Un museo virtual con objetos que eran de desaparecidos
Bufandas, cartas, relojes y boletines académicos forman parte del portal.
27.01.2011
El proyecto "Vestigios" recibe aportes a diario de familiares.
Una bufanda tejida en cautiverio, la carpeta del colegio secundario y un trozo de la cortina del baño del ex centro clandestino El Olimpo son algunos de los objetos aportados por familiares, amigos y compañeros de personas secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura, que conforman el proyecto "Vestigios", un portal que busca dar una dimensión diferente al período del terrorismo de Estado.
"Queríamos que fueran objetos elegidos por las propias personas. Algo representativo para contar la historia a quien no conoce cómo se vivía en esa época", destacó Javier Borelli, responsable de la iniciativa que impulsó la organización Memoria Abierta. La búsqueda fue lenta, porque requirió que los allegados a las víctimas de la dictadura confiaran en el proyecto y accedieran a que el objeto elegido sea fotografiado, difundido y acompañado de su respectiva historia.
Así fueron surgiendo boletos de colectivos, fotografías, cartas y hasta los pañuelos blancos de las primeras Madres de Plaza de Mayo, iniciadoras de una búsqueda persistente, convencida y sentida en aquellos primeros años del régimen militar. "Buscábamos objetos que tuvieran una marca personal, un símbolo de la vida íntima y otras expresiones sociales y colectivas" del país, destacó Borelli.
El proyecto "Vestigios" tomó forma y recibe aportes en forma cotidiana, tanto que esta semana se difundieron nuevas imágenes e historias en www.memoriaabierta.org.ar/vestigios/index.php Liora Gomel, responsable de Comunicación de Memoria Abierta, explicó que la iniciativa tuvo desde un principio la intención de que "no hubiera una fechitización del objeto", y frente a esa postura resulta imprescindible que se encuentre acompañado de la historia que representa el significado emotivo de su elección.
Los cuadernos, boletines y diplomas de Franca Jarach, que fue abanderada en el Colegio Nacional Buenos Aires, no tendrían la relevancia si se ocultara que militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), una participación política que le costó primero la expulsión de la escuela y, luego, la vida.
También están en "Vestigios" los relojes de Gregorio "Guyo" Sember: el original, que llegó a dejarle a su padre el 30 de mayo de 1976 "cuando estaba siendo secuestrado de su hogar" y que éste no volvió a quitarse hasta que sufrió un asalto. Para que su esposa no notara la ausencia, Sember padre adquirió otro similar. "Dos años después, el reloj que estaba usando se detuvo y cuando lo llevó al relojero descubrió que otro cliente que estaba antes que él tenía el reloj de Guyo. Logró recuperarlo y desde entonces conserva ambos relojes".
Las historias, cada una de ellas, conmueven: "Es muy difícil no sensibilizarse, no vivirla. Son varios años de relatos contados, pero uno no puede evitar emocionarse", reflexionó Borelli. La propuesta de "Vestigios" es "pensar en las nuevas generaciones" y transformar el proyecto en una "herramienta" del docente, por ejemplo, cada vez que afronte el tema de los años de la dictadura ante sus alumnos.
"El sentido del proyecto va más allá de una catarsis. Es comunicarlo al futuro, que se conozca para evitar la repetición. Esa es la misión", finalizó Borelli.
Fuente: DyN
FOTOGALERÍA-VESTIGIOS
Bufanda de lana tejida en telar por una militante de Montoneros para el hijo de un compañero mientras vivían clandestinos en una casa prestada.
Anillos de Elena Kalaidjian recuperados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Elena era estudiante de Letras y desapareció el 21 de enero de 1977. Estuvo detenida en los ex Centros Clandestinos de Detención Garage Azopardo y Atlético. El 8 de marzo de 2005, el EAAF confirmó mediante la prueba de ADN mitocondrial que los restos de Elena habían sido enterrados como NN en el cementerio de la Chacarita.
Cartera de madera que perteneció a Raquel Rubino. Raquel era militante de Montoneros y fue secuestrada el 23 de junio de 1976. Continúa desaparecida.
Boina y pañuelo de los Boy Scout de Celso Cruces. Celso formó parte de los Boy Scouts en su niñez. Fue secuestrado el 27 de octubre de 1976. Tenía 23 años. Continúa desaparecido.
Cuadro del bisabuelo de Franca Jarach asesinado en un campo de concentración nazi. La familia de Franca emigró a la Argentina en 1939. Su bisabuelo quiso quedarse en su tierra natal y un tiempo después fue llevado a un campo de concentración. Franca Jarach fue militante de la Unión de Estudiantes Secundarios. Fue secuestrada en la calle el 25 de junio de 1976. Una sobreviviente de la ESMA declaró haberla visto en ese centro clandestino poco tiempo después de su detención. Franca continúa desaparecida.
Reloj de Electra Lareu que quedó en la casa donde estaba viviendo cuando fue secuestrada el 30 de mayo de 1977. Electra continúa desaparecida. El reloj es el único de los objetos que le pertenecían a Electra que su madre conserva.
Retrato de pequeño de Carlos Esteban Alaye roto durante el operativo de un grupo de tareas. Carlos era militante político de Montoneros y fue secuestrado el 5 de mayo de 1977 en la localidad de Ensenada (Provincia de Buenos Aires) cuando concurría a una cita. Un grupo de tareas luego fue a su casa y causó destrozos. Solo dejó el retrato con el vidrio roto que Adelina Dematti de Alaye, su madre, conserva. Carlos continúa desaparecido.
Camisetas de fútbol de Augusto María Conte. El fútbol era el deporte preferido de Augusto. Durante mucho tiempo concurrió a la cancha del Club Atlético River Plate con su hermano Gonzalo, con quien pasaba tardes enteras en las tribunas. Su pasión por ese deporte es una característica recordada por todos los que lo conocieron. Augusto era estudiante y militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros. Fue secuestrado en Julio de 1976 de la Base Aeronaval de Punta Indio, Provincia de Buenos Aires, mientras cumplía el servicio militar obligatorio . Continúa desaparecido.
Carnet de empleado del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires de Isidoro Oscar Peña. Isidoro era militante de izquierda y fue secuestrado el 10 de julio de 1978. Unos días antes, el 27 de junio, había sido secuestrado su hermano Jesús Pedro Peña. Ambos fueron vistos en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio "Olimpo". Sus restos fueron hallados en la costa atlántica bonaerense en diciembre de 1978 y el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó en 2007
Pancarta con la foto de Raquel Rubino realizada por su madre, Lola Weinschelbaum de Rubino Raquel era militante de Montoneros y fue secuestrada el 23 de junio de 1976. Raquel continúa desaparecida.
España"La dignidad es lo que importa": 'Desaparecidos', un proyecto de Gervasio Sánchez
GERVASIO SÁNCHEZ
26/01/2011
Guerras, dictaduras, persecución... y unos familiares que siguen buscando a los suyos, a aquellos que siguen viviendo en la memoria. EL PAÍS se suma al MUSAC, el CCCB y La Casa Encendida para presentar simultáneamente este monumental proyecto fotográfico.
El drama de los desaparecidos atraviesa toda mi vida profesional. Es el proyecto más duro al que me he enfrentado y tengo la convicción de que el dolor de las víctimas ha dejado profundas secuelas en mi interior. Podría decir que parte de mi vida también ha desaparecido durante su realización.
Gervasio Sánchez retrata el drama de los desaparecidos
"Documenté exhumaciones, identificaciones y entregas de restos a los familiares"
"Presencié la apertura de la fosa de Al Mahawil, donde había más de 3.000 cuerpos de desaparecidos"
Era un joven estudiante de Periodismo en enero de 1983 cuando entré a formar parte de un grupo de adopción de Amnistía Internacional en Barcelona. Su responsable me ofreció encargarme de Centroamérica y me dio dos informes gigantescos sobre las violaciones de los derechos humanos en Guatemala bajo la dictadura del general Efraín Ríos Montt y en El Salvador, que vivía en plena guerra civil.
La lectura de aquellos papeles, repletos de hechos difíciles de imaginar por la mente más retorcida y sádica, cambió radicalmente mi visión del periodismo y me convenció de la necesidad de recorrer este mundo, tan poco amable con millones de personas, con la intención de documentar los dramas humanos.
La primera vez que viajé a Guatemala, en octubre de 1984, quise realizar un reportaje sobre los desaparecidos. El país vivía la etapa más oscura de su sangrienta historia y puedo dar fe de que daba miedo trabajar como periodista y fotógrafo.
