20 de diciembre de 2010

PLAN CÓNDOR: FRANCIA CONDENÓ A 14 REPRESORES-PASÓ POR BS.AS. UN EX MILITAR ACUSADO DE INTEGRAR LA DINA.

PENAS QUE VAN DE QUINCE AñOS A PERPETUA PARA JOSE OSVALDO RIVEIRO Y MILITARES PINOCHETISTAS POR CUATRO DESAPARICIONES
Francia condenó a catorce represores del Cóndor
El Tribunal de lo Criminal de París condenó a una docena de militares chilenos, entre los que se encuentra el ex jefe de la DINA, el general Contreras, a un civil chileno y a Riveiro por la desaparición de ciudadanos franceses.
Familiares del ciudadano franco-chileno Alphonse Chanfreau sonríen tras escuchar el fallo del tribunal parisino.
Por Eduardo Febbro
Desde París

El coronel argentino José Osvaldo Riveiro siguió los pasos del capitán Astiz y se convirtió en el segundo militar argentino condenado en los tribunales franceses por su participación en la desaparición de personas. Ayer, el Tribunal de lo Criminal de París, presidido por el juez Hervé Stephan, condenó a una docena de militares chilenos, entre los que se encuentra el ex jefe de la DINA, el general Contreras, a un civil chileno y al militar argentino a penas que van desde los 15 años de prisión hasta cadena perpetua por la desaparición de cuatro franceses durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Manuel Contreras, fundador de la policía secreta del pinochetismo, la DINA, está hoy entre rejas pero la Justicia francesa le agregó cadena perpetua. El otro condenado a esa pena máxima fue su número dos en la DINA, el general retirado Pedro Octavio Espinoza Bravo. En cuanto al argentino José Osvaldo Riveiro –en libertad–, el tribunal lo sentenció a 25 años de cárcel. Las sentencias dictadas el viernes cierran un largo y combativo proceso iniciado en Francia por la abogada Sophie Thonon y el abogado William Bourdon. El juez Le Loire emprendió la instrucción de los casos aceptados por la Justicia en octubre de 1988 y la jueza Sophie Clément terminó por ordenar la acusación ante la Corte en febrero de 2007. Las sentencias fueron mucho más lejos que las penas reclamadas por el fiscal, Pierre Kramer, quien había requerido penas que oscilaban entre los 15 y 20 años de cárcel. Los franceses Georges Klein, consejero de Salvador Allende, el ex sacerdote Etienne Pesle, que trabajaba en la reforma agraria y Alphonse Chanfreau, dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), desaparecieron en Chile entre 1973 y 1975. Jean-Yves Claudet, militante del MIR, desapareció apenas llegó a Buenos Aires en un operativo que implica a José Osvaldo Riveiro.

Como todo acto de justicia, que produce verdad y reparación moral, los familiares de las víctimas celebraron el juicio organizado en Francia contra estos 14 representantes de las peores horas de la historia de América del Sur. “Ninguna sentencia me va a devolver a mi padre, pero es un precedente importante para otras víctimas en Chile y en América latina”, dijo ayer Roberto Pesle. La víspera de la sentencia, los abogados y los familiares pidieron al tribunal que “les restituya la dignidad” y, a través de esa instancia, a “todas las víctimas que nunca podrán acudir ante la Justicia”.

Sophie Thonon, que defiende a la familia Claudet, había aclarado también que “éste no es sólo el proceso de los cuatro franceses, sino de todas las víctimas que nunca podrán acudir ante la Justicia”. Un juicio en ausencia tiene matices muy fuertes. Los acusados no están y las víctimas están desaparecidas pero la memoria de los familiares es un flujo que da vida a los desaparecidos y un Código Penal que acorrala a los torturadores, en eso que el abogado William Bourdon llamó el “habitáculo de la cobardía”.

