21 de diciembre de 2009

PIDEN QUE LE QUITEN LA CONDICIÓN DE SER AHIJADO DE VIDELA.

como es el séptimo hijo varón, su padrino fue el dictador. Ahora pide que le quiten esa condición
Es hijo de un desaparecido y ahijado de Jorge Videla
Gastón Castillo es el séptimo hijo varón de la familia y, como es tradición, tuvo como padrino al dictador. Su padre fue secuestrado en 1977, antes de que él naciera. La ley y la Iglesia se oponen a deshacer el vínculo bautismal.
Por Carolina Ricaldoni

Victimario. Videla está preso en su casa y Castillo quiere desprenderse de su sombra.
“Buscamos armas, panfletos, cualquier cosa” gritaron los hombres encapuchados y se llevaron secuestrado a Roberto Castillo, que esperaba el nacimiento de su séptimo hijo varón y a quien un vecino señaló como “montonero”. El 12 de enero de 1977 un comando de tareas entró a la casa ubicada en Sakura, un barrio humilde de Burzaco. Dio vuelta los muebles y puso contra la pared a todos los miembros de la familia. Al día siguiente, la mujer de Castillo, Josefa Beatriz García y su hija mayor, Betty, comenzaron a recorrer todas las comisarías, cuarteles y cárceles posibles, sin conseguir ninguna pista sobre el destino de quien traía el sustento al hogar.

A los tres meses de la desaparición de Roberto nació Gastón, y su madre pidió a la Junta Militar que Jorge Rafael Videla lo apadrinara por ser el séptimo hijo varón del matrimonio. Josefa no pensaba en la tradición rusa (ver recuadro) cuando pidió al presidente de facto que amparara a su hijo. “Mi mamá lo hizo para ver si podía llegar a algo. Pensó que sería más seguro encontrar a mi papá al decir: ‘Es el ahijado de Videla’”, cuenta resignado Gastón Castillo a Crítica de la Argentina.

Gastón fue bautizado y Videla, responsable de la desaparición de su padre, firmó el acta de padrinazgo. Pero de Roberto, ni una palabra. Josefa y Betty lo buscaron durante diez años, hasta 1987. Mientras tanto, en la familia no se habló más del secuestro. Gastón creía que su papá estaba de viaje por trabajo y cada tanto preguntaba cuándo regresaría, hasta que a los 12 años su madre decidió contarle la historia: “Para mí fue muy fuerte. Como ellos no hablaban del tema, a mí tampoco me salía preguntarles”, recuerda a sus 32 años.

Gastón cuenta que en su adolescencia conoció la historia de la dictadura por el colegio y la televisión. Nunca sintió orgullo por ser ahijado de Videla y después de enterarse de que su papá fue secuestrado por los militares, fue peor. “Fui creciendo y cada vez sentía más impotencia, más bronca y ya me quedó eso adentro. Lo puteaba a Videla, es una impotencia muy grande la que tenés encima”, reflexiona el hombre, con palabras de muchacho de barrio, que hoy tiene una carnicería, dos hijas de 5 y 8 años y un almacén con su mujer, a una cuadra de la casa de su infancia, sobre una calle de tierra. “Yo lo sentía casi como una burla. Como decir: se llevaron a mi viejo y yo soy ahijado de la persona que hizo todos estos daños a tanta gente”. Ahora busca el modo de romper el lazo que lo une al dictador. “Si me lo puedo sacar como padrino, lo hago. Siempre estuvo en mí la idea de desapadrinarme”, dice.

PIEDRAS EN EL CAMINO. Pero el trámite no es tan sencillo. Por ahora la Iglesia católica se resiste al cese del padrinazgo. Desde la diócesis de Lomas de Zamora con jurisdicción en el caso, el vicario general, monseñor Jorge Vázquez, dijo a este medio que dicho procedimiento no es posible: “Es la primera vez que se presenta un caso como éste y no se puede hacer un acta nueva, tampoco un nuevo bautismo. A lo sumo, lo que se puede hacer es poner una nota en los libros, explicando la situación, similar a la apostasía, que aclara que dicha persona renunció a su fe”.

También desde el Arzobispado lo desestimaron: “El desapadrinazgo no está contemplado en los cánones de la Iglesia”, dijo el secretario de Prensa, Federico Wals, quien recurrió a los dictámenes del tribunal eclesiástico, reglamentado por el Vaticano. De acuerdo con el derecho canónico “no hay formalmente ningún procedimiento por el cual a una persona bautizada se le anule un padrino o una madrina. Ningún sacramento de la Iglesia se puede borrar”, aseguró Wals.

Según la Ley de Padrinazgo, el único modo –increíble y contradictorio– de que Gastón pierda la condición de ahijado de Videla es que caiga sobre él una sentencia penal. Es decir, la única forma de acceder a su legítimo derecho de desvincularse del hombre que cometió delitos de lesa humanidad es cometiendo un crimen.

Mientras los impedimentos se suceden, un grupo de vecinos y docentes cercanos a la familia formaron una comisión para lograr el desapadrinazgo del joven, con la participación de personajes de la cultura y los derechos humanos.

