11 de noviembre de 2009

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.

INSPECCIONARAN CINCO CENTROS CLANDESTINOS DE DETENCION
La Justicia sale a la calle
Jueces, querellantes y defensores recorrerán La Calamita y La Intermedia el lunes 23 de noviembre, 24 horas después irán a Escuela Magnasco y Quinta de Funes, mientras el 25 estarán en la ex Fábrica Militar de Armas. Ayer hubo nuevas declaraciones.

Por José Maggi
El Tribunal Oral Federal Nº 1 fijó ayer las fechas para inspeccionar cinco centros clandestinos de detención: el reconocimiento a La Calamita y La Intermedia será el lunes 23 de noviembre, el de la Escuela Magnasco y la Quinta de Funes el martes 24 y finalmente el de la ex Fábrica Militar de Armas el miércoles 25 del corriente mes. En tanto en la jornada de ayer declararon tres empleados jerárquicos de la Fábrica Militar, y la prima de Ariel Morandi, quien estuvo en ese centro clandestino.
En función de dichas inspecciones tanto en La Calamita, Intermedia, Escuela Magnasco y Quinta de Funes concurrirán los integrantes del Tribunal y las partes, es decir los abogados de la querella y la defensa y la Fiscalía, mientras a la ex Fábrica de Armas, la inspección se realizará en forma desdoblada: primero se cumplirá el trámite con la presencia del imputado Juan Daniel Amelong a las 8, para dar luego paso a los testigos a las 10.30.
Ayer en tanto dentro de la ronda de testigos declararon tres militares que cumplieron funciones jerárquicas en la ex Fabrica en el tiempo de los hechos que se investigan: Héctor Gargiulo y Jorge Nader eran jerárquicos mientras Antonio Vicario era subjefe. Los tres coincidieron en que "desconocían lo que ocurría en el lugar pero sí acreditan que en el sitio donde antes eran las viejas caballerizas a finales del 77 es cedido al Segundo Cuerpo de Ejército y donde se construye un muro que separó ese pedacito del resto de la fábrica", indicó Daniela Asinari, abogada querellante. Según los testigos, "el muro era de unos cuatro metros de alto" y manifestaron "desconocer qué se hacía en ese lugar"
Asinari indicó que "uno de los testigos dejo entrever en su declaración que el director de la Fábrica en ese momento habría intervenido para realizar esa cesión del predio".
Cabe recordar que Enrique Jordana Testoni era el director de la fábrica en esos tiempos, por lo cual la fiscal Mabel Colalongo solicitó al TOF 1 que sea citado a declarar. En ese sentido, Asinari explicó que "deberá saberse en qué situación procesal se encuentra Jordana Testoni para ser citado o no como testigo para declarar".
El testigo Vicario agregó en su testimonio que, "es a mediados de los 80 que él deja de cumplir funciones en la Fábrica Militar y ya para ese entonces el Segundo Cuerpo de Ejército había devuelto el lugar cedido".
Nader reconoció que "(Daniel) Amelong es compañero de promoción, estudiamos juntos. Con (Jorge) Fariña y (Pascual) Guerrieri nos conocimos a lo largo de nuestra carrera militar. A ninguno de los tres los he visto en la Fábrica Militar. Puede ser que los haya visto alguna vez en actos o ceremonias. Estuve en FM entre 1976 y diciembre del 78. Con anterioridad estuve en Junín. Con posterioridad estuve en Campo de Mayo. Nosotros no teníamos nada que ver con la seguridad de afuera, eran tiempos difíciles, ahí se fabricaban armas, muchas armas, trabajábamos las 24 horas. Fusiles FAL, pistolas 9 milímetros en gran cantidad. Hubo en el 76 un tiroteo desde una estación de servicios hacia el interior de la Fábrica, uno corría riesgos de que alguien intentara tomar la fábrica. En el 77/78 no recuerdo episodio parecido", indico Nader.
