21 de octubre de 2010

EL MILITANTE DEL PO MARIANO FERREYRA MURIÓ A MANOS DE UNA PATOTA DE LA UNIÓN FERROVIARIA.

Un militante del PO fue asesinado de un disparo por una patota de la Unión Ferroviaria
Morir por apoyar a trabajadores despedidos
Los incidentes se desarrollaron entre Avellaneda y Barracas. Militantes de izquierda intentaron cortar las vías en apoyo al reclamo de trabajadores despedidos. Una patota de ferroviarios los corrió y les disparó. Hubo tres heridos.
Un momento de la transmisión televisiva donde se ve a los agresores mientras perseguían a los militantes de izquierda.
Por Laura Vales
Mariano Ferreyra, un militante de 23 años del Partido Obrero, murió tras ser baleado por una patota de la Unión Ferroviaria cuando, junto a trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca y organizaciones de izquierda que reclamaban por la reincorporación de cien despedidos intentaron cortar las vías del tren. Por este mismo conflicto ya había habido un episodio de violencia sindical el mes pasado, cuando el mismo grupo de ferroviarios y movimientos sociales fueron corridos de la estación Constitución por esta patota, que les impidió realizar un acto. Ayer, los dos grupos se enfrentaron con piedras y palos en la zona de la estación Hipólito Yrigoyen y, en medio de las corridas, los de la Unión Ferroviaria sacaron armas y dispararon contra los militantes de izquierda. Además de la muerte de Mariano Ferreyra hubo tres heridos.

Elsa Rodríguez, de 60 años, recibió una balazo en la cabeza y está en coma, tras ser operada en el Hospital Argerich. Según el último parte médico, permanece conectada a un respirador artificial en estado “grave” y con “pronóstico reservado”. Los otros dos heridos, Nelson Aguirre, con cuatro tiros en las piernas, y Ariel Pintos están fuera de peligro.

Testigos de los hechos aseguraron que como parte de la patota de la Unión Ferroviaria actuaron barrabravas de las hinchadas de Independiente, Ferro y Banfield. Denunciaron también a Pablo Díaz, la mano derecha del titular de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, como una de las personas que estaba con el grupo de la Unión Ferroviaria, y acusaron también de haber estado con ellos a un hijo del subsecretario de Transporte ferroviario, Antonio Luna.

Quedó a cargo de la investigación la fiscal de instrucción Cristina Caamaño, quien ayer recorrió el lugar donde ocurrió el asesinato y hoy comenzará a tomar declaración a los testigos.


El enfrentamiento
“El martes, Mariano había estado recorriendo las vías para sumar más gente a la protesta (de ayer). El fue uno de los que pintó la bandera de ‘trabajadores tercerizados en lucha’”, contó Darío Roseto, estudiante y compañero del chico asesinado. El conflicto gremial venía de julio pasado, en reclamo de la reincorporación de 117 trabajadores tercerizados que habían sido despedidos del Ferrocarril Roca. La empresa está gestionada por la Ugofe (Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria), integrada por el Estado y empresas concesionarias (como Ferrovías, TBA y el grupo Roggio). Con una serie de medidas de fuerza, los tercerizados habían conseguido la reincorporación de doce despedidos. Una de las protestas consistió en el corte de las vías en la estación Avellaneda, el 21 de julio pasado, cuando mantuvieron el bloqueo durante once horas. La Unión Ferroviaria, enfrentada con las agrupaciones de izquierda, comenzó una campaña de volantes y pasacalles con la leyenda “los trabajadores ferroviarios no cortamos las vías”. Los pegaron en el interior de los trenes y en las inmediaciones de la estación Avellaneda, donde ayer comenzó el enfrentamiento.

