16 de enero de 2011

UN REPRESOR DE ORLETTI DETENIDO EN BRASIL PODRÁ SER JUZGADO EN ITALIA.

Un represor de Orletti detenido en Brasil podrá ser juzgado en Italia
Año 3. Edición número 139. Domingo 16 de enero de 2011
Por Fabián Kovacic
Enciso en su casamiento, en 1976, entre medio de su suegro, Otto Paladino, y un invitado de lujo, Videla. Derecha, cuando lo detuvieron en Brasil.
Enciso fue parte de la banda de Aníbal Gordon y era yerno de Paladino, jefe de la Side en dictadura Me fui de Argentina perseguido por la dictadura porque era militante de izquierda”, explicaba Domingo Echebaster, reportero gráfico especializado en competiciones náuticas, a los parroquianos de los bares de Santa Teresa, el barrio de Río de Janeiro donde vivía desde hace casi veinte años. Solía reunirse en charlas en los alrededores de la plaza Presidente Aguirre Cerdá y contar sus peripecias. Interpol y la Policía Federal brasileña determinaron que en realidad se trata de Alejandro César Enciso, alias Pino, quien también se hacía pasar por Horacio Andrés Ríos Pino. Lo detuvieron el pasado 30 de noviembre. Será el primero de los secuaces de Aníbal Gordon en Automotores Orletti que podría pagar sus delitos en Italia donde, según la Justicia, está acusado de “crímenes de lesa humanidad, secuestro de personas y homicidio calificado contra ciudadanos italianos”. Las víctimas son los uruguayos Gerardo Gatti, Armando Bernardo Arnone, María Emilia Gatti, Jorge Zaffaroni y Juan Pablo Recagno, todos desaparecidos en Automotores Orletti entre mayo y octubre de 1976. También deberá dar cuenta de las desapariciones del matrimonio uruguayo formado por Yolanda Casco de D’Elia y Julio César D’Elia, Héctor Giordano Cortazzo, Daniel Alvaro Banfi, Andrés Humberto Bellizi y los argentinos Horacio Domingo Campiglia, Dora Marta Landi Gil, Alejandro Logoluso y Lorenzo Viñas.
Historia de un pesado. En enero de 1983 la uruguaya Cristina Mihura y Lita Boitano denunciaron ante la Justicia de Roma a los funcionarios italianos que no cumplieron con su rol de proteger la vida de sus conciudadanos en el exterior. De esa forma reclamaron por la suerte de los argentinos y uruguayos con ciudadanía italiana desaparecidos durante las dictaduras rioplatenses en el marco del Plan Cóndor. Se hizo cargo de las investigaciones el fiscal Giancarlo Capaldo, quien en octubre de 2006 solicitó la captura internacional de Enciso y otros represores. Diez años antes, en 1997, el entonces juez federal Jorge Urso había solicitado la detención internacional de Enciso en el marco del Plan Cóndor. Ahora la justicia italiana ganó la pulseada.
Pino Enciso apareció en la violenta escena paramilitar a fines de la década de 1960, enrolado en la Concentración Nacional Universitaria (CNU) de La Plata. Allí se vinculó con personajes trasvasados a la guardia pretoriana de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), al mando directo de su secretario general, Lorenzo Miguel.
En 1975, la banda de Gordon ya estaba constituida y actuaba con dureza e impunidad en Villa Constitución, reprimiendo a los obreros metalúrgicos. Sin embargo, las disputas internas en el aparato paramilitar cobraba sus víctimas. Tras una reunión entre Juan Manuel Abal Medina y Lorenzo Miguel, uno de los custodios del dirigente metalúrgico, El Polaco Jorge Dubchak, se ofuscó con su jefe. Sin más trámite, Miguel habría ordenado su ejecución dentro del local del sindicato sobre la entonces calle Cangallo.
Como no podían deshacerse del cadáver, un médico de la patota de la UOM, de apellido Kramer, se encargó de descuartizar a Dubchak e incinerarlo en las calderas de la sede sindical. Según el periodista Juan Gasparini en su libro La fuga del brujo. Historia criminal de José López Rega, Miguel representaba a la Triple A de López Rega e Isabel y Aníbal Gordon con su banda –ya integrada por Enciso, entro otros– a la side comandada por el general Otto Paladino, futuro suegro de Pino. Paladino había llegado al cargo en agosto de 1975, de la mano del flamante jefe del ejército Jorge Rafael Videla, quien asumió el cargo en julio de ese año.