También brindó su testimonio Liliana Podestá prima de Ariel Morandi En su relato la testigo narró que "se entera del secuestro de Ariel por vecinos que le cuentan del allanamiento en la casa de su primo", a lo que agregó que "a partir de ese episodio la familia inició la búsqueda de Ariel haciendo múltiples presentaciones de habeas corpus ante la justicia tanto provincial como federal y también presentaciones en organismo internacionales como la OEA y las respuestas que encontraban era que no se sabía nada de Ariel".
A Ariel Morandi enfermero del sanatorio Plaza de Rosario lo secuestran en mayo del 78 "y desde esa fecha no supimos nada de él hasta que comienza el Juicio a las Juntas donde nos encontramos con Verón, Rivero y Olga Moyano y ellos nos dan la información de lo que le había pasado a mi primo", señaló Podestá. "Desde su secuestro a Ariel no lo vimos más", concluyó.
(Fuente:Rosario12).


EL JUICIO EN SANTA FE
La Vitara blanca
Por Juan Carlos Tizziani
La escritora Alicia Barberis declaró ayer en el juicio a los represores santafesinos que vio una camioneta Vitara blanca a metros de una quinta de Villa California, en San José del Rincón, a principios de 2005, poco después de que dos querellantes, Daniel García y Alba Sánchez, señalaran esa casa como un centro clandestino de la dictadura ("El Borgia"), donde estuvieron secuestrados cinco meses, desde diciembre de 1977 hasta mayo de 1978, junto a una compañera de militancia, Andrea Trincheri ("La Tana"). "Vi esa camioneta en la esquina de esa casa, una o dos veces, como si estuviera de custodia", dijo Barberis. Los García denunciaron el chupadero ante la justicia en noviembre de 2004 y a partir de allí comenzó una escalada de intimidaciones y amenazas: el mismo día que hicieron la denuncia ante el juez federal Reinaldo Rodríguez, una Vitara blanca rondó por las inmediaciones de su casa y sacó fotografías. Al mes siguiente, participaron de un reconocimiento del lugar y a la semana, en enero de 2005, uno de sus hijos fue víctima de una encerrona en la calle, cuando un hombre lo agarró por el cuello, le puso una pistola en la cabeza. Y después se fue en una Vitara blanca.
La quinta que los García señalan como un centro clandestino de detención era de propiedad del abogado Jorge Ayala Bergero, que falleció el 22 de julio último. El lunes, declararon su viuda María Esther Funes y su ex socio y contador Mario Rostagno, que era copropietario de la casa durante la dictadura y ayer lo hicieron, su hermano Juan Carlos Ayala, su cuñada María Elena Lorenzatto y su hija mayor, Sanyal Ayala Bergero, abogada como su padre. Todos negaron que la quinta hubiera sido ocupada por personas ajenas a la familia hasta 1984, cuando la cedieron en alquiler a distintos inquilinos. Entre las pruebas que ofrecieron, hay varias fotografías familiares, pero ninguna corresponde al período que se investiga en el juicio: desde el 6 de diciembre de 1977 hasta el 25 de mayo de 1978, cuando García y Sánchez aseguran haber estado secuestrados en esa casa junto con Trincheri. "La Tana" confirmó el relato del matrimonio: estuvieron juntos en el centro clandestino, pero no identificó el lugar porque era oriunda de La Plata y estaba refugiada en Santa Fe, precisamente, en la casa de los García.
Barberis alquiló la casa entre 1993 y 1997. Hoy vive a pocas cuadras, así que suele pasar por el lugar, donde después de la denuncia de los García le llamó la atención la camioneta Vitara blanca. "¿Esa casa tenía custodia?", le preguntó el abogado querellante Horacio Coutaz. "En 2005, cuando todo esto salió a la luz, vi en la esquina una Vitara blanca, como si estuviera en custodia", dijo.
¿Cuántas veces la vio? insistió el presidente del Tribunal, Roberto López Arango.
Una o dos veces dijo Barberis.
