“Tatuados por los medios”
Un nuevo libro de la periodista Silvia Bacher presenta los dilemas de la educación de los jóvenes en la era digital.
Por Washington Uranga
Hay quienes los llaman “nativos digitales”. Silvia Bacher los nombra con el título de su libro (178 páginas) de reciente aparición: Tatuados por los medios (editorial Paidós, 2009). El trabajo, que lleva el subtítulo “dilemas de la educación en la era digital”, habla de los jóvenes y de su relación con los procesos educativos. La obra ingresa en la problemática que surge del desarrollo de las nuevas tecnologías en la vida de las generaciones más jóvenes, pero desde una perspectiva que inscribe este aspecto en el marco de una realidad mucho más compleja. O como lo señala el investigador colombiano Jesús Martín-Barbero en el prólogo del mismo libro, sin caer en “la tramposa instrumentalización de las ‘nuevas tecnologías’ para tapar con ruido y brillo digital la hondura de la crisis que atraviesan las relaciones de la escuela con su sociedad, o el altivo desprecio con que se identifica la mutación tecnocultural del mundo que habitamos con la más fatal de las decadencias de Occidente”.
El trabajo, que combina lo conceptual y los desarrollos teóricos que apelan a connotados investigadores en la materia con la presentación de experiencias, se transforma en una muy ordenada y orientadora agenda de las principales preguntas que el mundo adulto, en particular de los educadores, puede hacer hoy frente al conflicto que la digitalización y la complejidad de la integración tecnológica de los medios de comunicación, le plantea, en primer lugar, al sistema educativo en general, y en forma particular a educadores y los mismos padres. Sin recetas, pero con muchos recorridos que aportan luces para mejorar el diagnóstico, Tatuados por los medios es un desafío para abrir la cabeza alejándose del camino de la queja y de la declaración de impotencia ante el nuevo escenario.
Para ello, Bacher (periodista de radio, televisión y medios gráficos, especializada en temas de educación) recurre a sus propias experiencias, apoyada en la trayectoria de la red de radios escolares de la que es promotora y artífice junto a comunicadores y docentes de escuelas de todo el país. En un escenario donde se enfatiza el discurso de los derechos mientras se adelantan prácticas que lo contradicen, Bacher sostiene que “no hay forma de garantizar los derechos de la infancia, si no es potenciando la capacidad crítica y las habilidades comunicativas. Por eso, no pueden considerarse políticas públicas de promoción de derechos aquellas que se limitan a exhibir coloridos afiches en las paredes de las escuelas, a las que asisten la discriminación o la falta de solidaridad. Y a las que, si no se la desarticula, antes o después, concurre la violencia”.
El argumento del libro no es contra la escuela ni en desmérito de los docentes. Por el contrario. Las reflexiones aportan a rescatar la idea de una escuela de nuevo tipo, que tiene que dialogar con otra conformación social y cultural y, sobre todo, con jóvenes que forjan su identidad a partir de nuevos estímulos, a través de otras formas de incorporación de información y metodologías no imaginadas para la producción de conocimiento donde la escuela, y los docentes, dejaron de ser la única y privilegiada fuente del saber. Los docentes compiten con una suerte de otro maestro “fantasma” que se presenta de manera siempre inesperada y novedosa a través de la red de redes poniendo en jaque sus propios conocimientos y su autoridad. En ese marco Bacher sostiene que “educar en una sociedad en la cual los lazos se tornan frágiles no es tarea sencilla”, no obstante lo cual “en un entorno volátil, gobernado por las tecnologías y el marketing, los docentes son anfitriones de uno de los pocos escenarios aún vigentes que permiten construir vínculos en los cuales los valores como el amor, la libertad, la identidad, cobren carnadura”. En lo que podría titularse como “reivindicación del maestro en la era digital”, la autora rescata que son los docentes los que pueden promover la formación de hombres y mujeres abrazados al respeto a los derechos humanos, el reconocimiento del diferente y la preservación del medioambiente, entre otros valores. Porque “desde las culturas ancestrales, el maestro es el líder con carisma suficiente para iluminar mentes y corazones. Una guía capaz de estimular el pensamiento aun en condiciones adversas”.
¿Cómo? Desarrollando un modelo educativo que, lejos de enfrentarse a los medios y a la avalancha informativa de la red de redes, incorpore su lenguaje y su dinamismo desde marcos de referencia que consoliden las estrategias educativas, incentivando la curiosidad, la innovación y la creatividad, reconociendo también la brecha digital que existe entre estudiantes y docentes, pero vinculando todo ello en un proceso comprometido con la construcción de criterios y valores. Una “escuela wiki”, propone Silvia Bacher.
(Fuente:Pagina12).
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