La primera vez que viajé a El Salvador en ese mismo mes de octubre sentí algo parecido. El país se enfrentaba a las primeras negociaciones de paz entre el gobierno y los grupos guerrilleros. El sueño del fin de la guerra parecía cercano. Pero la paz se firmó ocho años después, a principios de 1992.
Mi primer reportaje chileno publicado en noviembre de 1986 fue sobre los desaparecidos.
Meses después, en mayo de 1987, publiqué un texto con datos inéditos sobre la llamada Caravana de la Muerte y pronostiqué que "este caso salpicaría un día a Pinochet". Once años después, en octubre de 1998, el ex dictador fue detenido en Londres gracias a una orden cursada por el juez Baltasar Garzón en base a los casos de desaparecidos de la Caravana de la Muerte.
La primera vez que viajé a Perú, en octubre de 1988, me encontré con el horror en Ayacucho. Los militares eran los dueños absolutos de la vida y la muerte.
Un tema tabú
La primera vez que viajé a Colombia, en mayo de 1990, me encontré con que la desaparición forzosa era un tema tabú. Ninguna autoridad política o judicial tenía interés por aclarar los centenares de casos acumulados.
Las fuerzas armadas, los grupos paramilitares y las guerrillas están implicadas en decenas de miles de desapariciones. La acumulación de pruebas sobre los llamados falsos positivos (ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por miembros del ejército) podría provocar el enjuiciamiento del ex presidente Álvaro Uribe. No sería de extrañar que siguiese los pasos del ex presidente peruano Alberto Fujimori, juzgado y encarcelado por varios casos de desapariciones forzosas en su país.
Mi primer viaje a Irak coincidió con la caída del régimen criminal de Sadam Hussein en abril de 2003. Durante seis semanas pude documentar decenas de exhumaciones realizadas por los propios familiares sin ningún tipo de preparación forense. Presencié la apertura de la fosa de Al Mahawil, donde había más de 3.000 cuerpos de desaparecidos. Este proyecto fotográfico comenzó a fortalecerse gracias a las increíbles imágenes tomadas en aquellos días caóticos.
Mi primer viaje a Camboya, en noviembre de 1995, me permitió visitar el campo de exterminio de Tuol Sleng. La antigua escuela estaba vacía porque apenas había turistas en un país todavía golpeado por la guerra. Sus paredes fueron testigos de actos de torturas inimaginables. Dos millares de niños perdieron la vida en el penal.
La cobertura de las diferentes guerra balcánicas entre 1991 y 2000 me permitió enfrentarme al drama de los desaparecidos en la trastienda de la Europa comunitaria. Durante los últimos años he presenciado varias veces los funerales masivos en la localidad bosnia de Potocari que se celebran cada 11 de julio y donde se entierran a las víctimas identificadas de la matanza de Srebrenica.
Hasta hace dos años los desaparecidos españoles no eran un objetivo de este proyecto. El cambio de postura se produjo tras una entrevista realizada por una compañera de la agencia EFE a finales de 2008 coincidiendo con la inauguración de mi exposición Vidas Minadas 10 años en la sede de la UNESCO en París.
Poco antes de finalizarla se interesó por mi siguiente proyecto. Apenas había empezado a explicarle que estaba documentando la tragedia de los desaparecidos cuando me preguntó: "¿En España?" Le contesté que nunca había trabajado en mi país, pero que el proyecto abarcaba casi una decena de países de tres continentes. Me quedé de piedra cuando me lanzó a bocajarro: "Me parece una excusa". Intenté convencerla de la bondad de mi sistema de trabajo, pero ella no dio su brazo a torcer. Al concluir la conversación comencé a darle vueltas como sólo lo hacen las personas obsesivas como yo.
Unos días después empecé a buscar contactos. Me entrevisté con responsables de las agrupaciones de familiares de desaparecidos en León, Madrid, Sevilla, Pamplona, Zaragoza, Barcelona y Tarragona. En pocos meses acumulaba tanta información que decidí incluir España como epílogo del proyecto. Documenté exhumaciones, identificaciones y entregas de restos a los familiares.
Gervasio Sánchez es periodista y fotógrafo. En 2009 ganó el Premio Nacional de Fotografía y un año antes, el Premio Ortega y Gasset de periodismo
La exposición ‘Desaparecidos’ se inaugura en el MUSAC de León el día 29 de enero y se podrá visitar hasta el 5 de junio; en el CCCB de Barcelona del 1 de febrero al 1 de mayo y en La Casa Encendida de Madrid del 2 de febrero al 20 de marzo de 2011
FOTOGALERÍA
Argentina
Beatriz Lewin, madre de Jorge Marcelo Dyszel, desaparecido el 18 de mayo de 1978 en Buenos Aires (Argentina)
Grupos de familiares como las Madres de Plaza Mayo y el Servicio Paz y Justicia siempre han hablado de 30.000 desaparecidos. Informes de inteligencia estadounidenses estimaron en 1978 que el número de desaparecidos podía rondar los 22.000. Unos setenta desaparecidos nacieron en España y otros 600 son descendientes de españoles.
La práctica de la desaparición forzosa empezó en Argentina antes del golpe militar. Se cree que existen desaparecidos desde 1969.
Beatriz Lewin, madre de Jorge Marcelo Dyszel, desaparecido el 18 de mayo de 1978 en Buenos Aires (Argentina)
Grupos de familiares como las Madres de Plaza Mayo y el Servicio Paz y Justicia siempre han hablado de 30.000 desaparecidos. Informes de inteligencia estadounidenses estimaron en 1978 que el número de desaparecidos podía rondar los 22.000. Unos setenta desaparecidos nacieron en España y otros 600 son descendientes de españoles.
La práctica de la desaparición forzosa empezó en Argentina antes del golpe militar. Se cree que existen desaparecidos desde 1969.
Buscarita Roa, madre de José Poblete, desaparecido el 28 de noviembre de 1978 junto a su mujer Marta Gertrudis Lahsi (embarazada de ocho meses) en Buenos Aires (Argentina). En 2000 recuperó a su nieta Laura Vitoria
Colombia
María Orfa Parías, esposa de José Ilvio Taborda, desaparecido el 15 de abril de 1991 en Puerto Triunfo (Colombia)
El primer caso de desaparición forzosa en Colombia se produjo el 9 de septiembre de 1977. La larga lista de desaparecidos implica a todos los gobiernos democráticos colombianos desde Alfonso López Michelsen hasta Álvaro Uribe.
La desaparición forzosa ha sido una práctica habitual en Colombia utilizada por los organismos del Estado, los grupos paramilitares y los grupos insurgentes izquierdistas. El número actual de desaparecidos se acerca a los 30.000 y es muy posible que se superen los 40.000 cuando se comience a investigar a los distintos grupos guerrilleros.
María Orfa Parías, esposa de José Ilvio Taborda, desaparecido el 15 de abril de 1991 en Puerto Triunfo (Colombia)
El primer caso de desaparición forzosa en Colombia se produjo el 9 de septiembre de 1977. La larga lista de desaparecidos implica a todos los gobiernos democráticos colombianos desde Alfonso López Michelsen hasta Álvaro Uribe.
La desaparición forzosa ha sido una práctica habitual en Colombia utilizada por los organismos del Estado, los grupos paramilitares y los grupos insurgentes izquierdistas. El número actual de desaparecidos se acerca a los 30.000 y es muy posible que se superen los 40.000 cuando se comience a investigar a los distintos grupos guerrilleros.
Blanca Nelida Daza, madre de Pedro Enrique Valencia, Nicolás Valencia, y Alcides Valencia (11 años), desaparecidos en agosto de 2000 en San Francisco (Colombia)
Jeferson Hernández, hijo de Emerson Daniel Hernández, desaparecido el 19 de septiembre de 2002 en Villavicencio (Colombia)
El Salvador
Nicolasa Rivas, madre de José Vicente (11 años), Juana Noemí (10 años), Norma (9 años), Vilma (8 años) y Gladys (7 años), desaparecidas en agosto de 1982 en Pilitas (El Salvador)
Miles de ciudadanos siguen figurando en la listas de desaparecidos forzosos en El Salvador, uno de los países de América Latina donde menos ha avanzado el proceso de búsqueda de las víctimas.
Una terrible peculiaridad salvadoreña fue el secuestro y la desaparición de niños y niñas. Unos 2.500 menores fueron robados por los militares como “botín de guerra” durante los ataques a las aldeas.