La escritora relató que alquiló la casa con algunos muebles, entre ellos "una mesa enorme, pesada" (uno de los García relató en el juicio que había sido encapuchado y atado a una "mesa pesada"). Y señaló que en el patio había "un portamacetas que era un cepo de torturas" que despertaba la curiosidad de sus visitantes. "Cuando venían mis amigos me preguntaban: '¿por qué tenés eso así? Y yo le contestaba que eso era del dueño", dijo. Otro hecho que le llamó la atención era la seguridad de la casa.
En 1994, al año siguiente de ir a vivir a esa casa, Barberis escribió una novela sobre la represión ilegal (Cruzar la noche), "sin saber la trama que rodeaba a la propiedad", recordó. Y la semana pasada, en la feria del libro de Santa Fe, presentó su última novela: La casa M.
(Fuente:Rosario12).


El represor pidió ampliar su declaración y señaló a otros acusados por "mentir", Costanzo habló otra vez
REDACCION ROSARIO
El primer juicio oral y público contra los represores de la dictadura en Rosario continuó el lunes con cuatro declaraciones testimoniales y una ampliación indagatoria a cargo del imputado Eduardo Tucu Costanzo, quien solicitó al tribunal volver a hablar para refutar algunos dichos de sus camaradas de armas, brindar datos sobre el caso Costantino Razzetti y disparar contra el dirigente peronista Luis Rubeo (padre), a quien le endilgó conocer el destino del líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Mario Roberto Santucho, desaparecido desde el 19 de julio de 1976.Costanzo apuntó especialmente contra Jorge Fariña, alias Sebastián, de quién dijo que “es mentira que no estuvo en la Fábrica Militar”.
La audiencia de este lunes del juicio Guerrieri-Amelong, en el que se juzgan delitos de lesa humanidad cometidos por cinco represores del Segundo Cuerpo de Ejército durante la última dictadura, comenzó con una sorpresa aportada por el imputado Eduardo Tucu Costanzo. El represor pidió ampliar su declaración y señaló al tribunal que varios de los dichos de los otros acusados –Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Amelong y Walter Pagano– eran “mentiras”.
Costanzo apuntó especialmente contra Jorge Fariña, alias Sebastián, de quién dijo que “es mentira que no estuvo en la Fábrica Militar”, uno de los centros clandestinos de detención que forman parte del circuito represivo que estuvo bajo el control de la patota del Segundo Cuerpo de Ejército.
El Tucu también sacudió contra el también imputado en este proceso Juan Amelong, y apuntó a Jorge Walter Perez Blanco, Juan Carlos Bossi y Alberto Pelliza, represores que no fueron alcanzados por esta instancia judicial, pero que se encuentran procesados por la justicia federal.
En su declaración el Tucu volvió a la carga con el polémico dirigente de la derecha peronista de la ciudad, Luis Rubeo (padre), a quien responsabilizó del asesinato del referente justicialista Costantino Razzetti, asesinado en mayo de 1973. Costanzo confesó que tanto él como el otro imputado, Pascual Guerrieri, trabajaron para Rubeo mientras éste era Senador; afirmó que el dirigente peronista “perteneció la triple A” y agregó: “En Campo de Mayo tenían el cadáver de Santucho y estaba prohibido verlo. Esto me lo dijo el senador Rubeo”.
Sobre el cuerpo del líder del ERP-PRT, el represor aseguró que Rubeo supo de él cuando “manejaba el Museo de Campo de Mayo”.
Hilda Cardozo
Juan José López y María Del Carmen Pérez Sosa, dos de los testigos que declararon este lunes en el juicio Guerrieri-Amelong, vieron a la desaparecida de Fábrica Militar Hilda Cardozo en La Perla, el campo de exterminio más grande de la provincia de Córdoba, del cual ambos son sobrevivientes.
López, que fue secuestrado a mediados de abril de 1978, declaró que “en junio de ese año, llegó una compañera que estaba muy mal y se llamaba Hilda Cardozo. Era un domingo y estábamos más relajados porque no estaban los torturadores de la salita de terapia intensiva. Ese domingo pude charlar con ella, estaba muy alterada, con delirio de persecución”.
