Por Carlos del Frade (APE)
Jujuy, techo de la Argentina, allí donde Belgrano, a orillas del río Juramento, multiplicó la pasión de ese nuevo país que se inventaba a través de la bandera azul y blanca con la idea de hacer la revolución para alcanzar la felicidad del pueblo.
En ese exacto lugar del inicio del peregrinaje del sueño colectivo inconcluso de una nación de iguales, los habitantes sufren las consecuencias de los que traicionaron a los que sangraron por aquella pasión belgraneana.
“Abra Pampa. Pueblo contaminado, pueblo olvidado”, es el título del informe elaborado por la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Texas, en relación a las consecuencias sanitarias de la producción de la fundidora de plomo Metal Huasi, cerrada en los años ochenta pero que funcionó durante tres décadas.
La investigación advierte, además, que la Argentina “tiene riesgo de padecer 400 Abra Pampa” al mismo tiempo que recomienda “implementar un plan sanitario integral, remediar la contaminación, juzgar a los responsables (privados y estatales) y resarcir económicamente a las familias perjudicadas. Entre otros males, el plomo produce retraso en la pubertad, alteraciones de la visión, problemas de aprendizaje y daños a la función motora”, apunta la crónica periodística.
El problema se originó en el cierre de la fundidora. A partir de ese momento la empresa dejó quince mil toneladas de basura de plomo y esa es la bomba de tiempo que estalla en los cuerpos de los jujeños.
Hacia el año 2007, el Grupo de Investigación de Química Aplicada de la Universidad de Jujuy demostró que “el 81 por ciento de la población infantil analizada contenía valores de plomo en cantidades perjudiciales para la salud. A fines del mismo año, el Ministerio de Salud de Jujuy admitió que al menos el 10 por ciento de la población adulta tenía ‘niveles críticos’ de plomo en sangre”, sigue diciendo la nota.
Lo único que se hizo a partir de las denuncias de los vecinos y distintas organizaciones sociales fue alambrar la zona.
-El gobierno argentino ha sido lento en reconocer los problemas en Abra Pampa. Y cuando finalmente lo hizo (en los últimos meses retiró gran parte de la montaña de plomo), respondió de forma inadecuada, con prácticas de saneamiento ambiental pobres, asignando recursos insuficientes para supervisar y resolver los problemas de salud -remarcó el director de la Clínica de Derechos Humanos, Ariel Dulitzky.
La salud de los habitantes del lugar parece estar condenada mientras los responsables de la contaminación gozan de una notable y obscena impunidad.
Para los redactores del informe: “Ni a los individuos ni a las empresas privadas ni a las instituciones del Estado se les ha declarado responsables de manera civil, administrativa o criminal por la contaminación de gran parte de la población”.
Agregan que “las relaciones problemáticas entre las industrias extractivas y las comunidades pobres han sido documentadas y discutidas desde hace mucho tiempo, contando innumerables relatos de exclusión social, violencia y daños ambientales”. Para el ya mencionado director de la investigación, lo que sucede en Abra Pampa es “una muestra de la industria minera en general, que une la irresponsabilidad empresarial y la falta de control estatal”. En el país existen 400 proyectos mineros -entre los planeados y ya puestos en marcha- por eso advierte que “en los próximos años, la Argentina podrá contar con 400 comunidades como Abra Pampa, abandonadas por la minería y envenenadas”.
En Abra Pampa se sufre la traición a Belgrano y la impunidad de algo más que el plomo.
Jujuy, techo de la Argentina, allí donde Belgrano, a orillas del río Juramento, multiplicó la pasión de ese nuevo país que se inventaba a través de la bandera azul y blanca con la idea de hacer la revolución para alcanzar la felicidad del pueblo.
En ese exacto lugar del inicio del peregrinaje del sueño colectivo inconcluso de una nación de iguales, los habitantes sufren las consecuencias de los que traicionaron a los que sangraron por aquella pasión belgraneana.
“Abra Pampa. Pueblo contaminado, pueblo olvidado”, es el título del informe elaborado por la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Texas, en relación a las consecuencias sanitarias de la producción de la fundidora de plomo Metal Huasi, cerrada en los años ochenta pero que funcionó durante tres décadas.
La investigación advierte, además, que la Argentina “tiene riesgo de padecer 400 Abra Pampa” al mismo tiempo que recomienda “implementar un plan sanitario integral, remediar la contaminación, juzgar a los responsables (privados y estatales) y resarcir económicamente a las familias perjudicadas. Entre otros males, el plomo produce retraso en la pubertad, alteraciones de la visión, problemas de aprendizaje y daños a la función motora”, apunta la crónica periodística.
El problema se originó en el cierre de la fundidora. A partir de ese momento la empresa dejó quince mil toneladas de basura de plomo y esa es la bomba de tiempo que estalla en los cuerpos de los jujeños.
Hacia el año 2007, el Grupo de Investigación de Química Aplicada de la Universidad de Jujuy demostró que “el 81 por ciento de la población infantil analizada contenía valores de plomo en cantidades perjudiciales para la salud. A fines del mismo año, el Ministerio de Salud de Jujuy admitió que al menos el 10 por ciento de la población adulta tenía ‘niveles críticos’ de plomo en sangre”, sigue diciendo la nota.
Lo único que se hizo a partir de las denuncias de los vecinos y distintas organizaciones sociales fue alambrar la zona.
-El gobierno argentino ha sido lento en reconocer los problemas en Abra Pampa. Y cuando finalmente lo hizo (en los últimos meses retiró gran parte de la montaña de plomo), respondió de forma inadecuada, con prácticas de saneamiento ambiental pobres, asignando recursos insuficientes para supervisar y resolver los problemas de salud -remarcó el director de la Clínica de Derechos Humanos, Ariel Dulitzky.
La salud de los habitantes del lugar parece estar condenada mientras los responsables de la contaminación gozan de una notable y obscena impunidad.
Para los redactores del informe: “Ni a los individuos ni a las empresas privadas ni a las instituciones del Estado se les ha declarado responsables de manera civil, administrativa o criminal por la contaminación de gran parte de la población”.
Agregan que “las relaciones problemáticas entre las industrias extractivas y las comunidades pobres han sido documentadas y discutidas desde hace mucho tiempo, contando innumerables relatos de exclusión social, violencia y daños ambientales”. Para el ya mencionado director de la investigación, lo que sucede en Abra Pampa es “una muestra de la industria minera en general, que une la irresponsabilidad empresarial y la falta de control estatal”. En el país existen 400 proyectos mineros -entre los planeados y ya puestos en marcha- por eso advierte que “en los próximos años, la Argentina podrá contar con 400 comunidades como Abra Pampa, abandonadas por la minería y envenenadas”.
En Abra Pampa se sufre la traición a Belgrano y la impunidad de algo más que el plomo.
(Fuente:Argenpress).
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