2 de marzo de 2011

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.

VICTORIO PAULON Y MABEL GABARRA TESTIMONIARON POR LA DESAPARICION DE PEDRO PAULON
"Podemos decir que está apareciendo"
El histórico dirigente gremial estaba preso y se enteró muchos meses después del secuestro de su hermano. En tanto, Gabarra llevó la única foto de Pedro, su cuñado, que rescataron para incorporar a la causa: "Tuvo existencia, vivió".
Por Sonia Tessa
Victorio Paulón y su esposa, Mabel Gabarra, declararon ayer en la causa Díaz Bessone.Imagen: Gentileza Graciela Borda Osella.


Pedro Paulón tenía 38 años. Esperaba que liberaran pronto a su hermano, Victorio, que había sido encarcelado el 1º de mayo de 1975, durante la represión a la huelga de 60 días que realizaron los obreros metalúrgicos de Villa Constitución. El 19 de julio de 1976, en la casa de Pedro, en Sánchez de Bustamante 845, vivía también Ruth González -militante del Ejército Revolucionario del Pueblo- con sus dos hijas pequeñas, Mariana y Josefina. Esa madrugada, personal de civil irrumpió en la vivienda y se llevó a los cuatro. Logró escaparse Inés, prima de Pedro, que también vivía ahí. "Pedro fue mi cuñado, hermano de mi marido. Tiene existencia, la tuvo, vivió. Lo secuestraron y lo mataron", dijo ayer Mabel Gabarra en la audiencia por la causa Díaz Bessone. "No teníamos ni siquiera una foto de él, porque en esa época no nos sacábamos fotos. Pudimos encontrar una, del casamiento de un compañero. Y nos permitió decir que por fin está apareciendo, como uno de los 30 mil. Hay una gran deuda de la justicia en este país. Recién ahora, 30 años después, podemos estar frente a un tribunal diciendo que existieron", agregó la testigo, histórica militante feminista de Rosario desde que volvió del exilio. Pidió que esa única foto de Pedro Paulón se incorporara a la causa.

Victorio Paulón, dirigente de la CTA y durante años secretario general de la UOM de Villa Constitución, también dio testimonio frente al Tribunal, contó lo poco que pudo reconstruir del destino de su hermano y dio una lección de historia gremial de la región. "Los que están sentados acá atrás son los mercenarios al servicio de un proyecto político. El empresariado tenía de ilusión de fábricas sin comisiones internas ni delegados, sin reclamos salariales", dijo ayer Paulón.

La última vez que vio a su hermano fue en agosto de 1975. Pedro fue a visitarlo al penal de Coronda. Pensaba que Victorio saldría pronto. "Estuve seis años y medio detenido sin verle la cara un juez", dijo ayer el testigo. Su hermano le contó, en aquella última visita, de sus contactos con el ERP. En octubre de ese año, a Victorio y otros 30 detenidos los trasladaron al penal de Devoto, donde recibieron feroces palizas. El Ejército se había hecho cargo de los presos políticos. Las condiciones de detención se endurecieron, les prohibieron las visitas. Por eso, hasta diciembre de 1976 no supo que su hermano estaba desaparecido.

En agosto de 1980 a Victorio le dieron la libertad condicional, y fue al exilio a reencontrarse con su esposa, Mabel. Recién en 1984, al volver al país, pudo tener algunos datos de su hermano. Dos sobrevivientes, Eduardo Azum y Roberto Hyon, lo vieron en un centro clandestino de detención. Hyon cree que fue en la Calamita, en Granadero Baigorria, pero Azum calculó que no era así, por la distancia que recorrieron los secuestradores hasta el lugar. "Lo torturaron salvajemente", dijo Victorio. A Pedro le preguntaban por Hyon. "El me dijo que si estaba vivo era porque mi hermano nunca se hizo cargo de conocerlo", relató Victorio.