La Asociación Pro Búsqueda, creada por el jesuita español Jon Cortina fallecido en diciembre de 2005, ha conseguido abrir 790 casos de menores desaparecidos y esclarecer 333 en apenas 15 años de actividades.
El Salvador
Nicolasa Rivas, madre de José Vicente (11 años), Juana Noemí (10 años), Norma (9 años), Vilma (8 años) y Gladys (7 años), desaparecidas en agosto de 1982 en Pilitas (El Salvador)
Miles de ciudadanos siguen figurando en la listas de desaparecidos forzosos en El Salvador, uno de los países de América Latina donde menos ha avanzado el proceso de búsqueda de las víctimas.
Una terrible peculiaridad salvadoreña fue el secuestro y la desaparición de niños y niñas. Unos 2.500 menores fueron robados por los militares como “botín de guerra” durante los ataques a las aldeas.
La Asociación Pro Búsqueda, creada por el jesuita español Jon Cortina fallecido en diciembre de 2005, ha conseguido abrir 790 casos de menores desaparecidos y esclarecer 333 en apenas 15 años de actividades.
Etelvina Martínez, madre de Carlos Cortés Martínez, desaparecido el 2 de febrero de 1981 en San Salvador (El Salvador)
Irak
Sity Ali, madre de Rafeeq Sleman y Akram Sleman (13 años), desaparecidos el 31 de julio de 1983 en el Valle de Barzan (Iraq)
Irak es el país con el mayor número de desaparecidos del mundo. Las cifras podrían superar con creces las 100.000 víctimas.
El régimen de Sadam Hussein persiguió con especial saña a miembros de la mayoría chií. En mayo de 2003 se abrió una fosa al sur de Bagdad con más de 3.000 víctimas chiíes desaparecidas desde 1991.
La campaña de limpieza contra la minoría kurda duró varios años y costó la vida a 180.000 kurdos, según organizaciones de derechos humanos.
El valle de Barzan fue ocupado la noche del 31 de julio de 1983 por miles de soldados que entraron en las aldeas y registraron casa por casa. 8.000 varones, incluidos 315 niños, sufrieron la deportación forzosa y una muerte atroz.
La tragedia del valle de Barzan puede compararse a la de Srebrenica, símbolo de la guerra de Bosnia. Aunque tuvo lugar doce años antes y pasó desapercibida.
Irak
Sity Ali, madre de Rafeeq Sleman y Akram Sleman (13 años), desaparecidos el 31 de julio de 1983 en el Valle de Barzan (Iraq)
Irak es el país con el mayor número de desaparecidos del mundo. Las cifras podrían superar con creces las 100.000 víctimas.
El régimen de Sadam Hussein persiguió con especial saña a miembros de la mayoría chií. En mayo de 2003 se abrió una fosa al sur de Bagdad con más de 3.000 víctimas chiíes desaparecidas desde 1991.
La campaña de limpieza contra la minoría kurda duró varios años y costó la vida a 180.000 kurdos, según organizaciones de derechos humanos.
El valle de Barzan fue ocupado la noche del 31 de julio de 1983 por miles de soldados que entraron en las aldeas y registraron casa por casa. 8.000 varones, incluidos 315 niños, sufrieron la deportación forzosa y una muerte atroz.
La tragedia del valle de Barzan puede compararse a la de Srebrenica, símbolo de la guerra de Bosnia. Aunque tuvo lugar doce años antes y pasó desapercibida.
Bosnia-Herzegovina
Dedic Refija, hija de Mesan Smajlovic y hermana de Mohamed (17 años), desaparecidos en julio de 1995 en Srebrenica (Bosnia-Herzegovina).
La mitad de los 34.000 desaparecidos que se produjeron durante todas las guerras en la década de los noventa en la antigua Yugoslavia sigue en paradero desconocido. Alrededor de 10.500 desaparecieron durante la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995), 2.392 en la de Croacia (1991-1992) y 1.839 en el conflicto de Kosovo (1998-1999).
En los últimos siete años los familiares de las víctimas han realizado funerales masivos cada 11 de julio (conmemoración de la matanza de Srebrenica ocurrida en 1995) en el cementerio de Potocari y han dado sepultura a 4.500 víctimas musulmanas identificadas, incluidas siete mujeres, y también a un católico.
Dedic Refija, hija de Mesan Smajlovic y hermana de Mohamed (17 años), desaparecidos en julio de 1995 en Srebrenica (Bosnia-Herzegovina).
La mitad de los 34.000 desaparecidos que se produjeron durante todas las guerras en la década de los noventa en la antigua Yugoslavia sigue en paradero desconocido. Alrededor de 10.500 desaparecieron durante la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995), 2.392 en la de Croacia (1991-1992) y 1.839 en el conflicto de Kosovo (1998-1999).
En los últimos siete años los familiares de las víctimas han realizado funerales masivos cada 11 de julio (conmemoración de la matanza de Srebrenica ocurrida en 1995) en el cementerio de Potocari y han dado sepultura a 4.500 víctimas musulmanas identificadas, incluidas siete mujeres, y también a un católico.
Sija Mustatic, esposa de Mehmedalija Mustatic y madre de Sead Mustatic, desaparecidos en julio de 1995 en Srebrenica
Guatemala
Josefa Sic, hija de Francisco Sic Quxum, desaparecido el 31 de enero de 1982 en Chichupac (Guatemala)
200.000 guatemaltecos murieron o desaparecieron durante los 35 años de conflicto armado que empezó en 1962 y concluyó en 1996. El quinquenio más sangriento tuvo lugar entre julio de 1978 y agosto de 1983 durante los gobiernos genocidas de los generales Fernando Lucas García y Efraín Ríos Montt.
Aunque posiblemente existen desaparecidos forzosos entre 1945 y mediados de los años sesenta en América Latina, el primer caso de desaparición forzosa documentado se produjo en Guatemala en marzo de 1966
Josefa Sic, hija de Francisco Sic Quxum, desaparecido el 31 de enero de 1982 en Chichupac (Guatemala)
200.000 guatemaltecos murieron o desaparecieron durante los 35 años de conflicto armado que empezó en 1962 y concluyó en 1996. El quinquenio más sangriento tuvo lugar entre julio de 1978 y agosto de 1983 durante los gobiernos genocidas de los generales Fernando Lucas García y Efraín Ríos Montt.
Aunque posiblemente existen desaparecidos forzosos entre 1945 y mediados de los años sesenta en América Latina, el primer caso de desaparición forzosa documentado se produjo en Guatemala en marzo de 1966
José Lino Alquejay, hermano de Manuel Alquejay y tío de Juan Gregorio Alquejay Sic (cuatro años) y José Ángel Alquejay (dos años), desaparecidos el 25 de septiembre de 1982 en Chichupac (Guatemala)
Chile
Emilia Peña, madre de Agustín Alamiro Martínez Meza, desaparecido el 1 de enero de 1975 en Santiago (Chile)
La dictadura militar de Augusto Pinochet es la máxima responsable de los miles de desaparecidos y asesinados que hubo en Chile entre septiembre de 1973 y marzo de 1990.
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos maneja una lista de unos 1.200 desaparecidos aunque el número real podría haber alcanzado los 3.000 si se hubiesen presentado todas las denuncias. Entre los desaparecidos destacan 60 extranjeros, 79 indios mapuches y 54 menores de edad.
Emilia Peña, madre de Agustín Alamiro Martínez Meza, desaparecido el 1 de enero de 1975 en Santiago (Chile)
La dictadura militar de Augusto Pinochet es la máxima responsable de los miles de desaparecidos y asesinados que hubo en Chile entre septiembre de 1973 y marzo de 1990.
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos maneja una lista de unos 1.200 desaparecidos aunque el número real podría haber alcanzado los 3.000 si se hubiesen presentado todas las denuncias. Entre los desaparecidos destacan 60 extranjeros, 79 indios mapuches y 54 menores de edad.
Lidia Griceño, esposa de José Sántos Rocha Álvarez, desaparecido el 31 de octubre de 1975 en Santiago (Chile)
España
Emerita Pérez Villalibre, hija de Salvador Pérez Turrado, desaparecido el 30 de octubre de 1936. Los restos fueron inhumados el 22 de mayo de 2010 en Destriana (España)
LIBROS
Escritor argentino lanza novela policiaca para narrar dureza de la dictadura en su país
Ernesto Mallo aborda en "Crimen en el Barrio del Once" las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Gobierno.
