Declara monseñor Rafael Rey
Fue citado como testigo en el juicio por crímenes de lesa humanidad. Durante la dictadura era capellán militar y se cree que tuvo acceso a lugares donde llevaban a las personas secuestradas.
17-02-2011
Por Miguel García Urbani
Expectativa. Monseñor Rey es el primer miembro de la Iglesia en ser citado.
Por primera vez un miembro de la Iglesia Católica declarará hoy como testigo en los juicios por violaciones a los derechos humanos que desde noviembre se realizan en los Tribunales Federales de Mendoza. Se trata de monseñor Rafael Rey, quien durante la dictadura se desempeñó como capellán militar. Fue mencionado por varios testigos en las declaratorias que se han concretado hasta el momento. Se entiende que el cura tuvo acceso a la penitenciaría de Boulogne Sur Mer y al Liceo Militar General Espejo, donde permanecieron secuestradas muchas víctimas del terrorismo de Estado.
El objetivo es interrogar a monseñor a las 10.30 y aclarar algunos puntos referidos a la relación del aparato represivo con la Iglesia. La declaración de Rey concita en lo previo gran interés, dado que el tribunal lo interrogará sobre varias causas de delitos de lesa humanidad en las que se presume la responsabilidad de sacerdotes por acción u omisión.
Relato del “Pajarito”
Las torturas le dejaron marcas en las muñecas producidas por las esposas que tuvo puestas por un mes, el brazo derecho eternamente dolorido, varios dientes menos y un sobrenombre para toda la vida: Pajarito. “Ellos me bautizaron Pajarito, los torturadores”. En los primeros días de noviembre de 1977, Miguel Alberto Domínguez fue detenido por unos hombres de civil que circulaban en un Ford Falcon gris cerca de la ciudad de Maipú. Lo llevaron –según relató ayer en el juicio– donde hoy está ubicada la Comisaría 10ª.
Allí comenzaron los maltratos y los vejámenes en busca de información sobre el carácter de su amistad con los hermanos Hugo y Julio Talquenca, vecinos suyos del distrito de Gutiérrez que fueron secuestrados y desaparecidos por un grupo comando del Ejército en mayo de 1976.
También lo interrogaban en sesiones de tormentos sobre los hermanos Bustamante, también vecinos del barrio maipucino, quienes lograron escapar y huir a Mar del Plata, donde luego fueron igualmente secuestrados.
“Yo vivía a una cuadra de los Talquenca y a una cuadra y media de los Bustamante, éramos amigos, nos juntábamos a jugar a la pelota en la calle todos muchachos más o menos de la misma edad, siempre nos desafiábamos con los de la otra cuadra, eso era todo”, contó el hombre.
Los muchachos de la calle Julio A. Roca de Gutiérrez tenían todos alrededor de 20 años, Talquenca, Bustamante y Domínguez, quienes en los meses posteriores al golpe de Estado de marzo de 1976 perdieron algunos la vida y otros la alegría para siempre. A Miguel Domínguez lo subieron a una camioneta, encapuchado y esposado. “Anduvimos una media hora larga y después empecé a sentir que entrábamos en caminos de tierra o de piedra, luego subimos y bajamos algunas cuestas, hasta que llegamos al lugar. Allí me tiraron en una pieza de dos por uno, con una puerta de madera con pasador por fuera”.
Pajarito Domínguez puede haber sido llevado al centro de detención de Las Lajas, en el piedemonte; allí lo interrogaron y lo torturaron durante un mes, siempre preguntando sobre su relación con los Talquenca y los Bustamante.
“Así que el Pajarito no quiere cantar, mojale el pico para ver si se ablanda”, después de ese anuncio los torturadores simulaban ahogarlo sumergiéndole la cabeza en un tacho con agua.
“Así que no canta el Pajarito, fijate si quiere cantar en el palito”, entonces le ponían esposas en los tobillos y lo colgaban de un palo cabeza abajo hasta que la presión se hacía inaguantable.
Al mes lo liberaron en el carril Urquiza de Maipú, herido, flaco y confundido. Le quedaron cicatrices en el cuerpo y ese sobrenombre, Pajarito, al que ya se ha resignado.
Fuente:DiarioUno.com
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