Después de la condena a cadena perpetua de Alfredo Astiz (1990) por la desaparición de dos religiosas francesas, Alice Domon y Leónie Duquet, este juicio repara un vicio de impunidad de la Justicia chilena ante la desaparición de personas, un acto que Sophie Thonon calificó de “asesinato de los muertos”.

El caso del coronel argentino José Osvaldo Riveiro, alias “Balita” para sus socios de crimen y “Rawson” como lo mencionan los documentos secretos, ilustra hasta la vergüenza la forma en que los criminales lograron escapar de la Justicia. Riveiro está implicado en la desaparición de Jean-Yves Claudet, que era un militante del MIR chileno, responsable de las relaciones internacionales. Claudet hacía de correo de enlace entre los miembros del MIR que estaban exiliados en Francia y los que se encontraban en la Argentina. Tenía contactos con Edgardo Enríquez, hermano del secretario general del MIR, líder de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR). René Valenzuela, responsable en París de la infraestructura del MIR en el exterior, contó que Edgardo Enríquez se encargaba de la organización de “las relaciones políticas internacionales con movimientos, países, y los grupos de apoyo de chilenos y extranjeros creados en el exterior”. La DINA buscaba a Enríquez pero antes encontró a Jean-Yves Claudet.

El agente de la DINA en la Argentina, Enrique Arancibia Clavel, detalló el arresto de Claudet con suma precisión. En un memorando que Arancibia Clavel envió a Chile escribió: “Cayó un correo de la JCR, francés, aparentemente de apellido Claudet. Dentro de sus pertenencias se encontraron 97 microfilms, con las últimas instrucciones desde París. Después del interrogatorio del mencionado Claudet, se logró determinar sólo que era correo de la JCR. Se le tomaron solamente fotografías. Claudet ya no existe”.

Riveiro secuestró a Claudet el día en que el francés llegó a Buenos Aires, el 1º de noviembre de 1975. Jean-Yves Claudet fue capturado en el Hotel Liberty, situado en la Avenida Corrientes. Riveiro se escabulló siempre de la Justicia. A sus 77 años sigue libre. El acomodado coronel actuó dentro del círculo de Guillermo Suárez Mason como cerebro del Batallón 601. En los años ’80 trabajó con el gobierno de Honduras y hasta llegó a entrenar a la contra nicaragüense en su guerra con los sandinistas. Su historial se prolonga en un vericueto de acciones represivas que constan en los Archivos del Terror.

Recién en diciembre de 2001 el represor argentino vio pasar la sombra de la ley. Un pedido del juez francés Roger Le Loire condujo al juez argentino Sergio Torres a encarcelar “preventivamente” a Riveiro con vistas a una eventual extradición. Estuvo detenido poco más de un mes. Pero en su fuga estrepitosa, el gobierno de Fernando de la Rúa había decidido unos días antes que la Argentina rechazaría cualquier pedido de extradición cursada por jueces extranjeros. El Ejecutivo de De la Rúa sólo se comprometió a introducir a los culpables “ante la Justicia nacional si los jueces extranjeros aportan las pruebas necesarias”.

Las pruebas y las condenas necesarias las aportó y las pronunció la Justicia francesa. A Riveiro le cayeron 25 años de cárcel, igual que a su cómplice en el secuestro, el chileno Arancibia Clavel. El general Raúl Iturriaga, el coronel Gerardo Godoy García, el general Luis Ramírez Pineda y el suboficial Basclay Zapata Reyes también fueron sentenciados a 25 años. El general retirado Herman Julio Brady fue condenado a 30 años de cárcel, igual que los coroneles Marcelo Luis Moren Brito y Miguel Krasnoff Martchenko. El coronel Rafael Ahumada Valderrama salió con una condena de 20 años y Emilio Sandoval Poo con 15 años. Manuel Contreras y el general retirado Pedro Octavio Espinoza Bravo imitaron a Astiz: cadena perpetua. Estos oficiales chilenos, el coronel y el marino argentino figuran en los anales de la vergüenza universal, al igual que los sistemas judiciales que, en su momento, les regalaron la libertad por encima de las muertes que provocaron.
FuentedeOrigen:Pagina12
Fuente:Agndh

