27 de agosto de 2010

LA PAMPA: EL DETENIDO COMISARIO GATICA, LLEGÓ CON LAS MANOS EN LOS BOLSILLOS.


El comisario retirado Juan Domingo Gatica, detenido el miércoles por orden del Tribunal Oral Federal por mentir en su testimonio en el juicio contra los represores pampeanos de la SubZona 14, declaró este jueves durante menos de una hora en la causa que abrieron en su contra.
Gatica fue trasladado al mediodía caminando desde la sede de la Policía Federal. Llegó con la manos en los bolsillos y mirando vidrieras, acompañado por un policía. Lo estaba esperando el hijo en la puerta del juzgado, en la Avenida San Martín.
Si bien ingresó al edificio de la Avenida San Martín al mediodía, comenzó a declarar a las 13 horas ante el juez Federal, Pedro Vicente Zabala. Terminó minutos después de las 13.30 horas. Gatica está acusado de falso testimonio.
Ese delito preve penas de 1 mes a 4 años de prisión. El detenido contestó algunas preguntas del magistrado. Pero la declaración fue relativamente breve.
Gatica era oficial de servicio en la Primera en 1976. Pero ante los jueces dijo que no vio nada, no escuchó nada, y tampoco sabía para que se había conformado la subzona 14, que operaba en la planta alta del mismo edificio.
Llegó a asegurar que la jornada del 24 de marzo fue "normal" y no existió ningun operativo con detenidos ese día. Su despacho estaba a dos metros de la escalera por la que subían a los detenidos que eran sometidos a tormentos.
Los jueces le advirtieron que estaba omitiendo información y pasaron a un cuarto intermedio para que recapacite. Pero el comisario retirado, cuando volvió a la sala, insistió con la postura de desmemoria. Inmediatamente, el presidente del TOF, José Triputti, dispuso su inmediata detención y abrir la investigación en el Juzgado Federal.
Quedó detenido el miércoles al mediodía en las celdas de la Policía Federal. Y este jueves, al mediodía, fue llevado a declarar ante el juez Zabala.
Gatica está retirado y es presidente desde hace cuatro años de la Mutual Pampeana, una institución vinculada estrechamente a la policía que maneja un suculento presupuesto. En el expediente administrativo que se abrió en la provincia por los delitos de lesa humanidad, la ex celadora de la Primera, Nilda Stork, lo mencionó también como uno de los policías que estuvo en los interrogatorios con sesiones de torturas. La mujer declara el lunes de la semana próxima en el juicio.
FuentedeOrigen:DiarioDeLaPampa
Fuente:Agndh
Liberado por Tierno en 1984, Gauna fue acusado por partícipe

El comisario retirado Miguel Gauna, al que el Tribunal Oral Federal resolvió abrirle una investigación por partícipe necesario en las violaciones a los derechos humanos que se investigan en el juicio de la Subzona 14, es uno de los policías que fueron mencionados en el sumario administrativo abierto en 1984. Sin embargo, su caso no llegó a la Justicia junto al resto de sus colegas. Desde entonces sobrevuela la sospecha de que su exclusión del sumario fue obra de quien llevaba adelante la investigación: el asesor letrado Juan Carlos Tierno. Gauna cumplía funciones como comisario de la Seccional Primera cuando debió intervenir en un expediente que acusaba al entonces funcionario de supuestos golpes contra una mujer, y que poco después "desapareció". Las presunciones hablan de un supuesto cruce de favores entre ambos.
Gauna declaró el martes ante el tribunal sobre su actuación como oficial principal cuando trabajó en la Seccional Primera, entre diciembre del 75 y junio del 76, donde, afirmó, fue Jefe del Cuerpo de Sumariantes. Ante lo endeble de su testimonio, el abogado querellante Miguel Palazzani pidió su detención, al considerarlo "partícipe de los delitos" que se juzgan. Ayer, el tribunal presidido por José Mario Tripputi resolvió que la justicia federal lo investigue.
El sumario.
