Por Julio C. Gambina
Con más de treinta jefes de Estado y de Gobierno, funcionarios de 90 países y un conjunto de grandes empresarios, asesores e influyentes periodistas e intelectuales del poder económico mundial tomaron parte del cónclave del Foro Económico Mundial, más conocido como el Foro de Davos, que desde 1971, regularmente, pasan revista a la situación mundial y pretenden fijar línea sobre las políticas a seguir.
En simultáneo al cónclave del poder, miles de manifestantes poblaron de resistencia las calles de varios países del norte de África y medio oriente, haciendo evidente el sufrimiento de los pueblos por el ejercicio del orden capitalista. La represión y muerte de decenas de manifestantes es la respuesta de los gobiernos y el saldo hasta ahora. Aún fuera del temario, la rebelión popular se coló en las discusiones del poder económico mundial.
Unos 2.500 participantes se concentraron en Davos para discutir “Los enfoques comunes para la nueva realidad”. Esa “nueva realidad” era pensada como superación de la crisis, ante los datos del crecimiento de la economía estadounidense (2,9% para el 2010, luego del -2,6 del 2009) (1), pero en el mismo momento de la reunión estalló la rebelión popular en Túnez, Yemen y especialmente Egipto, país paradigmático para el mundo capitalista, especialmente EEUU que lo asiste con fondos por 1.500 millones de dólares anuales. Por ello adquirió otra relevancia en el cónclave de los poderosos, el análisis del aumento de los precios de los productos básicos, y el tema de la deuda soberana en alusión a la continuidad de la crisis mundial.
El tema del aumento de los alimentos es clave para pensar la revuelta en Egipto, gran importador de alimentos, especialmente de trigo. Egipto es un importante comprador de trigo a la Argentina. La hambruna es la reversa del alza de los precios y si estos estimulan nuevas burbujas de especulación, en paralelo no deben sorprender los impactos regresivos sobre buena parte de la población mundial. No es sorpresa la movilización popular cuando el hambre se instala en forma generalizada. Hambre y represión por un lado, y del otro suba del oro, las comodities, alimentos y los bonos para refugio de inversores interesados en la ganancia y no en los 1.020 millones de hambrientos según la FAO.
La cuestión de la deuda externa preocupa, especialmente cuando EEUU acaba de superar los 14 billones de dólares de su deuda pública y privada, siendo la pública de 3,5 billones de dólares, superando ampliamente el problema históricamente concebido para los países del sur del mundo (en desarrollo), que en conjunto acumulan una deuda pública de 1,4 billones de dólares. (2)
Un monto que representa el 10% de la deuda total de EEUU. El endeudamiento público estadounidense supera dos veces y medio el de los países en desarrollo. La mitad de la deuda total de EEUU fue asumida en los últimos seis años, tres de los cuales han sido en situación de crisis evidente.
Hoy la deuda es problema por los elevados niveles que se registran en los países capitalistas desarrollados. Francia solamente acusa una deuda pública de 1,2 billones de dólares, casi similar a la totalidad del mundo en desarrollo. Mientras en América Latina, la deuda total, pública y privada representa el 22% del PBI, para Gran Bretaña es el 400%, Portugal el 263%, España el 169%, Grecia 168%, Alemania 148%, EEUU 100% e Irlanda el 979%. Convengamos que los principales acreedores de esos países son los bancos transnacionales, quienes aceleradamente, como en los 80, en tiempos de la crisis de la deuda latinoamericana, están generando condiciones para transferir el costo del quebranto hacia los trabajadores y lo pueblos de esos países y del mundo. Son los temas que preocuparon al poder económico en DAVOS.
Deuda, capitalismo y crisis son tres categorías para explicar la política del poder mundial, del curso contemporáneo del capitalismo actual. La consigna del no pago se resignifica para los pueblos del mundo, contra el régimen del capital y su chantaje del endeudamiento, ayer contra el sur del mundo y hoy en el norte. Es parte de un programa a sostener junto al impuesto al movimiento internacional de capitales y el rechazo al conjunto de estrategias de liberalización (tratados de libre comercio, tratados bilaterales de inversión, los paraísos fiscales, y otras formas de defensa de las inversiones extranjeras), tanto como el desarme de la estructura financiera comandada por los organismos internacionales, especialmente el FMI y el Banco Mundial.
Hace falta una nueva arquitectura financiera y económica sustentada desde el sur, lo que supone discutir el patrón de cambio mundial y terminar con la hegemonía del dólar y las pretendidas sustituciones del euro o de la moneda que sea en función del capital y el régimen de explotación.
China en la mira de Davos
Otro de los temas en que se concentró la atención en Suiza fue conocer de cerca la realidad de países llamados emergentes, especialmente China e India, que pese a la crisis mantienen elevados niveles de crecimiento y son destino principal de las inversiones capitalistas a escala global.
La situación China fue explicada por la más numerosa delegación del cónclave, y remitió a la política de modernización y oportunidades para las inversiones y el mercado inmobiliario chino. China ya es el segundo PBI del mundo, que con sus 5,5 billones de dólares expresa un tercio respecto del registro estadounidense y superando a Japón y Alemania en el podio de las cuatro mayores economías del mundo.
Muchos escucharon las argumentaciones chinas, al tiempo que presionaron a los participantes chinos para flexibilizar las políticas de ese país, especialmente referidas a las presiones del G7 para una apreciación del Yuan, con vistas a mejorar las balanzas comerciales de las principales potencias capitalistas en crisis con China.
El papel del gigante asiático no se vincula solo con la economía mundial, sino que crecientemente pesa en la escena política. Es un tema trascendente para el poder mundial, pero también para quién piense en términos alternativos, incluso más allá del debate sobre el “modelo chino”, si socialista ó en tránsito al capitalismo, o directamente capitalismo de Estado.
No resulta menor la persistencia de la apropiación de la renta del suelo, la propiedad estatal sobre los medios de producción y la planificación estatal, no solo de la economía. Se trata de un tema estratégico en la disputa del poder mundial.
China es crecientemente importante para la Argentina, siendo ya el segundo socio comercial después de Brasil, y con un peso en ascenso en las inversiones externas directas que se registran en los últimos años.
Hace poco se conoció la compra del 50% del paquete accionario de BRIDAS por parte de una transnacional china. Fue una inversión por 3.100 millones de dólares. Se conocen inversiones diversas en nuestro país: para explotar gas en Tierra del Fuego; minería en las provincias cuyanas y del norte; la compra de tierras para producción agrícola, especialmente soja, producto del cual China es principal comprador.
Vale la mención sobre China ante la recepción en estos días en nuestro país de la Presidente del Brasil, la primera salida al exterior de Dilma Rousseff desde la llegada al gobierno.
Han sido crecientes las relaciones entre Brasil y Argentina en el último tiempo y son importantes las expectativas de acciones conjuntas, incluso entre ambos y la potencia asiática, una cuestión estratégica de las relaciones internacionales en un momento de crisis de la economía mundial y de disputa del orden mundial.
Pero existen interrogantes sobre estas relaciones.
¿El nuevo poder de países como China o Brasil, se jugará en la disputa de poder al interior del G20, con hegemonía plena de los países capitalistas desarrollados, especialmente de EEUU, pese a la crisis? ¿Puede pensarse en otro tipo de integración, que privilegie la relación Sur-Sur? ¿Qué puede hacer Argentina en este sentido con sus dos socios económicos principales? ¿Qué lecturas realizar a 10 años de la revuelta argentina y en momentos del levantamiento egipcio? ¿Se salió de la crisis, o el crecimiento de las principales economías augura nuevos problemas para los países dependientes en el capitalismo mundial?
Nuestra hipótesis apunta a señalar las contradicciones de la situación mundial, con persistencia de la crisis y señales concretas, especialmente de movilizaciones populares (en Bolivia contra el aumento del combustible y en Egipto contra el régimen de Mubarak y la asistencia estadounidense) para pensar en términos de alternativas al capitalismo. El socialismo vuelve a ser una posibilidad para construir otras relacione sociales.
Modestas expectativas desde el poder económico
En el Foro de Davos (3) intentaron trazar el rumbo político del capitalismo contemporáneo con ciertas prevenciones, pues el mismo fundador y presidente del FEM, Klaus Schwab, afirma que se abre "una era de modestia" (4), anunciando una pobre superación de la crisis, con bajos niveles de crecimiento (un 2,9% informado por EEUU para el 2010).
