09 de Febrero
LESA HUMANIDAD: EL JUICIO
“Desde el año en que lo perdí, no me deja vivir esto, es muy triste”
Declaró la viuda de un asesinado por la dictadura. El hombre era gremialista de los obreros vitivinícolas. Hace 25 años se difundieron los rostros de sus asesinos
Por DANIEL CALIVARES
Se trata de una señora mayor, sin embargo, su memoria no falla. El dolor la hace recordar día a día lo que ocurrió aquella madrugada del 18 de octubre de 1976, cuando cuatro hombres que dijeron ser de la Policía Federal se llevaron a su pareja, Héctor Brizuela, un miembro de Soeva y afiliado al Partido Comunista. Georgina Vuletich fue ayer la protagonista del juicio por delitos de lesa humanidad que se está llevando adelante en Mendoza. La mujer dio su testimonio en la causa que tiene como víctimas por homicidio a su marido y a Antonio García, otro afiliado al mismo gremio y partido.
EL HECHO. “Lo recuerdo como si fuera hoy que me ha pasado”, afirmó la mujer al momento de empezar a declarar, y explicó que a las 2 del 18 de octubre de 1976 golpearon la puerta de su casa. El día anterior había sido el Día de la Madre y su pareja (Brizuela), al escuchar los golpes, expresó: “Qué raro, a lo mejor se descompuso mi mamá”. Los dos se levantaron, y cuando el hombre preguntó quién era, del otro lado de la puerta le respondieron “Policía Federal”, lo que hizo que Brizuela acatara la orden e inmediatamente sintiera un arma en el pecho.
En total eran cuatro los hombres que se llevaron a Brizuela, tres de ellos iban armados. Mientras tanto, la mujer de la víctima le pedía al que los comandaba que no se llevaran a su marido y le preguntaba entre sollozos si él no tenía familia, hijos, ante lo que secuestrador respondió: “Sí, señora, tengo hijos, pero tengo también la orden de reventar todo si usted no se comporta”. Antes de irse, el mismo sujeto le dijo: “Nos lo vamos a llevar porque tiene que declarar sobre algunas personas. En dos horas dé parte a la policía y ellos le dirán adónde se encuentra”.
La mujer no aguantó e intentó salir de su casa antes, pero en la puerta se encontró con que uno de los tres hombres se había quedado para evitar que ella buscara auxilio, por lo que tuvo que ingresar nuevamente a su hogar. “No me alcanzó a decir ni chau”, se lamentó la mujer, que explicó que no para de llorar desde que se lo llevaron y que tampoco ha podido reconstruir su vida con otro hombre.
EL SEGUNDO. “Al otro día se lo llevan a (Antonio) García. Me puse contenta porque pensé que los detenían a los dos y los largaban, pero resulta que los mataron”, continuó. De hecho, Brizuela fue encontrado con cinco disparos camino a Barriales y García fue muerto de una manera similar y su cadáver apareció en el carril San Pedro, en San Martín. “Nos enteramos porque a la mujer de García le llegó una citación a la morgue del Hospital Perrupato por un cuerpo encontrado en el río. Cuando fuimos, el encargado nos dijo que tenían otro NN. Pedí verlo; era Héctor”, señaló Vuletich, quien agregó que haber perdido a su pareja no la deja vivir.
Tras esa identificación, la mujer fue al D-2, tuvo entrevistas con el entonces jefe de la Policía, Julio César Santuccione, al menos quince veces. En una de esas oportunidades, y con el comisario Pedro Dante Sánchez Camargo presente, a la mujer un efectivo le mostró fotos de posibles sospechosos. Allí la mujer identificó a uno de los sujetos y se lo mostró a Santuccione, quien expresó, mirando la foto: “Te tenemos hijo de puta”, y, tras besar la foto, le pidió a la mujer que volviera al otro día para analizar los próximos movimientos.
“Al otro día me levanté con muchas ilusiones”, afirmó Vuletich. Pero las horas siguientes la volvieron a hundir en la decepción. Al encontrarse nuevamente con Santuccione, este le dijo muy seriamente: “Hemos dado sobre la cabeza de un clavo muy grande, no puedo hacer nada, le pido que no siga ahondando es esto, porque le puede llegar a pasar lo mismo a usted”. Era la segunda frustración que tenía la mujer con la policía tras el secuestro de su pareja, ya que cuando puso la denuncia en la Comisaría 29ª, de Gutiérrez, el efectivo que la atendió, tras escuchar el relato, le dio como respuesta: “¿Y qué querés, si él era un comunacho?”.
