtió además que las acciones contra lo que la dictadura llamó los "elementos subversivos" debió hacerse "siguiendo la legislación argentina y los tratados internacionales". La declaración de Ballester -quien se refirió a la doctrina francesa- dio pie a que Colalongo insistiera con el pedido de convocatoria a declarar como testigo a la periodista francesa Marie Monique Robin, quien realizó un documentado trabajo sobre la aplicación de los métodos franceses de la guerra de Argelia en la terrorismo de Estado argentino. Todos los abogados querellantes apoyaron este pedido, y la defensa manifestó su oposición. El Tribunal decidirá la semana próxima si convoca a la profesional francesa como testigo.


Ayer también declaró el periodista de investigación del diario Clarín, Daniel Santoro, quien el 20 de enero de 2008 publicó una nota a partir del documento obtenido por el periodista mexicano Carlos Osorio, donde se transcribe el testimonio de dos agentes de inteligencia argentinos en la Dirección Federal de México. Los interrogados ingresaron en enero de 1978 con nombres falsos. Manuel Pablo Funes era en realidad uno de los imputados, Juan Daniel Amelong, y Miguel Vila Adelaida era Carlos Laluf, uno de los prisioneros de la Quinta, que se encuentra desaparecido. Santoro recordó que el documento fue obtenido por su colega a partir de la ley de acceso a la información pública del Estado Mexicano.
(Fuente:Rosario12).


"UNGUE" FERREYRA, DIRIGENTE DEL PC CORRENTINO
De Corrientes a "La Calamita"

Por José Maggi

El testimonio de Eduardo Enrique Ferreyra -"Ungue", para sus amigos-, un ingeniero septuagnerio nacido en Corrientes, impactó ayer al Tribunal Oral Federal Nº 1 de Rosario. Fue secuestrado en Corrientes, llevado luego a Resistencia, traslado a Rosario y liberado finalmente en Pergamino. Ferreyra, dirigente del Partido Comunista correntino e hijo del titular de la UCR correntina, dio datos sobre un posible lugar de detención que podría ser La Calamita: estuvo detenido en el lugar junto a un hombre que tenía un tiro de FAL en el hombro, que podría ser el "Tío" Retamar, la cocinera era María, (Reyna Lloveras), el baño con los azulejos con arabescos son similares a los descriptos por otros detenidos, el ruido de un circo cercano, los simulacros de fusilamientos, la construcción del tipo casco de estancia, además de los nombres de dos de los jefes que se comunicaban por radio: Sebastián y Daniel.


El 17 de marzo de 1977 "Ungue" fue secuestrado en Corrientes capital. Se despertó al día siguiente "vendado, desnudo, atado, torturado mientas me preguntaban si era el enlace del partido Comunista con el PRT ERP". Permaneció allí varios días, le hicieron un simulacro de fusilamiento, y lo llevaron al Regimiento 9. De allí es trasladado a Resistencia, y finalmente a otro lugar: "Un día, esposado y vendado me suben a una camioneta con cúpula, me sientan y me ponen una inyección en la vena, y me duermo completamente. Cuando me despierto estaba en un lugar donde hacía frío, no habían mosquitos, era obvio no estaba ni en Corrientes ni en el Chaco, estaba en un campo".


A partir de allí estuvo vendado y esposado a un elástico de madera al suelo, "escuchaba el funcionamiento como que era una imprenta, comía esposado, sentí que habían fusilado gente, sentí las órdenes de mando de fusilamiento; una noche pusieron al lado mío una mujer en las mismas condiciones, que lloró toda la noche, al otro día la llevaron a otra pieza pero yo escuchaba lo que le decían, le decían que ella pertenecía al PRT, del grupo 'La verdad... la estuvieron torturando toda la tarde y después la pusieron otra vez al lado mío, ahí escuché el nombre de la chica, Ana María Fortuna".


"Un día me llevaron al baño, algo veía por la venda: en las piezas que pasaba veía mucha gente joven, todos encadenados por los elásticos de madera, vendados y algunos encapuchados. Estaba en algo que parecía un casco de una estancia, incluso sentía como subían con bomba el agua de pozo". Estuvo allí siete días. Ferreyra escuchaba que "un tal Daniel que parecía el jefe, llamaba por radio y decía estancia llamando a base. Lo que escuchaba ahí permanentemente eran aviones que subían y bajaban".