Un primer interrogante es si resulta correcto hablar de “nueva era” cuando aún sobrevive la situación de crisis de la economía mundial, donde el desempleo creciente continúa sido el efecto inmediato y evidente que sufren los sectores más desprotegidos en el capitalismo mundial. En EEUU el desempleo no baja del 10% y en España superó el 20%. Sin considerar la agresión y ofensiva que se mantiene sobre los recursos naturales, situación que agrava los peligros ambientales y afectan a recursos estratégicos como el agua y la tierra.
La crisis del “modelo productivo y de desarrollo” subsiste y es grave para pensar en términos de “nueva era”. La revuelta en los países árabes y el medio oriente da cuenta de situaciones que no siempre consideran los analistas del poder económico. Aludo al hartazgo de los pueblos a sus condiciones de vida, aunque no queden claras las alternativas económicas y políticas, generando por cierto un desafío para el pensamiento y la práctica por la emancipación.
El principal ejecutivo del Foro de Davos, Klaus Schwab, agrega que "En esta nueva realidad, somos nosotros, las víctimas colectivas, las que deben hacer el futuro más seguro. Y como ni los gobiernos ni las empresas solos podrán superar la complejidad de los desafíos globales, la frontera entre economía y política se va a hacer aún más pequeña". (5)
Es muy curioso cómo se incluye a los victimarios, a los responsables de la crisis entre las víctimas. ¿Quiénes son los responsables de las políticas que llevaron a la crisis, sino el propio sistema financiero y económico internacional presente en Davos desde 1971? ¿Quién empujó y empuja la liberalización de la economía, sino los partícipes habituales de Davos desde sus posiciones de poder?
Más interesante aún resulta la reflexión que alude al vínculo entre economía y política, especialmente para pensar en la respuesta a Davos que provendrá la próxima semana desde DAKAR, cuando se reúna del 6 al 11 de febrero de 2011, la contra cara del FEM, el Foro Social Mundial (FSM), cuya consigna por otro mundo posible se mantiene como realidad y desafío. Es la señal que proviene de África y del oriente medio, aunque no se conozca exactamente el rumbo futuro de superación.
Aquel “que se vayan todos” vuelve a reaparecer en el escenario político y económico global. El desafío está en la construcción de alternativas, que supone nuevos cursos para el pensamiento y la acción emancipatoria.
Nuevos modos y formas de producción y apropiación de la naturaleza, donde el buen vivir de las comunidades andinas nos ofrecen posibilidades para pensar en nuevos tiempos, pero sobre todo, nuevas formas de pensar el agrupamiento social con perfil y objetivo político para la emancipación y transformación social. Los renovados intentos de democratizar la economía y la sociedad venezolana con mecanismos de poder popular, especialmente de los trabajadores en la gestión empresaria son estímulos para pensar el nuevo tiempo. El ejemplo persistente del proyecto revolucionario en Cuba es también referencia, especialmente en tiempos de renovación sustentada en un gran debate y movilización d la población cubana.
La alusión andina, por Bolivia o Ecuador, como la referencia a Venezuela y Cuba son atinentes para discutir los límites de unos procesos complejos, especialmente en el sur de América, pero también en otros países de la región, que formulan un discurso anti neoliberal sin sustanciar cambios profundos en la estructura económico social capitalista. El problema es el límite que se establece para la constitución de sujetos por la emancipación. Es un debate cotidiano en la política de nuestros países y también parte esencial de la discusión en el movimiento de movimientos, el FSM.
¿Es posible ir más allá de lo real existente? Se puede superar el posibilismo de que la realidad “es lo que hay”, como único imaginario posible. América Latina es un gran laboratorio para pensar al respecto, si se tiene la mira en las demandas de los pueblos por renovar y revolucionar las relaciones sociales, en la economía y en la política.
Notas:
1) Son datos del Departamento de Comercio de EEUU, leídos en el sitio de internet el 30-01-11: http://www.bea.gov/index.htm
2) Los datos sobre deuda externa están sacados de Eric Toussaint. Crisis Global. Del Norte al Sur del planeta: la deuda en todos sus estados. Presentación para Conferencia en Quito el 27 de enero de 2011, en la sede del Banco Central de Ecuador.
3) Amplia información sobre discursos y debates en: http://www.weforum.org/
4) El Foro Económico Mundial de Davos debate el nuevo escenario tras la mayor crisis desde 1930. En ámbito.com del miércoles 26 de enero de 2011 y consultado el 30 de enero de 2011 en: http://www.ambito.com/noticia.asp?id=565509
5) Ib.
Julio C. Gambina es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Profesor de posgrado en diversas universidades públicas de Argentina y el exterior. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.
Fuente:Argenpress
Tunez y Egipto: Rebeliones de ida y vuelta
Por Jorge Gómez Barata
Sin ser dechados de virtudes laborales y sociales, Túnez y Egipto no se caracterizan por los escalofriantes niveles de pobreza o desempleo que afectan a otros países del Tercer Mundo; en ellos la rebelión en curso asume la forma de estallido social por motivaciones políticas, relacionadas con el rechazo popular a regímenes autoritarios y represivos y por demandas asociadas con la democratización, cosa que pone nerviosos a otros regímenes árabes autoritarios. Arabia Saudita, Jordania, los emiratos árabes, Yemen, Etiopia, Eritrea, Siria, Libia, Irak e Irán ven las barbas de sus vecinos arder.
Se trata de un hecho esperado debido a la notable falta de correspondencia entre los niveles de desarrollo económico o de ingresos por concepto de exportaciones petroleras, con el atraso institucional expresado en la existencia de sistemas políticos o regímenes antediluvianos que, con pocas excepciones y dudosas coberturas ideológicas, caracterizan a casi todo el Medio Oriente, parte del Magreb y África del Norte
Aunque es difícil creer que tal cosa ocurra, la espontaneidad parece caracterizar a movimientos que sin apenas debates ni concertación visible, aunque con un valor y una determinación inimaginable semanas atrás, han lanzado a las calles de las ciudades de Tunez y Egipto a grandes masas que parecen no limitarse a la sustitución de las figuras principales ni conformarse con cambios cosméticos, sino que avanzan hacía metas difíciles de aquilatar.
Aunque a nadie debe extrañarle que en algún momento, en un sentido u otro y con razones o sin ellas, se invoque al Islam, las verdaderas causas de las revueltas hay que buscarlas en el atraso político que caracteriza a casi todos los países de una región donde la democracia (cualquiera que sea su forma) jamás se ha desplegado y donde las libertades básicas nunca han sido respetadas. Si algún ejemplo hiciera falta, la situación de discriminación y exclusión de las mujeres y las niñas sería un botón de muestra.
De lo ocurrido, en Tunez y Egipto es imposible culpar a occidente, menos aun al comunismo y tampoco al Islam, las causas y las consecuencias del actual estado de cosas son endógenas, se han gestado en los últimos sesenta años, se asocian a la falta de evolución política posterior a la independencia, y se vincula a un ejercicio autoritario y corrupto del poder.
Aunque usualmente se ofenden cuando se les menciona, muchos estados árabes y sus elites dominantes han llegado al siglo XXI y a la era de la sociedad global de cuyas ventajas tecnológicas, lujos y fastuosidades, financiadas por los dones del petróleo disfrutan con absoluta naturalidad, con sistemas políticos virtualmente tribales.
Algunos de los puristas que abogan por aplicar implacablemente interpretaciones torcidas de presuntas leyes islámicas, llevan una vida de lujos y extravagancias que ofenden el sentido común. Crean pistas para esquiar sobre hielo en el desierto, gustan de la buena mesa, degustan los más finos vinos y manjares, son asiduos a los casinos y lupanares más caros del mundo y cabalgan sobre las más caras prostitutas del planeta.
Exceptuando las grandes operaciones tipo 11/S, que obviamente carecen de motivaciones confesionales, las expresiones cotidianas de intolerancia y los actos de violencia no ocurren por el rechazo del Islam a los credos cristianos, ni tienen lugar contra occidente, sino que se deben a pugnas entre las propias corrientes islámicas y entre camarillas políticas que se valen de la fe religiosa como excusa para oprimir y negar los derechos a sus propios pueblos.
En el mundo moderno, independientemente de otros significados, la fe religiosa, incluyendo el Islam, es un hecho cultural, una concepción de la existencia asumida por personas cultas y políticamente avanzadas que ha dado lugar a la convivencia entre las religiones y los credos.
La tolerancia religiosa, la libertad de cultos, la igualdad de géneros, la pluralidad cultural y el respeto a los derechos humanos, ausentes en algunos países árabes gobernados por clanes primitivos y conservadores, derechistas y reaccionarios, no son adornos de la democracia, sino componentes esenciales de ella.