Pasó por Buenos Aires un ex militar acusado de integrar la Dina. Desde 2001 es profesor de un centro de estudios que depende del Pentágono
El ex brigadier chileno Jaime García Covarrubias estuvo hospedado en el Hotel Marriot Plaza. Allí participó de unas jornadas de seguridad y defensa, sus especialidades. (GISELA ROMIO)

El pasado siempre vuelve a buscar respuestas. Y las máscaras suelen caerse con el peso de la verdad. El ex militar chileno Jaime García Covarrubias se jactaba de haber sido casi un administrativo sin “responsabilidades operativas” durante el sangriento régimen de Augusto Pinochet Ugarte. Retirado del Ejército de su país, y camuflado en democracia, se dedicó al estudio. Es desde hace años un respetado catedrático en temas de seguridad y defensa y trabaja para un centro que depende del Pentágono estadounidense. Pero hace unos meses esa máscara cayó. Se conocieron en Chile denuncias en su contra: ex detenidos políticos y hasta ex soldados subalternos le imputan actuar con “crueldad y tratos inhumanos” mientras era amo y señor del regimiento Tucapel, en la sureña ciudad de Temuco. No sólo eso: lo acusan de ser el responsable de los asesinatos de seis prisioneros y de ser el jefe de Contrainteligencia de la Dina, la temible Dirección de Inteligencia Nacional. García Covarrubias estuvo esta semana en Buenos Aires y Miradas al Sur habló con él.
Memoria Viva es un archivo digital sobre las violaciones de los derechos humanos en Chile. En el sitio se acusa a García Covarrubias de ser miembro de la Sociedad Pedro Diet Lobos: una fachada comercial de la Dina para encubrir actividades en Chile y el exterior. Informan: “En noviembre de 1988 asume la Subsecretaría General de Gobierno. Y fue durante tres años asesor de la Secretaría General de la Presidencia. Se comentaba que era una de las personas que le escribía o le asesoraba los discursos a Pinochet. Se acoge a retiro en 1981 como oficial de Estado Mayor de la Academia de Guerra”.
El represor está “inculpado” en el expediente que se le sigue en la Justicia chilena por delitos de lesa humanidad. Se le imputan los asesinatos de seis militantes comunistas, ocurrido en de noviembre de 1973, cuando tenía el grado de teniente. El hecho se encubrió como un falso ataque al cuartel, porque los presos políticos estaban detenidos allí. La acusación tiene un fuerte aval: las declaraciones de al menos 25 ex detenidos y militares que escuchó el juez Fernando Carreño, de la Corte de Apelaciones de Temuco.
Hace tres meses García Covarrubias tuvo que viajar a Chile por orden de la Justicia. Fue interrogado y sometido a careos. El ex detenido Herman Carrasco, por ejemplo, lo acusó de haberlo torturado. “El oficial García Covarrubias comenzó a golpearnos y, desnudos, nos obligó a efectuar actos sodomíticos, sin éxito”, dijo. El represor negó todo. En sus declaraciones procesales sostuvo que “no había personas detenidas en el regimiento”. Y que la muerte de los seis detenidos ocurrió en un “enfrentamiento”.
Otro ex detenido, Víctor Maturana, también lo identificó. Y el ex soldado Héctor Barra Reyes declaró en la Justicia que “los hermanos García Covarrubias interrogaban a los detenidos en el lugar donde los torturaban”. Su ex colega Oscar Inostroza agregó: “El teniente Jaime García se destacaba por su crueldad y tratos inhumanos hacia los detenidos y los propios conscriptos”. Igual cargo le formuló el ex soldado Enrique Moreno: “Del teniente García recuerdo su crueldad con los prisioneros”.
El Informe Rettig es para Chile lo que el Nunca Más para Argentina. Un detallado texto que enumera los crímenes de la dictadura pinochetista. La comisión investigadora señaló que “con la consolidación de la Dina, las víctimas fueron seleccionadas por las unidades de inteligencia y mantenidas por lo general en lugares secretos de detención, donde se les interrogó por personal especializado y se les sometió a torturas. Los cuerpos de quienes murieron en estas circunstancias desaparecieron en forma tal que, en buen número, todavía no han podido ser encontrados”. La policía de Pinochet funcionó entre 1974 y 1977, cuando se disolvió. “Las desapariciones se hicieron mucho menos frecuentes, aunque continuó la tortura con su secuela de muerte.”
Por estas acusaciones, dos diputados chilenos reclamaron al gobierno de Estados Unidos destituir a García Covarrubias del Centro de Estudios Hemisféricos para la Defensa (Chds), donde enseña. Hugo Gutiérrez, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Diputados, dijo: “Es de extrema gravedad que un ex agente de la Dina, que permanece acusado en un proceso de torturar prisioneros y luego convertirse en instructor para técnicas de represión, permanezca en una institución dependiente del Pentágono de Estados Unidos”. Gutiérrez integra el Partido Comunista y es abogado especialista en derechos humanos.
Al pedido lo acompañó el diputado socialdemócrata Tucapel Jiménez. Los legisladores quieren reunirse con el embajador de Estados Unidos en Chile, Alejandro Wolff. “Se puede pensar que Estados Unidos está protegiendo a este ex agente chileno, por ello el gobierno debe actuar con rapidez”, afirmó Gutiérrez. Avalan el pedido ex detenidos. Uno de ellos, Carrasco, consideró “impactante que este individuo esté hoy paseándose por Estados Unidos, trabajando como profesor para un centro de estudios del Pentágono”. Y concluyó: “Debe ser expulsado”.

