La recibió un testigo que declaró en el juicio
Una carta anónima como prueba
Por Juan Carlos Tizziani
El Tribunal Oral Federal aceptó como prueba en el juicio a los represores santafesinos un anónimo enviado por correo a uno de los testigos que declaró ayer, Froilán Aguirre, quien recibió una lista con una decena de nombres de supuestos integrantes del grupo de tareas que lo secuestró y torturó en un centro clandestino de San José del Rincón, pero en la que no figura el comisario Roberto Martínez Dorr, alias "Morrongo", que él acusa por los tormentos que padeció en la comisaría 1ª, donde estuvo 29 días encapuchado y maniatado en un calabozo. Aguirre leyó la carta ante los jueces, mencionó los integrantes de la patota y les pidió que la incorporen como prueba en el proceso. "Uno de los párrafos niega lo que yo digo, pero yo no tengo dudas", dijo. Y ratificó que fue Martínez Dorr quien lo sometió a una "feroz paliza" en la comisaría 1ª porque había dibujado en la pared una estrella de ocho puntas con sus iniciales: "FA", la fecha de su secuestro: "8/9/76" y una firma: "Montos". "¿Así que sos monto?", dijo que le preguntaba Morrongo mientras le azotaba la cabeza contra la pared.
Aguirre militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios cuando fue secuestrado el 8 de setiembre de 1976. Tenía 17 años. Cayó en una cita en el hospital Iturraspe, junto a un compañero de militancia que recién supo su nombre muchos años después. Los rodearon y los llevaron a un chupadero. "Tengo la sensación que era en la zona de Rincón porque atravesamos el puente Oroño (sobre la laguna Setúbal). Era una marcha ligera, sin detenciones y escuchába que se comunicaban con otro grupo. Unos se identificaban como 'fábrica' y los otros de 'depósito'", relató Froilán.
El vehículo bajó en un camino arenoso y lo entraron a una casa. "Me torturaron con picana eléctrica, pasaron algunas horas. Uno pierde la noción del tiempo. Escuché los gritos del otro compañero que eran desesperantes, hasta que se hizo un silencio y ruidos de cadenas como si lo estuvieran desatando. Y no escuché más nada".
A la madrugada lo trasladaron a la comisaría 1ª, a un calabozo muy chiquito. "Estuve encapuchado y esposado durante 29 días. No me podían dar agua y no podía comer, así que estuve desvanecido creo que varios días. Después, todas las noches venían y me golpeaban y me pateaban", recordó Aguirre.
Un día, Aguirre dibujó una estrella de de ocho puntas con sus iniciales: "FA", la fecha de la caída: "8/9/76" y una firma: "Montos". "Cuando se dieron cuenta entró al calabozo un oficial al que le decían 'Morrongo' y después me enteré que era Martínez Dorr que me dio una paliza descomunal. Me preguntaba: '¿Así que sos monto?' Me azotó la cabeza contra la pared veinte veces veces. Me saltó arriba del cuerpo y con un manojo de llaves me golpeaba en los testiculos. Uno de los detenidos que estaba ahí tuvo un ataque de vómitos por la forma en que me habían pegado". Froilán dijo que pudo "reconocer la fisonomía" de su torturador. Lo pudo "reconocer perfectamente". Era Martínez Dorr.
Tiempo después, lo trasladaron a la Guardia de Infantería Reforzada, donde un capitán del Ejército de apellido Cerini lo interrogó sobre su situación y le preguntó sobre el compañero de militancia que había caído con él. Le dijo que no sabía su nombre. "No te hagas el pelotudo porque ese tipo está un metro 80 bajo tierra", le contestó Cerini. La respuesta del militar le confirmó que habían matado a su compañero en la sala de torturas en el chupadero de Rincón. Con el tiempo se enteró que se llamaba Juan Alberto Osuna y que su cuerpo apareció en un enfrentamiento fraguado en Paraná.
