polémicas afirmaciones a favor de la participación de las Fuerzas Armadas en seguridad
Críticas por el plan militar de Duhalde
El ex presidente afirmó que el Gobierno “humilla” a las Fuerzas Armadas y desató una oleada de réplicas de representantes de organismos de derechos humanos. Para Carlotto, “es un oportunista que pone piedras en el actual proceso democrático”.
Por Gabriela Vulcano
Críticas por el plan militar de Duhalde
El ex presidente afirmó que el Gobierno “humilla” a las Fuerzas Armadas y desató una oleada de réplicas de representantes de organismos de derechos humanos. Para Carlotto, “es un oportunista que pone piedras en el actual proceso democrático”.
Por Gabriela Vulcano
En el centro. Las afirmaciones del bonaerense provocaron un tembladeral político y las críticas de los organismos y el Gobierno.En un año que promete más de una decena de juicios contra represores acusados de delitos de lesa humanidad, el ex presidente Eduardo Duhalde volvió ayer a pedirle al Gobierno que “no humille a las Fuerzas Armadas” y deslizó que los militares podrían ayudar en la lucha contra la inseguridad. Organismos de derechos humanos, el presidente del Centro de Militares para la Democracia (Cemida), Horacio Ballester, y el diputado nacional kirchnerista Carlos Kunkel salieron a responderle. “O siempre fue así y lo disimuló, o es un oportunista que pone piedras en el actual proceso democrático”, apuntó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Con el mismo discurso desmemoriado de la semana pasada, el dirigente del PJ insistió en salir a defender a los uniformados. “Pienso que se humilla a las Fuerzas Armadas de hoy. No estoy hablando de las que están siendo enjuiciadas. Me parece que, en vez de estar siendo utilizadas como en México o como en Brasil a ayudar al país a salir de una crisis de seguridad muy grave, se las tiene ahí arrinconadas y humilladas”, sostuvo Duhalde en una entrevista radial.
El caudillo lomense había realizado declaraciones similares días atrás en una visita a El Salvador. Desde ese país centroamericano, que tiene 8.000 personas desaparecidas y 75 mil asesinadas por las Fuerzas Armadas y los escuadrones de la muerte, Duhalde señaló que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “humilla” a las Fuerzas Armadas “por lo que hizo el Ejército en los 70”. “Que no se meta”, le aconsejaron, en esa oportunidad, desde el Cemida. “Quiere llevar agua para su molino e intenta desprestigiar esta política de derechos humanos”, apuntó entonces el secretario general de ese organismo, el coronel (R) José Luis García.
Ante la insistencia del ex mandatario por salir al socorro de las Fuerzas Armadas argentinas, el titular del Cemida, Horacio Ballester, señaló ante Crítica de la Argentina “que detrás de las palabras de Duhalde hay un trasfondo político”. “No creo que haya una política de humillación hacia las Fuerzas Armadas. El que pecó tiene que pagar. Cómo se va a perdonar a alguien que no se arrepintió de lo que hizo y que encima reivindica su accionar”, añadió.
Desde el kirchnerismo también salieron a repudiar las palabras del ex gobernador, a través del diputado del Frente para la Victoria Carlos Kunkel, quien acusó a Duhalde de “querer embarrar la cancha y desatar una ola de declaraciones que agravien a las Fuerzas Armadas”, y recordó que “hoy no se está juzgando a las FF.AA., sino a quienes cometieron delitos de lesa humanidad”.
“El que ofende a las Fuerzas Armadas es Duhalde porque ofende al conjunto de los oficiales que desde el 10 de diciembre de 1983 mantienen una conducta de respeto hacia la Constitución y las leyes”, explicó el espadachín K. Y sentenció: “Está revelando lo que pensó siempre”. En ese sentido, el legislador porteño oficialista Francisco “Tito” Nenna expresó: “Las declaraciones de Duhalde obedecen a la nostalgia de los que quieren volver a épocas nefastas de la historia reciente”.
“Repudiamos las expresiones de Duhalde y nos preocupa que esté en el escenario político. Estamos en un camino que no tiene retorno con el juzgamiento de los responsables del terrorismo de Estado”, dijo Carlotto a este diario. La titular de Abuelas también le recordó al ex presidente que “Videla, Massera, Menéndez y Bussi jamás pidieron perdón, sino que reivindican lo que hicieron”.
Duhalde, que en 1998 se opuso a la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, también recibió el repudio de la representante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Tati Almeida, quien manifestó que con los juicios a los represores “se empieza a depurar a las Fuerzas Armadas”. “Sus declaraciones son una ofensa a la memoria de nuestros hijos y a la lucha inclaudicable de los organismos de derechos humanos. Habría que averiguar cuál es la verdadera intención de sus comentarios”, concluyó.
