El juicio por Bustos ya reveló un significativo pacto de silencio
Aunque la sentencia se conocerá recién en febrero o marzo próximo, el juicio por el secuestro y asesinato de Aldo Melitón Bustos, ya ha revelado un notable mecanismo de encubrimiento de lo que ocurrió en Tartagal el 2 de febrero de 1978.
Aunque la sentencia se conocerá recién en febrero o marzo próximo, el juicio por el secuestro y asesinato de Aldo Melitón Bustos, ya ha revelado un notable mecanismo de encubrimiento de lo que ocurrió en Tartagal el 2 de febrero de 1978.
Luis Angel Zírpolo.
A lo largo de las audiencias, el olvido se generalizó entre quienes tenían responsabilidades sobre la suerte y la vida del escribano. Para la querella y los fiscales, es el primer paso para una nueva investigación sobre la causa.
"Nunca supe nada de Bustos, ni de su secuestro", o "no recuerdo nada, han pasado treinta años". Frases al tono se pudieron escuchar de parte de muchos de los testigos que declararon a lo largo de diciembre ante del Tribunal Oral Federal que debe determinar si los militares retirados Carlos Arias y Luis Angel Zírpolo fueron responsables directos de la muerte del escribano.
A lo largo de las audiencias, el olvido se generalizó entre quienes tenían responsabilidades sobre la suerte y la vida del escribano. Para la querella y los fiscales, es el primer paso para una nueva investigación sobre la causa.
"Nunca supe nada de Bustos, ni de su secuestro", o "no recuerdo nada, han pasado treinta años". Frases al tono se pudieron escuchar de parte de muchos de los testigos que declararon a lo largo de diciembre ante del Tribunal Oral Federal que debe determinar si los militares retirados Carlos Arias y Luis Angel Zírpolo fueron responsables directos de la muerte del escribano.
El "desconocimiento" del escribano y de su secuestro fue utilizado, sobre todo, por quienes vivían en la misma ciudad de Tartagal, entonces de sólo 35 mil habitantes. Los primeros que argumentaron que nunca conocieron a Bustos ni supieron de su secuestro fueron Zírpolo -entonces jefe del Regimiento de Infantería de Monte- y Arias.
Lo mismo que los acusados, sus camardas del Regimiento -Eduardo Gentiluomo, Héctor Petricic y Salvador Roque- tampoco quisieron admitir que supieron algo de la vida y secuestro de Bustos. Optaron por presentarse a sí mismos como profesionales dedicados a su trabajo dentro del Regimiento, a pesar que de que -en plena dictadura- el Ejército participaba de numerosas actividad sociales e institucionales.
Lo mismo que los acusados, sus camardas del Regimiento -Eduardo Gentiluomo, Héctor Petricic y Salvador Roque- tampoco quisieron admitir que supieron algo de la vida y secuestro de Bustos. Optaron por presentarse a sí mismos como profesionales dedicados a su trabajo dentro del Regimiento, a pesar que de que -en plena dictadura- el Ejército participaba de numerosas actividad sociales e institucionales.
Pero si ya era incomprensible que el jefe de un Regimiento desconociera la existencia de un escribano en la ciudad de 35 mil habitantes en la que estaba su unidad, y que nunca hubiera tenido noticias de su secuestro, lo más llamativo fue que tampoco el entonces intendente, Rodolfo José Zototerer, admitió haber tenido noticias del escribano y de su secuestro.A tal punto llegó su postura, que cuando se le mencionó que la noticia del secuestro había aparecido en los diarios, dijo que precisamente en la fecha de la publicación había estado en Santa Cruz.
Olvido
Si el desconocimiento fue utilizado por los militares, el "olvido" fue exhibido en especial por los funcionarios provinciales cuya actuación en distintos aspectos de la vida y del secuestro de Bustos está comprobada por documentación que firmaron.
Los más singulares fueron los del ex gobernador de facto. Roberto Augusto Ulloa y los de su secretario de gobierno, Jorge Folloni.
Ambos rechazaron mediante un decreto la titularidad de un registro de escribanía que pretendía Bustos. Folloni, escribió una carta al Colegio de Escribanos informándole que había ordenado a la policía que hiciera todas las diligencias necesarias para encontrar a Bustos.
Ambos rechazaron mediante un decreto la titularidad de un registro de escribanía que pretendía Bustos. Folloni, escribió una carta al Colegio de Escribanos informándole que había ordenado a la policía que hiciera todas las diligencias necesarias para encontrar a Bustos.
Pese a la singularidad de ambos casos, ninguno de los dos admitió recordar algo al respeto. Folloni llegó a decir que en el mismo momento que declaraba "se anoticiaba" de la carta que había escrito, y cuya firma había reconocido.
Con su desconocimiento o con su olvido, militares, policías y funcionarios provinciales evitaron tener que dar mayores explicaciones frente al Tribunal. Acrecentaron, sin embargo, las sospechas de que dejaron a los jueces sin muchísima información de la que disponían. Y se pusieron a tiro de procesos por falso testimonio que pidieron tanto la fiscalía como la querella.
(Fuente:Rdendh-Nuevodiariodesalta).
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