Aguirre sacó entonces una carta que recibió hace unos días y comenzó a leerla ante el Tribunal. Era una lista con los nombres de los supuestos integrantes de la patota que lo secuestró y torturó. Mencionó a un imputado en el juicio, al ex suboficial del Ejército Nicolás Correa que también estuvo imputado hasta su fallecimiento, algunos policías y a un militar. Pero no aparecía el comisario que él acusa por la golpiza en la comisaría.
"Un párrafo de la carta niega lo que yo digo, pero yo no tengo dudas que (su torturador) es Martínez Dorr", insistió Froilán. El abogado querellante Horacio Coutaz aclaró al Tribunal que la carta anónima que había recibido Aguirre no era la única, con lo cual deslizó que otros sobres fueron a parar a otras manos. El presidente del Tribunal, Roberto López Arango dispuso que se extrainga fotocopias del anónimo y se distribuyan entre las partes. La defensa no se opuso, y por lo tanto quedó incorporada como prueba en el juicio una lista enviada por correo, con un remitente falso, en la figuran varios represores, pero falta uno.
Una carta anónima como prueba
Por Juan Carlos Tizziani
El Tribunal Oral Federal aceptó como prueba en el juicio a los represores santafesinos un anónimo enviado por correo a uno de los testigos que declaró ayer, Froilán Aguirre, quien recibió una lista con una decena de nombres de supuestos integrantes del grupo de tareas que lo secuestró y torturó en un centro clandestino de San José del Rincón, pero en la que no figura el comisario Roberto Martínez Dorr, alias "Morrongo", que él acusa por los tormentos que padeció en la comisaría 1ª, donde estuvo 29 días encapuchado y maniatado en un calabozo. Aguirre leyó la carta ante los jueces, mencionó los integrantes de la patota y les pidió que la incorporen como prueba en el proceso. "Uno de los párrafos niega lo que yo digo, pero yo no tengo dudas", dijo. Y ratificó que fue Martínez Dorr quien lo sometió a una "feroz paliza" en la comisaría 1ª porque había dibujado en la pared una estrella de ocho puntas con sus iniciales: "FA", la fecha de su secuestro: "8/9/76" y una firma: "Montos". "¿Así que sos monto?", dijo que le preguntaba Morrongo mientras le azotaba la cabeza contra la pared.
Aguirre militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios cuando fue secuestrado el 8 de setiembre de 1976. Tenía 17 años. Cayó en una cita en el hospital Iturraspe, junto a un compañero de militancia que recién supo su nombre muchos años después. Los rodearon y los llevaron a un chupadero. "Tengo la sensación que era en la zona de Rincón porque atravesamos el puente Oroño (sobre la laguna Setúbal). Era una marcha ligera, sin detenciones y escuchába que se comunicaban con otro grupo. Unos se identificaban como 'fábrica' y los otros de 'depósito'", relató Froilán.
El vehículo bajó en un camino arenoso y lo entraron a una casa. "Me torturaron con picana eléctrica, pasaron algunas horas. Uno pierde la noción del tiempo. Escuché los gritos del otro compañero que eran desesperantes, hasta que se hizo un silencio y ruidos de cadenas como si lo estuvieran desatando. Y no escuché más nada".
A la madrugada lo trasladaron a la comisaría 1ª, a un calabozo muy chiquito. "Estuve encapuchado y esposado durante 29 días. No me podían dar agua y no podía comer, así que estuve desvanecido creo que varios días. Después, todas las noches venían y me golpeaban y me pateaban", recordó Aguirre.
Un día, Aguirre dibujó una estrella de de ocho puntas con sus iniciales: "FA", la fecha de la caída: "8/9/76" y una firma: "Montos". "Cuando se dieron cuenta entró al calabozo un oficial al que le decían 'Morrongo' y después me enteré que era Martínez Dorr que me dio una paliza descomunal. Me preguntaba: '¿Así que sos monto?' Me azotó la cabeza contra la pared veinte veces veces. Me saltó arriba del cuerpo y con un manojo de llaves me golpeaba en los testiculos. Uno de los detenidos que estaba ahí tuvo un ataque de vómitos por la forma en que me habían pegado". Froilán dijo que pudo "reconocer la fisonomía" de su torturador. Lo pudo "reconocer perfectamente". Era Martínez Dorr.