Fuentedeorigen:CD
Fuente:Rdendh
EL EX PRESIDENTE LE RECLAMO AL GOBIERNO QUE “NO HUMILLE A LAS FUERZAS ARMADAS”
Otra apuesta de Duhalde por la impunidad
Después de que Página/12 revelara que mantiene contactos con militares en actividad y reclama una “reconciliación”, Duhalde insistió en que las Fuerzas Armadas son “arrinconadas y humilladas” por el Gobierno. El repudio de los organismos de derechos humanos.
Lejos de enmendar sus dichos, relativizarlos o bajarles el tono, el ex senador Eduardo Duhalde mantuvo su apuesta y pidió al Gobierno que “no humille a las Fuerzas Armadas”, y sugirió que los militares podrían colaborar en la lucha contra la inseguridad. Aunque aclaró que se refirió a los “militares de hoy” y no a los que cometieron delitos de lesa humanidad, sus nuevas declaraciones coinciden con las que pronunció hace poco más de un mes en El Salvador. El domingo, Página/12 reveló que, en vísperas de Nochebuena, el ex presidente dijo que el gobierno argentino humillaba a las Fuerzas Armadas de hoy por lo que el Ejército hizo en la década de 1970 y planteó que los militares deberían ocuparse de lo que llamó “jóvenes en riesgo” para “reeducarlos en los cuarteles”.
En una entrevista por radio, ayer Duhalde se refirió a las Fuerzas Armadas argentinas al expresar que le parece que “en vez de estar siendo utilizadas como en México o como en Brasil a ayudar al país a salir de una crisis de seguridad muy grave, se las tiene ahí arrinconadas y humilladas”. Por las dudas, aclaró: “No estoy hablando de las que están siendo enjuiciadas (por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura)”.
Sin embargo, lo dicho por Duhalde en El Salvador no pasó inadvertido para los organismos defensores de los derechos humanos, porque incluyó claramente a represores y genocidas. De hecho, el Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida) repudió las palabras del ex presidente y un grupo de organismos históricos reafirmaron que “el proceso de verdad y justicia debe ser sostenido con el firme compromiso de todos los sectores y referentes políticos” (ver aparte). Claro que, en ambas oportunidades, Duhalde apeló al mismo argumento explicativo: “Necesitamos reconciliarnos”, dijo, usando el viejo adagio menemista.
El artículo de Horacio Verbitsky publicado el pasado domingo en este diario mencionó que los integrantes del Cemida entienden que Duhalde busca involucrar a miembros de las Fuerzas Armadas “como amenaza velada”, en un clima destituyente al que “los actuales miembros de las organizaciones castrenses son totalmente ajenos”. Según los militares para la democracia, los contactos de Duhalde con uniformados en retiro y sometidos a proceso “tratan de evitar la acción de la Justicia”. El autor de la nota afirmó que el caudillo bonaerense estableció contactos con el cuerpo de oficiales en actividad, vinculados al general Ricardo Brinzoni, quien sí tiene cuentas pendientes con la Justicia por su participación en la masacre de Margarita Belén.
El diputado del Frente para la Victoria Carlos Kunkel le salió al cruce al ex presidente justicialista y lo acusó de “querer embarrar la cancha y desatar una ola de declaraciones que agravien a las Fuerzas Armadas”. Para Kunkel, “con lo que dijo es él quien pretende sacarlos (a los militares) del rol de acatamiento a las instituciones”. El diputado interpretó que Duhalde “está revelando lo que pensó siempre cuando habla de que se ‘humilla’ a las Fuerzas Armadas al juzgar a los militares que cometieron delitos de lesa humanidad”. Finalmente, el diputado oficialista acusó al ex senador de la provincia de Buenos Aires, que ocupó la Presidencia desde el 1º de enero 2002 al 25 mayo de 2003, de colaborar “con la desestabilización de los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa”.
“Reaccionario y fascista”
Las declaraciones del ex presidente Eduardo Duhalde cosecharon rechazos de los organismos de derechos humanos. Representantes de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Centro de Estudios Legales y Sociales y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora expresaron su repudio a las manifestaciones de Duhalde y coincidieron en lo perjudicial de que las Fuerzas Armadas de-sempeñen un rol distinto del de defender la soberanía frente a agresiones externas. “La institución de las FF.AA. está humillada porque tiene pendiente la resolución del genocidio”, dijo a Página/12 Graciela Rosenblum, presidenta de la Liga. La dirigente evitó hacer una distinción entre “viejos” y “nuevos” militares, y aseguró que “la humillación después de 34 años de impunidad es para el pueblo argentino”.