"Me di cuenta de que debíamos estar cerca de Rosario porque estaban mirando por televisión un partido de fútbol, Central y Huracán". Fue liberado el 2 de abril de 1997 en un camino de tierra luego de andar mas de dos horas en un automóvil, en cercanías de Pergamino. Ayer en medio de la testimonial mostró la soga y las vendas con las que fue liberado ese día.
(Fuente:Rosario12).


Novena jornada

La novena audiencia del Juicio contra los represores de la Quinta de Funes y Fábrica Militar de Armas continuó con las declaraciones de los testigos. Los testimonios fueron brindados por el militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), Horacio Ballester, que refutó la tesis de la Obediencia Debida; el periodista Daniel Santoro, quien publicó los documentos desclasificados del operativo México, en el que los represores de la Quinta de Funes entraron clandestinos al país azteca para asesinar a la exiliada cúpula de la Montoneros; el director de Rosario 12, Pablo Feldman; el ex preso político y sobreviviente Eduardo Ferreyra; y el antropólogo Juan Carlos Nóvile.El primer testigo en declarar en el marco de la novena jornada de audiencias, fue Horacio Ballester, militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), que aportó diferentes conceptos contextuales referidos a la actividad castrense.


Ballester refutó los fundamentos de la “obediencia debida” y explicó que ningún militar está obligado por norma alguna a “aceptar órdenes ilegales e ilegítimas” y dio el ejemplo de los mismos militares del Cemida, los cuales se apartaron de las fuerzas militares argentinas por su oposición al golpe de estado perpetrado el 24 de marzo de 1976.

El militar refutó también los argumentos de varios de los represores procesados o condenados en distintas causas contra el terrorismo de estado en el país –uno de los que lo ha usado es el imputado de esta causa, el ex teniente Juan Amelong–, que explica el accionar de las fuerzas armadas bajo la tesis de que “en la argentina hubo una guerra de baja intensidad”.

Ballester fue muy gráfico cuando replicó que las guerras de baja intensidad los “son para los que la desarrollan”, mientras que para los pueblos que las sufren son “guerras de alta intensidad” y agregó que en este país lo que se vivió más que una guerra fue “represión ilegal”.

Luego del Ballester fue el turno de del periodista del diario Clarín, Daniel Santoro. El cronista porteño vino a refrendar sus investigaciones sobre el operativo México, basadas en documentos desclasificados del National Security Archive de los Estados Unidos.

Santoro recordó su investigación que fundamentó con copias de los documentos de la National Security Archive, donde consta cómo se logró seguir la pista y capturar a los agentes de inteligencia argentinos que ingresaron clandestinamente a México con el detenido de la Quinta de Funes, Tulio Valenzuela, –quien sería la carnada para asesinar a la conducción de montoneros exiliada en ese país y del cual tenían a su mujer embarazada, Raquel Negro, como rehén en Funes–.

Las fichas del DFS con fotografías de los agentes argentinos los describen con sus nombres falsos. En una posterior entrevista con el sobreviviente Jaime Dri, el National Security Archive confirmó que uno de los agentes era el Teniente Daniel Amelong mientras que otros dos, Rubén Fariña y Jorge Cabrera habían logrado refugiarse en la Embajada Argentina de México cuando vieron a sus colegas ser apresados por la DFS.

El testigo siguiente fue el director del suplemento local de Rosario 12, Pablo Feldman, quien en su rol de editor del diario, acreditó las entrevistas realizadas al represor Eduardo Costanzo en distintos por dos periodistas del medio: Reinaldo Sietecase y José Maggi.

Además, declaró esta jornada el ex detenido Eduardo Ferreyra, que relató cómo fue traido desde Corrientes presumiblemente a La Calamita, donde registró los nombres de dos represores, Sebastian –el alias del ex Mayor Jorge Fariña– y Daniel –el apodo del ex teniente Juan Amelong–.

Finalmente dio su testimonio el antropólogo Juan Nóvile. El perito describió una serie de investigaciones aportadas a la causa, e hizo referencia a las excavaciones realizadas en el predio de La Calamita, en un lugar específico que había sido marcado por el mismo represor Costanzo, en donde el “Tucu” indicó que había sido enterrado un detenido asesinado de nombre Remo.

Nóvile explicó que sólo se revisó un 10% del predio –el marcado por Costanzo–, en el que no se hallaron restos, y afirmó que no debería dejarse sin investigar el resto del terreno.