Tiempo después, lo trasladaron a la Guardia de Infantería Reforzada, donde un capitán del Ejército de apellido Cerini lo interrogó sobre su situación y le preguntó sobre el compañero de militancia que había caído con él. Le dijo que no sabía su nombre. "No te hagas el pelotudo porque ese tipo está un metro 80 bajo tierra", le contestó Cerini. La respuesta del militar le confirmó que habían matado a su compañero en la sala de torturas en el chupadero de Rincón. Con el tiempo se enteró que se llamaba Juan Alberto Osuna y que su cuerpo apareció en un enfrentamiento fraguado en Paraná.
Aguirre sacó entonces una carta que recibió hace unos días y comenzó a leerla ante el Tribunal. Era una lista con los nombres de los supuestos integrantes de la patota que lo secuestró y torturó. Mencionó a un imputado en el juicio, al ex suboficial del Ejército Nicolás Correa que también estuvo imputado hasta su fallecimiento, algunos policías y a un militar. Pero no aparecía el comisario que él acusa por la golpiza en la comisaría.
"Un párrafo de la carta niega lo que yo digo, pero yo no tengo dudas que (su torturador) es Martínez Dorr", insistió Froilán. El abogado querellante Horacio Coutaz aclaró al Tribunal que la carta anónima que había recibido Aguirre no era la única, con lo cual deslizó que otros sobres fueron a parar a otras manos. El presidente del Tribunal, Roberto López Arango dispuso que se extrainga fotocopias del anónimo y se distribuyan entre las partes. La defensa no se opuso, y por lo tanto quedó incorporada como prueba en el juicio una lista enviada por correo, con un remitente falso, en la figuran varios represores, pero falta uno.
Sobrevivientes de La Perla recordaron el paso por allí de Hilda Cardozo
Un ensañamiento pocas veces visto
La compañera de Ramón Verón, testigo en la causa Amelong, está desaparecida. Dos sobrevivientes del centro de detención cordobés relataron ayer haber compartido cautivero con ella. "Nunca vimos a una persona en tan mal estado", señalaron.
Carmen Pérez Sosa y "Toto" López, sobrevivientes de La Perla, declararon ayer en Rosario.
Por José Maggi
Dos sobrevivientes del centro clandestino cordobés conocido como La Perla, declararon ayer en la causa Guerrieri-Amelong, y relataron haber compartido su cautivero con Hilda Cardozo, la compañera desaparecida de Ramón Verón, testigo en la causa. Hilda estuvo detenida en la Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu, pero fue llevada a la ESMA, y después a La Perla, donde llegó con signos de haber sido torturada. Ambos testigos remarcaron que "nunca habían visto una persona en tan mal estado, su cuerpo todo llagado: tenía sus pechos quemados con cigarrillos y hasta tenía heridas de puntazos en su vientre", relató a Rosario/12 Carmen Pérez Sosa.
"Los dos dijeron haber estado detenidos en La Perla en momentos en que es traída Hilda Cardozo a este CCD. Detallaron en qué condiciones se encuentran con Cardozo agregando que la misma estaba muy mal, incluso Pérez Sosa dijo que a pesar de que ellos habían sido torturados se horrorizaron de ver en el estado en que se encontraba Hilda", señaló Daniela Asinari, abogada patrocinante.
Los testigos relataron "que se evidenciaba en el cuerpo de Hilda por las lastimaduras que tenía un ensañamiento pocas veces visto". Además, Pérez Sosa declaró que "Hilda pudo decirles que los métodos de tortura que aplicaron en ella estando en Fábrica Militar no fueron tan aberrantes como en La Perla".
Según Pérez Sosa y "Toto" López, Hilda habría llegado a La Perla a mediados de junio de 1978 y estuvo allí hasta los primeros días de julio. "Hubo como tres momentos en que a Hilda la van a buscar a La Perla y en las dos primeras la vuelven a dejar y fue la tercera vez que la llevan y ya no volvió", coincidieron los testigos.