Mientras su marido estaba preso y su cuñado había desaparecido, Mabel estaba aterrorizada. La noche del secuestro de su cuñado, Mabel había dejado a su hija Alejandra en esa casa a pedido de Inés Paulón. A las 6 de la mañana la despertó un tío, y le contó lo ocurrido. "En ese momento me desesperé por encontrar a Alejandra y por avisarle a la familia. De Pedro no se sabía nada. Todas las personas entonces estaban tratando de salvar su vida. Era un clima de terror, cada vez que sonaba una sirena teníamos miedo de que nos vinieran a buscar", recordó Mabel, que el 4 de agosto de 1976 se fue a Uruguay, y empezó el exilio que continuó en Francia, donde participó en las denuncias internacionales sobre el terrorismo de estado. "A mí el exilio me costó tres años de estar lejos de mis hijos, eso es irrecuperable", dijo Gabarra. A la vuelta del exilio, Gabarra inició el trámite por la desaparición forzada de Pedro. A pedido del fiscal Gonzalo Stara, Victorio Paulón trazó ayer un panorama de la represión en el cordón industrial del Gran Rosario. Contó que en 1975 trabajaba en Vilber, en Villa Constitución. Trazó las diferencias entre el sindicalismo combativo, aglutinado en la CGT de los Argentinos durante la dictadura de Onganía y el colaboracionista. Relató el contexto y la historia del Villazo, la movilización popular para obtener las elecciones libres en el sindicato, que finalmente se produjeron en noviembre de 1974. Ganó la oposición a la conducción nacional de Lorenzo Miguel, y comenzó la hostilidad. El 20 de marzo de 1975, las fuerzas de seguridad irrumpieron en la ciudad y se llevaron 120 obreros detenidos. Entonces, los obreros eligieron 2 representantes por fábrica, para formar un comité de lucha. Victorio fue elegido por Vilber. Comenzaron una huelga para pedir el cese de la intervención, y 40 días después del inicio de la medida de fuerza, fue encarcelado. El dirigente sindical contó también que a partir de marzo de 1975, en un sector de Acindar llamado Albergue de Solteros, porque allí vivían los jefes que no tenían familia, se instaló un destacamento de la Policía Federal. Después del golpe militar de 1976, funcionó un centro clandestino de detención. "En Acindar se ve claramente la vinculación entre la etapa previa del golpe y la estrategia de anquilamiento de la organización sindical que se produjo en todo el cordón", afirmó el testigo. Cuando salieron a la vereda de Oroño al 900, Mabel y Victorio recibieron el cálido aplauso y los abrazos del público. Allí estaba Josefina González, la beba de 5 meses secuestrada con su madre, Ruth y Pedro Paulón.
Fuente:Rosario12


DECLARO EL HERMANO DE YVES DOMERGUE, EL CIUDADANO FRANCES
"En una carta me dice: `la vida se está complicando`"
Por José Maggi

La declaración de Eric Domergue -hermano del desaparecido Yves, el francés compañero de Cristina Cialceta, cuyos cuerpos fueron identificados luego de un trabajo de investigación de alumnos de Melincué- deparó ayer una enorme sorpresa: el motivo por el cual pudo haber sido asesinada la joven. Según relató Eric, Cristina era hija del militar Ignacio Jesús Cialceta, un estrecho colaborador del general Juan Perón, con quien se fugó en la cañonera paraguaya en el '55 y que en 1976 era jefe de la delegación local de la Secretaria de Inteligencia de Estado (SIDE). El militar llegó a confiarle a la madre de la víctima María Elena Marull -su ex esposa- que "no descartaba que la muerte de Cristina haya sido por sus denuncias en la SIDE". Se refería a las presentaciones contra sus superiores que terminaron con un sumario y su desplazamiento del cargo. Eric Domergue entregó además el expediente donde consta que fue el propio general Ramón Genaro Díaz Bessone -jefe del Comando del Segundo Cuerpo- quien le pidió a Otto Paladino que lo desplazara de su cargo.