El modo como el presidente Hosni Mubarak cree poder manejar la crisis enviando los tanques a las calles y plazas a la vez que, por vía tecnológica, silenciaba los teléfonos móviles, impedía la circulación de correos electrónicos y borraba a Egipto del mapa de Internet, originando el más grande apagón tecnológico que se conozca, evidencia a qué le teme y cómo cree posible administrar la crisis impidiendo que los ciudadanos egipcios se informen, se comuniquen y coordinen sus acciones
Obviamente las revueltas en Egipto y Tunez, como tampoco en Yemen que pueden extenderse a Arabia Saudita, Jordania y otros países, no han sido fraguadas en Washington por el simple hecho de que a Estados Unidos ni a Israel les convienen eventos que no pueden conducir y afectan a algunos de sus más sólidos aliados. Estos movimientos tampoco pueden atribuirse a Teherán o Damasco que, más que beneficiarse pueden ser seriamente perjudicados con un clima de reclamo y de apertura democrática.
No obstante, tanto para tirios como para troyanos, lo más preocupante no es el origen de las manifestaciones, sino su evolución que pudiera llevar agua al molino de fuerzas latentes en el Egipto, el Medio Oriente y África del Norte, cuyo acceso al poder sin ser favorecido por las masas o por las elites puede consumarse.
El peligro real no radica en que haya caído Ben Alí o que en las próximas horas caiga Mubarak o rueden las testas coronadas de los reyes árabes, sino en lo que puede venir después, que al parecer nadie sabe qué y cómo será. Allá nos vemos.
Fuente:Argenpress
Revolución en Egipto - El poder está en la calle
Por Alan Woods (EL MILITANTE)
Después de cinco días de revolución el movimiento sigue creciendo en tamaño e intensidad. El toque de queda nocturno pasado fue ignorado, y el día de hoy hay más gente en las calles que ayer. Un nuevo toque de queda fue decretado para las 4 de la mañana, hora egipcia, pero este no es más eficaz que el anterior. Incluso antes de que el toque de queda entrara en vigor, un gran número de manifestantes se reunía en las calles.
"La calle no está siendo organizada por los partidos, no está siendo organizada por el Estado. No está controlada por nadie." (Al Jazeera)
Al seguir los acontecimientos hora a hora, me vino a la memoria el siguiente incidente de la Revolución Francesa. El 14 de julio de 1789, poco después de la toma de la fortaleza de la Bastilla, el rey francés Luis XVI le preguntó al duque de Rochefoucauld-Liancourt: "¿Es esto una revuelta?" Ante lo cual el duque pronunció la respuesta inmortal: "Non Sire, c'est une révolution " - "No señor, es una revolución".
En Egipto, estamos asistiendo a una revolución a toda marcha. Después de cinco días de luchas colosales, este hecho ha penetrado hasta los cráneos más obtusos. La revuelta popular se extiende cada hora que pasa. Es como un caudaloso río que se desborda y arrasa con todas las barreras que se levantaron para contenerlo.
Durante la noche toda la policía desapareció de las calles de la capital. Tanques y vehículos blindados están en las calles de El Cairo, donde los fuegos de la violencia del día anterior aún continúan humeantes. Los servicios de telefonía móvil se han restaurado en la ciudad, pero Internet sigue bloqueado.
Mientras tanto, el número de muertos ha aumentado a 53 según los informes, hasta la jornada de protesta del 28 de enero. En Suez, donde al menos veinte personas han muerto, los cuerpos de los mártires fueron llevados por las calles mientras la gente gritaba consignas revolucionarias. En El Cairo los presos políticos han tomado el control de una cárcel. En Giza, la gente ha quemado la comisaría de policía y están atacando a la policía. Quemar vehículos policiales se ha convertido en algo común en las calles egipcias. En un caso, un grupo de manifestantes trató de empujar un vehículo blindado al río Nilo.
Después de la retirada de la policía ha habido muchos informes de saqueos. La gente sospecha que esto ha sido organizado deliberadamente por el régimen con el fin de crear la impresión de anarquía y caos. Está claro que las cárceles se abrieron para dejar salir a los elementos criminales que han sido armados para tal fin. La televisión egipcia ha mostrado escenas de destrucción de objetos preciosos en el histórico Museo de El Cairo.
Es un secreto a voces que se trata de una maniobra para destruir la revolución. El gran número de policías armados que ayer estaban disparando contra los manifestantes desarmados se esfumaron para ser vistos como lumpenproletarios armados dispuestos al ataque. Varios de los saqueadores que han sido capturados por los manifestantes resultaron ser policías encubiertos.
En respuesta, se han establecido comités de vecinos en Suez y Alejandría para mantener el orden y evitar los saqueos. En algunos lugares, estos comités están incluso dirigiendo el tráfico. Hay una urgente necesidad de generalizar los comités y armar al pueblo. Debemos recordar el lema de la Revolución Francesa: "Mort aux-voleurs!" (¡Muerte a los ladrones!)
El discurso de Mubarak
"El poder tiende a corromper," dice el refrán, "El poder absoluto corrompe absolutamente." El Presidente sufre de los mismos delirios de grandeza que afectaba a las capacidades mentales de todos los emperadores romanos y del zar de Rusia en el pasado. El discurso de anoche del presidente Mubarak, lejos de calmar la situación, ha arrojado gasolina sobre las llamas.
El mensaje del pueblo es fuerte y claro. Pero el Presidente no lo escucha. Es ciego y sordo y ha perdido el uso de la razón. Un hombre que se ha acostumbrado a estar rodeado de una camarilla de cortesanos serviles pendientes de cada palabra suya pierde todo contacto con la realidad. Comienza a creer en su propia omnipotencia. La línea de la frontera entre la realidad y la fantasía se vuelve borrosa. Tal estado de ánimo es similar a la locura.
Viendo a Mubarak hablar, uno tenía la impresión de ver un hombre que ha perdido todo contacto con la realidad y está jugando con sus propias fantasías. Él prometió que todo sería mejor de ahora en adelante, si el pueblo confía en él. Proclamó el cese de su gobierno y que amablemente nombrará a otro. Hará los cambios necesarios. Pero no va a tolerar el caos y el desorden. Cualquier persona que desobedezca no puede esperar ninguna piedad.
Esta es la voz del Padre del Pueblo, el faraón duro pero benevolente que decide todo para el beneficio de sus hijos. Pero el pueblo de Egipto no está formado por niños pequeños y no tiene necesidad de un faraón que tiene que enviar su ejército a las calles para mantenerlos obedientes.
El gobierno ha renunciado como era de esperar y ha sido nombrado un "nuevo" gobierno (por Mubarak). El primer ministro será Rachid Mohamad Rachid - un millonario y exministro de la inversión, el comercio y la industria. Rachid se identifica con las denominadas reformas "neoliberales" que han contribuido a las penurias de las masas: el desempleo y el aumento de los altos precios, y de la pobreza.
Este nombramiento es suficiente para revelar la fisonomía exacta del "nuevo" gobierno. Es una provocación al pueblo en las calles. Desde entonces, Omar Suleiman, de 74 años y jefe de los servicios de inteligencia del Estado ha sido nombrado Vicepresidente. Ya que Suleiman es uno de los principales secuaces de Mubarak, se trata de la provocación más descarada contra las masas. Esto demuestra hasta cuán alejado de la realidad está Mubarak.
Si el discurso del presidente tenía la intención de calmar las cosas, tuvo el efecto contrario. Ayer por la noche la BBC habló por teléfono con un hombre que había salido a la calle todo el día: "Tenía la intención de irme a la cama durante unas horas y luego continuar manifestándome mañana, pero después de oír hablar a Mubarak inmediatamente llamé por teléfono a todos mis conocidos para que salieran y se manifestaran, y me volví a la calle."
La "amenaza islamista"
Los medios de comunicación occidentales repiten constantemente la idea de que los Hermanos Musulmanes están detrás de las protestas, y que son la única alternativa a Mubarak. Esto es falso. El hecho es que, al igual que todos los demás partidos políticos, los Hermanos Musulmanes han sido completamente sorprendidos por este movimiento. Al principio ni siquiera lo apoyaron, y su papel en la organización de las protestas ha sido mínimo.
Los Hermanos Musulmanes recientemente cambiaron sutilmente su mensaje antes de las últimas protestas. El diputado Mahmud Izzat habló para alentar las protestas: "La gente quiere libertad, la disolución de este Parlamento inválido. Desde el principio esto es lo que los jóvenes han estado gritando y estamos con ellos.", le dijo Izzat al canal de noticias Al-Jazeera. Y pasó a criticar a "la fuerza excesiva" de los servicios de seguridad.