Luego declaró Guillermo Repetto, quien fue empleado jerárquico de la Fábrica Militar durante la dictadura. "En ese tiempo como director de Fábrica Militar estaba Jordana Testoni y en enero del 78 un pedacito de lo que era el predio de Fábrica se limita y muchos dejaron de tener acceso", narró.
Por último declaró Viviana Rivero hija del querellante Juan Rivero . quien recordó "los hechos vividos en la casa el día que lo secuestran a Juan". "Estábamos jugando con mi hermano y de pronto irrumpen en la casa muchas personas que se quedan por varias horas hasta que llegó mi padre que estaba trabajando. Todos estaban armados", declaró la testigo.
"Luego estas personas continuó permanecieron en el domicilio dos días después de habérselo llevado". Rivero indicó que "las mismas personas siguieron merodeando la casa durante unos quince días, evidentemente esperando a alguien más".
"Durante ese tiempo, unos quince días no pudimos regresar a nuestra casa y cuando volvimos vimos que nos habían robado una cantidad importante de cosas y habían destrozado todo", indicó la hija del querellante.
"En la puerta de la casa había quedado personas vestidas con el color de traje militar (verde) y otros vestidos de azul", recordó Viviana que en esa época era una nena de siete años.
Cabe recordar que en la audiencia se elevó por parte de la fiscalía y la querella un pedido al Tribunal Oral Federal Nº 1 para que la inspección en la ex Fábrica Militar de Armas se haga en "forma desdoblada. Es decir, que la parte querellante ingrese sin la presencia del imputado Daniel Amelong, quien solicitó asistir a la misma.
Un ensañamiento pocas veces visto
La compañera de Ramón Verón, testigo en la causa Amelong, está desaparecida. Dos sobrevivientes del centro de detención cordobés relataron ayer haber compartido cautivero con ella. "Nunca vimos a una persona en tan mal estado", señalaron.
Carmen Pérez Sosa y "Toto" López, sobrevivientes de La Perla, declararon ayer en Rosario.
Por José Maggi
Dos sobrevivientes del centro clandestino cordobés conocido como La Perla, declararon ayer en la causa Guerrieri-Amelong, y relataron haber compartido su cautivero con Hilda Cardozo, la compañera desaparecida de Ramón Verón, testigo en la causa. Hilda estuvo detenida en la Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu, pero fue llevada a la ESMA, y después a La Perla, donde llegó con signos de haber sido torturada. Ambos testigos remarcaron que "nunca habían visto una persona en tan mal estado, su cuerpo todo llagado: tenía sus pechos quemados con cigarrillos y hasta tenía heridas de puntazos en su vientre", relató a Rosario/12 Carmen Pérez Sosa.
"Los dos dijeron haber estado detenidos en La Perla en momentos en que es traída Hilda Cardozo a este CCD. Detallaron en qué condiciones se encuentran con Cardozo agregando que la misma estaba muy mal, incluso Pérez Sosa dijo que a pesar de que ellos habían sido torturados se horrorizaron de ver en el estado en que se encontraba Hilda", señaló Daniela Asinari, abogada patrocinante.
Los testigos relataron "que se evidenciaba en el cuerpo de Hilda por las lastimaduras que tenía un ensañamiento pocas veces visto". Además, Pérez Sosa declaró que "Hilda pudo decirles que los métodos de tortura que aplicaron en ella estando en Fábrica Militar no fueron tan aberrantes como en La Perla".
Según Pérez Sosa y "Toto" López, Hilda habría llegado a La Perla a mediados de junio de 1978 y estuvo allí hasta los primeros días de julio. "Hubo como tres momentos en que a Hilda la van a buscar a La Perla y en las dos primeras la vuelven a dejar y fue la tercera vez que la llevan y ya no volvió", coincidieron los testigos.
Luego declaró Guillermo Repetto, quien fue empleado jerárquico de la Fábrica Militar durante la dictadura. "En ese tiempo como director de Fábrica Militar estaba Jordana Testoni y en enero del 78 un pedacito de lo que era el predio de Fábrica se limita y muchos dejaron de tener acceso", narró.