"Mi familia llegó en 1959 a la Argentina y se volvió a Francia en 1974, por lo que quedamos solos mi hermano mayor y yo. En 1976 vivíamos los dos en Buenos Aires, donde militaba primero en la Universidad y luego se incorporó al PRT-ERP. A raíz del golpe de estado tomó algunas medidas de autoprotección, pasó a vivir en la clandestinidad. Cada tanto me avisaba que tenía que hacer algún viaje, cuando volvía nos encontrábamos, intercambiábamos noticias", señaló Eric. "A mediados de septiembre -agregó-, por correo convencional, me llega una carta desde Rosario donde me aclara que en poco tiempo viajaba a la Capital, que la vida se estaba complicando, que algunos amigos se estaban 'enfermando', escribía con eufemismos. Pasó el tiempo y no tuve ninguna noticia de él, hasta que decidí hacer la denuncia en la embajada de Francia que decidió dar la noticia a mis padres y sacarme inmediatamente del país".

En otro tramo del relato Domergue dijo que, "a fines de octubre del 76, cuando todavía estaba en el país, llegó una carta a la embajada de Francia y una igual a la de Inglaterra, donde denunciaban la desaparición de un ciudadano francés Domergue, ponen como fecha de secuestro el 5 de octubre de 1976 en Rosario. La manda una organización de familiares de presos políticos. Luego mandan otra rectificando la primera, diciendo que saben ahora que la desaparición fue a fines de septiembre, no pudiendo precisar el día. De esto me entero muchos años después, es para poner en evidencia el rol de los funcionarios diplomáticos franceses en Argentina".

Eric recordó que su hermano Yves y Cristina Cialceta fueron interceptados y detenidos por una patrulla del Ejército Argentino el 21 de setiembre de 1976 y llevados ilegalmente al interior de la base militar Batallón 121 de Comunicaciones. Sus cuerpos fueron encontrados cerca de Carreras.

"Una historia paralela es la del secuestro de Cristina. En 1979 tomo contacto con María Elena Marull, la madre de Cristina, quien me contó que el 3 de octubre de 1976 hay un llamado anónimo telefónico a la casa de un tío que dice 'No la busquen más a Cristina, la matamos'. Y cuelgan. Fue el mensaje que le hacen llegar a María Elena. A partir de ese momento la mamá de Cristina recorre hospitales, morgues, centros militares. Se le cierran todas las puertas. Busca, busca. Ahora ya sabemos que hacía varios días que la habían matado. Cuando se cumplen 4 años de este 20 de setiembre de 1976 que fue la última vez que ve a su hija, como un último recurso desesperado, le escribe una carta a Videla. Tuvo que esperar 30 años para saber qué había pasado con su hija y recuperar sus restos, como recuperamos también los de mi hermano", agregó.

También declaró ante el TOF 2 Marcelo Marquez, hermano de María Cristina Marquez, una de la víctimas de la Masacre de Los Surgentes.
Fuente:Rosario12


Juicio Díaz Bessone: Entrevista a Eric Domergue
Por Juane Basso.
Yves Domergue (francés) y Cristina Cialceta (mexicana) fueron dos militantes del PRT secuestrados durante la dictadura en septiembre de 1976. Sus familias los buscaron durante 34 años hasta que fueron identificados este año en una tumba NN en un cementerio del sur santafesino. Eric, el hermano de Yves, declaró este martes en el juicio en que se juzga a una parte de la patota que actuó durante la dictadura en el Servicio de Informaciones de la Policía de Rosario, pero meses atrás, ya había contado su historia a el Diario del Juicio.


Entrevista directa
Yves Domergue y Cristina Cialceta Marúl militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) cuando fueron secuestrados el 20 de septiembre de 1976 en la ciudad de Rosario. De origen francés él y mexicano ella, sus destinos fueron una incógnita hasta hace unas pocas semanas, momento en que las muestras de ADN del banco genético del Equipo Argentino de Antropología Forense determinaron que los restos de los dos cuerpos hallados en una tumba NN, ubicada en el cementerio de Melincué, eran los suyos. Una larga cadena solidaria construyó la investigación que cerró el círculo de más de 34 años de ausencias: un juez que se animó a indagar durante el terrorismo de Estado, un empleado judicial que se negó a quemar el expediente, una mujer que llevó flores sistemáticamente a la tumba sin nombres, una docente que despertó en sus alumnos secundarios la curiosidad por el caso, los adolescentes que avanzaron varios metros más con las historia, el Estado que recogió las inquietudes de los chicos y una familia que jamás dejó de buscar la verdad y reclamar justicia. Eric Domergue, hermano de Yves, aceptó contar en una extensa entrevista esa larga historia de desapariciones y encuentros.