Tierno, el asesor letrado durante el primer gobierno de Rubén Hugo Marín, fue el que tuvo a su cargo iniciar por orden del gobernador el sumario administrativo en 1984 contra los oficiales de policía que integraron el grupo de tareas de la Subzona 14 y que eran sospechados de secuestrar y torturar a presos políticos durante la dictadura.
En ese expediente, que llevó adelante en la práctica el comisario general retirado Timoteo Trouilh, se mencionaron a los ocho policías que en ese momento estaban en actividad y que hoy están procesados. Esos fueron los oficiales que quedaron involucrados en los delitos que son juzgados en la actualidad. Pero hubo otros nombrados en menor medida en el sumario administrativo y que no quedaron involucrados. Entre estos policías figuran Gauna, Juan Domingo Gatica -detenido ayer por "falso testimonio"- Luis Lucero, Oscar "Miseria" López y René Giménez.
En el sumario, Gauna aparece mencionado como integrante del grupo que realizó el operativo en Jacinto Arauz el 14 de julio de 1976 y era el encargado de la comisaría de ese pueblo. Y otro ex funcionario provincial lo nombra entre sus torturadores.
Caminos cruzados.
LA ARENA denunció en febrero de 2008 que el comisario Gauna habría encubierto a Tierno en la causa por supuestos golpes y torturas contra una mujer con la que el funcionario tenía una relación amorosa, y que se había denunciado en esa dependencia.
El hecho de la golpiza fue publicado por LA ARENA en 1984. El 7 de noviembre de ese año, una mujer de 21 años ingresó con fuertes golpes en el cuerpo y en el rostro al sanatorio Santa Rosa. Estuvo varios días internada. En su momento, había trascendido que era la novia de un "alto funcionario". El episodio nunca fue negado tajantemente por Tierno.
El caso originó un pedido de informes del bloque de diputados de la Unión Cívica Radical, requiriéndole a la Jefatura de Policía que informara sobre la existencia de una denuncia por el hecho, y al sanatorio por las personas internadas. El reclamó se publicó en LA ARENA pero no tuvo curso hasta julio del año siguiente y, cuando se trató, fue modificado por el oficialismo omitiéndose el pedido de informes al sanatorio y sólo se cursó a las comisarías de Santa Rosa. La Policía contestó que no existía ninguna denuncia.
Ocultamiento.
En 2008, se publicó la versión del oficial de policía que recibió la denuncia de la mujer en el 84 . "Yo era oficial de servicio en la Seccional Primera cuando recibí una llamada telefónica desde el sanatorio Santa Rosa. Una voz femenina me dijo que había ingresado una mujer muy golpeada y por eso pidió la intervención policial", dijo el testigo.
El hombre fue hasta la habitación 106 del sanatorio. "La mujer presentaba visibles lesiones de una brutal golpiza -rememoró-. Tenía las uñas de las manos azules por efectos de los golpes, estaba desfigurada. Entonces, registré el relato de la mujer, fui a la Seccional, redacté el testimonio, regresé al sanatorio y la joven firmó".
"La chica dijo que era la novia de Juan Carlos Tierno, y que éste la había castigado brutalmente. Contó que Tierno dudaba de su virginidad y que por eso le exigía que le dijera si antes de conocerlo había mantenido relaciones con otras personas, y quiénes eran", contó el ex policía. Pocas horas después, en plena madrugada, el jefe de la Primera, Gauna, dispuso su traslado al paraje de Algarrobo del Aguila. Allí estuvo alrededor de seis meses, y la decisión habría sido impartida desde la cúpula de la Jefatura. Cuando la Policía respondió el pedido de informes de los legisladores opositores, la denuncia ya no existía.
Investigarán a Oneto y Gauna
El Tribunal Oral Federal ordenó ayer investigar por el delito de partícipe en los hechos que se investigan al médico policial durante la dictadura, Máximo Pérez Oneto, y al comisario retirado Miguel Gauna, luego que durante la jornada del martes se escucharan sus testimonios.
También serán indagados por la justicia federal pero por el delito de falso testimonio por reticencia el ex policía Rubén Alberto Toldo y el comisario retirado Juan Domingo Gatica (ver página 10).