“Hilda estaba muy golpeada –recordó López–, las compañeras le lavaron las heridas, tenía quemaduras de cigarrillos, estaba ampollada. Ese domingo hablamos mucho sobre Salta, su ciudad natal. Luego ella fue sacada de allí un día y la trajeron a la noche. Ella decía que la iban a matar. Finalmente un día se fue, se la llevaron y no volvió nunca más, esto sucedió los últimos días de julio. Ella dijo que se había ido de Salta y que había venido con un compañero. Ella venía de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma)”.
Su compañero fue Ramón Verón, sobreviviente de Fábrica Militar y uno de los querellantes de la causa, quien declaró semanas atrás.
“Con relación a su compañero recuerdo que Hilda estaba convencida de que había muerto”, dijo López. En la misma sala de audiencias del Tribunal Oral Federal N°1 de Rosario, Ramón Verón escuchó atento las palabras del testigo venido de Córdoba.
María Del Carmen Pérez Sosa fue secuestrada y llevada a La Perla en abril de 1978. En junio de aquel año también vio a Hilda Cardozo. María del Carmen contó al tribunal que “Hilda llegó entre una semana y diez días antes del día del padre, venía de la Esma pero había sido detenida en Rosario a principios de mayo, los primeros días de julio la trasladan. Hubo dos intentos de traslados anteriores pero la reintegran. Se la lleva una noche, uno de los interrogadores, Vergara, que tiene una cicatriz profunda, quien la saca de la cuadra y ahí la vemos por última vez”.
“Lo de Hilda Cardozo fue una cosa espantosa –refirió Pérez Sosa–. Tenía el cabello chamuscado, la piel de la cara y los senos quemados por cigarrillos y picanas, tenía heridas en las piernas y vientre sin curar, algunas partes necrosadas”.
María del Carmen señaló que “en la Esma, según Hilda, estaba con el marido y a él se lo llevan. Ella pensaba que estaba muerto”.
La testigo comentó que una vez legalizada, en la cárcel se encontró con Adriana Arce –otra de las sobrevivientes de Fábrica Militar–, e intercambiaron información. “Ahí charlando acerca de la docente salteña Hilda Cardozo, Arce me dijo que el marido esta vivo y que esta en Caseros”, rememoró Pérez Sosa.
No vio y no escuchó
También declaró este lunes Guillermo Repetto, un ingeniero que trabajó en Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu entre los años 1976 y 1978.
Repetto afirmó no haber visto ni escuchado nada, indicó que recibía órdenes del subdirector de la fábrica, el Teniente Coronel Galluino, y recordó que por esos años se “realizó la construcción de una pared para la independización de un sector de la fábrica, que eran las antiguas caballerizas”.
“A la fabrica se ingresaba normalmente por Ovidio Lagos”, describió el ingeniero al tribunal, e ilustró con un croquis en una pizarra las partes de la fábrica, el lugar que se independizó y una puerta que “se abrió en el camino lindero para ingresar por allí”.
Repetto afirmó que “para la fábrica era como si eso no existiera, porque no había intervención entre el personal de la fábrica y los eventuales ocupantes de ese sector” y agregó que “en el momento en que se realizó esa construcción estaba de licencia”.
La hija de Juan
El último testimonio de la jornada lo ofreció Viviana Rivero, hija del sobreviviente de Fábrica Militar, Juan Rivero.
Viviana confirmó los dichos que su hermano Ariel relatara al tribunal el pasado miércoles, repasó los miedos y sensaciones de niña que la embargaron mientras el grupo de tareas que invadió su casa esperaba la llegada de su padre para secuestrarlo y revivió el sufrimiento familiar que significaron los años que anduvieron de cárcel en cárcel siguiendo los traslados de su padre detenido, una vez que fue legalizado: “primero en el Batallón 121, luego en Coronda, después Caseros y finalmente en Rawson”.
(Fuente:Argenpress).

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