“Nos reunimos en el local del PO de Avellaneda a las 10.30”, recordó otro de los testigos, José Tejeda, delegado del Sindicato de la Industria de la Construcción y Afines. Los tercerizados habían coordinado la movida, además de con el PO, con Convergencia de Izquierda, el Movimiento Teresa Rodríguez y Quebracho. Del local marcharon a la estación Avellaneda, con la idea de cortar las vías, pero se encontraron con un operativo policial y vieron que cerca de las vías ya estaba el grupo de la Unión Ferroviaria. Comenzaron a caminar, entonces, hacia la estación Hipólito Yrigoyen, para el lado de Constitución. “Pasando el puente Bosch (que cruza el Riachuelo y une a Avellaneda con Barracas) los de la Unión Ferroviaria nos empezaron a tirar piedras desde arriba, la policía también nos tiró balas de goma”, contó Tejeda, y luego hizo un cordón entre los dos grupos que puso transitoriamente freno al enfrentamiento. Al ver que no podrían cortar las vías, los tercerizados se retiraron a dos cuadras de la estación Yrigoyen y allí armaron una asamblea para discutir qué hacer. Un cordón policial separaba a los dos grupos, pero en algún momento ese cordón se abrió. Los que hacían la asamblea vieron que los de la Unión Ferroviaria se acercaban corriendo.

“Les dijimos a las mujeres que corrieran y armamos un cordón nosotros”, agregó Diego Cardías, uno de los tercerizados despedidos. Los dos grupos se enfrentaron a los golpes en la calle. “Fue un enfrentamiento con piedras y palos, porque nosotros nos defendimos, les pegamos, pero con piedras y con palos, nosotros no teníamos armas de fuego”, señaló Tejeda. La pelea duró más de 10 minutos. Algunos testigos hablaron incluso de veinte, aunque nadie tenía una noción exacta de su duración. “Ellos tuvieron que retroceder, empezaron a volver hacia atrás, y entonces, mientras se estaban yendo, vi cómo uno sacaba un arma y empezaba a tirar”, señaló Roseto. El testigo vio a un solo tirador, con un arma de puño. Otros vieron a dos hombres armados, y otros a tres. Lisandro Martínez, responsable del PO Zona Sur, vio a dos tiradores, “uno con una escopeta recortada”. José Tejeda vio a “tres hombres armados, con armas de mano”.

Tejeda tenía al lado a Mariano Ferreyra. Cuando lo vio caer –contó– creyó que había tenido un ataque de epilepsia, porque no le vio la herida de bala en el tórax. En la confusión de la pelea, aunque oyó los disparos, no pensó que les estaban tirando al cuerpo. “Los tomé como disparos al aire.” Pero al tratar de auxiliarlo notó que el chico “temblaba y se había orinado” y se dio cuenta de que estaba grave. Lo subieron vivo a la ambulancia que lo llevaría al hospital Argerich.

Los consultados dijeron que les dispararon desde una distancia de cincuenta metros, aproximadamente. También aseguraron que los agresores, al retirarse, pasaron al lado de tres patrulleros sin que los detuvieran. Por eso ayer denunciaron que hubo una zona liberada (porque la patota pudo llegar hasta ellos, lo que indicaría que el cordón policial fue levantado) y reclamaron que se investigara además por qué la Federal no detuvo a nadie.


Lo que dijo Pedraza
El titular de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, reconoció que fueron integrantes de su gremio los que se enfrentaron con los tercerizados y la militancia de izquierda. Admitió también que lo hicieron para impedir que cortaran las vías, pero defendió lo hecho con un argumento de antología: “Los trabajadores defendieron sus fuentes de trabajo” (ver página 6). Por supuesto, negó que los autores de los disparos pertenecieran a su sindicato.

Desde el gobierno nacional, que salió a repudiar el asesinato y la violencia sindical, hubo una promesa de esclarecer quiénes fueron “los autores materiales e intelectuales del hecho”. Aunque la actuación de la Policía Federal –específicamente, que no haya intervenido para impedir la violencia, ni haya detenido a los agresores– generó más de una duda entre los funcionarios, no hubo declaraciones que hicieran público el malestar con el rol de la policía.

Hoy habrá una marcha a la Plaza de Mayo convocada por la izquierda y un paro nacional, que coincidieron en llamar los dos sectores internos de la CTA.

