23 de octubre de 2010

VENEZUELA.

De la teoría a la práctica revolucionaria
Por Edwin Sambrano Vidal
Uno de los más grandes problemas de la sociedad y de la política es la incongruencia. La distancia entre lo que se dice y lo que se hace. La contraposición entre la teoría y la práctica. La teoría de Carlos Marx, trata justamente de buscar una consonancia entre ambas modalidades de la conducta humana y social, individual y colectiva. Todo el esfuerzo investigativo y de creación dentro de la ciencia social desplegado por Marx está dirigido a superar este divorcio reiterativo. De allí la teoría de la alienación y de la ideología.

La alienación es la inconsciencia de la realidad, de la propia realidad, a partir del despojo del resultado o la creación del esfuerzo productivo. La ideología es la falsa conciencia, la justificación que se hace de los intereses de la clase dominante para que estos intereses puedan ser considerados por todas las clases como los intereses de todas, siendo, en verdad, los intereses de una clase o de un bloque de clases dominante. En general, siempre los sectores dominantes, cuando hay sectores o clases dominadas, producen ideología, esto es una justificación de sus intereses de dominio y preponderancia sobre los demás. En el capitalismo, como sociedad de clases y sistema económico-social, político y cultural, los intereses de los capitalistas y su conducta social, de clase dominante, está justificada como los intereses de toda la sociedad y como única conducta posible, de manera que las clases dominadas aspiran la posición de los capitalistas y consideran “natural” la conducta de la explotación y de la dominación como conducta perpetua, es decir que no puede ser de otra manera, cuando en realidad es una conducta propia de un tipo de sociedad y que al producirse el cambio social, la explotación se convierte en cooperación y la dominación en solidaridad.


El Socialismo supera la contradicción.


Se supone que el Socialismo es la transición de la sociedad de clases hacia una sociedad sin clases, en consecuencia, los partidos y colectivos socialistas están conscientemente orientados y definidos para la superación de esta contradicción entre la teoría y la práctica. Eliminación de la explotación y con ello de la alienación, superación de las clases y con ello extinción de la dominación de una parte de la sociedad sobre la otra parte y por tanto, sustitución de la justificación de unos intereses particulares por los intereses de toda la colectividad. La posibilidad de que esto se produzca estriba en la conducción del proceso de cambio por parte de los trabajadores industriales como vanguardia social y que esa vanguardia se exprese también como vanguardia dentro de estos colectivos o partidos socialistas. La condición de vanguardia de los trabajadores asalariados y , entre estos, de los industriales o productivos deriva del hecho de su existencia como colectivos disciplinados en la producción y en la posibilidad de vivir y observar todo el proceso de explotación, dominación y alienación, a partir de su militancia sindical y política y del conocimiento de los elementos teóricos que proporciona la teoría marxista, que es la teoría de la praxis y del conocimiento y comprensión de la realidad social a partir de los elementos materiales para su constitución y de las relaciones necesarias entre los seres humanos para sobrevivir y producir su existencia.


Ejercicio implacable de la crítica para buscar la verdad


La comprensión plena de este proceso es la que permitirá que podamos lograr o alcanzar la transformación social. No se trata de la aplicación de fórmulas o recetas, sino de la comprensión de la realidad mediante el debate abierto y franco, mediante el ejercicio de la crítica. Cuestionarse la realidad, cuestionar las verdades eternas, las poses, los lugares comunes y radicalizar el esfuerzo por la búsqueda de la verdad y la superación de las contradicciones. A propósito de los resultados electorales observamos como se hacen explicaciones justificadoras, formalistas, con afirmaciones banales, con razonamientos simplistas que sólo reproducen los vicios y errores que han enfermado, ya gravemente, el esfuerzo titánico de los trabajadores y el pueblo venezolanos por efectuar un cambio profundo de la sociedad para construir una sociedad capaz de satisfacer las necesidades materiales y culturales de la población y de elevar progresiva y sostenidamente el nivel de vida de todos.


Desterrar el mesianismo para avanzar


Dentro del PSUV se mantienen los vicios del centralismo y de la concentración absoluta de las potestades. El mesianismo, la castración de los liderazgos, el culto a la personalidad del camarada Chávez a quien se le supone infalible, cuando es responsable de muchos de los errores cometidos que han revivido a la derecha. Se habla de autocrítica, pero no se hace, más bien da la impresión que la cúpula del PSUV pretende que sea la militancia quien debe autocriticarse. El PSUV marcha sin una vida colectiva de debate serio, profundo y sistemático. Los que efectúan críticas son inmediatamente descalificados desde la tribuna presidencial a través de las innumerables intervenciones y medios de que dispone el camarada Chávez. Quien opine distinto es señalado de “escuálido” y traidor y se le endilgan una andanada de injurias amenazantes para callarlo, no para convencerlo, no para llegar a conclusiones y acuerdos. El debate debe ser para buscar puntos de encuentros en el análisis de las realidades, para buscar objetivos y métodos comunes para lograr la transformación. El debate debe ser multidireccional o multilateral y no unidireccional ni unilateral. El camarada Chávez no debate, sino que ordena y los que aparecen como miembros de la dirección del PSUV sólo lo secundan o repiten y acatan. La más hiperbólica expresión de esta grave desviación es el título con el cual se le menciona repetitivamente: Comandante-Presidente. Ambos términos llevan implícito el binomio de ordenar-obedecer, decisión sin discusión. Así es imposible que se abra un proceso de revisión, de rectificación y de reimpulso, sencillamente porque es la misma persona la decide y la que revisa, los demás obedecen. Si no existe postura de igualdad de condiciones en la militancia que origine una dinámica real de debate en la cual se discutan las propuestas del camarada Chávez y se cuestione sus decisiones erróneas sometiéndolo al colectivo revolucionario, sencillamente se irá deteriorando aceleradamente la posibilidad de una verdadera y profunda transformación social. HE ALLI EL MEOLLO DEL PROBLEMA. No cabe duda que allí está el principal aspecto que hay que cambiar dentro del partido.
Fuente:Argenpress                                                        

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