EL RECONOCIMIENTO. Este año, tras realizar el cruce de ADN correspondiente, los restos de Roberto fueron identificados por el Equipo de Antropología Forense (EAAF) en una fosa común en un cementerio de Avellaneda. Para Gastón, la noticia fue fuerte. “Yo pensé que lo íbamos a encontrar vivo, pensé que podía estar en otro país, no sé, pensé muchas cosas menos eso. Yo siempre con esa ilusión de conocerlo”.

También para la mamá de los ocho hijos el hallazgo “fue un shock”. “Mi mamá tiene 73 años y ella, antes de que aparezca mi papá, estaba activa, no paraba, y ahora tuvo un golpe de presión y quedó mal del habla, un poco inmovilizada de las piernas y las manos”, cuenta Gastón.

Además, Betty, la hermana mayor, describe que “ella no bajó los brazos, porque hasta el ’87 lo estuvimos buscando. Después no se supo más nada, no teníamos respuesta de nadie, así que ahora estamos rescatando todas las denuncias que hicimos para encontrar a los culpables”.

La tradición y el mito del lobizón
La costumbre de que el séptimo hijo varón sea apadrinado por el presidente tiene origen en una primitiva creencia, la del “mito del lobizón”, que llegó a la Argentina en 1907 desde la Rusia zarista, y relataba que el séptimo hijo varón o la séptima hija mujer se convertiría en un hombre lobo o en una bruja.

El padrinazgo del emperador generaba una protección mágica que impedía esa transformación.

En 1973 Juan Domingo Perón convierte la práctica en Ley de Padrinazgo Presidencial (nº 20.843) y desde entonces, en el país, los ahijados de los presidentes suman 10.812.

Según el decreto firmado el 18 de marzo de 1976 que modificó la ley de padrinazgo, cualquiera de estas personas que fueron protegidas por el titular del Poder Ejecutivo tiene derecho a recibir ayuda para realizar sus estudios primarios, secundarios o universitarios, pero en el caso de Gastón Castillo esto nunca sucedió. Apenas pudo terminar la escuela primaria y después se tuvo que poner a trabajar.

OPINIÓN
¿Por qué otra vez hablar de Videla?
Por Jorge Pérez (Docente. Autor de Textos Pendencieros y coautor de Pensar a Cooke)
Jorge Rafael Videla no cesa de horrorizarnos. Cuando periodistas le preguntaron por su familia, mencionaba a su esposa y todos sus hijos salvo uno, recluido de por vida en un instituto por adolecer de una seria discapacidad. Si así ocultaba al pobre chico, qué podían esperar los demás.

No fue original. En el libro de Hitler Mein Kampf (Mi lucha, Ediciones Trasandinas, 2001, pág. 193) podemos leer: “La cuestión de hacer imposible a los seres tarados la procreación de una descendencia, también tarada, es un imperativo de la más clara razón y significa, en su aplicación sistemática, la más humana acción de la humanidad”. También negaba la existencia de personas desaparecidas.

Nada original. Leemos en la Biblia (Génesis, 49): “Yahveh dijo entonces a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y Caín contestó: “No sé. ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”.

Él y sus secuaces afirmaban que los pretendidos desaparecidos estaban cómodos en el exterior. Nada original. En Los mitos griegos, Robert Graves narra el drama del titán Prometeo encadenado, desnudo en los Cáucasos. En las mañanas un buitre devora su hígado, órgano que vuelve a crecer en la noche. Su verdugo Zeus, que lo ha castigado por entregar el fuego a los hombres, hace circular el rumor de que Prometeo está disfrutando de la compañía de Palas Atenea.

¿Por qué otra vez hablar de Videla?

Gastón Castillo, luego de 32 años de evocar a su padre desaparecido, logra, tras una incansable búsqueda junto a su familia, encontrar el cuerpo de él en una fosa de Avellaneda. Ya mitiga su pena el hecho de saber dónde dejar una flor. Pero… él es el séptimo hijo varón y por ello su padrino de bautismo fue Videla. Por ser el Presidente. Su padre fue asesinado por su padrino. ¿Hecho original? No.

Un par de años antes Francis Coppola, en su film El Padrino I, nos muestra al heredero de Vito Corleone, personificado por Al Pacino, en una ceremonia religiosa y un bautismo. Jura como padrino de su sobrino. En la siguiente secuencia es asesinado por orden de él, su cuñado, el padre de su ahijado.

Castillo, ahijado del asesino de su padre, ya sabe dónde dejar una flor, pero no puede vivir tranquilo mientras siga vigente ese padrinazgo. Es de esperar que la Iglesia proceda a revocarlo.

Quiero unir a esa petición a la Iglesia una de carácter personal. Junto a mi fallecida esposa y otros compañeros –Alexis Latendorf, Emilio Corbière, José Vazeilles, Ana Arregui, Sara Alfaro, Hernán Jaureguiberry y Fernando Vigo– presentamos un pedido de excomunión al Episcopado el 19 de marzo de 1999, luego de un elogio del entonces papa Juan Pablo II a Pinochet. Insisto en el pedido.
(Fuente:Rdendh-CD)

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