Sábado 29 de Enero de 2011
MADRID.- El escritor argentino Ernesto Mallo se sirve del género policial para contar "experiencias fundamentales" que tuvieron lugar durante la dictadura militar argentina (1976-83) ya que, a su juicio, los momentos "más extremos" son los "mas reveladores" de una sociedad.
El análisis y la deducción lógica aplicada a un hecho policial le sirven al escritor argentino para describir situaciones vividas en aquella época en carne propia, siempre preñadas de sentimientos, como revela su última novela publicada ahora en España, "Crimen en el Barrio del Once".
El escritor argentino confiesa, en una entrevista telefónica con EFE, que cuando empezó a escribir la novela no pensó en el género policial, sino en una narración "que contara un momento de Argentina, que le era cercano" y también "particularmente revelador de una sociedad como la de este país", caracterizada por el "odio hacia el otro".
"El aniquilamiento del otro es una característica de la sociedad argentina y también de la manera de hacer política", asegura Mallo, para quien "la dictadura fue una experiencia fundamental de Argentina, así como lo fue la dictadura de Franco para España".
No obstante, Ernesto Mallo subraya: "Yo no hago una literatura de denuncia, sino más bien me valgo del género para contar algo que he vivido, pero se trata de ficción".
"Crimen en el Barrio del Once", galardonada con el Premio memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón (España), es la primera entrega de una serie protagonizada por el comisario Lascano, conocido como el "Perro".
Trastornado por la reciente muerte de su mujer, el comisario de policía recibe un aviso: han aparecido dos cadáveres cerca del Riachuelo. Pero en el lugar del crimen descubrirá un tercer cuerpo que no tiene las características de los "fusilados" de la época, el de un prestamista judío del Barrio del Once.
Si el relato policial nació como consecuencia de una realidad histórica- la formación de grandes ciudades y el deseo y búsqueda de justicia- "Crimen en el Barrio del Once", publicada en Argentina con el título de "La aguja en el pajar", es un ejemplo de ello.
Una búsqueda de justicia que estará protagonizada por el comisario Lascano; su amigo, el antropólogo Antonio Fuseli, y algún que otro juez, que deben nadar en las turbulentas aguas de la Argentina de los años 70.
"Creo que la dictadura fue una expresión de una violencia que ya existía en la sociedad y que siguió existiendo después de la dictadura y también en la actualidad", afirma Mallo, quien se muestra convencido de que "la violencia no desaparece cuando llega la democracia".
El escritor es consciente de las críticas que reciben sus obras por el papel destacado que desempeñan los sentimientos, que en el "Crimen en el Barrio del Once" se plasman en la relación que establecen el comisario y una joven clandestina.
"Yo pienso que los sentimientos son importantes, y que muchas de las cosas que la gente hace, para bien y para mal, tienen su origen en ellos", afirma el escritor, quien tilda a todas sus novelas de "históricas" porque, dice, suceden en un momento histórico determinado que aparece como "telón de fondo".
No obstante, el autor publicó meses atrás una obra eminentemente histórica, "Relicario", en la que se narran los primeros 300 años de Argentina, en concreto de Buenos Aires, y tiene pendiente de editar otra, "Me verás caer".
Se define como un escritor autodidacta y ecléctico y reconoce que bebe en distintas fuentes, desde los clásicos, como William Shakespeare, a contemporáneos, como su compatriota Elsa Osorio, sin olvidar al argentino Rodolfo Walsh o al uruguayo Juan Carlos Onetti.
A "Crimen en el Barrio del Once" le siguió "Delincuente", y la tercera entrega será "Tracción de sangre", en la que trabaja Mallo mientras se interroga si los escritores pueden cambiar a una sociedad.
Fuente:EFE
JULIO CORTÁZAR.
Revisan biografía de Julio Cortázar con nuevos testimonios de Argentina
viernes 28 de enero de 2011
Valencia.- El catedrático de Literatura Miguel Herráez ha revisado la biografía sobre Julio Cortázar que publicó en 2001 para incluir nuevos testimonios recabados en Argentina, Francia y España de personas cercanas al autor de "Rayuela".
"Julio Cortázar, una biografía revisada" analiza, a lo largo de sus 352 páginas, la vida de este escritor, considerado como uno de los precursores de la nueva literatura sudamericana surgida en la década de los setenta del siglo XX, apuntó Efe.
En este volumen, editado por la editorial Alrevés, Herráez, que ejerce la docencia en la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia (este de España), realiza un exhaustivo estudio de Julio Cortázar, desde su infancia en el suburbio bonaerense de Banfield hasta su exilio definitivo en Francia.
Este análisis lo realiza a partir del estudio de cientos de cartas, notas de prensa, bibliografía dedicada a su producción y encuentros directos con conocidos del narrador argentino.
Con prólogo del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, amigo personal de Cortázar, Miguel Herráez aborda los años de docencia en San Carlos de Bolívar, Chivilcoy y Mendoza; el período peronista, su fascinación inacabable y permanente por París, su condición de ciudadano proscrito por la dictadura de Videla, sus viajes por el mundo entero, sus escritos, y su compromiso con la revolución cubana y con el Tribunal Russell sobre Palestina.
Especialista en la vida y obra de este referente de la literatura hispanoamericana, Herráez ha publicado diversos libros sobre el escritor argentino, entre ellos "Dos ciudades en Julio Cortázar", que analiza los imaginarios urbanos de Buenos Aires y París proyectados en la narrativa cortazariana, y la edición crítica de "Los venenos y otros cuentos".
Fuente:ElUniversal-Caracas
Fábricas de escritura creativa
Por Jorge Carrión
Escritor
Emerita Pérez Villalibre, hija de Salvador Pérez Turrado, desaparecido el 30 de octubre de 1936. Los restos fueron inhumados el 22 de mayo de 2010 en Destriana (España)
LIBROS
Escritor argentino lanza novela policiaca para narrar dureza de la dictadura en su país
Ernesto Mallo aborda en "Crimen en el Barrio del Once" las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Gobierno.
Sábado 29 de Enero de 2011
MADRID.- El escritor argentino Ernesto Mallo se sirve del género policial para contar "experiencias fundamentales" que tuvieron lugar durante la dictadura militar argentina (1976-83) ya que, a su juicio, los momentos "más extremos" son los "mas reveladores" de una sociedad.
El análisis y la deducción lógica aplicada a un hecho policial le sirven al escritor argentino para describir situaciones vividas en aquella época en carne propia, siempre preñadas de sentimientos, como revela su última novela publicada ahora en España, "Crimen en el Barrio del Once".
El escritor argentino confiesa, en una entrevista telefónica con EFE, que cuando empezó a escribir la novela no pensó en el género policial, sino en una narración "que contara un momento de Argentina, que le era cercano" y también "particularmente revelador de una sociedad como la de este país", caracterizada por el "odio hacia el otro".
"El aniquilamiento del otro es una característica de la sociedad argentina y también de la manera de hacer política", asegura Mallo, para quien "la dictadura fue una experiencia fundamental de Argentina, así como lo fue la dictadura de Franco para España".
No obstante, Ernesto Mallo subraya: "Yo no hago una literatura de denuncia, sino más bien me valgo del género para contar algo que he vivido, pero se trata de ficción".
"Crimen en el Barrio del Once", galardonada con el Premio memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón (España), es la primera entrega de una serie protagonizada por el comisario Lascano, conocido como el "Perro".
Trastornado por la reciente muerte de su mujer, el comisario de policía recibe un aviso: han aparecido dos cadáveres cerca del Riachuelo. Pero en el lugar del crimen descubrirá un tercer cuerpo que no tiene las características de los "fusilados" de la época, el de un prestamista judío del Barrio del Once.
Si el relato policial nació como consecuencia de una realidad histórica- la formación de grandes ciudades y el deseo y búsqueda de justicia- "Crimen en el Barrio del Once", publicada en Argentina con el título de "La aguja en el pajar", es un ejemplo de ello.
Una búsqueda de justicia que estará protagonizada por el comisario Lascano; su amigo, el antropólogo Antonio Fuseli, y algún que otro juez, que deben nadar en las turbulentas aguas de la Argentina de los años 70.
"Creo que la dictadura fue una expresión de una violencia que ya existía en la sociedad y que siguió existiendo después de la dictadura y también en la actualidad", afirma Mallo, quien se muestra convencido de que "la violencia no desaparece cuando llega la democracia".