—¿Cómo comienza esta historia primero de desaparición y luego de encuentros?
—Desde que secuestraron a mi hermano y Cristina para nosotros no hubo ningún tipo de pista ni de indicio de dónde pudieron haber estado. Para nuestra familia a Yves literalmente se lo había tragado la tierra. No teníamos testigos del secuestro ni de los sobrevivientes de los campos de concentración. La esperanza de encontrarlos era nula. Pero pasó el tiempo hasta que en mayo de este año los antropólogos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) me informaron oficialmente que los encontraron e identificaron.
Pero detrás de todo esto hay una historia maravillosa que, podemos decir, se corona con esta victoria. Porque en Melincué, donde finalmente estaban enterrados como NN desde septiembre del 76, toda la población estaba movilizada desde hace tiempo, porque tenían a dos jóvenes que les habían tirado hace mucho tiempo baleados y había una gran necesidad en la población y la región de descubrir de quiénes se trataba, querían buscar a las familias y restituirles la identidad.
Y en esto intervino una gran cantidad de personas; desde los enterradores que fueron transmitiendo de generación en generación dónde estaba el emplazamiento de las tumbas –porque por más que estaban dentro del cementerio de Melincué, no había ninguna referencia concreta del lugar-; después un abogado que en el 2000 reactivó un poco la causa; un empleado de los tribunales de Melincué, que cuando el expediente tenía que ser destruido lo salvó, porque dijo. “no, seguramente este expediente que tiene elementos que llevarían a la conclusión de que estos cuerpos no sufrieron un homicidio simple, conviene que los guardemos”. Sin este expediente no hubiéramos llegado nunca a reencontrar los cuerpos. Y finalmente la escuela Pablo Pizzurno de Melincué, donde una profesora, Juliana Cagrandis, les plantea a sus alumnos de quinto año que hagan un trabajo sobre la memoria para ser presentado a Abuelas y a otros organismos de derechos humanos, y qué mejor que interesarse por estos dos jóvenes que, te recuerdo, tenían ella 20 y él 22 cuando los matan, que ya eran patrimonio de la región, sobre los que todos querían saber quiénes eran, qué suerte habían corrido, si sus familias los buscaban. Y ese trabajito sencillo, bien escolar, que recopila los datos que había en el expediente elaborado por el juez de la época, de la hija de la persona que los encontró en la localidad de Carreras, Beti Buitrón; este trabajo es la punta del hilo de la que se empieza a tirar.
Ese informe lo presentan a algunos organismos hasta que en 2008 llegan a la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe, donde empiezan a cotejar la información de este informe con las denuncias existentes con las que podía llegar coincidir. Fue así como en noviembre de ese año tocan a mi puerta y empezamos a construir juntos la última etapa de este hallazgo.

—Yves, vos y tu familia son de origen francés, aunque tu acento es bastante argentino. ¿Cuál es la historia familiar que los trajo a este país?
—Mi acento argentino se debe a que llevo más de cincuenta años viviendo en el país. Mi padre fue enviado por una empresa francesa a Buenos Aires en 1959 y ya tenía tres hijos: el mayor, Yves; después vengo yo y mi hermana, la única mujer de nueve hijos. Mis padres se quedaron quince años, se volvieron en el año 1974. Pero tanto mi hermano como yo decidimos quedarnos, ya habíamos elegido esta tierra para proyectos de vida. Mi hermano especialmente para un proyecto político. Así que fue una típica familia de inmigrantes de clase media, sin problemas, que vivió permanentemente a caballo de las dos culturas. Hablábamos francés en familia, íbamos al colegio francés. Pero viajábamos permanentemente, recorrimos todo el país, establecimos mucho contacto con los argentinos y eso fue lo que absorbimos bien, sobre todo mi hermano, que fue lo que lo llevó a esas inquietudes sociales primero, y luego políticas.