Sin embargo, los Hermanos no han organizado las protestas y en las manifestaciones se ven muy pocos fundamentalistas barbudos. La mayoría de los activistas son jóvenes, muchos de ellos estudiantes, pero también hay muchos jóvenes desempleados de los barrios pobres de El Cairo y Alejandría. Ellos no están luchando por la introducción de la sharia, sino por libertad y empleo. .
El hecho del asunto es que estos reaccionarios no quieren este movimiento revolucionario y tienen un miedo mortal al mismo. Las personas que salían de las mezquitas para manifestarse en las calles de Suez después de las oraciones del viernes lo hicieron a pesar del hecho de que el imán les dijo que no participaran en las protestas. El papel reaccionario de los fundamentalistas se demuestra por el influyente islamista al-Qaradawi, que, de acuerdo con Aljazeera, "insta a la gente a no atacar las instituciones del Estado."
Los propios Hermanos están divididos y en declive. Hossam el-Hamalawy le dijo a Al Jazeera:
"Los Hermanos han sufrido divisiones desde el estallido de la Intifada de Al Aqsa (Jerusalén). Su participación en el Movimiento de Solidaridad de Palestina cuando llegó a confrontar con el régimen fue abismal. Fundamentalmente, cada vez que su dirección llegaba a un compromiso con el régimen, especialmente la dirección más reciente del Guía Supremo actual, desmoralizaba a sus cuadros de base. Conozco personalmente a muchos Hermanos jóvenes que abandonaron el grupo. Algunos de ellos se han unido a otros grupos o se mantuvieron independientes. A medida que el movimiento en la calle crece y las direcciones de base se implican en él, la dirección de arriba no puede justificar por qué no son parte de la nueva insurrección."
Repercusiones internacionales
Si el gobierno y todos los partidos políticos fueron tomados por sorpresa, esto es aún más evidente en el caso de los gobiernos occidentales. Después de haber negado cualquier posibilidad de un levantamiento en Egipto hace sólo una semana, los dirigentes del mundo occidental en Washington están ahora con la boca abierta.
Obama y Hillary Clinton parece estar teniendo dificultades para mantenerse al día de la situación. Sus declaraciones públicas demuestran que todavía no han comprendido la realidad sobre el terreno. Expresan su solidaridad con los manifestantes, pero aún están a favor de mantener un diálogo amistoso con el gobierno que está disparando balas y gases. Este deseo de montar dos caballos al mismo tiempo, puede ser comprensible, pero es un poco difícil de hacer cuando los dos caballos están corriendo en direcciones opuestas.
El presidente Obama, como todos saben, se especializa en correr hacia todas las direcciones a la vez. Pero su especialidad principal es la de no decir nada, pero diciéndolo muy bien. Él aconseja a Egipto que introduzca la democracia y ofrezca a los ciudadanos trabajo y un nivel de vida decente. Pero ni él ni ninguno de sus predecesores tuvieron ningún problema en colaborar con Hosni Mubarak, a pesar de que sabían que era un tirano y un dictador. Sólo ahora, cuando las masas están a punto de derrocarlo, de repente empiezan a cantar las alabanzas de la democracia.
La petición de Obama de más empleos y mejores condiciones de vida en Egipto suena muy hueca. Fue Estados Unidos quien estuvo detrás de la "reformas" económicas de 1991, que llevaron a Egipto al tipo de "liberalismo" que dio lugar a la enorme desigualdad, la riqueza obscena para unos pocos y la pobreza y el desempleo para la gran mayoría. Más que cualquier otra cosa esto es lo que ha creado la actual situación explosiva en Egipto. En este contexto, el consejo de Obama es la peor clase de cinismo.
La preocupación de Washington no está motivada por consideraciones humanitarias y democráticas. Está motivada por el interés propio. Egipto es el país árabe más importante en el Oriente Medio. En comparación, Túnez es un país pequeño y relativamente marginal. Pero, históricamente, lo que pasa en Egipto tiende a comunicarse a toda la región. Es por eso que todas las camarillas gobernantes árabes están preocupadas, y es por eso que Washington está preocupado.
Y tienen razón para preocuparse. Pero los círculos gobernantes israelíes están aún más preocupados. Mubarak es un instrumento útil de la política exterior israelí. Como un "moderado" (es decir, un títere de occidente) él ayudó a mantener la ilusión de un "proceso de paz" fraudulento que mantuvo a las masas palestinas bajo control, mientras que los israelíes consolidaron sus posiciones. Él apoyó al igualmente "moderado" Abbas y a otros dirigentes de la OLP, que han traicionado las aspiraciones del pueblo palestino. Y apoyó la llamada guerra contra el terror.
Fue, pues, muy útil tanto para los estadounidenses como para los israelíes. Sus servicios fueron bien recompensados. Los EE.UU. subsidiaron su régimen con una suma de alrededor de $5.000 millones al año. Egipto es el cuarto mayor receptor de ayuda estadounidense, después de Afganistán, Pakistán e Israel. La mayoría de este dinero fue gastado en armas, un hecho que ha sido dolorosamente revelado a los manifestantes en casa cuando leen en las etiquetas de los botes de gas lacrimógeno las palabras "Made in USA", escritas en ellos. Estos mensajes de Washington hablan a los manifestantes egipcios con una elocuencia mucho mayor que los discursos de Obama.
La eliminación de Mubarak, por lo tanto, implica eliminar a uno de los elementos más importantes en materia de política exterior de EE.UU. en el Oriente Medio. Además, pondrá en peligro a los "moderados" (pro-estadounidense) regímenes árabes. Ya las protestas masivas crecen en Jordania y Yemen. Otros los seguirán. La propia Arabia Saudí no está segura.
Los imperialistas se miran horrorizados. De la noche a la mañana todos sus esquemas están deshaciéndose. Malcolm Rifkind, ex conservador ministro de Exteriores británico, dijo en la televisión de la BBC cuando se le preguntó por su punto de vista sobre la situación: "Bueno, esto ha sido preparado durante mucho tiempo. Cualquiera que sea el gobierno que llegue al poder en Egipto no será pro-occidental. Pero no hay mucho que podamos hacer al respecto."
El ejército
El ejército es lo único que separa a Mubarak del abismo. ¿Cómo va a reaccionar el ejército? El ejército ha sustituido a la policía en las calles. La relación entre los soldados y los manifestantes es insegura y contradictoria. En algunos casos hay confraternización. En otros casos, ha habido enfrentamientos con los manifestantes.
Con el fin de poner fin a la rebelión, sería necesario matar a miles de manifestantes. Pero es imposible matarlos a todos. Y no hay garantía de que las tropas estén dispuestas a obedecer la orden de disparar contra manifestantes desarmados. Los oficiales del ejército saben que un incidente sangriento bastaría para romper en pedazos al ejército. Parece muy poco probable que estén dispuestos a asumir el riesgo. En el día de hoy el sitio web de la BBC especula sobre el papel del ejército:
"En términos generales, los egipcios respetan a su ejército, que todavía es visto como un baluarte patriótico en contra de su vecino Israel, con quien fue a la guerra en 1967 y 1973.
"Pero la policía antidisturbios vestida de negro, la Fuerza de Seguridad Central (Amn al-Markazi), pertenece al Ministerio del Interior y ha estado en la vanguardia de la mayor parte de los violentos enfrentamientos con los manifestantes.
"Mal pagados y en su mayoría analfabetos, son alrededor de 330 mil si se suma la Policía de Fronteras. Ellos mismos se amotinaron por los bajos salarios en los primeros años del gobierno del presidente Mubarak y tuvieron que ser controlados por el ejército.
"El ejército tiene una fuerza similar - 340.000 - y está bajo el mando del general Mohamed Tantawi, quien tiene estrechos vínculos con los EE.UU. (que acaba de visitar el Pentágono).
"Cuando el señor Mubarak ordenó al ejército salir a las calles de El Cairo y otras ciudades a última hora del viernes, su objetivo era respaldar a la policía antidisturbios que había sido, en gran medida, superada en número por los manifestantes.
"Pero muchos de éstos están esperando que el ejército estará a su lado o, al menos, actuará como una fuerza de freno hacia la policía, que ha estado actuando con excesiva brutalidad en toda esta protesta.
"De ahí los aplausos que recibieron las columnas de vehículos del ejército, cuando se dirigían a El Cairo el viernes por la noche.
"Hasta ahora, el presidente Mubarak ha contado con el apoyo de las fuerzas armadas.