Pérez Oneto quedó bajo la mira judicial por su colaboración en los tormentos del grupo de tareas. El martes llegó a decir que "nunca vi un detenido golpeado o torturado" en la Seccional Primera, cuando lo testimonios en contrario son contundentes, y también que nunca había subido al primer piso -donde se torturaba- a pesar de que hubo personas que lo ubicaron allí.
A Gauna, lo complicaron las menciones que hay sobre él y sus contradicciones sobre los gritos que se escuchaban de noche y él nunca oyó, pese a ser desgarradores. Además, siendo jefe de la comisaría de Jacinto Arauz, sostuvo que el operativo donde se detuvieron profesores del instituto secundario, fue encabezado por el imputado Roberto Constantino.
En el caso de Toldo, que será investigado por falso testimonio, no pudo explicar cómo accedió al sumario administrativo que ordenó el Gobierno en 1984 y hasta está en duda si en una fecha que mencionó aún pertenecía a la fuerza.
En la sala de audiencias cada vez hay más sillas vacías. ¿Por qué? Porque ayer se sumaron Roberto Fiorucci y Hugo Marenchino a la decisión de no escuchar ni ver a las víctimas.
Las "lagunas" dejaron preso a Gatica
El comisario retirado Juan Domingo Gatica se convirtió ayer en el primer testigo de la causa de la Subzona 14 en quedar detenido. Sus contradicciones, la mala memoria y el desconocimiento absoluto de lo que ocurría en el edificio de la Seccional Primera fue lo que llevó al Tribunal Oral Federal a disponer esa medida. Su presidente, José Mario Tripputi, se lo había advertido. Incluso hizo leer en voz alta el artículo del Código Penal que prevé el delito de falso testimonio. Ni eso lo hizo cambiar.
Vale detallar, al menos, cinco contradicciones gruesas:
* Primero dijo que no sabía si los médicos policiales Máximo Pérez Oneto y Héctor Savioli subían a la Unidad Regional I, donde funcionaba la Subzona 14, en el primer piso, y después afirmó que vio a Pérez Oneto subir "dos o tres veces".
* Aseguró que en el '77 fue trasladado a la Brigada de Investigaciones (otro centro clandestino de detención) y más tarde que no recordaba.
* Primero indicó que no había visto a un grupo de víctimas (Cuevas, Bedis, Zolecio, Roma, Cisneros, Navarro, Flores y De Diego) y luego que "vi pasar a Cuevas y a Aragonés".
* Aseguró que su oficina quedaba entrando a la izquierda y que estaba a dos o tres metros de una escalera, pero que al área restringida de la URI se ingresaba por otro escalera más apartada. Después dijo que subían por la escalera de la izquierda y que su oficina estaba a la derecha.
* Dijo que no había mujeres detenidas, excepto Zelmira Regazzoli. Luego aseveró que había más mujeres.
Sin dudas que la novena jornada del juicio que se le sigue a nueve represores pampeanos fue muy movida, más allá de que los testimonios no apartaron demasiados detalles novedosos. Los acusados de tormentos y privación ilegal de la libertad son Néstor Omar Greppi, Roberto Esteban Constantino, Omar Aguilera, Carlos Alberto Reinhart, Athos Reta, Néstor Bonifacio Cenizo, Roberto Oscar Fiorucci, Hugo Roberto Marenchino y Oscar Yorio.
No, no y desconozco.
Las "lagunas" de Gatica -quien años atrás fue imputado en una causa penal por enviar a las comisarías una circular requiriendo el perfil ideológicos de determinadas personas y de quien se sospechó que desde la Asociación Mutual Pampeana habría impulsado declaraciones a favor de los imputados- bien vale reflejarlas a través del extenso interrogatorio al que fue sometido en la audiencia por el fiscal Jorge Bonvehi y las querellas.
- ¿Observó alguna anormalidad en la Seccional Primera?
- No.
- ¿Algo le llamó la atención?, ¿gritos, música, algo fuera de lo común?
- No, nada.
- ¿Había encapuchados o vendados?
- No. Había un cartel que decía que la planta alta era zona restringida. La Unidad Regional I y la Seccional Primera eran independientes.