Sabe/contesta poco. García Covarrubias es brigadier retirado. Y tiene una larga carrera académica. Tiene un doctorado en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Una maestría en Ciencias Políticas de la Universidad de Chile y una licenciatura en Ciencias Militares. Es también graduado del Centro de Estudios Diplomáticos y Estratégicos de París, Francia, y de la Sociedad de Estudios Internacionales de Madrid, España. Es profesor de Política y Seguridad Nacional desde marzo de 2001 en el Chds.
“Con anterioridad enseñaba en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, en la Universidad Central, Universidad Bernardo O’Higgins y en la Universidad Andrés Bello”, dice su CV, publicado en la web del Chds. García Covarrubias está especializado en estrategia, geopolítica, política de defensa y sociología militar. “Tuvo variadas asignaciones durante su carrera militar en Chile, incluyendo un profesorado en la Academia de Guerra del Ejército, el comando de una unidad de infantería en 1994 y la dirección de la Academia de Guerra, de 1995 a 1997.”
El ex militar chileno estuvo esta semana de paso en la Ciudad de Buenos Aires. Vino a participar de unas jornadas organizadas por el Chds sobre Seguridad y defensa en tiempos del Bicentenario: visiones desde Argentina y Chile, realizadas en el hotel Marriot Plaza. No es la primera vez que viene al país. Ya en abril de 2001 había participado del simposio regional La Defensa en la subregión. Nuevos desafíos, nuevas respuestas. En esa oportunidad, la organización había sido del club de graduados argentinos del Chds y contaba con el auspicio del Ministerio de Defensa, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Nada más y nada menos.
García Covarrubias tuvo la mala suerte de que su llegada coincidiera con las denuncias por torturas que se le hicieron desde la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de su país. Por eso el martes no se lo vio. Una fuente que participó los dos días de las actividades confió a Miradas al Sur: “No apareció en la charla porque lo mandaron a pasear. Ese día se reunió con la embajadora de Estados Unidos y a la noche estuvo en un cóctel que se realizó en el hotel. Allí recibió el apoyo de John Thompson”. Se refiere al ex militar que es el actual decano de Estudiantes, Administración y Extensión del Chds. Según la fuente –que pidió anonimato- Thompson “le palmeó el hombro” y le dijo: “Estoy para lo que necesites”. El miércoles sí participó del panel que presentó el libro Seguridad y defensa en tiempos del Bicentenario, compilado por el investigador argentino Mariano Bartolomé.
Ese mismo día Miradas al Sur intentó entrevistarlo en el hotel. García Covarrubias acusó cansancio y se negó. Ante la insistencia del cronista, concedió unos minutos para hablar por teléfono.
–¿Usted integró la Dina, la ex policía secreta de Augusto Pinochet?