Por último declaró Viviana Rivero hija del querellante Juan Rivero . quien recordó "los hechos vividos en la casa el día que lo secuestran a Juan". "Estábamos jugando con mi hermano y de pronto irrumpen en la casa muchas personas que se quedan por varias horas hasta que llegó mi padre que estaba trabajando. Todos estaban armados", declaró la testigo.
"Luego estas personas continuó permanecieron en el domicilio dos días después de habérselo llevado". Rivero indicó que "las mismas personas siguieron merodeando la casa durante unos quince días, evidentemente esperando a alguien más".
"Durante ese tiempo, unos quince días no pudimos regresar a nuestra casa y cuando volvimos vimos que nos habían robado una cantidad importante de cosas y habían destrozado todo", indicó la hija del querellante.
"En la puerta de la casa había quedado personas vestidas con el color de traje militar (verde) y otros vestidos de azul", recordó Viviana que en esa época era una nena de siete años.
Cabe recordar que en la audiencia se elevó por parte de la fiscalía y la querella un pedido al Tribunal Oral Federal Nº 1 para que la inspección en la ex Fábrica Militar de Armas se haga en "forma desdoblada. Es decir, que la parte querellante ingrese sin la presencia del imputado Daniel Amelong, quien solicitó asistir a la misma.
(Fuente:Rosario12).
Juicio Guerrieri-Amelong (día 23)
El juicio oral y público contra cinco represores de la dictadura en Rosario continuó este lunes con cuatro declaraciones testimoniales y la ampliación indagatoria del imputado Eduardo Tucu Costanzo.
Dos sobrevivientes de La Perla delcararon haber visto en ese campo de exterminio a la desaparecida de Fábrica Militar Domingo Matheu, Hilda Cardozo.
La audiencia de este lunes del juicio Guerrieri-Amelong, en el que se juzgan delitos de lesa humanidad cometidos por cinco represores del Segundo Cuerpo de Ejército durante la última dictadura, comenzó con una sorpresa aportada por el imputado Eduardo Tucu Costanzo.
El represor pidió ampliar su declaración y señaló al tribunal que varios de los dichos de los otros acusados -Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Amelong y Walter Pagano- eran “mentiras”.
Costanzo apuntó especialmente contra Jorge Fariña, alias Sebastián, de quién dijo que “es mentira que no estuvo en la Fábrica Militar”, uno de los centros clandestinos de detención que forman parte del circuito represivo que estuvo bajo el control de la patota del Segundo Cuerpo de Ejército.
El Tucu también sacudió contra el también imputado en este proceso Juan Amelong, y apuntó a Jorge Walter Perez Blanco, Juan Carlos Bossi y Alberto Pelliza, represores que no fueron alcanzados por esta instancia judicial, pero que se encuentran procesados por la justicia federal.
En su declaración el Tucu volvió a la carga con el polémico dirigente de la derecha peronista de la ciudad, Luis Rubeo (padre), a quien responsabilizó del asesinato del referente justicialista Costantino Razzetti, asesinado en mayo de 1973.
Costanzo confesó que tanto él como el otro imputado, Pascual Guerrieri, trabajaron para Ruebo mientras éste era Senador; afirmó que el dirigente peronista “perteneció la triple A” y agrego: “En campo de mayo tenían el cadáver de Santucho y estaba prohibido verlo. Esto me lo dijo el senador Rubeo”.
Sobre el cuerpo del líder del ERP-PRT, el represor aseguró que Rubeo supo de él cuando “manejaba el Museo de Campo de Mayo”.
Hilda Cardozo
Juan José López y María Del Carmen Pérez Sosa, dos de los testigos que declararon este lunes en el juicio Guerrieri-Amelong, vieron a la desaparecida de Fábrica Militar Hilda Cardozo en La Perla, el campo de exterminio más grande de la provincia de Córdoba, del cual ambos son sobrevivientes.
López, que fue secuestrado a mediados de abril de 1978, declaró que “en junio de ese año, llegó una compañera que estaba muy mal y se llamaba Hilda Cardozo.
