9 de mayo de 2010

CULTURA.

Por María Luisa Etchart (Desde Costa Rica)

Si ha habido una civilización que produjo seres increíbles por su inteligencia, su deseo de indagar en todas las áreas de lo que podrían ser disciplinas útiles al ser humano, una civilización que marcó la cultura hasta nuestros días, sin por ello querer crear un imperio, ni cobrarnos derechos de autor, sino que simplemente dio lo mejor de sí sin intentar crear poder en torno de su sabiduría, ésa ha sido Grecia.
Aún recuerdo, en mi primer año de escuela secundaria, cuando estudiábamos a Grecia y sus maravillosos personajes nos emocionaban, nos hacían sentir de lo que es capaz el ser humano sin elementos externos, sólo por medio de la observación y la búsqueda interior animada por el bien común y supongo esta incursión en la civilización griega marcó para siempre mi personalaidad.
Esopo, un simple esclavo inventando sus increíbles fábulas para poder insertar al final las famosas moralejas, que son algo así como un ejemplo entretenido de la lay de causa y efecto, que, aunque finjamos ignorarla, sigue vigente y aparece cada día en las noticias.
Platón, Sócrates, Aristóteles, pilares de la filosofía, cuyo nombre también es griego y que significa nada menos que “amor a la verdad”.
Hipócrates, redactando su famoso juramento que debería ser pilar de la medicina, pero que, a pesar de su vigencia de forma, ha sido reemplazada por el negocio de los laboratorios, con el silencio cómplice de los famosos Ministerios de la Salud Pública.
Pitágoras, sumergido en cavernas con sus discípulos descubriendo leyes matemátics que aún hoy nos rigen.
La Agora, espacio público donde todos podían discutir ideas, intercambiar experiencias, aunque también pulularan allí los famosos “sofistas”, que el poder de turno subvencionaba para que lanzaran confusas tergiversaciones que ayudaran a diluir los puros pensamientos éticos, no fuera cosa que los hombres comunes llegaran a descubrir los valores que pudieran hacerlos libres y nobles. La actual civilización (si así la podemos llamar) aprendió esa treta y hoy los vemos llenando las pantallas del televisor “ayudándonos” a pensar, a interpretar las duras realidades, de las que por supuesto, el único culpable es Bin Laden.
Y, de entre todos los conceptos maravillosos que esos griegos ilustres, tal vez el más sorprendente es el concepto de democracia: gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. El actual imperio lo sigue usando de nombre, aunque todos sabemos que no existe en ninguna parte del mundo, y ha sido reemplazado por un hipócrita sistema de elecciones cada tantos años donde los candidatos reciben sustanciosas “contribuciones” provenientes de grupos y corporaciones que cada día acumulan más dinero y poder merced al trabajo mal remunerado de millones de seres anónimos,como si hiciera falta disponer de mucho dinero para que los pueblos escuchen y puedan participar de los destinos a los que se los someterá inconsultamente no bien se cierren los famosos comicios, que incluso últimamente están justamente sospechados de fraude.
Oh, Grecia, tal vez te preguntas por qué lloro. Porque a cada rato me están informando que tus bonos tienen valor “basura”, que estás condenada a un cruel destino por los genios financieros del mundo, que no te has adecuado lo suficiente a los tiempos de la usura y la globalización de la mentira, la codicia sin límites y la crueldad.
Por eso te lloro, te pido perdón por nuestro cómplice silencio, y te vuelvo a agradecer toda la maravillosa riqueza intelectual y espiritual que nos regalaste y no supimos valorar. Que los dioses del Partenón nos perdonen.


Conversación sobre las lágrimas
Por Gustavo E. Etkin (Desde Brasil)
Sus lágrimas
caían
despacio
con cierta displicencia
crepuscular
que daba
un brillo
largo
imprimía suavemente
en su cara
el efímero estallido
de un sol
moribundo
Aparecían lentamente
sabiendo
desde antes
de la mirada
que es inútil
llorar
por el sol
poniente
Resbalaban
sin apuro
hacia el mentón
a deshacerse
en el espacio
golpeadas
por la brisa
Nada pedían
seguían
su camino
solo
porque algo
pesaban
y
caían.
Tomado del libro BORDES, de Gustavo Etkin
Fuente:ArgenpressCultural

