55 AÑOS DEL GOLPE A LA RESISTENCIA PERONISTA.

A 55 años del golpe a la resistencia peronista
El huevo de la serpiente en los fusilamientos de José León Suárez
Publicado el 9 de Junio de 2011
Por Alberto Dearriba
Los sublevados que conducía el general Valle querían llamar a elecciones y reponer la constitución del ’49. El episodio marcó a sangre y fuego los siguientes 25 años de historia, que desembocaron en la dictadura más sangrienta.

Cualquier historiador que pretenda investigar la violencia política argentina del siglo XX deberá bucear en la represión obrera de la semana trágica en enero de 1918 y escarbar en la masacre de obreros y trabajadores rurales anarquistas en la Patagonia entre 1921 y 1922. Pero inevitablemente deberá detenerse en lo que la mayoría de los estudiosos observan como el huevo de la serpiente: el bombardeo a la Plaza de Mayo en junio de 1955 y los fusilamientos perpetrados un año después por la dictadura militar que se autoproclamó Revolución Libertadora.
El 9 de junio de 1956 estalló un contragolpe cívico-militar encabezado por el general Juan José Valle y apoyado por militares del Ejército y militantes sindicales peronistas. Los sublevados contra la dictadura pretendían llamar inmediatamente a elecciones y reponer la Constitución Nacional de 1949, que contenía derechos sociales que obviamente fueron barridos por la reacción conservadora.
Valle fue fusilado sin contemplaciones en el patio de la entonces Penitenciaría de la Avenida Las Heras, pese a que su hija pidió clemencia al dictador Pedro Eugenio Aramburu, que había llegado a general luego que Valle intercediera ante Perón para que le fuera concedido el ascenso. Para ahogar la intentona en sangre, el dictador firmaría dos decretos que condenarían a muerte -con retroactividad- a más de una treintena de argentinos.
Tras el fallido intento golpista de 1955, varios oficiales rebeldes de la Armada fueron detenidos en la misma Penintenciaría en la que fusilaron a Valle. Entre ellos se encontraba un joven guardiamarina de la Armada, Emilio Eduardo Massera, que temió que allí terminarían sus días. Pero el peronismo tuvo una piedad que no tendrían luego los “libertadores” y los golpistas sobrevivirían para dar otros zarpazos a la historia.
Los militares que habían asaltado el poder para derrocar al “tirano”, estaban en conocimiento del alzamiento cívico-militar peronista del cual se cumplen hoy 55 años. Pero lo dejaron avanzar para asestarle un golpe ejemplarizador que no sólo terminara con cualquier intentona, sino que permitiera descabezar dirigencias obreras peronistas.
Los “libertadores” fusilaron oficiales, suboficiales y civiles en La Plata, Lanús y Campo de Mayo. Pero el episodio que pondría en blanco sobre negro no sólo la crueldad sino la ilegalidad de los fusilamientos, ocurrió en los basurales de José León Suárez, donde la Policía Bonaerense disparó por la espalda contra 12 militantes peronistas que habían sido detenidos en Florida, mientras esperaban una emisión radial que indicaba el comienzo de la rebelión. Cinco de los detenidos fueron ultimados esa madrugada entre el humo del basural, pero siete sobrevivieron para contarlo. Algunos de ellos fueron las fuentes de Rodolfo Walsh para escribir la magistral investigación que tituló Operación Masacre que demostró la ilegalidad de los decretos de muerte.
Entre los sobrevivientes de José León Suarez se contaba Julio Troxler, un fogoso militante peronista que se convertiría en jefe de la Policía Bonaerense durante el gobierno de Héctor J. Cámpora. Troxler hizo formar una escolta de honor el día que fueron liberados los presos políticos de la dictadura de la Revolución Argentina, la segunda del siglo XX. Nunca se lo perdonaron y sería acribillado poco tiempo después por un comando parapolicial de la Triple A. El comando de Montoneros que secuestró a Aramburu en 1970 tampoco perdonó al dictador: el 1 de junio de ese año el general acusado de la masacre de junio fue fusilado en en una finca rural de la localidad bonaerense de Timote.
Fuente:TiempoArgentino