"Él fue, después de todo, un oficial de carrera de la fuerza aérea que, repentinamente, fue catapultado a la presidencia cuando Anwar Sadat fue asesinado en 1981.
"Pero si estas protestas continúan y se intensifican surgirán voces veteranas dentro del ejército que estarán tentadas de instarlo a que renuncie".
Los días del régimen de Mubarak están contados, y esto debe estar quedando claro a los jefes del ejército, que deben pensar en su propio futuro. Incluso si las fuerzas de seguridad logran sofocar las protestas de hoy, ¿cómo van a sofocar las que sucedan la semana que viene, o el mes que viene, o el próximo año? El poder está, de hecho, tirado en la calle, esperando que alguien lo recoja. Pero, ¿quién lo hará? Si un partido, como el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky, estuviera presente, la conquista del poder por la clase obrera estaría en el orden del día. El problema es que este partido no existe todavía.
A falta de un partido revolucionario y de una dirección, la situación actual puede terminar en un punto muerto. En tales situaciones, el Estado mismo, en la forma del ejército, tiende a elevarse por encima de la sociedad y a convertirse en el árbitro entre las clases. En Egipto y otros países de Oriente Medio hay una larga historia de tales cosas, empezando por la figura de Gamal Abdel Nasser. Es posible que una parte de los jefes del ejército decidan voltear a Mubarak.
El movimiento de masas es lo suficientemente fuerte como para derrocar al antiguo régimen. Pero aún le falta el nivel necesario de organización y de dirección para constituirse como un nuevo poder. En consecuencia, la revolución será un asunto de larga duración, que deberá pasar por una serie de etapas antes de que los trabajadores estén en condiciones de tomar el poder en sus manos. Habrá una serie de gobiernos de transición, cada uno más inestable que el anterior. Pero sobre una base capitalista ninguno de los problemas fundamentales se podrá resolver.
Sin embargo, la caída de Mubarak abrirá las compuertas. La clase obrera ha despertado a la lucha. Durante los últimos cuatro años ha habido una ola de huelgas en Egipto. Los trabajadores aprovecharán la democracia para presionar por sus demandas de clase. La lucha por la democracia abrirá el camino para la lucha por el socialismo.
Fuente:Argenpress
La revolución egipcia
Por Alan Woods (EL MILITANTE)
28 de enero: Las llamas de la ira se están extendiendo a través de todo Egipto y nada puede detenerlas. El destino del régimen de Mubarak está en juego. Hoy se produjeron enfrentamientos violentos en las calles de El Cairo y otras ciudades egipcias con la lucha por el poder entrando en una nueva etapa. Se hizo un llamado para realizar protestas masivas tras las oraciones del viernes. El régimen advirtió que cualquier protesta se enfrentaría a toda la fuerza del Estado. El escenario estaba listo para una confrontación dramática.
La situación se ha vuelto explosiva a una velocidad extraordinaria. En los últimos días, cientos de miles de personas han salido a las calles para exigir libertad. Con valentía admirable desafiaron las porras, balas y gases lacrimógenos de la policía. Hoy se enfrentaban a un verdadero bautismo de fuego. Las protestas, que solían estar compuestas mayormente por estudiantes, han aumentado con la incorporación del ejército de los humildes y desheredados de los barrios pobres de El Cairo y otras ciudades. Robert Fisk escribió:
"Hay varias pistas por las que las autoridades de El Cairo se dieron cuenta de que algo estaba pasando. Varios egipcios me han dicho que el 24 de enero, algunos hombres de seguridad estaban desmontando pósteres de Gamal Mubarak de los barrios pobres, por si acaso estos provocaban a la multitud. Pero el gran número de detenciones, las palizas de la policía en la calle -a mujeres y a hombres por igual- y el casi colapso del mercado de valores egipcio tienen impresas las marcas de pánico en lugar de astucia."
¿Puede tener éxito la represión?
A primera vista, la Revolución se enfrentaba a un desafío de enormes proporciones. El régimen tiene un millón y medio de soldados en su aparato de seguridad, manteniendo su lealtad con subvenciones millonarias. El propósito de este temible aparato no es para defender Egipto contra los agresores extranjeros. No es para luchar contra Israel. Es para mantener al pueblo egipcio subyugado. Pero, ¿puede tener éxito?
En teoría es una fuerza formidable, contra la cual el pueblo no tiene posibilidades de éxito. Pero se podría decir lo mismo de todos los regímenes tiránicos de la historia. Luís XVI de Francia, el zar Nicolás de Rusia y el Sha de Persia, todos poseían un aparato de represión que era cien veces más fuerte que el que Hosni Mubarak tiene a su disposición. Sin embargo, en el momento de la verdad estos poderosos monstruos se derrumbaron como un castillo de naipes.
Pero tal despliegue de fuerza bruta no reveló fuerza sino debilidad: salvo por la policía y el ejército, el gobierno es impotente. Napoleón dijo una vez que uno puede hacer muchas cosas con bayonetas, pero no puede sentarse en ellas. En última instancia, el ejército y la policía son una base demasiado estrecha para sostener un régimen impopular. Para su sorpresa y asombro las autoridades están viendo que el aparato represivo no puede parar las protestas. Su carácter espontáneo les proporciona una cierta protección contra el Estado, aunque esto es una debilidad que tendrá efectos negativos más adelante.
El régimen movilizó hoy toda su fuerza para abortar la revolución. Los miembros de una unidad policial antiterrorista de élite recibieron la orden de tomar posiciones en lugares clave de todo El Cairo, en preparación para una ola de manifestaciones de masas. Desde las primeras horas de la mañana las fuerzas de seguridad ya estaban posicionándose en todos los puntos clave en un intento de impedir que los manifestantes se juntaran.
Pero todas estas medidas han sido en vano. Los manifestantes salieron a las calles en mayor número que antes. Había 80.000 manifestantes en Port Said, 50.000 en Beni Suef, a 100 kilómetros al sur de El Cairo, y grandes manifestaciones en Alejandría, en la ciudad de Suez y en otros lugares. Al igual que en Irán el año pasado, es imposible detener a los organizadores cuando las manifestaciones se han organizado a través de Facebook y Twitter. El ejército de delatores es impotente para luchar contra esto.
El Estado trató de bloquear Facebook. Cerró Internet e inutilizó los teléfonos móviles. Pero el pueblo demostró estar un paso adelante. Algunos blogeros pasaron información de formas de eludir los controles, y la información se difundía de boca en boca. Al mediodía (de Londres) las pantallas de televisión ya mostraban escenas de gran conflicto en las calles de la capital egipcia. Las líneas de la policía fueron incapaces de contener las manifestaciones. La cobertura de la televisión muestra masas de manifestantes que avanzan hacia las líneas de la policía y a ésta retirándose desordenadamente.
Después de perseguir a la policía, miles de manifestantes consiguieron inundar el gigantesco centro de la plaza Tahrir después de haber estado vacía la mayor parte del día por la fuerte presencia policial. Tras la confrontación se veía poca policía alrededor de la plaza. En un momento dado, incluso la violencia de los servicios de seguridad del Estado se vuelve contraproducente. En lugar de miedo, despierta ira e indignación. En la ciudad de Suez, la gente se alzó contra la policía porque ésta disparó contra los manifestantes y en respuesta quemaron una comisaría de policía. Y cuando se alcanza este punto, siempre aparecen grietas en las filas de las fuerzas del Estado. La mayoría de los soldados y policías rasos se muestran reacios a matar a conciudadanos y se niegan a cumplir las órdenes de disparar contra manifestantes desarmados. En Suez ha habido informes de incidentes de este tipo.
El papel de la juventud
Los manifestantes que salieron a las calles en todo Egipto en los últimos días son principalmente jóvenes egipcios, desempleados y sin ningún futuro. Un joven egipcio dijo a la BBC: "Somos pobres. No tenemos trabajo, no hay futuro. ¿Qué debemos hacer? ¿Tenemos que prendernos fuego a nosotros mismos?". La única esperanza de estos jóvenes es luchar por un cambio fundamental en la sociedad. Han dejado de lado todo el miedo y están dispuestos a arriesgar sus vidas en la lucha por la libertad y la justicia.
Muchos de los manifestantes son estudiantes universitarios incapaces de encontrar trabajo y, por tanto, no pueden casarse y crear una familia. Están motivados por un profundo sentimiento de injusticia y una ira y resentimiento ardientes hacia un sistema que les niega un futuro y un régimen corrupto que se ha enriquecido a expensas del pueblo.