Morir por participar de una manifestación sindical, y en el marco de una pelea entre gremios, era algo inimaginable, un hecho no pensado como posible, más bien cosa de otra época. Sin embargo, en los últimos años una serie de episodios de creciente violencia sindical se han venido sucediendo: las patotas de la Unión Tranviarios Automotor contra la organización de los trabajadores del subte, los grupos de la Uocra contra los desocupados que armaron cooperativas de la construcción, las amenazas de la UTA para impedir que los choferes alineados con la CTA realizaran una protesta en la terminal de Retiro fueron algunos de ellos. En muchos de estos casos se había denunciado la ostentación de armas. Nadie podía haberlo tomado demasiado en serio, hasta ayer.

Opinión
La carga de la prueba
Por Mario Wainfeld
Mariano Ferreyra, un estudiante y militante popular de 23 años, fue asesinado a plena luz del día ante cientos de personas, en la Capital, con policías federales cerca o al lado. Demasiada sangre ha corrido en la Argentina, en especial de jóvenes. Estremece la repetición, induce a pensar en regresiones eternas, en prioridades absolutas que no se garantizan. Un homicidio tiene autores materiales y eventuales instigadores, urge identificarlos. En ese sentido fueron correctas las prontas declaraciones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. El Gobierno condenó inmediatamente el crimen y se comprometió a dar pronto con sus “autores materiales e intelectuales”. De cualquier manera, esa respuesta, imprescindible, sería parcial e imperfecta. Cumplir con la ley penal no bastará: no ocurrió un crimen común, sino uno político, respecto del cual rigen otras reglas, presunciones y exigencias.

Claro que es imperioso dar con los autores del homicidio y someterlos a proceso, en el que regirán la presunción de inocencia y todas las garantías para los acusados.

Pero también estarán bajo la lupa los sospechosos de responsabilidades gremiales, empresariales, públicas o de gestión. Para ellos no valen las normas penales: si se los acusa con algún fundamento deben probar su inocencia. En la arena pública se invierte la carga de la prueba. Los líderes de la Unión Ferroviaria (UF), los sindicalistas que son sus aliados, la Policía Federal y las autoridades que la conducen deben demostrar que obraron con apego a la ley, que no coadyuvaron ni instigaron el ataque armado, que no fueron negligentes para evitarlo.

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Al cierre de esta nota es prematuro individualizar culpables, pero todas las pruebas conducen a la patota de la Unión Ferroviaria (UF). Los testigos, las imágenes difundidas por televisión, las crónicas periodísticas, los muestran en plan de ataque. Un dirigente de la UF, Pablo Díaz, se autoinculpó con brutal franqueza, seguramente sin quererlo. Reivindicó para un gremio el uso de la violencia legítima (que es monopolio del Estado) al proclamar que no dejarán cortar las vías. Esa conducta es ilegal, un ejercicio “justiciero” por mano propia. El comunicado de la UF también perjudica a sus firmantes. Nula contrición y autocrítica, sólo para empezar. Y una “confesión” inverosímil: se asume haber portado elementos agresivos pero no armas de fuego. La excusa es, a la luz de los hechos, una cínica afrenta a la inteligencia. Se pretende que hubo un enfrentamiento entre dos grupos: uno calzado, el otro con palos. Pero todas las balas (lanzadas con ímpetu homicida, como que hay otras dos víctimas en grave estado) impactaron en el cuerpo de los presuntos agresores. El sentido común, que hace sinergia con la trayectoria de los sospechosos, pone en el banquillo a los hombres de la UF. ¿Militantes, barrabravas, trabajadores puestos a matones? A veces la línea entre esas categorías es menos clara que su enumeración. De cualquier forma, tanto da: en ese trance obraron como una patota más profesional que enardecida.

Como no hay un imputado, sospechoso o procesado, la investigación es llevada por la fiscal Cristina Caamaño, que tiene buena reputación entre sus pares y en Tribunales. Corre contra reloj. Cuenta con elementos de prueba abundantes: muchos testigos, material fílmico de varias procedencias.