–No– dijo, lacónico. El tono de voz, que en un principio rebosaba amabilidad, empezó a endurecerse. Pese a negarlo, en la Justicia de su país García Covarrubias reconoció que fue instructor de agentes en la Dina. Los instruyó en técnicas de interrogatorio y contrainteligencia.
–Lo acusan de torturar a detenidos.
–Son puras calumnias e injurias. Las denuncias fueron debidamente rechazadas por la Justicia chilena, y estoy libre de culpa y cargo. Nunca tuve que presentarme a declarar.
–¿Podría precisar cuáles fueron sus funciones en los años ’70?
–Era docente, como profesor en la Escuela de Inteligencia Nacional. Mi cargo era el de teniente. Serví como oficial de la Secretaría de Inteligencia, pero nunca tuve responsabilidades operativas dentro de las Fuerzas Armadas.
–¿Qué opina de los juicios por delitos de lesa humanidad que lleva adelante la Argentina?
–Me parece bien, si esa es la decisión política de vuestro país– dijo, seco y solemne.
–¿En Chile deberían investigarse los crímenes de la dictadura pinochetista?
–No tengo una evaluación. Confío en el funcionamiento de las instituciones de nuestro país.
–¿Usted fue uno de los responsables de confeccionarle los discursos a Pinochet?
–De ninguna manera– se desmarcó.
Fue la última pregunta que pudo hacer este diario. García Covarrubias dio por terminada la breve charla.
El Chds se creó en 1997. La iniciativa la habían tenido varios ministros de Defensa de América Latina un año antes, durante la segunda Cumbre Ministerial de Defensa de las Américas, realizada en Bariloche. En ese momento habían expresado “preocupación por la relativa falta de civiles preparados para enfrentar con éxito problemas militares y de defensa en sus países”, según informa la Chds en su web. Es decir: instruir y adoctrinar a funcionarios civiles, militares y de fuerzas de seguridad en cuestiones de Defensa. El centro está bajo la orbita del Pentágono. No es un dato menor. Y lo dirige Richard Downie, un ex marine yanqui que tiene un profundo conocimiento de la región. Del Chds depende la Universidad Nacional de Defensa (NDU). Allí también es profesor el periodista norteamericano Martin Andersen. Ex corresponsal del Washington Post y de Newsweek en Buenos Aires, mientras vivió en la Argentina no pudo sacarse de encima la sospecha de ser agente de la CIA.
García Covarrubias tiene una decena de libros escritos. En uno de ellos, La modernización militar, escribió: “Hoy, el tema de la modernización militar es preocupación en todo el mundo. La sociedad ha evolucionado y las características de la guerra han cambiado”. Hoy la guerra que enfrenta García Covarrubias es su pasado. El pasado que siempre vuelve buscando respuestas. Y Justicia.
FuentedeOrigen:MiradasalSur
Fuente:Agndh                                                            

1 comentario:

Victoria dijo...

Me parece muy bien que se tomen las medidas correspondientes con este tipo de personas !
Antes de despedirme les dejo una recomendacion si estan pensando vacacionar en EEUU les dejo una recomendacion Hotel Booking
vale la pena darse una vuelta !!!

Saludos a todos !!!