—¿Cómo era Yves, cómo fue ese proceso que lo llevó a abrazar la lucha revolucionaria en el PRT?
—Por un lado estuvo ese contacto con distintas poblaciones argentinas, porque viajábamos un montón pero haciendo campamentos, a dedo, conociendo la realidad de la gente del norte y del sur del país, de este país que nos parecía tan enorme, especialmente viniendo de Europa.
Entonces por un lado estaba esa conciencia social que fue despertando, y por otro no olvidemos que estábamos en la década del setenta. Yves terminó la secundaria en el año 71 y comenzó la universidad en Ingeniería, que por esos días era una explosión de participación y compromiso político. Eso lo llevó primero a un compromiso social, luego a uno estudiantil y finalmente político, ya mucho más fuerte cuando ingresó al PRT. En esa militancia pudo conocer a Cristina, que también militaba en el PRT: fueron pareja, pudieron quererse y estar juntos un tiempo hasta que los mataron.

—¿Cómo analizás este escenario de juicios que se están desarrollando en todo el país?
—Creo que los militares nunca se imaginaron, en esa burbuja de impunidad en la que vivieron tantos años, que los huesos hablaran. El ADN y los avances de la ciencia son relativamente novedosos, pero ahora no sólo se pueden encontrar restos, sino que con las pruebas de ADN se puede detectar la identidad de las personas.
Por otro lado cuando digo que los huesos hablan es que en el caso de Yves y Cristina se pudo determinar científicamente cómo fueron asesinados, muy baleados, rematados debajo del ojo derecho. Además, dentro de las tumbas los antropólogos encontraron siete proyectiles. Cabe mencionar acá que además en este caso también contamos con el expediente iniciado por un juez en Melincué en el mismo momento en el que se encontraron los cuerpos. Allí el juez y la policía del lugar hicieron las autopsias como corresponde. Ahora todas estas pruebas pueden formar parte del juicio Díaz Bessone que se está desarrollando en Rosario.

—En el juicio oral que se lleva adelante contra Díaz Bessone y cinco imputados más, entre otros 92 casos se está investigando la privación ilegítima de la libertad y los tormentos sufridos por Cristina Cialceta. ¿Por qué no se incluyó el caso de Yves?
—Yo estoy convocado a declarar como testigo en la causa de Cristina, que ahora deberá cambiar la carátula de secuestro y tormentos a la de homicidio, porque finalmente aparecieron los cuerpos que prueban el asesinato. Y además, al aparecer los dos cuerpos juntos se refuerza la denuncia que siempre hicimos con mi familia de que habían sido secuestrados juntos. Lo que pasa es que yo entiendo que como Yves vivía en Buenos Aires y estaba de paso por Rosario, supuestamente no había ninguna prueba de su paso por esta ciudad.

—La desaparición de los cuerpos de las víctimas fue uno de los objetivos del terrorismo de Estado. ¿Ustedes los familiares, que nunca dejaron de buscar a sus seres queridos, no sienten que han obtenido una pequeña victoria con el hallazgo de los restos de Yves y Cristina?
—Efectivamente. Y cuando hablamos de victoria, con mi familia queremos dejar un mensaje claro: queremos decir que esta sea una victoria de los 30.000, que esto pueda representar una victoria para todos, aunque sea por un instante. Porque esta es una lucha colectiva. Hace mucho tiempo esto dejó de ser una causa individual y pasó a ser colectiva. Así como otros nos ayudaron a buscar a Yves y a Cristina nosotros ayudaremos también a buscar a todos los desaparecidos.