Los popes de la UF, empezando por su secretario general José Pedraza, son sospechosos de primer nivel. Es la suya una historia de decadencia. Los llevó del sindicalismo combativo contra la dictadura al entreguismo en los noventa, de la presencia en las calles a sillones de directorio, de poner el cuerpo a escudarse en grupos de choque. De ser representativos a perder legitimidad, defendiéndola con chicanas legales o con manoplas, para empezar.

Cuesta creer, porque es disparatado, que los “muchachos” de pechera verde que se dejaron ver, ostentando prepotencia y aguante, fueran una patrulla perdida. La conducción gremial es responsable por las personas que encuadra, por quienes la representan o invocan su autoridad.

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Menos ostensibles, los empresarios del sector también deben ser escudriñados. La tercerización, la supresión de garantías legales básicas son herramientas habituales, de las que se valen para potenciar su lucro y disminuir sus responsabilidades legales y sociales. Sus cómplices y eventuales socios, los sindicatos amarillos y vaciados, tienen más culpa porque abandonan a sus compañeros de clase. Pero las patronales que se valen de ilegalidad y apañan la violencia que los favorece también deben ser puestas en cuestión.

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Muchos manifestantes denunciaron que hubo una “zona liberada” por la Policía Federal para dejar hacer a los atacantes homicidas. Otros observadores, más cautelosos, mencionan una grave negligencia al no tener efectivos suficientes para impedir el enfrentamiento, como sí se hizo en las vías, en provincia.

Pronunciarse ahora sobre las denuncias sería aventurado. No lo es que la negligencia o las zonas liberadas son conductas recurrentes de los uniformados. Las fuerzas de seguridad dejan mucho que desear en su comportamiento cotidiano, las sospechas aluden a conductas preexistentes, no a una fantasía ocasional.

Los federales deben ser investigados, seguramente por autoridades ajenas a la fuerza donde prima un nefasto espíritu de cuerpo. El propio Gobierno, que en general le concede a la Federal una confianza que no se corresponde con sus desempeños visibles, deberá extremar el activismo y comprender que, cuando se derrama sangre de argentinos, rige la máxima de la mujer del César.

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Toda muerte joven es una tragedia, todo asesinato lo es por partida doble. Ninguno cobra sentido merced a acciones ulteriores, porque cada persona es única y cada vida irreparable. Pero conmociones atroces suscitan, en sociedades complejas y vivaces como la Argentina, cambios postergados. Así sucedió con el asesinato del conscripto Omar Carrasco y el servicio militar obligatorio, por ejemplo. El homicidio del joven Ferreyra debe, necesariamente, reavivar el debate sobre el sistema sindical argentino, la dudosa legitimidad de algunos de sus emergentes, la imperiosidad de reconocer nuevas formas de representación o agremiación, centrales alternativas. Y también desmadejar la perversa trama de la actividad del transporte de pasajeros, en la que gremialistas, patrones y empresarios suelen usar “los tres sombreros”, demasiado entreverados, demasiado cercanos.

Hoy será una jornada de recogimiento, emoción, lucha y movilizaciones, que debería transgredir las tradicionales fronteras del oficialismo y la oposición. La vida humana es un límite infranqueable, deslinda fronteras.

En momentos tales, las autoridades y las fuerzas de seguridad tienen la obligación de redoblar su contención y su templanza. El dolor, la bronca, los desbordes incluso, forman parte de las pasiones democráticas a custodiar por los poderes públicos. Quienes pararán, cortarán vías, marcharán o formularán protestas de todo tipo tienen, en principio, derechos y motivos. Mientras no vulneren leyes esenciales, es imprescindible dejarlos, cuanto menos, expresarse y demandar.

Al mismo tiempo será necesario revisar todas las responsabilidades en danza.
Fuente:Pagina12



Una manifestación fue atacada por un grupo armado vinculado al gremio
Repudio general por el asesinato de un militante del Partido Obrero
Publicado el 21 de Octubre de 2010
Por Equipo de Política
El universitario Mariano Ferreyra murió de un disparo en el tórax en una protesta organizada por los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca. Otras dos personas resultaron heridas. Hoy, paro y marcha de la CTA a Plaza de Mayo.
Mariano Ferreyra murió ayer a los 23 años, de un disparo en el tórax. Elsa Rodríguez, de 56 años, fue internada en el Hospital Argerich con un tiro en la cabeza. Nelson Aguirre llegó al mismo centro de salud con heridas de bala en la pierna. Los tres participaron en una protesta organizada por los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca. La manifestación intentó cortar las vías del tren en Avellaneda, pero un grupo identificado con la conducción de la Unión Ferroviaria se lo impidió. Hubo pedradas. Y más de una hora después, según denunciaron los que acompañaban a las víctimas, fueron emboscados. El Partido Obrero, y otras organizaciones políticas y sociales, apuntaron a la Policía Federal por liberar la zona, a la Policía Bonaerense por reprimir con balas de goma, al gremialista José Pedraza por organizar la patota que encabezó el ataque, y a funcionarios de la Subsecretaría de Transporte por respaldar esas acciones. Los hechos generaron un repudio generalizado de sectores políticos, sindicales y sociales. La presidenta prometió ir “por los autores materiales y también por los intelectuales”. La justicia ya investiga: la causa está caratulada como homicidio. La CTA convocó a un paro general para hoy, y una marcha llegará a la Plaza de Mayo para repudiar los hechos.
Todo empezó a las 11, en la Estación Avellaneda. Hasta allí llegó un grupo de unas 100 personas, compuesto por trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca y militantes del Partido Obrero y de otras organizaciones. La protesta programada era cortar las vías del tren para reclamar la reincorporación de unos 100 trabajadores despedidos. Pero no pudieron. “Estábamos por subir, cuando vemos que hay una patota de la Unión Ferroviaria. Caminamos por abajo hacia la siguiente estación en dirección a la Ciudad de Buenos Aires, la estación H. Yrigoyen, y la patota nos sigue por las vías. Ahí tratamos de subir, pero nos alcanzan y en Perdriel y Luján intentamos subir nuevamente. Es entonces cuando nos balean. No hay heridos allí, y decidimos retirarnos, pero la patota nos persigue”, relató Lisandro Martínez, del PO. Esos disparos, según los testigos consultados, fueron con balas de goma que salieron de las armas que portaban los efectivos de la Bonaerense.
Jorge Bonino, jefe de la Distrital Avellaneda, negó la represión. “No tuvimos ningún tipo de enfrentamiento con ellos. Fuimos acompañándolos, y no permitimos que los ferroviarios los ataquen a ellos. Los otros estaban en una situación de ventaja, porque estaban arriba del terraplén y tenían todas las piedras de la vía a su disposición”, se defendió, en diálogo con Tiempo Argentino.
El segundo capítulo fue el fatal. Los manifestantes se había desconcentrado. Se sentaron a comer en una parrilla, algunos otros se acomodaron en el piso. Estaban en la calle Luján, ya en Capital Federal. La Policía Federal apostó en el lugar unos patrulleros. Desde las vías, a unos seis metros de altura, pero unas cuantas cuadras más allá, los vigilaba el grupo identificado con la Lista Verde de la Unión Ferroviaria. “Ya nos habíamos ido, estábamos hablando de cómo seguir el reclamo, comimos en una parilla que había ahí, estábamos descansando, nos estábamos organizando para irnos y vimos que de un tren bajó una patota de 100 personas que empezaron a bajar con palos, armas blancas, y un hombre, con una camisa cuadrillé más bien celeste, empezó a tirar. Estaban a 15 metros de nosotros. Habían bajado de las vías y caminado las cuatro cuadras. La policía les dejó el terreno libre. Les permitió actuar”, relató Eduardo Beligoni, del Partido Obrero. Distintos testigos coincidieron en que hubo dos armas: una nueve milímetros y una escopeta recortada.
Fuentes de la Policía Federal adujeron que la Fiscalía les dio la orden de no hacer declaraciones sobre el tema. Pero, por lo bajo, reconocieron que cuando se produjo el ataque los agentes de la Superintendencia de Seguridad Ferroviaria que estaban a cargo del operativo se tuvieron que correr. “Al final, si reprimimos es porque reprimimos, y si no lo hacemos dicen que liberamos la zona”, se quejaron.
Todos los heridos fueron subidos a la misma ambulancia. Según el director del SAME, Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero, llegó muerto al Hospital Argerich. Elsa Rodríguez, también del PO, fue operada por la herida de una bala en el cráneo, y su estado es grave. Las autoridades informaron que Nelson Aguirre está fuera de peligro.
Pablo Villalba, uno de los trabajadores tercerizados despedidos, que participó de la protesta, señaló al gremialista Pablo Díaz, como quien lideraba a la “patota” de la Unión Ferroviaria. Y también al hijo del subsecretario de Transporte, Antonio Luna, a quien vieron merodear la zona. Esos mismos nombres fueron repetidos por otras seis personas que estuvieron en el lugar.
Cristina Fernández destacó, tras un acto en Parque Norte, que se debe buscar “a los autores materiales y también a los intelectuales”. “Es un hecho repudiable que ya han vivido los argentinos”, señaló la jefa de Estado. “Siempre hemos combatido y rechazado esos métodos. No cabe otra cosa que la más enérgica condena y el repudio y no basta con eso. Vamos a trabajar muy fuertemente en la identificación de los autores materiales. Hay mucho material fílmico, según lo que pude observar en los noticieros antes de venir para aquí”, agregó.
Por el asesinato de Ferreyra, una multitud cortó durante toda la tarde la Avenida Corrientes, en su cruce con Avenida Callao, y a la noche marchó hacia la Estación Constitución. Allí, no sólo se hablaba de las imágenes que obtuvo el canal C5N. También se comentaba que había fotografías de los hombres que empuñaron las armas. Se decía que ese material estaba siendo analizado por los abogados de las víctimas. “Las vamos a dar a conocer pronto”, prometieron exponentes del Partido Obrero.
La dirigencia política, a coro, condenó los hechos. La CGT de Hugo Moyano repudió “enérgicamente los hechos de violencia”. Hoy una marcha llegará a la Plaza de Mayo para pedir que el crimen no quede impune. La Unión Ferroviaria, en cambio, emitió un comunicado “deslindando responsabilidades en los disparos de armas de fuego”.
“Esto fue organizado desde la empresa (tercerizada) Ugofe con la complicidad de la policía, la burocracia sindical de la Lista Verde de la Unión Ferroviaria. Porque defienden un extraordinario negocio: la empresa cobra por cada empleado tercerizado cerca de 12 mil pesos y les da a los empleados 2500”, apuntó José Correa, de Lanús.
La investigación judicial está en manos de la fiscal Cristina Caamaño Iglesias Paiz, quien caratuló la causa como “homicidio”. Todos los testimonios con que cuenta el expediente apuntan a la conducción de la Unión Ferroviaria. El muerto y los heridos, según los datos recogidos porla fiscalía, habrían sido víctimas de una “emboscada” o “encerrona”, dijeron fuentes de Tribunales.
Fuente:TiermpoArgentino

Paro nacional de CTA, marchas y cortes en todo el país
(AW) La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) decretó para mañana jueves 21 de octubre una huelga en todo el país a partir de la hora cero. La medida es por el esclarecimiento del asesinato del compañero Mariano Ferreyra. Habrá también una marcha a paritr de las 17.00 desde Callao y Corientes Nacional a la Plaza de Mayo y cortes de ruta y movilizaciones en todo el país.

Una multitud de organizaciones política, sociales, sindicales, estudiantiles y de derechos humanos, se reunieron hoy alrededor de las 18.00 en el hotel Bauen para decidir las acciones a seguir por el asesinato del joven militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra. Por otro lado la Central de Trabajadores Argentinos convocó a un paro por 24 hs, para mañana jueves a partir de la cero hora.
Las organizaciones reunidas en el Bauen decidieron marchar en ese momento a Constitución y realizar una toma simbólica de estación terminal de trenes. En el momento en que se escribía el presente artículo, se estaba produciendo la desconcentración de los manifestantes sin poder cumplir con el objetivo de ingresar a la estación debido al inmenso operativo policial dispuesto para impedirlo.
Reunión en el Bauen
Además se decidió realizar mañana al mediodía, un corte de vías en Avellaneda y cortes de ruta en distintos puntos del país entre los que se podrían contar el Puente Pueyrredón y la Panamericana. Los trabajadores de subterráneos por su parte harán un paro de una o dos horas en horario a definir.

La marcha central será a las 17.00 hs desde Callao y Corrientes hasta la plaza de Mayo, previo paso por el Ministerio del Interior.

Mariano Ferreyra fue asesinado en la tarde de hoy por una patota perteneciente a la Unión Ferroviaria que disparó a mansalva contra un gru pode compañeros que intentaban realizar una medida de lucha para que los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca sean pasados a planta permanente y por reincorporación de los cesanteados. La patota actuó con total impunidad y con la "zona liberada" otorgada por la policía Federal. Además del joven muerto hay dos compañeros heridos de bala.
Claudio Dellacarbonara, delegado de subterráneos

Comunicado de la Cta

Patotas sindicales de la Unión Ferroviaria junto a complicidad policial atacaron a balazos y palazos a trabajadores tercerizados y militantes.

En defensa de la vida

La CTA convoca a Paro Nacional y marcha a Plaza de Mayo este jueves ante asesinato de Mariano Ferreyra

Frente al accionar de una patota de la Unión Ferroviaria y la connivencia policial que durante este mediodía atacó con armas de fuego una movilización de trabajadores tercerizados del ex Línea Ferrocarril Roca donde resultó asesinado Mariano Ferreyra, un joven de 23 años militante del PO, y hay al menos 3 heridos más de bala con cuadros de gravedad, la Central de Trabajadores de la Argentina(CTA) manifestó "su más enérgico repudio, la solidaridad con familiares y compañeros y exige el inmediato esclarecimeinto de los responsables directos y políticos del crimen" y asimismo convoca a "un Paro nacional para este jueves 21 con movilización a la Plaza de Mayo y en todo el país".

"Como es una posición históricamente asumida desde CTA, el limite es la muerte. Es inadmisible el asesinato de un militante popular por la represión de patotas de la burocracia de la Unión Ferroviaria y la complicidad de las Fuerzas de Seguridad policiales del Estado y el Gobierno nacional. Nuestro repudio, nuestra solidaridad con familiares y compañeros y la exigencia desde la CTA al Gobierno nacional del esclarecimiento inmediato de los responsables materiales y políticos de este aberrante hecho", expresaron Pablo Micheli nuevo Secretario General de la CTA, junto a los Secretarios adjuntos Ricardo Peidro y José Rigane.

"Convocamos a un paro nacional de los trabajadores y trabajadoras de todo el país con una masiva movilización a Plaza de Mayo este jueves frente a este cruel asesinato de un jóven militante. Sin duda hacemos responsable de esta situación a la falta de libertad y democracia sindical en nuestra República Argentina, donde estas burocracias sindicales como las patotas de la Unión Ferroviaria actúan con total discrecionalidad por la impunidad que les garantiza el propio Gobierno nacional y la Policía Federal", explicaron en el comunicado de la Central de Trabajadores de la Argentina(CTA).

La Central de Trabajadores de la Argentina(CTA) tiene 1.400.000 afiliados directos. Es miembro de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS) y de Confederación Sindical de Trabajadores/as de la Américas(CSA).

Agradecemos su difusión.
Para más información comunicarse con Inés Farina (Tel: 155893-2372)
Fuente:AgWalsh                                                                       

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