10 de marzo de 2010

PARAGUAY.

Penosa docilidad
Por José Antonio Vera
El Vicepresidente de la República, algunos otros integrantes del Ejecutivo Nacional, parlamentarios, dirigentes de partidos, corifeos de los medios de la incomunicación, militares jubilados pero estronistas siempre, y otros personajes de la farándula politiquera paraguaya, se han lanzado en los últimos días contra el Ministro de Defensa, Luis Bareiro Spaini, en un coro que pretende desagraviar a Estados Unidos.
Penosa docilidad y peligrosa obsecuencia. Dos actitudes que, no por esperadas, dejan de representar obstáculos importantes en la dificultosa marcha del proceso de cambio general y profundo que necesita el país en sus estructuras política, económica, de los servicios sociales y de todo el entramado que conforma la cultura nacional.
Casi ninguno de los que reclaman la cabeza del titular de Defensa, ha hablado de su conducta profesional, de los aciertos o errores de su cartera, sino única y exclusivamente, de un supuesto maltrato que le habría infrigido a la Embajadora estadounidense Liliana Ayalde.
La excepción ha sido el empresarial Partido Patria Querida, que expresó una crítica a la formación de la soldadesca paraguaya, sin definir qué contenido de capacitación quiere, lo cual parece no interesarles mucho, dado que el blanco de las críticas a Bareiro es el pretexto para atacar al Presidente Fernando Lugo.
Inspiró tan patriótica cruzada una reacción netamente nacionalista que expresó Bareiro Spaini contra la ingerencia extranjera “del origen que sea” en los asuntos internos de Paraguay, en tanto “afecten la soberanía nacional”, pensamientos que habría hecho llegar a la jefa de la misión diplomática.
El titular de la Defensa, en un acto enaltecedor de su persona y, por elevación, del Gobierno, salió al paso a la presencia de una misión militar colombiana que opera en el país, con asesores estadounidenses, a solicitud del Ministro del Interior Rafael Filizzola, gozando de una inmunidad que, algunos de esos expertos comenzó a utilizar como impunidad, que le cubre todos los delitos que cometa en territorio nacional.
A manifestaciones de ese desliz, habitual en las misiones militares de cualquier país en cualquier país extranjero, se han sumado escandalotes públicos de ciertos agentes, fáciles de registrar en Asunción pero muy difícil de enumerar en los pueblos del interior, asiento del poder armado de esos visitantes, amparados por las autoridades y silenciados o permitidos por una población temerosa y sometida sicológicamente.
Paraguay no es una excepción en esa inconducta, fácil de verificar de manera corriente en otros países, tras la instalación de tropas extranjeras llegadas en operativos de ayuda, y que rápidamente degeneran en actos altaneros de imposición y bravuconadas, sin respeto por el pueblo anfitrión, tal los casos de las misiones de paz de la ONU y en los sitios donde el imperio ha instalado sus 900 bases.
El Ministro de Defensa Bareiro Spaini reaccionó frente a la insolencia del Agregado Militar de Colombia en Asunción, quien había comenzado a dictar clases de contrainsurgencia a oficiales y suboficiales paraguayos en la sede de la Comandancia en Jefe, con el fin de prepararlos para combatir al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Por esa sigla se denomina a un fenómeno social que, hasta ahora, es una entelequia política e ideológica que, curiosamente, la prensa destaca a profusión y no deja en paz al Ministerio del Interior Rafael Filizzola, quien coincide con la Embajadora Ayalde de que es “un asunto serio”.
Esa tipificación hace que, a diario, desfile por las pantallas de televisión y por los diarios, las fotos de una media docena de jóvenes, subversivos en la jerga de la Fiscalía, acusados de terroristas y de ser autores de una serie de secuestros de potentados, sospecha que ha dado pie para lanzar un inmisericorde rastrillaje militar por los poblados campesinos pobres del noreste del país.
Hay unos veinte labriegos y funcionarios encarcelados por orden judicial, sin que ninguno haya podido ser condenado por falta de pruebas de pertenecer al EPP, del que ningún documento doctrinario ha sido difundido públicamente, y sólo se le conoce por la acusación de autoría en los actos extorsivos últimos, en el que aparecerían complicados algunos expolicías.
Llama la atención que, en ningún caso, los secuestradores hayan hablado de exigencias políticas o de canje por prisioneros.
Hace más de medio siglo que en Colombia, carcomida por el narcotráfico y envilecida por gobiernos comprometidos con ese ilícito, existen dos organizaciones guerrilleras que, hasta ahora, siguen imbatibles para el Ejército, que sólo gana la guerra en películas de ficción y en la prensa incondicional a la Sociedad Interamericana (SIP).
Doble razón tuvo entonces Bareiro Spaini al cursarle una nota de malestar a la Embajadora Ayalde. La primera porque sería anfitriona de comensales que hablan mal del gobierno de Lugo y, en una ocasión, contra su decisión de Ministro de desautorizar al militar colombiano. La segunda razón es que es un imposible pretender formar buenos oficiales con un docente de una institución que viene de sufrir tantas derrotas.
La jauría retrógrada, a menudo desorientada y muy temerosa ante la decisión popular de continuar apoyando el proceso de cambios que, pese a grandes errores y mucha decepción conduce el ex Obispo, se fue animando y, de a poco, se fortaleció en la identificación de sometimiento al imperio, pidiendo a gritos la destitución del hereje.
En esa antipatriótica cruzada nada sorprende encontrar al Vicepresidente Federico Franco, obsesionado por el sillón de Lugo, ni a políticos y militares de formación estronista, ni a parlamentarios inútiles seducidos por la ostentación de su inmerecida fortuna, ni a narcomafiosos nada molestos por la presencia de agentes de inteligencia de Colombia y de Estados Unidos, ni a varios agroganaderos exportadores.
Sorprende si, la genuflexión del Canciller Héctor Lacognata, hombre de izquierda, con una trayectoria militante límpida y valiente contra la dictadura estronista, quien parece haber olvidado como son las entrañas del monstruo y prefirió descalificar a Bareiro Spaini.
Igualmente sorprende la reacción enojosa del Ministro de Obras Públicas Efraín Alegre, joven dirigente liberal que, por encima de mostrar servilidad cada vez que se le ha visto frente a la Embajadora Ayalde, alguna esperanza popular hay de que continúe acompañando el proceso de cambios y no se deje absorber por la derecha de su partido.
El liberal, con más de 130 años de vida, al igual que el Partido Colorado, derrotado en las urnas hace dos años, luego de haber saqueado el país durante seis décadas, comparte la responsabilidad de gobernar, pero vive en la ambivalencia, con un pie apoyando a Lugo y con el otro golpeándolo por todos los lados que puede.
En las filas enemigas del proyecto de construir un país mejor, la que menos se ha mostrado ofendida es la propia diplomática norteamericana, quien se ha limitado a hablar de exageración, sin precisar el destinatario de esa calificación, y declaró que a su juicio el tema está zanjado, dejando al desnudo la pobre e indecente postura de quienes pretenden cosechar algún laurel en los jardines de la Casa Blanca.
Por ahora, tendrán que conformarse con alguna cena, de esas en las que se habla hasta contra la madre, sintiéndose ingenuamente protegidos por los grandes muros del bunker diplomático, olvidando que también las paredes tienen oídos, al igual que algunos humanos.
Foto: Paraguay, Política – El presidente Fernando Lugo estrecha la mano del ministro de Defensa Luis Bareiro Spaini. / Autor: Presidencia Paraguay
Fuente:Argenpress

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