Era un domingo y estábamos más relajados porque no estaban los torturadores de la salita de terapia intensiva. Ese domingo pude charlar con ella, estaba muy alterada, con delirio de persecución”.
“Hilda estaba muy golpeada -recordó López-, las compañeras le lavaron las heridas. Tenía quemaduras de cigarrilos, estaba ampollada. Ese domingo hablamos mucho sobre Salta, su ciudad natal.
Luego ella fue sacada de allí un día y la trajeron a la noche. Ella decía que la iban a matar. Finalmente un día se fue, se la llevaron y no volvió nunca más, esto sucedió los últimos días de julio. Ella dijo que se había ido de salta y que había venido con un compañero.
Ella venía de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma)”.
Su compañero fue Ramón Verón, sobreviviente de Fábrica Militar y uno de los querellantes de la causa, quien declaró semanas atrás.“Con relación a su compañero recuerdo que Hilda estaba convencida de que había muerto”, dijo López.
En la misma sala de audiencias del Tribunal Oral Federal N°1 de Rosario, Ramón Verón escuchó atento las palabras del testigo venido de Córdoba.
María Del Carmen Pérez Sosa fue secuestrada y llevada a La Perla en abril de 1978. En junio de aquel año también vio a Hilda Cardozo. María del Carmen contó al tribunal que “Hilda llegó entre una semana y diez días antes del día del padre, venía de la Esma pero había sido detenida en Rosario a principios de mayo, los primeros días de julio la trasladan.
Hubo dos intentos de traslados anteriores pero la reintegran. Se la lleva una noche, uno de los interrogadores, Vergara, que tiene una cicatriz profunda, quien la saca de la cuadra y ahí la vemos por última vez”.
“Lo de Hilda Cardozo fue una cosa espantosa -refirió Pérez Sosa-. Tenía el cabello chamuscado, la piel de la cara y los senos quemados por cigarrillos y picanas, tenía heridas en las piernas y vientre sin curar, algunas partes necrosadas”.
María del Carmen señaló que “en la Esma, según Hilda, estaba con el marido y a él se lo llevan. Ella pensaba que estaba muerto”.
La testigo comentó que una vez legalizada, en la cárcel se encontró con Adriana Arce -otra de las sobrevivientes de Fábrica Militar-, e intercambiaron información. “Ahí charlando acerca de la docente salteña Hilda Cardozo, Arce me dijo que el marido esta vivo y que esta en Caseros”, rememoró Pérez Sosa.
No vio y no escuchó
También declaró este lunes Guillermo Repetto, un ingeniero que trabajó en Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu entre los años 1976 y 1978.
Repetto afirmó no haber visto ni escuchado nada, indicó que recibía órdenes del subdirector de la fabrica, el Teniente Coronel Galluino, y recordó que por esos años se “realizo la construcción de una pared para la independización de un sector de la fábrica, que eran las antiguas caballerizas”.
“A la fabrica se ingresaba normalmente por Ovidio Lagos”, describió el ingeniero al tribunal, e ilustró con un croquis en una pizarra las partes de la fábrica, el lugar que se independizo y una puerta que “se abrió en el camino lindero para ingresar por allí”.
Repetto afirmó que “para la fábrica era como si eso no existiera, porque no había intervención entre el personal de la fábrica y los eventuales ocupantes de ese sector” y agregó que “en el momento en que se realizó esa construcción estaba de licencia”.
La hija de Juan
El último testimonio de la jornada lo ofreció Viviana Rivero, hija del sobreviviente de Fábrica Militar, Juan Rivero.
Viviana confirmó los dichos que su hermano Ariel relatara al tribunal el pasado miércoles, repasó los miedos y sensaciones de niña que la embargaron mientras el grupo de tareas que invadió su casa esperaba la llegada de su padre para secuestrarlo y revivió el sufrimiento familiar que significaron los años que anduvieron de cárcel en cárcel siguiendo los traslados de su padre detenido, una vez que fue legalizado: “primero en el Batallón 121, luego en Coronda, después Caseros y finalmente en Rawson”.
(Fuente:Diariodeljuicio).
No hay comentarios:
Publicar un comentario