El escritor es consciente de las críticas que reciben sus obras por el papel destacado que desempeñan los sentimientos, que en el "Crimen en el Barrio del Once" se plasman en la relación que establecen el comisario y una joven clandestina.
"Yo pienso que los sentimientos son importantes, y que muchas de las cosas que la gente hace, para bien y para mal, tienen su origen en ellos", afirma el escritor, quien tilda a todas sus novelas de "históricas" porque, dice, suceden en un momento histórico determinado que aparece como "telón de fondo".
No obstante, el autor publicó meses atrás una obra eminentemente histórica, "Relicario", en la que se narran los primeros 300 años de Argentina, en concreto de Buenos Aires, y tiene pendiente de editar otra, "Me verás caer".
Se define como un escritor autodidacta y ecléctico y reconoce que bebe en distintas fuentes, desde los clásicos, como William Shakespeare, a contemporáneos, como su compatriota Elsa Osorio, sin olvidar al argentino Rodolfo Walsh o al uruguayo Juan Carlos Onetti.
A "Crimen en el Barrio del Once" le siguió "Delincuente", y la tercera entrega será "Tracción de sangre", en la que trabaja Mallo mientras se interroga si los escritores pueden cambiar a una sociedad.
Fuente:EFE
JULIO CORTÁZAR.
Revisan biografía de Julio Cortázar con nuevos testimonios de Argentina
viernes 28 de enero de 2011
Valencia.- El catedrático de Literatura Miguel Herráez ha revisado la biografía sobre Julio Cortázar que publicó en 2001 para incluir nuevos testimonios recabados en Argentina, Francia y España de personas cercanas al autor de "Rayuela".
"Julio Cortázar, una biografía revisada" analiza, a lo largo de sus 352 páginas, la vida de este escritor, considerado como uno de los precursores de la nueva literatura sudamericana surgida en la década de los setenta del siglo XX, apuntó Efe.
En este volumen, editado por la editorial Alrevés, Herráez, que ejerce la docencia en la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia (este de España), realiza un exhaustivo estudio de Julio Cortázar, desde su infancia en el suburbio bonaerense de Banfield hasta su exilio definitivo en Francia.
Este análisis lo realiza a partir del estudio de cientos de cartas, notas de prensa, bibliografía dedicada a su producción y encuentros directos con conocidos del narrador argentino.
Con prólogo del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, amigo personal de Cortázar, Miguel Herráez aborda los años de docencia en San Carlos de Bolívar, Chivilcoy y Mendoza; el período peronista, su fascinación inacabable y permanente por París, su condición de ciudadano proscrito por la dictadura de Videla, sus viajes por el mundo entero, sus escritos, y su compromiso con la revolución cubana y con el Tribunal Russell sobre Palestina.
Especialista en la vida y obra de este referente de la literatura hispanoamericana, Herráez ha publicado diversos libros sobre el escritor argentino, entre ellos "Dos ciudades en Julio Cortázar", que analiza los imaginarios urbanos de Buenos Aires y París proyectados en la narrativa cortazariana, y la edición crítica de "Los venenos y otros cuentos".
Fuente:ElUniversal-Caracas
Fábricas de escritura creativa
Por Jorge Carrión
Escritor
¿Es posible enseñar a escribir? ¿Se puede "fabricar" un escritor?
A estas preguntas tratan de responder los talleres literarios, fenómeno con una larga y fecunda tradición en América Latina y arraigado desde hace unos años también en España. Notables escritores han contribuido ¿y contribuyen¿ a esta experiencia que, de todos modos, no es ajena a las transformaciones que con el tiempo experimenta algo tan viejo como el "contar historias"
Portada del suplemento Cultura|s
Augusto Monterroso (el autor del brevísimo 'Cuando se despertó, el microrrelato seguía allí') tuvo a su cargo en México el taller de Cuento de la UNAM y el taller de Narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes desde 1969. Al año siguiente, Bárbara Jacobs fue alumna suya: se casaron en 1976. Según ha contado Juan Villoro, en la primera clase invitaba a los alumnos a releer el Quijote. Después, hablaba de Horacio y de Séneca: la formación del escritor en ciernes comenzaba con la frecuentación de los clásicos grecolatinos. La convicción de que lo importante es aprender a leer. En la crónica que Villoro dedica a las lecciones de su maestro en Safari accidental leemos: "Aunque todo el mundo sabe que no hay manera de enseñar a escribir, en la década de los setenta los talleres se multiplicaron como una agradable señal de desviación en un camino peligroso". En efecto, aunque el fenómeno se gestó en los años sesenta, en la década siguiente América Latina se convirtió en una red de talleres literarios, que tras diversas mutaciones pervive hasta hoy día.
El primer taller colombiano fue inaugurado probablemente en 1962 en Cartagena de Indias. En la década de los setenta surgen varios talleres en Cuba. En 1975 el poeta chileno Carlos Alberto Trujillo funda el taller literario Aumen, que sobrevivió hasta el siglo XXI y que, por tanto, estuvo activo durante los oscuros años de la dictadura de Pinochet. Los años de las veladas literarias de casa de María Callejas, en cuyo sótano se torturaba sin piedad (como Bolaño recordó en Nocturno de Chile). Durante la década de los años ochenta, en plena dictadura, en Santiago de Chile estuvo activo el taller literario de José Donoso, que fue fundamental para una generación de escritores, entre ellos Marco Antonio de la Parra, Carlos Cerda, Roberto Brodsky y Carlos Franz. Para entonces el fenómeno conocido como universidad en las catacumbas ya se había convertido en una estrategia de resistencia en el país vecino, Argentina. En periodos de control militar del sistema universitario, proliferaban grupos de estudio que se reunían en domicilios particulares. A falta de espacio público en que reunirse, los talleres se convirtieron, cuando no en centros de resistencia activa, en ámbitos donde practicar la libertad de opinión y de pensamiento.
Tras la desaparición del taller de Donoso, en los años noventa el de Diamela Eltit tomó su testigo. La escritora -también chilena- Lina Meruane recuerda así su llegada en 1994 al taller de Eltit: "Su sistema estaba lejos de ser terapéutico, como muchos talleres de esa época. Ella usaba un método barthesiano: el autor sólo podía leer su texto pero nunca explicarlo ni menos defenderlo después de la lectura, porque la premisa era que los lectores nunca tienen al autor al lado para explicarlos y, por lo tanto, el texto debe defenderse solo". A diferencia de tantos otros profesores de escritura creativa, Eltit -que ha destacado en entrevistas la cercanía que permite el taller, en contraposición a la distancia propia de las aulas universitarias- había reflexionado teóricamente sobre la pedagogía específica que reclama el trabajo con escritores emergentes en pequeños grupos. Meruane sostiene que su maestra usaba un método lacaniano en el comentario de los textos y que podía ser muy dura a la hora de diseccionar las propuestas de sus alumnos, lo que debía ser interpretado como un reconocimiento: sólo lo que se reconoce como interesante y con potencial merece el esfuerzo de nuestra lectura atenta y crítica. "Ese taller, y la propia Eltit, eran una máquina de lectura", concluye Meruane.
Durante sus cerca de cuarenta años de vida, el taller del escritor argentino Abelardo Castillo en Buenos Aires ha seguido el principio de la Gestalt: la palabra de los alumnos dirige la clase, el maestro se limita a dar orientaciones, pautas, claves de lectura. Los buenos talleres se convierten, con el paso del tiempo, en eslabones de la historia cultural. Una adolescente que a los dieciséis años había ingresado en el taller de Castillo, Liliana Heker, fundaría en 1978 su propio taller, al que acudirían con el tiempo, entre otros, Pablo Ramos y Samanta Schweblin. Castillo y Heker comparten la convicción -expresada en un reportaje publicado en el diario argentino 'La Nación'- de que "el taller no inventa escritores pero puede contribuir a la formación del que esencialmente ya es escritor".
De América a España
En los años noventa y en lo que va de siglo, otros muchos talleres de autor han nacido, se han consolidado y han desaparecido en el Cono Sur. En Buenos Aires, autores tan importantes como Luis Chitarroni o Guillermo Saccomanno han dirigido o todavía dirigen grupos de escritores en formación. Claudia Piñeiro, autora de 'Las viudas del jueves' (premio Clarín 2005) fue alumna de Saccomanno.