La memoria y el arroyo
por Kechotai
Me acuerdo de vos cada vez que veo o tengo entre mis manos un collar de cuentas, o algún rosario. Por motivos imposibles de descifrar, también el murmullo del arroyo que se pierde entre las piedras y la paja brava y los algarrobos y los talas y espinillos de la quebrada, traen a mi memoria aquella madrugada en que comenzó nuestro calvario.
Aún te veo, con tus 16 años, lleno de entusiasmo en las reuniones del centro de estudiantes, con tu cabeza ruluda y tus ojos de niño asustado, pero con unos huevos de acero, un coraje difícil de entender ante la inmensidad del desafió de no quedarse con los brazos cruzados ante la barbarie de las botas y el atropello de los fusiles.
No será fácil contar tu historia, que es la mía, la de Amanda, la de Lina, la de Ueji, Daniel y tantos otros…
Los golpes a la puerta y los gritos desaforados fueron una historia repetida muchas veces aquella madrugada.
Al levantarme de un sueño profundo (pensar que habíamos estado hasta hace un rato no más, tocando la guitarra y hablando de tantas cosas...) y al llegar casi al mismo tiempo junto al viejo a la puerta a ver que carajo pasa, "abran que la tiramos abajo, es la policía!" también golpes en la de atrás, más gritos, abren la puerta y entran las bestias las armas el odio el miedo el llanto de la madre de la abuela de la hermana, el desconcierto en sus caras- de los hermanos de los vecinos del portero de la miseria del terror del dolor del final presentido y el viejo -" Martín, andá para tu cuarto", y el asesino-" así que vos sos Martín, no te vayas, quedate acá"- y ahí empezó, el viejo con su defensa desesperada, yo negando y el verdugo interrogando y "sos un mentiroso y ya te mandaron al frente y ya te acusaron y tráiganlo a Marcelo, que antes de partirle la mandíbula te mando al frente" y no lo conozco a pesar que éramos amigos, y "busquen a otro" y vuelve y cuchichean como si hiciera falta y el homicida me mira y con una mueca vil " que hacés ratón- es tu nombre de guerra"- y yo pensando a quién más tendrán- y los asesinos con sus armas-" revisen el cuarto, donde dormís pibe?" Y los libros- "que leés pibe?" " Estos son tuyos pendejo!?" Todas las cosas al suelo, "¿cual es tu armario? Abrilo carajo, apurate!" (¡si supieran que en el que no abrieron había 300 ejemplares de Evita Montonera!)
Luego la vieja y su abrazo y la abuela y su mirada llena de miedo y confusión y los sicarios- "vestite que venís con nosotros, el reloj dejalo que donde vas no lo vas a necesitar…"
Y ahí fuimos, 15 o más energúmenos para llevar a un pibe de 17, desarmado, asustado, ya las manos atadas, las alas plegadas, el silencio forzado, la incredulidad...
Llegamos a la calle y ahí estaba, un colectivo estacionado a la vuelta, ¡pintado todo de blanco!-(Increíble paradoja, aunque en oriente el luto se viste de blanco-)
Al subir, antes de la venda en los ojos, te alcancé a ver, en la semi-oscuridad, tirado en el piso mugriento entre por lo menos 20 o 30 compañeros más, atados, vendados, asustados, vendidos, arrastrados a esta marcha fúnebre que alguna vez imaginamos, charlamos entre nosotros, sabiendo que ya se habían llevado a Amanda, a Ale, a Mex, a cuantos mas…
Y entonces la oscuridad, el viaje interminable, el olor a campo, a agua, vueltas y más vueltas hasta llegar a nuestro infierno, y entonces sí, abajo todos, como ganado, a una habitación enorme, vacía, sucia, "al piso mierdas, contra la pared, y abran bien las piernas carajo!"
Los golpes en la cara, la cabeza, las patadas en las bolas, cierro las piernas y patean más fuerte, entonces las abro y pasan de largo y los ruidos de las bestias y el silencio de los inocentes y te escucho al lado (justo nos tocó estar juntos) y alcanzo a verte por una rendija de la capucha con el rosario que te dio tu abuela cuando te llevaban y el monstruo que te grita "dame eso carajo" y vos " ¡me lo dio mi abuela!" Y el otro que tira y vos que no soltás (soltalo loco, dale lo que quiera, tranquilo) y el rosario que se corta, como la vida, como la muerte, como tu llanto, y caen las cuentas, interminables, eternas, caen rodando…
Por tu cuerpo, por mis piernas, por el piso y tu grito "¡NO!" Y tus lágrimas y las cuentas que caen y nuestras lágrimas y el sonido de las pelotitas rodando por el piso de cemento como las piedras en el arroyo cuando cae el aguacero y las lluvias del verano y el arroyo se desborda y las piedras ruedan junto con las cuentas de un rosario roto, interminable.
Siempre recordare como en una pesadilla eterna el eco perpetuo de esa resonancia como el estruendo de los truenos en la tormenta veraniega, antes de la descarga apaciguadora de las lágrimas-gotas de lluvia, silenciosas, inútiles.
Quién sabe donde andarás, con que imposible te estarás enfrentando, con tu mirada de inocencia esperanzada y tu coraje invencible, imparable, eterno...te veo sentado a la orilla de aquel arroyo rumoroso, ya pensando en tu próximo molino de viento, junto a los compañeros…
¡hasta la victoria siempre!
Presentado en el Concurso narrativa: XVIII Convocatoria Internacional de Poesía y Narrativa Breve, Editorial Nuevo Ser
Fuente:desaparecidos
AÚN CAMINAN CONMIGO.
Aun caminan contigo,
Aun caminan conmigo,
Los que nunca se fueron,
Los que nunca se han ido.
Hasta el fin de los tiempos,
Los desaparecidos,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.
Van contigo y conmigo.
No contaban con eso,
No han desaparecido,
No pudieron con ellos,
Ni pudieron contigo.
Aun están con nosotros,
Todavía más vivos,
Nunca desaparecen
Los desaparecidos.
Ellos saltan las rejas,
Ellos salen del río,
Y derriban los muros,
Van contigo y conmigo.
Más allá del silencio,
Más allá del olvido,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.
Teresa Parodi

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