—¿Cómo fue para tus padres, allá en Francia, recibir la noticia de la desaparición de Yves? ¿Qué hicieron cuando se enteraron?
—El viejo fue un genio. Yo me saco el sombrero cada vez que lo menciono. Mis padres, en general, siempre discutían con mi hermano. Nosotros veníamos de una familia muy cristiana. Cuando los hijos mayores empezamos a abandonar el tema religioso y comenzamos a dar la espalda a la Iglesia, se creaban obviamente ciertos debates familiares. Y cuando mi hermano abrazó el marxismo leninismo, más todavía. Siempre fue todo con un gran respeto, nunca se ponían de acuerdo, pero los debates se daban siempre con un gran respeto y mucho amor. Y cuando le secuestraron al hijo fue el primero en decir “yo no paro hasta que me lo devuelvan”, y nunca paró.
Ya en plena búsqueda de Yves, como mi papá había sido un empresario francés en la Argentina, estaba en permanente contacto con otros empresarios franceses, por más que ya estaba radicado nuevamente en Francia. Cada tanto iba algún colega francés y le decía: “Señor Domergue, por favor pare un poco de agitar con esto de su hijo que los militares se molestan mucho”. Y él les decía: “Bueno, que me devuelvan a mi hijo y después lo hablamos”. Mi viejo no paró nunca.

—¿Cómo fue que terminaron organizando la conferencia de prensa para anunciar el encuentro de los cuerpos en la Casa Rosada?
—Fue inédito, raro, pero salió muy bien. Cuando voy a avisarle al embajador de Francia para informarle todo esto, le solicito que hagamos la conferencia de prensa en la embajada. Rápidamente me contesta que sí, realmente recibimos mucho apoyo de la embajada. Entonces el embajador me dice: “La podríamos invitar a la presidenta también”. No nos olvidemos que Francia y Argentina han impulsado en conjunto en Naciones Unidas la convención sobre la desaparición forzada de personas. Y como este es un caso muy particular, ya que son dos ciudadanos, Yves y Cristina, uno francés y la otra mexicana, es decir dos extranjeros que dieron la vida para el país, la cuestión reunía suficientes particularidades como para considerarlo. Por intermedio de diferentes funcionarios la presidenta se enteró de la idea estando de viaje por China y rápidamente dijo que sí, pero que se haga en la casa Rosada.
Fuente:DiariodelJuicio


martes 1 de marzo de 2011
Juicio Díaz Bessone: Las pruebas que te condenan

Este martes, en el juicio contra represores del Servicio de Informaciones, declararon Marcelo Márquez, el dirigente la UOM de Villa Constitución, Victorio Paulón, Mabel Gabarra y el ciudadano Francés Eric Domergue, quienes ofrecieron cuatro testimonios fundamentales para la causa. Domergue aportó además como prueba documental, una serie de archivos desclasificado de la SIDE que vinculan al imputado de la causa Ramón Díaz Bessone con la desaparición de su cuñada Cristina Cialceta, y ligan al militar a hechos de corrupción en el 2° cuerpo de Ejército.

El primero en declarar fue Victorio Paulón, quien se refirió al secuestro y desaparición de su hermano Pedro Paulón, ocurrido el 19 de julio del 76, en compañía de la también desaparecida Ruth González.

Paulón ofreció un testimonio clave para entender el sentido antiobrero del golpe. El testigo, que también padeció las cárceles de la represión militar, recordó el rol siniestro cumplido por quien fuera el ministro de Economía de la dictadura, José Alfredo Martinez de Hoz y lo graficó con dos ejemplo: el de la monumental estafa que realizó al prestar millones de dólares a la imponente Acindar, de la cual Martínez de Hoz había sido su gerente ‒deuda que luego, también en dictadura, Domingo Cavallo estatizó‒; y la de la práctica sistemática que se dio el terrorismo de estado, de barrer con los delegados y referentes de los trabajadores organizados de las fábricas, principalmente en el Cordón Industrial del Gran Rosario.

Luego, la compañera de Paulón, Mabel Gabarra, reconocida militante por los derechos de la mujer en la ciudad, refrendó gran parte de los datos aportados por Victorio con respecto a la desaparición de su hermano.

A las 16, fue el turno de la declaración de Eric Domergue, ciudadano francés que dio cuenta de la historia de desaparición y encuentro de su hermano Yves y su cuñada Cristina Cialceta, de nacionalidad mexicana.