Si el taller de autor, a menudo radicado en un domicilio particular, goza de prestigio en América Latina (donde es común la selección de los alumnos y las plazas limitadas), en España en cambio no ha sido legitimado por el sistema literario. Pese a que, como ha recordado Sergio Vila-Sanjuán, el primer taller que se realizó en España con conciencia de tal se impartiera en la casa de un escritor reconocido: la del propio José Donoso. Ocurrió en 1976. Sitges se había convertido en el lugar de residencia del autor de 'Casa de campo'. Animado por lo que había visto en EE.UU., donde la enseñanza de la escritura literaria estaba absolutamente normalizada, congregó a un variopinto grupo de escritores aficionados, con quienes compartió cerca de dos años de reuniones de discusión de textos propios. El taller fue gratuito: probablemente su creación respondió a la necesidad de interlocutores que Donoso tenía en aquel momento. Luego el autor chileno regresó a su país y reactivó el concepto con otros criterios.
Muchos otros talleres de autor han tenido lugar desde entonces, pero ninguno ha tenido una significación comparable a la de los talleres latinoamericanos que se han mencionado. En España, la tertulia de café y las reuniones privadas (recuérdense, por ejemplo, las reuniones de Molina Foix, Marías, Azúa y Chamorro en casa de Juan Benet) cumplieron el papel que en otras culturas ha cumplido el taller. Porque una clase de escritura creativa es sobre todo una comunidad de conversadores. En el proceso de maduración de un escritor, de forma espontánea, se van creando grupos de discusión y de intercambio. Futuros periodistas, poetas, artistas o narradores, por lo general activos lectores, se conocen en redacciones de revistas, en fiestas, en blogs, en el instituto o en la universidad; pronto empiezan a pasarse textos, a prestarse libros, a comentar lo que ellos escriben y lo que escriben los demás. A menudo alguien, de mayor edad y con más experiencia, se convierte en el maestro, real o simbólico. Podemos rastrear esa dinámica natural en la mayoría de las biografías de escritores célebres. En Estados Unidos y en América Latina no es raro completar ese aprendizaje informal con la disciplina de un curso de escritura creativa; en España, en cambio, el alumno tradicional de taller carece a menudo tanto de referencias técnicas y de lecturas como de una comunidad.
Cada vez es más institucional y amplia la oferta para esa demanda en expansión. Desde 1982, cuando se dio en Fuentetaja el primer curso presencial, los talleres literarios se han convertido en una importante salida profesional para los escritores españoles. En el madrileño hotel Kafka enseñan, entre otros, Eloy Tizón y Elvira Lindo; en l´Escola d´Escriptura del Ateneu Barcelonès, Eduard Márquez y Mercedes Abad; en la Escuela de Escritores de Madrid (que también ofrece cursos en Zaragoza y en Burgos), Jordi Costa y Bernardo Atxaga; en la Escuela de Letras, José María Guelbenzu y Marta Sanz; en el máster de la UPF, Eloy Fernández Porta y José María Micó; en el Laboratorio de Escritura, Leonardo Valencia; en Fuentetaja, Elvira Navarro y ÁngelZapata. Entre muchísimos otros. Por no hablar de los cursos de escritura en bibliotecas, centros culturales, fundaciones privadas, etcétera.
En el contexto de la lengua española, esa proliferación se ha visto acompañada, durante lo que va de siglo, por los programas de escritura creativa en español en universidades estadounidenses. Desde 1922, la Universidad de Iowa ofrece cursos de creación literaria; pero ha sido recientemente cuando ha incluido talleres de escritura creativa en castellano, como han hecho otros centros, como la Universidad de Toronto. Pero ha sido la de Nueva York la primera en ofrecer un máster en Escritura Creativa en Español, dirigido por la escritora y académica argentina Sylvia Molloy. En él dan clases, entre otros, Antonio Muñoz Molina, María Negroni, Eduardo Lago y Sergio Chejfec, quien se ha iniciado en la docencia con clases que privilegian la lectura: "Una de las cosas buenas de la enseñanza de escritura creativa es que puedes hacerlo sin creer cerradamente en lo que haces; más aún, diría que es necesario no creer en este tipo de enseñanza para ser coherente con ella". Como en todo intercambio de lecturas, el profesor también aprende: "Enseñar escritura creativa me permite encontrar preguntas que muchas veces no tengo resueltas, aunque formuladas de otro modo y en distinto registro". En la Universidad de Nueva York, Diamela Eltit y Lina Meruane son ahora compañeras.
Fuente:laVanguardia.es
CINE
Documental
gaviotas blindadas I
Por ojodevidrio
Se trata de la expresión revolucionaria de los presos en la cárcel de Rawson, quienes inspirados en "la belleza y la poesía de la vida, pero armada para pelear por ella" tomaron del poema La Rosa Blindada de Raúl Gonzáles Tuñón.
Debido que por la pequeña ventana de la celda patagónico lo único que podían ver eran gaviotas y ningunas rosas, tomaron el nombre Gaviotas Blindadas para editar una revista de circulación interna.
En esta primera parte de 90 minutos de duración se expresan los 12 años iniciales de trabajo político en la Argentina del Partido Revolucionario del Pueblo en apoyo a los hacheros de Santiago del Estero y de la zafra azucarera de Tucumán, con el proletariado industrial de las grandes fábricas, la lucha en diferentes frentes sindicales, culturales, antiimperialistas, como así también aportó la valiosa tarea de prensa tanto legal como clandestina con una mirada comprometida. Se exhiben acontecimientos de mayor importancia por esos años: El golpe onganiato, los cierres de los ingenios azucareros, el ascensos represivos, la fuga de Rawson, los fusilamientos de Trelew, el nefasto Gran Acuerdo Nacional del dictador Lanusse hasta el gobierno de Héctor Cámpora.
En Gaviotas Blindadas se observa la experiencia de un partido revolucionario instalado en la Argentina con un contenido marxista-lininista en una decidida lucha por arrebatarle el poder a la burguesía cambiando las estructuras políticas, sociales y económicas de los que se podrá discutir los métodos empleados, pero, no se puede ocultar ni relativizar su lucha auténtica contra el maldito capitalismo.
Fuente:VientoenContra
MÚSICA
NUEVO DE JAIME ROSS
Otra vez Rocanrol pone de manifiesto el valor del cantautor uruguayo como parte de la escena rockera de su país, tanto como lo erige en referente de la música popular uruguaya.
Los inicios del rock en la Argentina y en Uruguay tienen una historia paralela. Producto de la rebelión hacia lo que los medios imponían, surgieron músicos que, inspirados por las corrientes que provenían de los Estados Unidos y de Gran Bretaña, comenzaron a dar forma a una manifestación musical que poseía características propias de ambas orillas del Río de la Plata. La gran diferencia es que durante la dictadura impuesta en la Argentina, el rock siguió su camino, tratando de esquivar persecuciones y censuras con diferentes métodos. No ocurrió lo mismo con el rock en Uruguay. Bandas como Psiglo, Días de Blues y tantas otras que emergieron desde los primeros intentos de la música beat de mediados de los ’60, fueron borradas durante la dictadura impuesta en el país vecino. La vuelta a la democracia hizo que el género fuera resurgiendo lentamente gracias a músicos que volvieron a rearmar sus históricas bandas pero, sobre todo, a la aparición de nuevas agrupaciones que generaron este renacer del rock en Uruguay.
Jaime Roos es quizás el nexo entre estas dos generaciones de músicos de rock, pero es a su vez un emergente del período en el que este género estuvo desaparecido de la escena uruguaya.
Fanático confeso de The Beatles, su música se nutrió de influencias provenientes tanto del rock anglosajón como del canto popular uruguayo, la milonga, el candombe y la murga.
Esta mixtura de estilos se transformó en la característica principal de su música, la que a su vez influyó en las nuevas generaciones de músicos. Algunos de sus protagonistas están representados en Otra vez Rocanrol, el DVD que rescata el recital brindado el 7 de noviembre de 2009 en el Teatro de Verano de Montevideo.
Lejos de pretender ser un tributo o un autotributo, el video muestra el respeto que los jóvenes músicos le profesan a Jaime, pero también demuestra el respeto que Roos les tiene a los colegas que, en cierto modo, siguen su camino y el de tantos otros músicos históricos.
No es casual que en un extremo del escenario (y de su trayectoria) encontremos a Hugo Fattoruso, uno de los responsables de lo que sucedió en los comienzos de la música joven rioplatense. Y en el otro encontramos a los invitados especiales, los representantes del impetuoso y creativo nuevo rock uruguayo.
