4 de agosto de 2010

CHACO: JUICIO POR LA MASACRE DE MARGARITA BELÉN.

Juicio por la Masacre de Margarita Belén
En el nombre del padre
El papá de la diputada Elsa Quiroz, que era Gendarme, se salvó de ser chivo expiatorio de los fusilamientos. De la Rosa contó la historia de Patricio, el cuerpo 6 de 21 en la lista de enterrados. Y Almada, las últimas horas de las víctimas.

El juicio oral y público por la Masacre de Margarita Belén se reanudó este martes más de tres horas después de lo previsto originalmente. Primero, hubo problemas con la electricidad (tal como sucedió el lunes) y después faltaba un juez para completar los tres magistrados del Tribunal Oral Federal.
Uno de los motivos del retraso es producto de un robo sucedido el lunes: a media mañana, el automóvil de la hija de Gladis Yunes –presidenta del Tribunal- fue sustraído cuando estaba estacionado frente a la Cámara Federal de Apelaciones, hecho que en fuentes judiciales lo vinculan a la participación de la jueza en este juicio.
Lo concreto es que recién al mediodía comenzaron a desfilar los testigos: Santiago Almada, el periodista que reside en República Dominicana, y las diputadas nacionales Graciela de la Rosa (Frente para la Victoria, de Formosa) y Elsa Quiroz (Coalición Cívica, de Buenos Aires).
También quedó confirmado, por la jueza Yunes, que fue aceptado como testigo el padre Elbio Brisaboa, conocido religioso que dio contención espiritual a los ex presos políticos, que declarará el miércoles 11. De hecho, la asociación de ex detenidos chaqueños lleva su nombre, como homenaje.
SALVADO POR LOS CAMARADAS
Elsa Quiroz se entera de la Masacre de Margarita Belén un día después de los fusilamientos del 13 de diciembre de 1976, durante una visita de su hermano a la cárcel de Villa Devoto. El 11 de diciembre, ella y Nora Valladares se salvaron de ser trasladas en avión a Resistencia por inclemencias climáticas, de lo contrario, podrían haber sido parte del convoy de la muerte.
Otro que salvó su vida de milagro es su padre. Sucede que el suboficial de Gendarmería Alvino Quiroz debía, por orden del Ejército, acompañar el convoy militar que iba a trasladar los presos políticos desde Resistencia hacia Formosa, la mando de un móvil de Gendarmería.
El padre de Elsa se negó a participar del traslado, tras una dura discusión. Ante esta situación, los gendarmes decidieron que lo mejor era que a partir de ese momento Quiroz sea custodiado por la fuerza y no aparezca más por su domicilio al punto de tener que recluirse en su destacamento. Según las hipótesis, sería una víctima del intento de fuga de los presos políticos. Un año después lo trasladaron a la Patagonia, y se retiró en el escuadrón de Perito Moreno.
Tras el testimonio de la diputada nacional, recibió la solidaridad de varios gendarmes que custodian la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal. Uno de ellos, le dio un fuerte apretón de manos y le dijo que estaba “encantado de conocerla”.
“CUERPO 6/21”
También fue dura la declaración de Graciela de la Rosa, quien era pareja de Patricio Blas Tierno, víctima de la Masacre de Margarita Belén. La diputada nacional formoseña se enteró de su muerte en enero de 1977, cuando el hijo de ambos, Juan Pablo (presente en la audiencia) tenía pocos días de vida.
Antes de la Masacre, la familia Tierno visitó el regimiento de La Liguria para ver a su hijo. El padre de Patricio, en ese momento el fiscal Raúl Tierno, estaba realizando gestiones con el obispo Marozzi y el coronel Cristino Nicolaides (que de hecho había aceptado la unión de Patricio y Graciela y dado la orden al militar Jorge Larrateguy).
Sin embargo, los Tierno no pueden ver a Patricio, mientras lo llevaban de Resistencia a Corrientes y viceversa para conseguir un permiso. Hasta que, finalmente, en La Liguria le dicen que había “muerto en un enfrentamiento”.