El corresponsal de The Guardian en El Cairo, Alaa Al Aswany, que participó en la gran manifestación del pasado martes, estaba profundamente impresionado por la "valentía deslumbrante" de los manifestantes, e impresionado por su determinación de hacer una cosa: cambiar el régimen. Y se expresa así:
"Siempre me sentiré intimidado por estos revolucionarios. Todo lo que han dicho muestra una aguda conciencia política y un deseo de libertad que desafía a la muerte. Me pidieron que dijera algunas palabras. A pesar de que he hablado cientos de veces en público, esta vez era diferente: estaba hablando ante 30.000 manifestantes que no estaban de humor para oír hablar de compromiso y quienes interrumpían con gritos de ‘¡Abajo Hosni Mubarak!' y ‘El pueblo dice, ¡abajo el régimen!'.
"Les dije que estaba orgulloso de lo que habían logrado, que habían conseguido terminar con el período de represión, y añadí que incluso si llegamos a ser golpeados o detenidos hemos demostrado que no tenemos miedo y que somos más fuertes que ellos. Ellos tienen los instrumentos más feroces de represión en el mundo a su disposición, pero nosotros tenemos algo más fuerte: nuestro coraje y nuestra convicción en la libertad. La multitud respondió con gritos en masa: ‘¡Vamos a terminar lo que hemos empezado!'". (The Guardian, jueves, 27 de enero 2011.)
El factor decisivo es que las masas han adquirido una conciencia de su fuerza colectiva y están perdiendo el miedo. Empezando con los elementos más jóvenes, más enérgicos y decididos, el estado de ánimo desafiante se ha transmitido a la población de más edad, más cauta e inerte. The Guardian informa de un ejemplo importante de esto:
"Más ciudadanos de a pie están ahora desafiando a la policía. Un joven manifestante me dijo que, cuando huía corriendo de la policía el martes, entró en un edificio y llamó al timbre de un apartamento al azar. Eran las cuatro de la mañana. Un hombre de 60 años de edad abrió la puerta con temor evidente en su rostro. El manifestante pidió al hombre que le escondiera de la policía. El hombre pidió ver su documento de identidad y lo invitó a entrar, despertando a una de sus tres hijas para preparar algo de comida para el joven. Comieron y bebieron té juntos y charlaron como si fueran amigos de toda la vida.
"Por la mañana, cuando el peligro de detención se había alejado, el hombre acompañó al joven manifestante a la calle, paró un taxi para él y le ofreció algo de dinero. El joven lo rehusó y le dio las gracias. Según se abrazaban, el anciano dijo: ‘Soy yo quien debería darte las gracias por defenderme, por defender a mis hijas y a todos los egipcios'". (The Guardian, jueves 27 de enero 2011.)
¿Y ahora qué?
Una cosa está clara. El día de hoy ha terminado en una derrota catastrófica para Hosni Mubarak. Según escribo estas líneas los acontecimientos se están moviendo con la velocidad de la luz. Los rumores se extienden rápidamente. Un periódico de El Cairo ha estado afirmando que uno de los principales asesores del presidente Hosni Mubarak ha huido a Londres con 97 maletas llenas de dinero en efectivo, pero otros informes hablan de un Presidente furioso gritando a oficiales de policía de rango superior por no tratar con más dureza a los manifestantes.
Al caer la noche, los manifestantes permanecieron en las calles, desafiando el toque de queda que el gobierno ha impuesto en todo Egipto. Han comenzado a asaltar edificios públicos. Según Al Jazeera hace unos minutos, el Ministerio de Asuntos Exteriores en El Cairo ha sido asaltado y tomado por los manifestantes y prendido fuego. Por primera vez una oficina del Partido Democrático Nacional en el gobierno fue incendiada, y los bomberos no hicieron ningún intento de apagar las llamas.
Existe una creciente alarma en Washington. Esta tarde, Hillary Clinton admitió que EE.UU. está "profundamente preocupado por el uso de la fuerza" contra los manifestantes. Hizo un llamamiento al gobierno egipcio para frenar a las fuerzas de seguridad, pero también dijo que los manifestantes deberían abstenerse de la violencia. Dijo: "Estas protestas subrayan que hay profundas quejas dentro de la sociedad egipcia y el gobierno egipcio tiene que entender que la violencia no va a hacer que estas quejas desaparezcan". Y añadió:"Como socios, creemos firmemente que el gobierno egipcio debe comprometerse inmediatamente con el pueblo egipcio a aplicar reformas políticas, sociales y económicas".
Traducido al lenguaje simple esto significa:
"No sea tonto Mubarak. Si intenta utilizar a los militares para aplastar la rebelión se romperá en pedazos. El movimiento es demasiado grande como para ahogarlo en sangre. En su lugar, debe utilizar la astucia. Haga algunos cambios o, por lo menos, dé la impresión de que habrá cambios. Al final, por supuesto, puede que usted tenga que irse. Eso es lamentable, pero todos tenemos que hacer sacrificios de vez en cuando. Usted es un hombre viejo que ha sobrepasado su periodo de utilidad. Usted puede tener una jubilación cómoda y salvar al capitalismo. O, alternativamente, puede aferrarse al poder y terminar como Sadat, muerto. Eso sería muy malo para usted, pero si provoca a las masas demasiado habrá una revolución total y eso sería muy malo para nosotros."
Pero Mubarak no parece estar escuchando. Alejado del mundo real en su palacio, rodeado de gente servil y aduladora, se aferra al poder aun cuando el poder se apaga. Se declara el toque de queda, pero la gente permanece en las calles. Convoca al ejército "para ayudar a las fuerzas de seguridad", pero la gente aplaude al ejército y llama a los soldados a unirse a ellos. Aquí y allá se oye hablar de que la confraternización está teniendo un efecto. Associated Press informaba en directo desde la plaza central de El Cairo. Uno de sus periodistas vio a los manifestantes vitoreando a policías, los cuales se quitaron los uniformes y se unieron a ellos. Triunfantes, los manifestantes los izaron sobre sus hombros.
¿Es esto sólo un incidente aislado, o muestra una tendencia más generalizada? En una situación tan dramática, caótica y cambiando tan rápidamente, el estado de ánimo puede oscilar violentamente en cuestión de minutos. En Alejandría, el ejército está en las calles, pero los soldados están haciendo signos de aprobación a los manifestantes. En Suez también la gente está vitoreando a los soldados, a quienes ven como sus aliados. Hay informes no confirmados de que el ejército y la policía están chocando. Si esto es cierto, Mubarak tiene graves problemas.
Robert Fisk es uno de los pocos periodistas occidentales que muestra una comprensión seria de la situación real en el Oriente Medio. En The Independent de hoy, escribe:
"Ya ha habido indicios de que aquellos cansados del dominio corrupto y antidemocrático de Mubarak han estado tratando de persuadir a los mal pagados policías que patrullan El Cairo a unirse a ellos. ‘¡Hermanos! ¡Hermanos! ¿Cuánto os pagan?', una de las multitudes comenzó a gritar a la policía en El Cairo. Pero nadie está negociando -no hay nada que negociar, excepto la partida de Mubarak-, y el gobierno egipcio no dice ni hace nada, que es más o menos lo que ha estado haciendo durante las últimas tres décadas"".
La revolución egipcia
Cualquiera que sea el resultado de las protestas de hoy, una cosa está clara: la Revolución egipcia ya ha comenzado. Esos escépticos y esnobs intelectuales que constantemente insisten en el supuesto "bajo nivel de conciencia" de las masas ahora tienen su respuesta. Los "expertos" occidentales que hablaban con desprecio de los egipcios tachándoles de "apáticos", "pasivos" e "indiferentes a la política", ahora tienen que comerse sus palabras. Las masas, ya sea en Egipto, Irán, Gran Bretaña o los EE.UU., sólo pueden aprender de la experiencia. En una revolución, aprenden mucho más rápido. Los trabajadores y los jóvenes egipcios han aprendido más en unos pocos días de lucha que en treinta años de existencia "normal".
Hace sólo unos meses, el Presidente y su camarilla gobernante se imaginaban que tenían todo bajo control. Se sentían tan seguros que ya estaban preparando al hijo más joven de Mubarak, Gamal, para ocupar el puesto de su padre. Un ex banquero especialista en inversiones, Gamal fue educado en la élite de la Universidad Americana de El Cairo, y trabajó para el Banco de América. Estuvo muy involucrado en la "liberalización" económica de Egipto, que deleitó a los ricos mientras que hizo sufrir a los pobres. Esta información es suficiente para dejar clara donde está su lealtad política. El año pasado, El Cairo fue cubierto por pósteres pidiendo a Gamal que se presentase a la presidencia en las elecciones previstas para finales de este año.