“Olvídense del cantor que canta el tema que ustedes eligieron”, recomendó Jaime Roos a sus invitados. “Hagan suyas las canciones.” Y el desafío estaba planteado.
La vibrante versión de “Lo que no te di”, a cargo de Gabriel Peluffo (Trosky Vengarán), la bluseada reconstrucción de “Tu laberinto” en la voz y la guitarra de Christian Cary (La triple Nelson) y la respetuosa interpretación de “Colombina” por Emiliano Brancciari (No te va a gustar), dan la pauta de cómo los invitados se adueñaron de dichas canciones.
“Martín Buscaglia es una bola de swing”, dice Jaime, y lo demuestra con una llamativa versión de “Esquela”. “Tema del hombre solo”, cantada con gran sentimiento por Federico Lima (Socio), da paso a “Luces en el Calabró”, una de esas canciones “escondidas” de Roos, desarrollada por Mateo Moreno.
El DVD se completa con material extra registrado el 14 de noviembre en el Luna Park (integrado por los clásicos “Brindis por Pierrot”, “De la canilla”, “Adiós juventud” y “Los olímpicos”).
Con la siempre precisa labor de su banda Contraseña, con la que Jaime desglosa para sí clásicos como “Tal vez Cheché”, “El hombre de la calle”, “Nombre de bienes” y “Amor Profundo”, sumados a sus comentarios y los de los músicos participantes, Otra vez Rocanrol es una fotografía familiar de lo que representa la música popular y el rock uruguayo en la actualidad. Una actualidad en la que, afortunadamente, confluyen muchas historias musicales unidas por el Río de la Plata.
(Carlos Salatino - TP 23/01/2011)
Fuente:ArtesyCulturasenSantaFe
POESÍA.-CANCIÓN
Serenata Para La Tierra de Uno
María Elena Walsh
Composición: María Elena Walsh
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Augusto Monterroso (el autor del brevísimo 'Cuando se despertó, el microrrelato seguía allí') tuvo a su cargo en México el taller de Cuento de la UNAM y el taller de Narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes desde 1969. Al año siguiente, Bárbara Jacobs fue alumna suya: se casaron en 1976. Según ha contado Juan Villoro, en la primera clase invitaba a los alumnos a releer el Quijote. Después, hablaba de Horacio y de Séneca: la formación del escritor en ciernes comenzaba con la frecuentación de los clásicos grecolatinos. La convicción de que lo importante es aprender a leer. En la crónica que Villoro dedica a las lecciones de su maestro en Safari accidental leemos: "Aunque todo el mundo sabe que no hay manera de enseñar a escribir, en la década de los setenta los talleres se multiplicaron como una agradable señal de desviación en un camino peligroso". En efecto, aunque el fenómeno se gestó en los años sesenta, en la década siguiente América Latina se convirtió en una red de talleres literarios, que tras diversas mutaciones pervive hasta hoy día.
El primer taller colombiano fue inaugurado probablemente en 1962 en Cartagena de Indias. En la década de los setenta surgen varios talleres en Cuba. En 1975 el poeta chileno Carlos Alberto Trujillo funda el taller literario Aumen, que sobrevivió hasta el siglo XXI y que, por tanto, estuvo activo durante los oscuros años de la dictadura de Pinochet. Los años de las veladas literarias de casa de María Callejas, en cuyo sótano se torturaba sin piedad (como Bolaño recordó en Nocturno de Chile). Durante la década de los años ochenta, en plena dictadura, en Santiago de Chile estuvo activo el taller literario de José Donoso, que fue fundamental para una generación de escritores, entre ellos Marco Antonio de la Parra, Carlos Cerda, Roberto Brodsky y Carlos Franz. Para entonces el fenómeno conocido como universidad en las catacumbas ya se había convertido en una estrategia de resistencia en el país vecino, Argentina. En periodos de control militar del sistema universitario, proliferaban grupos de estudio que se reunían en domicilios particulares. A falta de espacio público en que reunirse, los talleres se convirtieron, cuando no en centros de resistencia activa, en ámbitos donde practicar la libertad de opinión y de pensamiento.
Tras la desaparición del taller de Donoso, en los años noventa el de Diamela Eltit tomó su testigo. La escritora -también chilena- Lina Meruane recuerda así su llegada en 1994 al taller de Eltit: "Su sistema estaba lejos de ser terapéutico, como muchos talleres de esa época. Ella usaba un método barthesiano: el autor sólo podía leer su texto pero nunca explicarlo ni menos defenderlo después de la lectura, porque la premisa era que los lectores nunca tienen al autor al lado para explicarlos y, por lo tanto, el texto debe defenderse solo". A diferencia de tantos otros profesores de escritura creativa, Eltit -que ha destacado en entrevistas la cercanía que permite el taller, en contraposición a la distancia propia de las aulas universitarias- había reflexionado teóricamente sobre la pedagogía específica que reclama el trabajo con escritores emergentes en pequeños grupos. Meruane sostiene que su maestra usaba un método lacaniano en el comentario de los textos y que podía ser muy dura a la hora de diseccionar las propuestas de sus alumnos, lo que debía ser interpretado como un reconocimiento: sólo lo que se reconoce como interesante y con potencial merece el esfuerzo de nuestra lectura atenta y crítica. "Ese taller, y la propia Eltit, eran una máquina de lectura", concluye Meruane.
Durante sus cerca de cuarenta años de vida, el taller del escritor argentino Abelardo Castillo en Buenos Aires ha seguido el principio de la Gestalt: la palabra de los alumnos dirige la clase, el maestro se limita a dar orientaciones, pautas, claves de lectura. Los buenos talleres se convierten, con el paso del tiempo, en eslabones de la historia cultural. Una adolescente que a los dieciséis años había ingresado en el taller de Castillo, Liliana Heker, fundaría en 1978 su propio taller, al que acudirían con el tiempo, entre otros, Pablo Ramos y Samanta Schweblin. Castillo y Heker comparten la convicción -expresada en un reportaje publicado en el diario argentino 'La Nación'- de que "el taller no inventa escritores pero puede contribuir a la formación del que esencialmente ya es escritor".
De América a España
En los años noventa y en lo que va de siglo, otros muchos talleres de autor han nacido, se han consolidado y han desaparecido en el Cono Sur. En Buenos Aires, autores tan importantes como Luis Chitarroni o Guillermo Saccomanno han dirigido o todavía dirigen grupos de escritores en formación. Claudia Piñeiro, autora de 'Las viudas del jueves' (premio Clarín 2005) fue alumna de Saccomanno.
Si el taller de autor, a menudo radicado en un domicilio particular, goza de prestigio en América Latina (donde es común la selección de los alumnos y las plazas limitadas), en España en cambio no ha sido legitimado por el sistema literario. Pese a que, como ha recordado Sergio Vila-Sanjuán, el primer taller que se realizó en España con conciencia de tal se impartiera en la casa de un escritor reconocido: la del propio José Donoso. Ocurrió en 1976. Sitges se había convertido en el lugar de residencia del autor de 'Casa de campo'. Animado por lo que había visto en EE.UU., donde la enseñanza de la escritura literaria estaba absolutamente normalizada, congregó a un variopinto grupo de escritores aficionados, con quienes compartió cerca de dos años de reuniones de discusión de textos propios. El taller fue gratuito: probablemente su creación respondió a la necesidad de interlocutores que Donoso tenía en aquel momento. Luego el autor chileno regresó a su país y reactivó el concepto con otros criterios.
Muchos otros talleres de autor han tenido lugar desde entonces, pero ninguno ha tenido una significación comparable a la de los talleres latinoamericanos que se han mencionado. En España, la tertulia de café y las reuniones privadas (recuérdense, por ejemplo, las reuniones de Molina Foix, Marías, Azúa y Chamorro en casa de Juan Benet) cumplieron el papel que en otras culturas ha cumplido el taller. Porque una clase de escritura creativa es sobre todo una comunidad de conversadores. En el proceso de maduración de un escritor, de forma espontánea, se van creando grupos de discusión y de intercambio. Futuros periodistas, poetas, artistas o narradores, por lo general activos lectores, se conocen en redacciones de revistas, en fiestas, en blogs, en el instituto o en la universidad; pronto empiezan a pasarse textos, a prestarse libros, a comentar lo que ellos escriben y lo que escriben los demás. A menudo alguien, de mayor edad y con más experiencia, se convierte en el maestro, real o simbólico. Podemos rastrear esa dinámica natural en la mayoría de las biografías de escritores célebres. En Estados Unidos y en América Latina no es raro completar ese aprendizaje informal con la disciplina de un curso de escritura creativa; en España, en cambio, el alumno tradicional de taller carece a menudo tanto de referencias técnicas y de lecturas como de una comunidad.