El relato de Eric, que estuvo centrado en buena medida sobre la historia de su cuñada (ver nota aparte), ya que en este juicio es testigo por ese caso, tuvo una gran contundencia e incluso aportó un fenomenal caudal de pruebas, a través de una documentación desclasificada de la SIDE que obtuvo en el marco de un larga investigación que él mismo lleva adelante hace largos años.

En su testimonio Eric contó que el papá de Cristina Cialceta, Ignacio Jesús Ciaceta ‒ya fallecido‒ era militar y había sido funcionario del General Juan Perón hasta 1955 ‒año en que fue derrocado‒, quese fue al exhilio con él y que después recaló en la ciudad de Mexico, razón por la que Cristina nacio ahí.

Domergue indicó que en 1976, Ciacieta ya vuelto al país, fue jefe de la delegación Rosario de la SIDE. “Era una situación muy peculiar porque la hija militaba en el PRT y el padre era agente de la SIDE”, señaló el testigo.

Eric comentó a los jueces que en un momento, en el marco de su investigación llega a sus manos “una documentación muy peculiar”, y explicó se trató de “un sumario del comando en jefe del ejercito, confidencial y secreto cuya causa es insubordinación, instruido a Cialcieta”.

“Es una documentación muy voluminosa ‒amplió Domergue‒, y concretamente deja traslucir que Cialceta había denunciado por corrupción y malversación a personal de la SIDE, y en particular al coronel Margestau, que era su superior en aquel entonces. También criticaba los propósitos por los cuales se había dado el golpe. Eso provocó que el 14 de mayo del 76 sea desplazado de la SIDE”.

Luego Eric continuó: “En ese momento, por interpretación mía, él en todo momento se muestra más o menos tranquilo porque confía en el general de brigada Ramón Genaro Díaz Bessone y lo critica a Margestaud de enemistarlo con Díaz Bessone. En el expediente ‒que se pidió que ingrese como prueba a la causa‒ figuran declaraciones una nota oficial de la secretaria de inteligencia del estado que dice el relevo se había producido por Diaz Bessone”.

Eric agregó que “en ese expediente hay varias referencia a lo que Cialceta denomina «el asunto de mi hija», donde dice «dos meses después de mi relevo mi hija es asesinada en rosario»”.

Domergue leyó otro pasaje de los documentos que ofreció al tribunal, en el que el padre de Cristina declaraba que se estaba “jugando la vida hace varios meses investigando en el lugar donde se mueven los asesinos y cómplices del asesinato de mi hija”.

El último en declarar fue Marcelo Márquez. El testigo relató el secuestro de su hermana María Cristina Márquez, quien fuera secuestrada a pocos días de haber cumplido 21 años.

Marcelo aportó un relato sentido de su hermana, a la que pintó como una maestra que se había acercado a militar a la “Villa Banana” y que militó en la juventud peronista.

“Carnaval contra los genocidas”

La Murga la Memoriosa en una de sus actuaciones frente al TOF2.



Fuera del tribunal, un escenario improvisado sobre el cantero del bulevar Oroño, el espacio Juicio y Castigo -ámbito que nuclea a querellantes, testigos, organismos de derechos humanos y diversas agrupaciones‒, realizó una actividad con la consigna “Carnaval contra los genocidas”, en la que numerosas murgas de la ciudad se hicieron presentes para dar su apoyo al proceso de juicios contra los represores de la dictadura.
Fuente:DiariodelJuicio                                                            

1 comentario:

Martina Soto Kohler dijo...

Hace mas de 40 anios que me pregunto que habia pasado con mi entraniable amigo Pedro Paulon, recien lo leo en Pagina12 del 2011. Vivi en Europa, pero el recuerdo de mis queridos amigos siempre los tuve. Nunca supe que paso con los otros. Estoy en un mar de lagrimas, es como si los pudiera enterrar. Quisiera decir todo lo que he compartido con Pedro, porque fué una de esas personas que me dio ternura, un verdadero amigo en mi adolescencia. Tambien quisiera volver a ver a Mavel, Victorio, y a Inés. En mi proximo viaje a Argentina los voy a buscar.
Martina Soto - Kohler