El director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier, consideró que los juicios a genocidas son todo lo contrario a una “humillación” –la palabra que usó Duhalde–, ya que permitirán “construir Fuerzas Armadas democráticas que repudien ese tipo de crímenes”. Además, consideró que “la Justicia es la que los está juzgando y no el Gobierno”. En el mismo sentido se expresó Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien criticó duramente a Duhalde al calificar sus expresiones de “reaccionarias y fascistas”. En diálogo con este diario, afirmó: “Los militares tienen el juicio que nuestros hijos no tuvieron”, y agregó que a las Madres “no les sorprenden” los dichos del ex mandatario, ya que “lo muestran tal cual es”.
Un ignorante peligroso
Por Horacio Verbitsky
El ex senador Eduardo Duhalde confirmó que su proyecto es incluir a las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad que les están vedadas por las leyes de defensa nacional y de seguridad interior, expresión del máximo nivel de consenso alcanzado por las principales fuerzas políticas argentinas en torno de una política de Estado.
En diciembre sostuvo que los jóvenes eran peligrosos y debían ser reeducados, para lo cual podían usarse las instalaciones castrenses donde antes estaban los soldados conscriptos. Este mes, desde El Salvador, agregó que el gobierno nacional humillaba a las Fuerzas Armadas por lo que el Ejército hizo en la década de 1970 y sostuvo que en lugar de ese grave error el camino era la reconciliación. Ayer, a raíz de la repercusión de sus palabras, que fueron repudiadas por los organismos defensores de los derechos humanos y por sectores castrenses como el Centro de Militares para la Democracia, CEMIDA, dijo que no quiso proponer la interrupción de los juicios por los crímenes de entonces, pero no pudo explicar a qué reconciliación se refería. Es imposible olvidar que desde el Poder Ejecutivo indultó a instigadores de la Triple A vinculados con su entorno íntimo y al jefe de la última rebelión carapintada y que la oposición de Kirchner obstaculizó su proyecto de confirmar la constitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida.
En ese punto se trata de una retractación implícita, porque Duhalde no se bancó la polémica pública sobre el tema. También en 2002 reculó porque no se hizo cargo de las consecuencias de su política represiva, cuando la mejor maldita policía del mundo entendió el mensaje oficial y asesinó a Kosteki y Santillán en Avellaneda.
En cambio insistió con la idea de embarcar a las Fuerzas Armadas en la denominada lucha contra el delito y puso como ejemplo a Colombia y México. La inseguridad en general y las drogas en particular son el gran pretexto para la remilitarización de las sociedades latinoamericanas y no hay país donde esa estrategia haya tenido éxito. Por el contrario, desde que la idea de la guerra a las drogas fue instalada en Estados Unidos, enormes recursos se dilapidan en ese barril sin fondo con el único resultado de que cada año el problema es más grave, la violencia más terrible y el negocio mayor, como puede apreciarse ahora en México. Desde que concluyó la guerra fría con el colapso del bloque comunista, el narcotráfico es el gran pretexto para aumentar presupuestos militares y la fabricación y venta de armas, según de qué lado de la frontera se trate, y para que Estados Unidos ejerza su control.
México y Colombia son los países en los que la injerencia de los Estados Unidos es más grande, y siempre en aumento. Esto se refleja también en un desplazamiento de las dirigencias políticas estadounidenses por el componente militar. El Comando Sur tiene más personal y presupuesto dedicado a América Latina que el resto de los ministerios, secretarías y organismos gubernativos de Washington sumados. El establecimiento de bases en Colombia, que los países vecinos perciben como una amenaza, el golpe blanco en Honduras, la ocupación militar de Haití donde lo que se necesitan son socorristas, señalan la tendencia de un círculo vicioso que se retroalimenta.
Por último, lejos de humillar a las Fuerzas Armadas, la política de memoria, verdad y justicia es la única de las intentadas desde 1983 que les devuelve su dignidad y su respeto, porque es la primera que no coloca bajo sospecha al conjunto del estamento militar. Hubo criminales que deben ser castigados y hay nuevas generaciones que no tienen por qué cargar con esa mochila. Su rol en una democracia no puede ser el de policía, para el que los militares no están capacitados y cuando lo ejercen producen desastres. Hasta la defensa de los procesados en 1985 lo dijo en sus alegatos. La verdadera humillación es rebajar la profesión militar al nivel de una Gendarmería antinarcóticos o una policía barrial. La propuesta de Duhalde ya se está aplicando en Centroamérica, con resultados desoladores.
Si Duhalde sabe que su proyecto es inviable, al enunciarlo incurre en un acto de oportunismo político, explotando con fines electorales la ansiedad de muchos sectores de la sociedad por los hechos de violencia que una televisión sensacionalista magnifica más allá de toda proporción. Si por el contrario cree lo que dice, es un ignorante peligroso y si tuviera algún poder podría precipitar al país a una crisis de consecuencias impredecibles.
Fuentedeorigen:Pagina12
Fuente:Rdendh
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