El enfrentamiento entre Miguel y Gordon preanunciaba lo que Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar explicó con meridiana claridad: “Las tres A son las tres armas”. Y de ese enfrentamiento sería víctima Enciso. Miguel intentó maquillar el crimen de Dubchak como una ofensiva de Montoneros sobre la Triple A y la side y así se lo explicó a Gordon. Para subrayar la maniobra en la mañana del 25 julio de 1975 los custodios de la UOM, Juan Carlos El Gallego Rodríguez, Eduardo El Oso Fromigué, Juan Carlos Cicuta Acosta y Vicente Carreño, entre otros, llamaron por el portero eléctrico del edificio ubicado en French 3591 donde vivían Pino Enciso y Víctor Gard, otro integrante de la patota de Gordon. Sin temores ni sospechas, sabiéndose entre colegas, Enciso bajó y al abrir la puerta recibió una descarga de pistolas que lo dejó herido y tendido sobre un charco de sangre. Creyéndolo muerto los sicarios se retiraron confiados. Los vecinos del edificio al verlo aún con vida llevaron a Enciso al Hospital Fernández.
Lorenzo se comunicó ese mismo día con Gordon para darle la noticia de que su hombre de confianza había muerto a manos de un comando montonero. Sin embargo, un informante de la side en el hospital avisó de la novedad al comodoro Schillizi Moreno, segundo de Paladino, quien se comunicó con Gordon para darle la otra novedad. Enciso fue rescatado del hospital por sus amigos y terminó reponiéndose en un escondrijo de la banda durante tres meses, mientras ellos liquidaban a los muchachos de la UOM.
Uno de los primeros en caer fue El Gallego Rodríguez y los dos últimos, Cicuta Acosta y El Oso Fromigué –ambos ex CNU como Enciso– cuando cenaban con sus mujeres Liliana Chej Musse y Lilian Rodríguez en La Estancia, una parrilla ubicada en Florencio Varela camino a La Plata, en la noche del 12 de octubre de 1975. Gordon, Enciso y otros cuatro aparecieron en el local y los mataron a quemarropa. Enciso saboreó su venganza. La única sobreviviente fue Lilian Rodríguez, quien reconoció entre los agresores a Gordon y a Enciso, cuando declaró ante la Justicia.
Diez días después, Videla declaraba en Montevideo durante la reunión de ejércitos americanos. “Se logrará la seguridad a cualquier precio y para ello tendrán que morir todos los que hagan falta”, dijo. Los tiempos se acortaban en el armado del nuevo rompecabezas del que Gordon y Enciso serían las nuevas piezas del recambio paramilitar.
Yerno protegido. El año del golpe sería perfecto para Enciso: con 26 años se casó con Margarita Paladino, la hija del general Otto Paladino, jefe de la side de Videla. Tras el cierre de Automotores Orletti, la banda de Gordon siguió con los secuestros hasta caer en desgracia con el jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Carlos Suárez Mason, quien persiguió a Gordon y los suyos hasta desarticular al grupo por cuestiones internas.
Gordon se exilió en Montevideo y se perdió la pista de Enciso hasta que en setiembre de 1983 reaparecieron para secuestrar a Guillermo Patricio Kelly. Por si fuera poco, el 24 de agosto pasado Carla Rutilo Artés Company, una nieta recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo que estuvo en poder del represor Eduardo Ruffo, reconoció a Enciso entre los habituales comensales a los asados que su apropiador organizaba en su casa de Soler y Billinghurst, en Palermo, allá por 1984.
Según la policía federal brasileña, en 1990 Enciso se radicó en Brasil donde adoptó una hija que hoy tiene 15 años. Por ese motivo no puede ser expulsado del país, aunque sí extraditado en caso que para comienzos de febrero el tribunal italiano envíe la acusación documentada sobre los delitos cometidos por el yerno de Otto Paladino durante la dictadura. Ni Paladino ni Gordon –ambos ya muertos– estarán aquí para verlo.
Fuente:MiradasalSur                                                   

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