- ¿Usted trasladaba a los detenidos a la planta alta?
- No.
- ¿Qué concepto tiene de los imputados?
- Algunos fueron mis jefes, y tengo el mejor de los conceptos. Otros fueron compañeros, y siempre cumplieron bien
.- ¿Los detenidos de la Subzona tenían relación con los de la Primera?
- No.
- De las constancias de la causa no parece que fuera así.
- En mis guardias fue así.
- ¿Recibió órdenes de colaborar con Constantino, Aguilera y el resto de los imputados?
- No.
- ¿Vio detenidos de la Subzona?
- No.
- ¿Arriba había interrogatorios?
- Desconozco.
- ¿Concurría personal militar?
- Sí, aunque el único conocido era (el jefe de la Policía, el prófugo Luis) Baraldini.
- ¿Nunca escuchó comentarios de sus compañeros sobre lo que pasaba?
- No. Además no preguntaba.
- ¿Vio detenidos en el pasillo?
- Sí.
- ¿Cómo iban?
- Normal, caminando. Sólo vi a (Dionisio) Gualpas, una vez, llevando a uno caminando arriba.
Enojo I.
El murmullo de la sala iba creciendo. Las respuestas de Gatica sonaban inverosímiles. Eso provocó el enojo de Tripputi.
- Parece que hubiera vivido en otra ciudad. ¿No sabía ni que existía la Subzona 14 cuando en esa época la policía estaba bajo el mando del Ejército?
- ¡Cómo no iba a saber lo que pasaba! Lo que no sabía era de quién dependía la Subzona.
- Trate de manejarse con la verdad.
- Yo digo la verdad.
- No digo que mienta, pero da la sensación de que no contesta nada. Salvo que las personas entraran (a la seccional) por el techo...
- Pero si dije que entraban militares
.- ¿Cuántos?
- No sé.
- ¿Y también entraron detenidos?
- No.
- ¿Tuvo alguna discusión con Baraldini?
Sí, fui a verlo porque me habían trasladado tres veces en un año. Le dije que era un malandra con título militar (sic). Me dio 20 días de arresto.
- ¿Preguntó por qué el primer piso era una zona restringida?
- No.
- ¿No quiso saber?
- Ya dije que eran dos cosas independientes.
- Pero era imposible dividir los accesos. El edificio tiene una entrada única.
Enojo II.
Tripputi volvió a molestarse, y en un tono menos diplomático le espetó a Gatica: "No me va a ser creer que con 25, 26 años, y recién recibido de oficial, usted le dijo eso a Baraldini, con el poder tremendo que tenía. ¡No me venga con ese verso!
- En este momento no lo haría, pero fue así.
- No le creo.
- Sí, se lo dije.
- Tenga cuidado con lo que va a responder porque se arriesga a quedar detenido.Tras ese incidente, volvieron las preguntas de las partes.
- ¿Se trabajaba en el primer piso durante la noche?
- El personal se iba a las 20. Constantino y Aguilera solían pasar más tarde por si había novedades.
- ¿Y si no había novedades se iban?
- Sí.
- ¿Entonces de madrugada quedaba vacío? ¿Qué pasaba con los detenidos si, como usted dijo, el personal de la Seccional Primera no los atendía?- ...
- ¿Cuál era la función de la UR I?
- Desconozco.
- ¿Durante un año no preguntó que hacían cinco metros arriba de su cabeza?
- No, nunca pregunté nada.
- ¿Vio curas?
- No recuerdo.
- ¿Llegaban familiares?
- Los mandábamos arriba.
- ¿Qué eran?, ¿esposas, padres, hijos?
- No sé. Era mucha gente en horario de visita.
- ¿A qué sector los derivaba si era un área restringida?
- A la oficina del general (sic) Constantino.
- ¿El los atendía?
- Yo digo que sí.
- ¿Un comisario general hacía la requisa de los familiares?, preguntó el juez Orlando Coscia.
- No. Ahí estaban Cenizo, Reinhart, Gualpas...
- Explique que es todo lo que le parecía normal.
- Había un grupo que trabajaba ahí.