Años después, ya en la década del 80, antes de que Raúl Alfonsín promulgara las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final, el juez Alberto Acevedo, de San Martín, hizo circular unos identikits hechos en base a las declaraciones de Vuletich. Estos salieron publicados en los medios y se recibieron varias denuncias anónimas. Entre ellas, una que señalaba que los retratos eran similares a los rostros de los integrantes de una Brigada de Investigaciones de San Martín.
El policía testigo
Junto a Vuletich declaró también el policía jubilado Alfredo Édgar Gómez. El ex policía se desempeñó en el D-2 durante la última dictadura militar y se encargaba de hacer el seguimiento en los medios de comunicación de diferentes personajes políticos. El testigo indicó que él lo conoció a Brizuela, y afirmó que su muerte no debería haber ocurrido. Según Gómez, la mañana en la que apareció la noticia del fallecimiento de Brizuela en los medios de comunicación, inmediatamente se sospechó del personal del D-2, por lo que Sánchez Camargo se había mostrado furioso con la situación, ya que también consideraba que Brizuela no era un persona que se merecía lo que le ocurrió.
Anónimos
El juez Guillermo Max Petra Recabarren y la Cámara Federal de Apelaciones recibieron anónimos en los que se señalaba que los responsables de lo ocurrido con Brizuela habían sido militares. Incluso, se daba el nombre del suboficial Ricardo Groum. Lamentablemente, su expediente se perdió cuando fue robado de una camioneta del Correo Argentino.
Fuente:ElSolDiario
Más testimonios contra militares y ex policías del D2
Ayer declaró un agente jubilado y la viuda de un sindicalista de Soeva asesinado en 1976. Dieron detalles sobre los hechos que se investigan.
miércoles, 09 de febrero de 2011
Por Eduardo Ayassa
El juicio que, por delitos de lesa humanidad, se está desarrollando en Mendoza, contó ayer con la presencia de dos testigos: Alfredo Edgard Gómez, un jubilado de la Policía de Mendoza y Georgina Ramona Vuletich, viuda de Héctor Nicolás Brizuela, un dirigente gremial que fue muerto en octubre de 1976, a dos días de ser secuestrado de su vivienda.
A su turno, el ex uniformado contó ante el Tribunal, (integrado por Juan Antonio González Macías, Alejandro Pila y Héctor Cortez, con Raúl Rodríguez como suplente) que entró a la Policía en el '75. "Hice el curso, me mandaron a Infantería, nos enseñaron a manejar las armas y después, creo que por abril o mayo, me salió el nombramiento al D2, donde estuve hasta el '83".
Ahí confió que tenía una oficina en Maipú, donde se "dedicaba a la parte gremial, relacionada con los chacareros y gremialistas", pero aclaró que "no era un prontuario delictual sino que se ponía lo que hacía la persona, la declaración que emitía para los diarios sobre tal tema" y al profundizar sobre su trabajo, explicó: "Yo iba cuando iban a hacer un paro, juntaba material que aparecía en los medios y lo ponía en el legajo de cada uno, gente que trabajaba en política, religión, gubernamental, social, cultural, todos los que hacen los factores distintos de la sociedad. Yo trabajaba en la parte política: justicialistas, demócratas, radicales, pero el Partido Comunista lo llevaba otra persona".
Luego recordó a sus compañeros a los que nombró junto al apodo. Así señaló a Manuel Bustos ("El viejo"); Moroy ("El Chancho"); Lucero ("El Mono") y a Smaha (hoy imputado) "El Ruso". Otros eran Enrique Funes (que le decían "Itaka"), Félix Andrada ("El Gato"); Rondini "Inútil" y Mario Rubén Gómez ("El Torta").
Gremialistas asesinados
También dio su versión de aquellos años, la viuda del secretario general del gremio de Soeva, Héctor Nicolás Brizuela. En su testimonio hizo referencia a que a su marido "no lo vio más después de que se lo llevaran de su casa, el 18 de octubre de 1976. Al otro día hicieron lo propio con otro sindicalista de Soeva, de apellido García y los mataron a los dos. A mi esposo, camino a Barriales; a Antonio García, en el carril San Pedro y a los dos les dieron cinco disparos...".
En ese momento recordó que su esposo, de 47 años, fue cesanteado y "no le dieron trabajo nunca más; le pusieron un sello de comunista en la frente". Finalmente aseguró: "Creo que a mi marido lo mataron por los negocios que hicieron con los tanques de Giol. Él sabía mucho de los negocios turbios y donde estaba metido Cafiero...", aseguró.
Fuente:losAndes
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