Los manifestantes mostraron su actitud hacia el hijo elegido coreando "Gamal, dile a tu padre que los egipcios te odiamos" y destrozando su imagen.
Con la velocidad de un rayo todo se ha convertido en su contrario. En las calles de El Cairo y otras ciudades egipcias la gente no está sólo hablando de la revolución. Está llevando a cabo una revolución. Eso es ahora un hecho indiscutible. La pregunta que se plantea es ¿quién o qué es lo que va a sustituir al régimen de Mubarak? Pero ésta no es la cuestión más prioritaria en las mentes de los manifestantes. Tal vez los jóvenes en las calles no sepan exactamente lo que quieren. Pero saben exactamente lo que no quieren. Y eso es suficiente por ahora.
La tarea inmediata es llevar a cabo el derrocamiento de Mubarak y su podrido régimen. Eso abrirá las compuertas y permitirá al pueblo revolucionario abrirse el paso. Todos los días están descubriendo su fuerza en las calles, y la importancia de la organización y la movilización de masas. Eso ya es una gran conquista. Después de haber pasado por la experiencia de una dictadura de treinta años, no van a permitir la imposición de una nueva, o cualquier intriga que recree el viejo régimen con un nuevo nombre. Túnez es una prueba suficiente de esto.
A pesar de los intentos de los medios de comunicación de exagerar el papel de la Hermandad Musulmana, está completamente claro que el elemento islámico ha estado en gran parte ausente de estas protestas, que han tenido lugar bajo la bandera de la democracia revolucionaria. La gran mayoría de los activistas son jóvenes de las escuelas y universidades, que no están en absoluto bajo la influencia del fundamentalismo islámico. Ni siquiera está claro si la participación tardía de la Hermandad Musulmana en las manifestaciones de hoy tuvo un efecto real en el aumento del número de manifestantes en las calles.
Ahora que las masas han podido comprobar su propio poder, no van a estar satisfechas con medidas a medias. Saben que lo que han logrado ha sido conquistado con sus propias manos. Mohamed ElBaradei, un líder de la oposición y un ex funcionario de las Naciones Unidas y Premio Nobel, regresó a Egipto ayer por la noche, pero nadie cree -excepto tal vez los americanos- que pueda convertirse en un foco para los movimientos de protesta que han surgido en todo el país sin la ayuda de ningún "líder" burgués. Hoy las cámaras de televisión extranjeras hicieron un débil intento de destacar la participación de ElBaradei en la manifestación. Pero todo lo que consiguieron fue mostrar imágenes de un hombre viejo desconcertado que apenas parecía saber dónde estaba ni lo que estaba haciendo.
La lucha por la democracia total permitirá la construcción de verdaderos sindicatos y partidos obreros, pero también plantea la cuestión de la democracia económica y la lucha contra la desigualdad. La democracia sería una frase vacía si se negara a poner las manos sobre la riqueza obscena de la élite gobernante. ¡Confiscación de las propiedades de la camarilla gobernante! ¡Expropiación de la propiedad de los imperialistas que apoyan el régimen y explotan al pueblo de Egipto! La lucha por la democracia, si se prosigue hasta el final, debe de llevar inevitablemente a la expropiación de los banqueros y los capitalistas y al establecimiento de un gobierno obrero y campesino.
Revolución mundial
En 1916 Lenin escribió estas líneas:
"Quien espere una revolución social 'pura' nunca vivirá para verla. Esa persona apoya la revolución de boquilla sin entender lo que es la revolución...
"La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que un estallido de la lucha de masas por parte de todos y cada uno de los elementos oprimidos y descontentos. Inevitablemente, secciones de la pequeña burguesía y de trabajadores atrasados participarán en ella -sin esa participación, la lucha de masas es imposible y ninguna revolución es posible-, e inevitablemente también traerán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y errores.
"Pero objetivamente atacarán al capital, y la vanguardia con conciencia de clase de la revolución, el proletariado avanzado, expresando esta verdad objetiva de una lucha de masas abigarrada y discordante, variopinta y aparentemente fragmentada, será capaz de unir y dirigirla, capturar el poder, apoderarse de los bancos, expropiar los monopolios odiados por todo el mundo (aunque por razones diferentes), e introducir otras medidas dictatoriales que en su totalidad significan la caída de la burguesía y la victoria del socialismo, que, sin embargo, no se purgará de forma inmediata de escoria pequeño burguesa." (Lenin, La discusión sobre autodeterminación resumida.)
Estas líneas podrían haber sido escritas ayer. Toda la situación mundial ha cambiado de manera decisiva y los acontecimientos en Egipto muestran esto de una forma muy dramática. Hemos entrado en la época decisiva de la revolución mundial. En ninguna parte el carácter internacional de la revolución está más claro que en el norte de África y Oriente Medio. Se propaga sin cesar de un país a otro: desde Túnez a Argelia, desde Jordania a Egipto, desde el Yemen a Líbano.
Los acontecimientos de Túnez, por supuesto, fueron inspiradores. Ahora la gente podía ver con sus propios ojos que incluso el más poderoso aparato de seguridad no pudo impedir el derrocamiento de un dictador odiado. La gente en las calles de El Cairo incluso imitaron el lema francés de los manifestantes tunecinos: "Dégage, Mubarak".
Túnez mostró lo que era posible. Pero sería completamente falso suponer que esta fue la única o, incluso, la causa principal. Las condiciones para una explosión revolucionaria habían madurado ya en todos estos países. Todo lo que se necesitaba era una sola chispa para encender el polvorín. Túnez la proveyó. El levantamiento revolucionario ha llegado ya a otros países árabes como Yemen. Al igual que en Túnez, los pueblos de Egipto, Argelia, Jordania y Yemen viven en la pobreza sometidos a élites gobernantes dictatoriales que tienen una vida de lujo mediante el saqueo de la nación.
Estos movimientos tienen similitudes sorprendentes con los movimientos de masas que llevaron al derrocamiento de los regímenes de Europa del Este. Una vez más, sobre el papel, estos gobiernos tenían un aparato estatal fuerte, grandes ejércitos, la policía y la policía secreta. Pero eso no los salvó. La burguesía no cabía en sí de gozo por la caída del "comunismo". Pero su alegría fue prematura. En retrospectiva, la caída del estalinismo será visto sólo como el preludio de un desarrollo mucho más sobrecogedor: el derrocamiento revolucionario del capitalismo. Por todas partes, incluidos los Estados Unidos, el sistema está en crisis. Por todas partes, la clase dominante está tratando de poner todo el peso de la crisis de su sistema sobre los hombros de las capas más pobres de la sociedad.
En Túnez y Egipto, el sistema se está rompiendo por sus eslabones más débiles. Se nos dirá que semejantes cosas no puede suceder aquí, que la situación es diferente y así sucesivamente. Sí, la situación es diferente, pero sólo en grado. Por todas partes, la clase obrera y la juventud se enfrentan a la misma alternativa: o bien aceptamos la destrucción sistemática de nuestro nivel de vida y los derechos, o bien luchamos.
El argumento de "aquí no puede suceder" no tiene ninguna base científica o racional. Lo mismo se dijo de Túnez hace sólo un par de meses, cuando ese país fue considerado como el más estable en el norte de África. Y el mismo argumento fue repetido en relación a Egipto, incluso después de que Ben Ali había sido derrocado. Sólo unas pocas semanas fueron suficientes para desenmascarar la falsedad de esas palabras. Así es la velocidad de los acontecimientos de nuestra época. Tarde o temprano, la misma pregunta se planteará en todos los países de Europa, en Japón, en Canadá, en los Estados Unidos...
Acontecimientos revolucionarios están en el orden del día. El proceso avanzará a una velocidad mayor o menor de acuerdo a las condiciones locales. Pero ningún país puede considerarse a salvo del proceso general. Los acontecimientos en Túnez y Egipto nos muestran nuestro propio futuro como en un espejo.
Fuente foto: AL JAZEERA
Fuente:Argenpress
Estados Unidos tiró al basurero a Mubarak
Por Ernesto Carmona (MAPOCHO PRESS)
La incógnita de estas horas es si el ejército de Egipto aceptará la “mesa de transición” recetada el sábado por Barack Obama y mejor explicada el domingo por Hillary Clinton. Estados Unidos le quitó sorpresivamente su apoyo a Hosni Mubarak, el aliado clave de 83 años que gobernó como dictador durante 30 años, a los que deben sumárseles los 6 que sirvió la vicepresidencia (1975-1981) bajo Anuar El Sadat, el heredero de Gamal Abdel Nasser que fue asesinado por islamistas durante un desfile militar en 1981. La breve historia republicana de Egipto comenzó con Nasser en 1952, quien murió en 1970.