- ¿No me entiende? Creo que soy claro. Otros policías que estaban en la seccional relataron hechos completamente diferentes.
- Según la función de cada uno. Yo tenía hasta diez denuncias por día y debía armar los sumarios. Quizá el empleado que estaba sentado en la sala de espera vio otras cosas. Yo no tenía tiempo.
Con esa respuesta, el tribunal pasó a un cuarto intermedio. Al regreso, Tripputi le preguntó a Gatica si quería decir algo más. Cuando recibió la negativa, le anunció que estaba detenido y a disposición del Juzgado Federal para ser investigado por falso testimonio. Ayer durmió en la delegación local de la Policía Federal. Hoy iría al juzgado. ¿Mañana será procesado?
De los no recuerdo, al abrazo con una víctima
Elsa Flach fue celadora de la Seccional Primera entre 1974 a 1977. Su testimonio fue requerido por las defensas de los represores. Después de escucharla, más de uno habrá pensado que citarla no fue una buena idea. Porque terminó admitiendo abiertamente las torturas y abrazándose emocionadamente con Raquel Barabaschi, una de las 28 víctimas que tiene la causa.
El tramo inicial de su declaración fue un rosario de "no recuerdo". No recuerdo si había médicos, no recuerdo si los detenidos ilegalmente recibían visitas, no recuerdo quiénes ordenaban que los presos sean trasladados al primer piso, donde estaba la sala de torturas de la Subzona 14, no recuerdo si tenían prohibido tomar agua, no recuerdo si les daban medicamentos, no recuerdo si estaba tal o cual persona... Casi todo lo remitió a las constancias escritas que debieron quedar en la comisaría de esos movimientos internos. Por eso el presidente del tribunal, José Mario Tripputi, le advirtió que esa documentación ya estaba incorporada al expediente y que lo que querían eran oír sus vivencias y recuerdos.
Flach llegó a afirmar que no vio a las detenidas bajar golpeadas, aunque sí "mal física y psicológicamente"; a excepción de "una chica de La Plata que fuimos a buscar a Catriló y que estaba en un estado muy desagradable". Pudo referirse a otra de las víctimas, Ana María Martínez.
La testigo aceptó que llevó detenidas al primer piso, aunque ni esposadas ni con los ojos tapados. Y explicó que arriba, donde funcionaba la Unidad Regional I y era un área restringida, estaban todos los imputados, más otros policías, Juan Domingo Gatica, Oscar López y Roberto Escalada.
Flach vio militares en la seccional, pero sólo identificó a Luis Baraldini, quien era el jefe de la Policía y permanece prófugo de la justicia. Apenas recordó entre las detenidas a Zelmira Regazzoli y a Barabaschi, aunque no recordó cuál era el estado de ésta última.
A un paso del calabozo.
Su falta de memoria llevó al tribunal a darle diez minutos de descanso a la ex celadora, oriunda de Doblas, para que reflexione, según palabras del propio Tripputi. En ese instante quedó la sensación de que la mujer estaba más cerca de ser detenida que de volver a su casa.Pero cuando regresó, después que declarara Zelma Rivoira -quién sin nombrarla, describió físicamente a Flach como quien la subió a la sala de tormentos-, su memoria fue otra. Porque ante preguntas similares, ofreció respuestas claramente diferentes.
- ¿Era algo normal en una comisaría que de noche se escuchara música fuerte?
- No.
- ¿Por qué pensaba que la radio estaba tan fuerte?
- Porque estaban haciendo cosas que no debían hacer.
- ¿Qué cosas?
- Había personas torturadas. Lo supe por comentarios. Nosotras teníamos a detenidas torturadas.
- ¿Cómo se torturaba?
- No sé. Gracias a Dios nunca lo presencié.
- ¿Quiénes eran las detenidas?
- A Barabaschi la torturaron, aunque no sé si ahí. No puedo dar precisiones sobre Regazzoli.
- ¿Supo de maltratos con corriente eléctrica?
- No recuerdo.
Al final, Flach, modificando el relato original, reconoció que esposó a alguna presa en el primer piso y que sabía que a los detenidos los vendaban.
- ¿Podían no obedecer órdenes?
- No, aunque si a mi me hubieran llamado para torturar, no lo hubiera aceptado. Hubiese preferido perder el empleo.
Apenas terminó su declaración, la ex policía se quebró. Por unos instantes mantuvo su cabeza entre las piernas. Después se levantó y abrazó a Barabaschi, que estaba sentada a dos metros. Tripputi ordenó desalojar rápidamente la sala.
¿Qué se dijeron en ese abrazo apretado? La víctima contó que Flach le pidió perdón y le agradeció. "Le respondí que no debía agradecerme, y que simplemente nos tocó estar allí a las dos. Me pidió vernos, y le dije que sí".
La testigo, al salir del tribunal, y ante una pregunta de este diario, dio otra versión: "No pedí disculpas, porque no siento que deba pedirlas. Le deseé lo mejor. Yo tengo la conciencia tranquila. Tuvimos una relación excelente en un lugar donde se vivieron cosas horribles. Como explicó Regazzoli, nosotras les dimos contención porque somos seres humanos". Ella se fue para un lado, Barabaschi para el otro; aunque seguramente ambas conmocionadas en el alma, al reencontrarse después de 34 años.
"Me pegó mal ver a Reinhart en una foto"
Una no docente de la Universidad Tecnológica que no tenía militancia política ni social entregó ayer un testimonio sólido, contundente y detallista, que incluyó un episodio singular: "A mí me interrogó una sola persona, a quien pude ver porque estaba mal vendada. Un hombre rubio, de ojos celestes, con raya al costado, de voz aflautadita y que llevaba un pulóver marrón y beige. Durante 34 años pensé que se trataba de un militar de General Roca, porque así se identificó, pero cuando vi su foto me pegó mal. Era el mismo que había visto, aunque en versión joven. Me refiero al señor (Carlos Alberto) Reinhart, si se puede llamar señor. El me interrogó una sola vez, desde las 17.30 hasta las 23, y de una piña me aflojó dos dientes".
Reinhart estaba escuchándola a tres metros. Sus miradas podían cruzarse. El represor ni se inmutó. Prefirió mantenerse acobachado en una silla contra la pared, detrás de Néstor Cenizo, como queriendo pasar inadvertido.
Zelma Rivoira llegó a la Seccional Primera, adonde permaneció 20 días, junto a estudiantes de la UTN. Nunca salió de la celda, excepto para el interrogatorio. Al primer piso fue trasladada por la celadora Elsa Flach sin estar vendada ni esposada. Cuando entró a la sala había cinco militares, pero no quiso mirarlos. Por preguntas del juez suplente Orlando Coscia -el mejor interrogador del tribunal- pudo saberse que se trató de oficiales porque tenían charreteras y las insignias estaban sobre los hombros.
"Creí que iba preparada, porque Rosita Audisio, a quien había visto con la panza verde (NdeR: es la testigo que declaró que la golpearon con guantes de boxeo), me había dicho que firmara lo que me dijeran aunque estuvo vendada. Sin embargo, cuando me colocaron las esposas, se me cayó el mundo, quedé aterrorizada. Le pedí a la celadora que me ayudara porque no podía estar de pie. Luego quedé sola con Reinhart, que no me preguntó absolutamente nada sobre mi trabajo o la universidad. Sólo preguntó por mi vida personal y por cómo era Pico".
- ¿Está segura de que era Reinhart?, preguntó Coscia.
- Segurísima. Lo vi muy claramente. Su cara se me grabó."Aullidos desesperantes".En el calabozo de la Primera, Rivoira dormía de día y no de noche. "Jamás dormí de noche. Estaba aterrada por los gritos. Nadie los podía acallar. Era imposible no escucharlos. Era la radio fuerte y los aullidos desesperantes. Y el arrastre (de quienes venían de ser torturados) por el pasillo chorreando sangre, para que después limpiaran los pisos". En esa situación vio pasar a varios detenidos, aunque sólo identificó a Ricardo Calvo.
FuentedeOrigen:DiarioLaArena
Fuente:Agndh

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