Destruida por el dolor, la madre de Patricio les gritó a los militares que eran unos asesinos y exigió que le entreguen el cuerpo, que no iba a moverse del lugar hasta conseguirlo.
César Sanchez (quien también será citado a declarar), allegado a la familia de Graciela, fue al cementerio a reconocer el cadáver. Un oficinista le pide el nombre y el apellido y revisa una libreta donde había consignados 21 cuerpos. El de Patricio era el sexto.
En una zona apartada del cementerio, encontraron el lugar, marcado con unos palitos o cruces que hacían de referencia. La zona estaba muy embarrada, y tuvieron que esforzare y cavar profundo para sacar el cajón, tan precario que parecía un cajón de manzanas. El cuerpo de Patricio estaba boca abajo, “hinchado, negro y verde”. Tenía el rostro totalmente deshecho, lo reconocieron por las piezas dentales, y no había relación con el resto del cuerpo, que estaba “como si hubiese sido lavado”. En los tobillos y muñecas permanecían visibles las marcas de los alambres con los que lo habían colgado y tenía un orificio de bala en la ingle.
“A los subversivos, hay que matarlos a todos”
Santiago Almada, el periodista radicado en República Dominicana, contó las últimas horas en la alcaidía policial de Resistencia, antes del traslado a Formosa y el fraguado intento de fuga que terminó en la Masacre de Margarita Belén.
Sin rodeos ni digresiones, dio una gráfica descripción de los hechos y su testimonio a veces bordeó el humor negro, por ejemplo cuando impostó la voz para decir las frases que esa noche gritaba Octavio Ayala, el jefe de la guardia más pesada y castigadora de la alcaldía: “A estos extremistas subversivos, hay que matarlos a todos”.
Explicó que el régimen carcelario era durísimo, haciendo imposible cualquier tipo de resistencia. “La golpiza fue una pesadilla, identifiqué distintos tipos de ruidos provenientes de distintos tipos de golpes. Uno era como de tambor, calculo que debe haber sido un gomazo entre las costillas y la espalda de los presos”, describió.
Almada recordó la risa del Mono Monzón, “feroz pegador”, los quejidos de las víctimas y las suplicas implorando piedad. Vio a un guardia cárcel de apellido Maidana arrastrando de los pelos a Luis Díaz, una de las víctimas.
Maidana llevó al baño a Díaz para limpiarlo y regresar con él al comedor donde tenía lugar la paliza. El guardia cárcel “era muy rubio y estaba totalmente traspirado por la energía con que castigaba a los detenidos. Es una imagen que no se me va a borrar jamás de la memoria”.
Que Conste
Los cruces entre querella, defensa y fiscales es un clásico de los juicios orales, que no sólo tienen momentos de tensión sino también de los desopilantes, tal como sucedió en la decimoquinta jornada del juicio oral y público por la Masacre de Margarita Belén.
Santiago Almada finalizaba su declaración, ya había contado la paliza que les dieron los guardia cárceles de la alcaidía a los militantes asesinados en la madrugada del 13 de diciembre de 1976, y comentaba como se enteró del destino final de sus compañeros: “Hugo Barúa me comentó que los habían matado en Margarita Belén, nunca más los volvimos a ver…
”Entonces, un inexplicable Carlos Pujol pronunció la reiterada muletilla leguleya en estos juicios sin taquígrafos: “¡Que conste!”
-¿Qué cosa doctor?, preguntó la jueza Gladis Yunes.
-Lo que dijo, que nunca más los volvieron a ver…, pidió el abogado defensor y un murmullo de risas recorrió la sala.
Entre el público, el escritor y ex preso político Miguel Ángel Molfino no se aguantó y gritó: “¡Claro, si estaban todos boleta!”, ante la mirada mitad sorprendida mitad irritada de la señora del imputado Horacio Losito.
Rápido de reflejos, el fiscal Carlos Amad retrucó: “La fiscalía adhiere al pedido” del defensor Pujol.
Informe: Gonzalo Torres y Marcos Salomón
Fuente:ChacoDiaPorDia

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