El ejército es la única instancia real de poder en Egipto, así como en Túnez y otros países, aunque los partidos gobernantes luzcan vistosas escenografías. Los Hermanos Musulmanes no impulsaron la revuelta para derrocar a Mubarak, aunque lógicamente terminaron sumándose. Probablemente, el jefe del estado mayor del ejército, general Sami Anan, haya regresado a El Cairo con ideas más precisas de los deseos de Washington, tras interrumpir el sábado 29 su visita a Estados Unidos. En el reducido escenario político egipcio brillan pocas figuras de “transición democrática” aceptables para Washington. Y las más mencionada por los grandes medios que venden esta nueva “revolución” son Mohamed El Baradei, el ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AEIA), a quien el domingo le levantaron el arresto domiciliario, y secundariamente otros personajes como Amro Musa, secretario de la Liga Árabe.
Washington garantizó que seguirá enviando su cuota anual de ayuda de 1.600 millones de dólares a este país de 83 millones de habitantes apretujados en un territorio de poco menos de un millón de km2, donde casi la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares por día y el 85% profesa el Islam, que tiene estatus de religión del Estado. El ingreso per cápita es de 2.270 dólares, según datos del Banco Mundial de 2009. El ejército posee 340.000 efectivos, 18.500 la marina, 30 mil la fuerza aérea y 80 mil la defensa anti-aérea. Los uniformados activos suman 468.500 más 479.000 reservistas, a los que deben sumarse 397.000 de las fuerzas paramilitares (policías y afines), según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS 2010). Significa que Mubarak está respaldado por 1.344.500 hombres armados.
El ejército egipcio ya sustituyó desde el sábado a la odiada policía en las calles de las principales urbes (El Cairo, Alexandria, Ismailia y Suez). Muchos generales y altos oficiales se dirigieron a las masas y fueron ovacionados por la multitud entusiasta que se tomó fotos y trepó a los tanques, mientras la desesperación por retener el poder condujo a Mubarak a nombrar por primera vez un vicepresidente, Suleiman Shafiq, el jefe de sus servicios secretos de represión. La movida, evidentemente, no cumplió su objetivo. No entusiasmó a Estados Unidos ni al ejército, en un país donde el único vicepresidente que ha existido en medio siglo de política ha sido precisamente Mubarak, quien tenía en mente una sucesión a la Kim Il Sung: su hijo Gamal, banquero, secretario general adjunto y presidente del comité político del Partido Nacional Democrático (PND), la tienda de su papá, sería el “ganador” fácil de las próximas “elecciones” presidenciales previstas para septiembre de 2011. Pero está opción se diluyó el domingo, cuando Al Jazeera informó que la esposa del jefe de Estado egipcio, Suzanne Mubarak, y sus dos retoños, Gamal y Alaa, huyeron a Londres, noticia cuya difusión provocó el cierre de la cadena panárabe de Qatar. Aunque Mubarak no tenga futuro político, Egipto sigue siendo una pieza estratégica clave para Estados Unidos e Israel en Oriente Medio. El enemigo más real de Estados Unidos ya no es el “comunismo”, ni siquiera el debilitado islamismo egipcio y menos aún el desfalleciente mítico Al Qaeda, sino el amenazante perfil geoestratégico que dibuja la trinidad China, Rusia e Irán.
Al fin de cuentas, el mundo algo tiene que cambiar para que todo siga igual. La perpetuación del neoliberalismo globalizado por las grandes potencias occidentales y sus transnacionales financieras, mediáticas, industrial-militares y succionadoras de los recursos naturales del planeta, requiere apariencias más convincentes de que satisface la creciente hambruna popular, tanto el hambre por comida como por libertad y democracia. Las monarquías y dictaduras abiertas o encubiertas -no sólo del mundo árabe e islámico- tienen que desaparecer, como en Túnez, para abrir paso a nuevos esquemas de dominación más aceptables para los oprimidos y menos contradictorios con la imagen internacional del “progreso” que dibujan a diario los grandes medios transnacionales oligopólicos en un mundo todavía sumido en la crisis económica y financiera que provocó Estados Unidos. La propia Iglesia Católica ha sabido conservar cuotas de poder adaptándose al paso de los siglos.
Suena raro y contradictorio, pero Mubarak ya no sirve a los intereses de Washington. Pareciera que el imperio Estados Unidos, su aliado europeo, el brazo militar mundial de la OTAN y las transnacionales de todo orden se aburrieron del dictador egipcio, tal como antes abandonaron a Pinochet -después de 17 años de haberlo instalado en el poder en Chile- y del mismo modo abandonaron a su suerte en Túnez al “social demócrata” Ben Alí, la niña bonita de Europa, del capitalismo mundial y el FMI por casi tres décadas. No son las redes sociales ni la creencia en el Islam lo que motoriza a los habitantes de Túnez o Egipto, sean jóvenes o viejos: es el hambre. Claro que las redes facilitan, ayudan y sirven a la movilización popular, al igual que los teléfonos celulares. Pero por sí mismas no definen los contenidos políticos de una aspiración popular masiva, ni tienen más preeminencia que los manifiestos y las palomas mensajeras en la gestación de la Revolución Francesa, que –por si acaso- ocurrió en 1789.
Estados Unidos tiene experiencia en abandonar viejos aliados y fabricar cambios políticos. Recientemente promovió las “revoluciones de colores” en el patio trasero de la vieja Unión Soviética para fastidiar a Rusia y ahora aparece incentivando “revoluciones de flores” contra sus más fieles colaboradores del mundo árabe. En Ucrania y Georgia Washington impuso gobernantes educados y formados en universidades de Estados Unidos, que más bien parecían ciudadanos estadounidenses. CNN-Obama ya consagraron para Egipto el epíteto de “la revolución de los jazmines” y sus sesudos “analistas” dicen que les recuerda “la revolución de los claveles de Portugal” (1974) -que conocen sólo de oídas- y sólo porque fraternizan militares y civiles. No es casual que la doctrina militar popular de la primera mitad del siglo 20 se llamara también “nasserista”. Fue asumida por el partido Apra del Perú, influyente en la Escuela Militar de Miraflores antes que su líder Raúl Haya de La Torre se doblegara ante Estados Unidos y se reencarnara en Alan García. E inspiró a militares-políticos de distintas décadas, entre otros como Jacobo Arbenz, que ganó las elecciones en Guatemala (1951-1954) y fue derrocado por la CIA, o Juan Velasco Alvarado que dio un golpe en Perú (1968-1975). No es sorprendente que detrás de “la revolución de los jazmines” esté la mano de la CIA, como lo estuvo tras el último golpe contra Manuel Zelaya en Honduras (2009). Además que se nota en los impecables letreros de fondo negro y amarillo que lucen por igual manifestantes de Nueva York y El Cairo.
Fuente foto: White House
Fuente:Argenpress
El vicepresidente de Egipto propone a Mubarak renunciar al poder
RIA NOVOSTI
El vicepresidente de Egipto, Omar Suleiman, propuso al Jefe de Estado, Hosni Mubarak, un plan de superación del descontento popular que incluye, en particular, la renuncia al poder por parte del presidente de 82 años, escribió hoy el rotativo egipcio Al Shuruk.
En opinión de Suleiman, para apagar el conflicto hace falta dar cinco pasos importantes en plazos mínimos: anular el principio de transmisión hereditaria del poder, lo que supone el retiro del hijo del presidente, Kamal Mubarak, de todas las estructuras de Estado; renunciar a incluir empresarios en el nuevo Gobierno; anunciar la realización de reformas constitucionales; realizar traslados en el oficialista Partido Nacional Democrático y presentar la dimisión el presidente Mubarak.
El viernes pasado, al desarrollarse en el país masivas manifestaciones de protesta antigubernamentales y antipresidenciales, Hosni Mubarak instituyó el cargo de vicepresidente por primera vez durante su gobierno de 30 años y designó como tal a Omar Suleiman, ex jefe de la Inteligencia General de Egipto.
Las protestas con exigencias de reformas económicas y políticas y de destitución de Mubarak comenzaron en Egipto el 25 de enero. El viernes pasado, manifestaciones masivas se desarrollaron en El Cairo y otras ciudades del país. Según el canal de televisión árabe Al Jazeera, a raíz de desórdenes 150 personas murieron y más de cuatro mil recibieron heridas.
Fuente foto: RIA NOVOSTI
Fuente:Argenpress
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