Cada vez es más institucional y amplia la oferta para esa demanda en expansión. Desde 1982, cuando se dio en Fuentetaja el primer curso presencial, los talleres literarios se han convertido en una importante salida profesional para los escritores españoles. En el madrileño hotel Kafka enseñan, entre otros, Eloy Tizón y Elvira Lindo; en l´Escola d´Escriptura del Ateneu Barcelonès, Eduard Márquez y Mercedes Abad; en la Escuela de Escritores de Madrid (que también ofrece cursos en Zaragoza y en Burgos), Jordi Costa y Bernardo Atxaga; en la Escuela de Letras, José María Guelbenzu y Marta Sanz; en el máster de la UPF, Eloy Fernández Porta y José María Micó; en el Laboratorio de Escritura, Leonardo Valencia; en Fuentetaja, Elvira Navarro y ÁngelZapata. Entre muchísimos otros. Por no hablar de los cursos de escritura en bibliotecas, centros culturales, fundaciones privadas, etcétera.
En el contexto de la lengua española, esa proliferación se ha visto acompañada, durante lo que va de siglo, por los programas de escritura creativa en español en universidades estadounidenses. Desde 1922, la Universidad de Iowa ofrece cursos de creación literaria; pero ha sido recientemente cuando ha incluido talleres de escritura creativa en castellano, como han hecho otros centros, como la Universidad de Toronto. Pero ha sido la de Nueva York la primera en ofrecer un máster en Escritura Creativa en Español, dirigido por la escritora y académica argentina Sylvia Molloy. En él dan clases, entre otros, Antonio Muñoz Molina, María Negroni, Eduardo Lago y Sergio Chejfec, quien se ha iniciado en la docencia con clases que privilegian la lectura: "Una de las cosas buenas de la enseñanza de escritura creativa es que puedes hacerlo sin creer cerradamente en lo que haces; más aún, diría que es necesario no creer en este tipo de enseñanza para ser coherente con ella". Como en todo intercambio de lecturas, el profesor también aprende: "Enseñar escritura creativa me permite encontrar preguntas que muchas veces no tengo resueltas, aunque formuladas de otro modo y en distinto registro". En la Universidad de Nueva York, Diamela Eltit y Lina Meruane son ahora compañeras.
Fuente:laVanguardia.es
CINE
Documental
gaviotas blindadas I
Por ojodevidrio
Se trata de la expresión revolucionaria de los presos en la cárcel de Rawson, quienes inspirados en "la belleza y la poesía de la vida, pero armada para pelear por ella" tomaron del poema La Rosa Blindada de Raúl Gonzáles Tuñón.
Debido que por la pequeña ventana de la celda patagónico lo único que podían ver eran gaviotas y ningunas rosas, tomaron el nombre Gaviotas Blindadas para editar una revista de circulación interna.
En esta primera parte de 90 minutos de duración se expresan los 12 años iniciales de trabajo político en la Argentina del Partido Revolucionario del Pueblo en apoyo a los hacheros de Santiago del Estero y de la zafra azucarera de Tucumán, con el proletariado industrial de las grandes fábricas, la lucha en diferentes frentes sindicales, culturales, antiimperialistas, como así también aportó la valiosa tarea de prensa tanto legal como clandestina con una mirada comprometida. Se exhiben acontecimientos de mayor importancia por esos años: El golpe onganiato, los cierres de los ingenios azucareros, el ascensos represivos, la fuga de Rawson, los fusilamientos de Trelew, el nefasto Gran Acuerdo Nacional del dictador Lanusse hasta el gobierno de Héctor Cámpora.
En Gaviotas Blindadas se observa la experiencia de un partido revolucionario instalado en la Argentina con un contenido marxista-lininista en una decidida lucha por arrebatarle el poder a la burguesía cambiando las estructuras políticas, sociales y económicas de los que se podrá discutir los métodos empleados, pero, no se puede ocultar ni relativizar su lucha auténtica contra el maldito capitalismo.
Fuente:VientoenContra
MÚSICA
NUEVO DE JAIME ROSS
Otra vez Rocanrol pone de manifiesto el valor del cantautor uruguayo como parte de la escena rockera de su país, tanto como lo erige en referente de la música popular uruguaya.
Los inicios del rock en la Argentina y en Uruguay tienen una historia paralela. Producto de la rebelión hacia lo que los medios imponían, surgieron músicos que, inspirados por las corrientes que provenían de los Estados Unidos y de Gran Bretaña, comenzaron a dar forma a una manifestación musical que poseía características propias de ambas orillas del Río de la Plata. La gran diferencia es que durante la dictadura impuesta en la Argentina, el rock siguió su camino, tratando de esquivar persecuciones y censuras con diferentes métodos. No ocurrió lo mismo con el rock en Uruguay. Bandas como Psiglo, Días de Blues y tantas otras que emergieron desde los primeros intentos de la música beat de mediados de los ’60, fueron borradas durante la dictadura impuesta en el país vecino. La vuelta a la democracia hizo que el género fuera resurgiendo lentamente gracias a músicos que volvieron a rearmar sus históricas bandas pero, sobre todo, a la aparición de nuevas agrupaciones que generaron este renacer del rock en Uruguay.
Jaime Roos es quizás el nexo entre estas dos generaciones de músicos de rock, pero es a su vez un emergente del período en el que este género estuvo desaparecido de la escena uruguaya.
Fanático confeso de The Beatles, su música se nutrió de influencias provenientes tanto del rock anglosajón como del canto popular uruguayo, la milonga, el candombe y la murga.
Esta mixtura de estilos se transformó en la característica principal de su música, la que a su vez influyó en las nuevas generaciones de músicos. Algunos de sus protagonistas están representados en Otra vez Rocanrol, el DVD que rescata el recital brindado el 7 de noviembre de 2009 en el Teatro de Verano de Montevideo.
Lejos de pretender ser un tributo o un autotributo, el video muestra el respeto que los jóvenes músicos le profesan a Jaime, pero también demuestra el respeto que Roos les tiene a los colegas que, en cierto modo, siguen su camino y el de tantos otros músicos históricos.
No es casual que en un extremo del escenario (y de su trayectoria) encontremos a Hugo Fattoruso, uno de los responsables de lo que sucedió en los comienzos de la música joven rioplatense. Y en el otro encontramos a los invitados especiales, los representantes del impetuoso y creativo nuevo rock uruguayo.
“Olvídense del cantor que canta el tema que ustedes eligieron”, recomendó Jaime Roos a sus invitados. “Hagan suyas las canciones.” Y el desafío estaba planteado.
La vibrante versión de “Lo que no te di”, a cargo de Gabriel Peluffo (Trosky Vengarán), la bluseada reconstrucción de “Tu laberinto” en la voz y la guitarra de Christian Cary (La triple Nelson) y la respetuosa interpretación de “Colombina” por Emiliano Brancciari (No te va a gustar), dan la pauta de cómo los invitados se adueñaron de dichas canciones.
“Martín Buscaglia es una bola de swing”, dice Jaime, y lo demuestra con una llamativa versión de “Esquela”. “Tema del hombre solo”, cantada con gran sentimiento por Federico Lima (Socio), da paso a “Luces en el Calabró”, una de esas canciones “escondidas” de Roos, desarrollada por Mateo Moreno.
El DVD se completa con material extra registrado el 14 de noviembre en el Luna Park (integrado por los clásicos “Brindis por Pierrot”, “De la canilla”, “Adiós juventud” y “Los olímpicos”).
Con la siempre precisa labor de su banda Contraseña, con la que Jaime desglosa para sí clásicos como “Tal vez Cheché”, “El hombre de la calle”, “Nombre de bienes” y “Amor Profundo”, sumados a sus comentarios y los de los músicos participantes, Otra vez Rocanrol es una fotografía familiar de lo que representa la música popular y el rock uruguayo en la actualidad. Una actualidad en la que, afortunadamente, confluyen muchas historias musicales unidas por el Río de la Plata.
(Carlos Salatino - TP 23/01/2011)
Fuente:ArtesyCulturasenSantaFe
POESÍA.-CANCIÓN
Serenata Para La Tierra de Uno
María Elena Walsh
Composición: María Elena Walsh
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario