16 de octubre de 2010

SANTIAGO DEL ESTERO: TRES HOMBRES QUE DEBIERAN RESPONDER A LA JUSTICIA.

Tres hombres que debieran responder a la Justicia

En toda la historia de la represión en Santiago del Estero se repiten tres nombres de personajes que, hasta ahora, permanecen impunes. El primero de ellos es el ex Juez Federal de esa provincia Arturo Liendo Roca. Al decir de los testigos solía visitar la temible casa de la SIDE donde estaban los
secuestrados a quienes tomaba declaración. En el juicio quee sustancia el Tribunal Oral Federal por estos momentos se lo meniona constantemente como el autor de las órdenes para sacar presos de la cárcel y llevarlos a la tortura como fue en repetidas veces el caso de Cecilio Kamenetzky hasta su
asesinato.
http://www.elperiodicotucuman.com.ar/2010/09/29/musa-azar-el-perfil-de-un-criminal/santiago-olmedo/>


Santiago Olmedo
El segundo nombre es el de Santiago Olmedo de Arzuaga que se desempeñara como fiscal y juez federal durante la dictadura. Las permanentes negativas de Habeas Corpus y hasta incluso la negativa de atender a los abogados y familiares de los detenidos han hecho de este hombre un cómplice directo de las terribles violaciones a los Derechos Humanos durante los años de plomo.
Incluso fue premiado ya que alcanzó el cargo de Camarista Penal y así se jubiló alcanzando notoriedad nacional por haber sido uno de los jueces de la causa por el crimen de María Soledad Morales en Catamarca. Está acusado junto a Arturo Liendo Roca, juez federal en aquel entonces, y otros
magistrados y funcionarios judiciales, por ignorar en forma deliberada, e incluso consentir, la comisión de torturas, vejaciones, apremios ilegales y violaciones a mujeres por parte de “grupos de tareas” militares y policiales.
http://www.elperiodicotucuman.com.ar/2010/09/29/musa-azar-el-perfil-de-un-criminal/marozzi/>


Carlos Luis Marozzi
Finalmente, el tercero es el capellán del ejército y de la cárcel por aquel entonces el cura Carlos Luis Marozzi, hoy párroco del santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, en Santiago del Estero. Este hombre no sólo conocía la situación en que los presos volvían de las sesiones de
tortura y caminaba impertérrito entre los soldados estaqueados como castigo en el batallón al que debía asistir espiritualmente sino que es conocido por sus homilías pro dictadura durante los años 70.
Fuente: Tramo del artículo "Musa Azar, el perfil de un criminal"
El Estado Policial en Santiago del Estero
Por Luis Garay – Director del Instituto Espacio para la Memoria –

El Terrorismo de Estado fue un fenómeno de profunda violencia que institucionalizada por el Estado, tenía como objetivo aniquilar toda posibilidad de construcción de una vía alternativa que pusiera en riesgo la supremacía capitalista.

Su implementación empezó a tener visos de realidad a partir de los años 50 y se fue extendiendo a los países llamados por aquel entonces, del Tercer Mundo, fundamentalmente a los de Latinoamérica, en donde bajo el amparo de la Teoría de la Seguridad Nacional, alcanzó su máxima expresión en la
década de los años 70.

Según Pilar Calveiro este fenómeno, se inscribe en la larga historia de violencias del siglo XX que resulta de las luchas “por fijar la hegemonía planetaria, global”. En su opinión “la Guerra Fría, dentro de la que se inscribió nuestra “guerra sucia” no fue un período de pacificación- después de las dos guerras mundiales- sino un desplazamiento del conflicto y de sus costos, de los países centrales hacia nuestros territorios”.

En ese sentido el Terrorismo de Estado no fue un hecho aislado en nuestro país, sino el resultado de un largo proceso cuyos antecedentes se retrotraen mucho más allá de 1976, y sus consecuencias aún se viven en el presente. Proceso que se fue consolidando a la luz de las ideas que posibilitaron, desde 1930, la irrupción del golpismo militar como recurso político para conservar los privilegios de los pequeños pero poderosos sectores hegemónicos, frente al avance de los sectores populares
organizados en sindicatos, partidos y organizaciones políticas que reclamaban la necesidad de cambios profundos en las estructuras políticas, económicas y sociales del país. Desde la proclamada “hora de la espada “de Leopoldo Lugones que junto a José E. Uriburu propugnaban entre muchos
otros una Argentina “católica y militar” , corriente precursora del Terrorismo de Estado desencadenó una sucesión de golpes militares 1930,1943,1956,1967 hasta institucionalizar en 1976 a través del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, la suma de todas esas violencias con las que se logró diseñar el plan sistemático de exterminio más sangriento de la historia argentina. Maquinaria aceitada por las viejas ideas del fascismo criollo de odio profundo a la democracia, el anticomunismo acérrimo, el racismo, la xenofobia, la homofobia y el uso ético y estético de la violencia extrema como elemento purificador del “ser nacional”. Ideas que se encarnaron en instituciones como las Fuerzas Armadas, en importantes sectores de la Iglesia Católica y gran parte de los sectores sociales más encumbrados, beneficiarios de los privilegios de una economía para pocos y que se fueron resignificando a la luz de las nuevas leyes del mercado.

La provincia de Santiago del Estero no fue ajena a esta realidad. Es más ya en 1953, contaba con una policía política surgida en consonancia con los lineamientos internacionales de lucha contra el comunismo. Creada y organizada por ley de la Legislatura provincial durante el primer gobierno
de Carlos Juárez, gobernador justicialista pero que provenía de la filas de la Acción Católica, tenía como objetivo el control ideológico de la población y su actuación interrumpida solo por breves períodos, convirtió a nuestra provincia en un estado verdaderamente policial, 40.000 expedientes
conteniendo datos sobre 40.000 ciudadanos dan cuenta de ello. Entre estas miles de carpetas figuraba la que correspondía al doctor Luis Lescano, abogado defensor de presos políticos y un viejo militante radical desparecido en nuestra provincia en 1976 que contenía datos sobre sus movimientos desde el año 1948. Asombrosa línea de continuidad que se va a extender hasta el año 2003 en el que fue disuelta. Reciclada en 1972 por el interventor civil en Santiago del Estero Carlos Jensen durante la dictadura militar de Agustín Lanusse, tuvo actuación durante ese período encarcelando, interrogando y torturando opositores al poder militar y sobrevivió al advenimiento de la apertura democrática de 1973. Con Juárez nuevamente en el poder este órgano cobró fuerzas, con Musa Azar como jefe, quien se convirtió en un temible represor y sostén del nuevo orden constitucional. Durante ese período y con la colaboración de las primeras huestes militares que arribaron a nuestra provincia a través del destacamento de inteligencia 142, se terminó de dar forma a una fina red de espionaje político e ideológico, la que a través del miedo mantenía un férreo control social. Ya antes de 1976, y coincidentemente con el lanzamiento del operativo Independencia, nuestra provincia tenía cientos de detenidos políticos y al menos 14 personas desaparecidas. El secuestro, la tortura, el asesinato y la
desaparición de personas estaban a la orden del día y este reciclado órgano policial clandestino, amparado por el Estado y el silencio de la justicia era la cara visible de la represión con la que el terrorismo de Estado se hacía cada vez más palpable. En 1976 ya en plena dictadura con un estado
totalmente militarizado el plan de exterminio llegó a su máxima expresión generalizando el terror a través del uso indiscriminado de la violencia sobre la población civil, llevando el número de encarcelados, asesinados a una lista interminable de nombres. El aparato represivo seguía teniendo como cara visible a Musa Azar y sus grupos de tareas aunque ahora bajo la dirección operativa y la participación de las Fuerzas Armadas cobraba mayor eficacia.

El terrorismo de Estado en Santiago del Estero configuró una compleja trama de complicidades que involucró también a civiles e instituciones sociales por su acción u omisión, y dejó tras de sí un panorama de horror y de muerte que aún exhibe sus heridas .
Fuente:ElPeriodicodeTucuman
Fuente:Agndh                                                                                      

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