Al cierre de la audiencia, el presidente del Tribunal, Otmar Paulucci, comunicó que el juicio se reanudaría el próximo martes por la mañana.Imagen: El juez Otmar Paulucci, fue quien presidió el TOF1 en la novena audiencia.
(Fuente:Diariodeljuicio).


Jaime Dri identificó a los represores y refutó a Amelong. “¿De qué legalidad hablan?”


REDACCION ROSARIO
Además de enfrentar personalmente a los imputados para identificarlos y de ratificar el relato que hiciera en una conferencia de prensa en París y en el libro Recuerdo de la Muerte, Jaime Dri imprimió un fuerte contenido político al testimonio que brindara este martes en el juicio contra los represores de la Quinta de Funes.


"Nosotros crecimos en la legalidad del golpe contra Irigoyen, del bombardeo a Buenos Aires en 1955, de la proscripción y la persecución a los obreros peronistas ¿De esa legalidad es que hablan?”, planteó Dri. “Legalidad” se leía en la vincha que Juan Daniel Amelong, uno de los represores enjuiciados, exhibió el primer día de la instancia oral y pública que se desarrolla en la sede los tribunales federales rosarinos de bulevar Oroño al 900.


En la jornada de este martes Dri volvió a compartir después de más de treinta años un mismo ámbito físico con Amelong y los también represores Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Walter Salvador Pagano y Eduardo Rodolfo Constanzo. Claro que las circunstancias fueron muy distintas. En la dictadura Dri fue prisionero de los represores junto con otros 14 militantes peronistas y montoneros que permanecen desaparecidos. Esta vez, prestó testimonio en su condición de hombre libre ante sus captores de entonces, ahora detenidos y juzgados.


Para el Pelado –apodo que su fisonomía le hizo ganar ya desde sus tiempos de diputado provincial por la Juventud Peronista en el Chaco–, la dictadura que se inició en el 76 forma parte de la disputa entre dos proyectos de país que se da en la Argentina desde el comienzo de la historia nacional y que él vive desde su historia familiar. “Mis abuelos fueron traídos de Italia a la Argentina durante la hambruna de la primera gran crisis del capitalismo y fueron tomados como esclavos para la construcción del granero del mundo, de un país agroexportador. Mi padre entendió el proceso argentino y fue primero irigoyenista y después peronista; y estuvo desaparecido ocho días porque fue por primera vez a Buenos Aires justo cuando bombardearon la plaza de Mayo y durante todo ese tiempo no tuvimos noticias de él”, recordó Dri, todavía un adolescente “cuando derrocaron a Perón y vinieron a perseguir a los obreros de las aceiteras que había en mi pueblo, Chajarí”.


En la misma línea que aquellos perseguidores del 55 ubicó luego a los militares y policías que lo mantuvieron cautivo y que “trabajaron para los Martínez de Hoz, los Krieger Vassena, los mismos sectores que hoy no pueden dar un golpe de Estado pero bloquearon las rutas y tiraron leche”.


El testimonio de Dri incluyó el relato de circunstancias de su detención en Uruguay, su traslado a la Esma y luego a la Quinta de Funes y su paso por la escuela Magnasco y La Intermedia. Él es el único sobreviviente de los militantes que también estuvieron secuestrados en los últimos tres lugares y por ello es considerado por los querellantes el principal testigo en la causa en que la se busca llegar a una condena de los acusados, a quienes Dri reconoció en el recinto donde se desarrolla el juicio. También les pidió que digan “dónde están nuestros compañeros”.
Tras su paso por la Quinta de Funes, la escuela Magnasco y La Intermedia Dri fue trasladado nuevamente a la Esma y luego se fugó a Paraguay desde la frontera, a la que había sido enviado por la Marina para apuntar a sus compañeros.


Tras fugarse, denunció lo que vio y vivió mientras estuvo cautivo en una conferencia de prensa en París y también a través del libro Recuerdo de la Muerte, escrito por Miguel Bonasso. Ahora, Dri vive en Panamá, desde donde llegó a Rosario para brindar su testimonio.
Foto: Argentina, Santa Fe - El represor Amelong y su vincha. / Autor: REDACCION ROSARIO
(Fuente:Argenpress).


No abandonemos las calles.
Tod@s a las audiencias contra los genocidas.
APDH Rosario

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